07. Naturaleza económica de las guerras en el capitalismo tardío

 

A diferencia de 1914, en la segunda mitad del siglo pasado EE.UU. se había constituido en el país con mayor acervo de capital acumulado del mundo. Según reporta William Schulz en "EE.UU y el terror contrarrevolucionario en América Latina",  el político liberal George Kennan dice que tras la segunda guerra mundial, la burguesía norteamericana poseía el 50% del capital en funciones en un territorio en el que sólo vivía el 6,5% de la población mundial. Para esto bien valió la misa de Pearl Harbor, donde las 3.000 víctimas de aquella matanza emularon el ritual sacrificio del "redentor" y la "consagración" (de un poderío burgués) de "la hostia", redonda como una moneda de oro.

 

Como ya hemos explicado en otros sitios de esta página, todos los conflictos bélicos están determinados directa o indirectamente por concretas razones económicas. En el caso de las grandes conflagraciones militares, como las últimas dos guerras mundiales, estas razones no obedecen esencialmente a los intereses materiales de las fracciones burguesas eventualmente en pugna por sus respectivos intereses particulares, que es lo que parece, sino por el propio decurso de la ley general de la acumulación capitalista que prepara las condiciones políticas de esos enfrentamientos y posteriores repartos. Una vez dadas las condiciones de las guerras, que cada bloque burgués de fuerzas enfrentadas trate de resolver el conflicto en su favor, es un epifenómeno del hecho, en modo alguno su causa.

 

Y las condiciones de la guerra en el capitalismo tardío se presentan cuando el capital social global acumulado es mayor que la población obrera explotable. De ahí que, con respecto al capitalismo clásico, los conflictos interburgueses no se produzcan ahora tanto por el control de territorios para la obtención de materias primas a procesar en las metrópolis imperialistas, como por las fuentes directas de producción de plusvalor, esto es por empresas funcionando con trabajadores dentro. De modo que la lucha de los nazis por lo que llamaron Lebensraun (espacio vital), los japoneses por la Greater East Asia Co-prosperity Sphere (esfera de prosperidad en la Gran Asia Oriental), y los norteamericanos por The Grand Area (La gran área), se explica cada vez más, por la necesidad de convertir en plusvalor la mayor parte del trabajo asalariado empleado en las partes del mundo que los eventuales y cambiantes bloques militares de la burguesía internacional enfrentada se disputan para los fines de la acumulación.

 

La I Guerra Mundial costó 186.000 millones de dólares en destrucción de riqueza creada, y las bajas humanas en los combates terrestres ascendieron a 37 millones, sin contar los diez millones pertenecientes a la población civil que fallecieron indirectamente a causa de la contienda.[1]. Respecto de la segunda de esas "movidas" de la burguesía internacional, se ha alcanzado un cierto consenso con respecto a su coste social, estimándose que el económico rebasó el billón de dólares estadounidenses en destrucción de trabajo social dedicado a la construcción de edificios, fábricas, carreteras, puentes, presas canalizaciones y material bélico empleado —desde el punto de vista de los trabajadores y del más elemental sentido común— inútilmente, lo que convierte a ésta en la más onerosa de todas las guerras en conjunto desde el advenimiento de la sociedad capitalista. El coste humano de este segundo infierno bélico —sin incluir a los más de 5 millones de judíos asesinados en el holocausto nazi que fueron víctimas indirectas de la contienda— se estima en 55 millones de muertos, 25 millones de los cuales fueron militares y el resto civiles[2].

 

Si ahora consideramos:

1)  Que, como hemos dicho ya,  la condición principal de las guerras en la etapa imperialista viene dada por el hecho de que la magnitud del capital social global acumulado excede con mucho a la masa de población explotable, porque con el desarrollo de la fuerza productiva aumenta más rápido que el crecimiento vegetativo de la población en busca de trabajo y,

2)  que el movimiento del capital social global en funciones, esto es, su magnitud de valor dedicada a la inversión productiva (de plusvalor), está determinado por la tasa de ganancia, como relación entre el plusvalor que los capitalistas sacan u obtienen del trabajo de los asalariados, magnitud que excede a la suma de valor que ponen, invierten o pagan en concepto de capital fijo (CF), compuesto por el valor en maquinarias, edificios, mobiliario, etc. ; capital circulante (CC), compuesto por la inversión en materias primas, y auxiliares (combustibles, lubricantes, etc.) y salarios (S),  de modo que la relación adquiere esta expresión algebraica: P/CF+CC+S;                                          

3)  teniendo en cuenta, además, que la leva forzosa y/o "voluntaria" en las guerras está compuesta en su mayoría por trabajadores parados, supernumerarios o sin empleo,  contrapartida del capital igualmente supernumerario u ocioso, ergo:

4)    cuanta mayor es la destrucción material y humana provocada por cualquier guerra en una situación económica depresiva, mayor es la rapidez con que se recupera esa relación entre los componentes de la producción capitalista —o tasa de ganancia que determina las secuencias cíclicas del movimiento del capital— de tal modo que la sociedad capitalista basada en la explotación del trabajo ajeno tiende a volver con igual celeridad a una nueva paz transitoria en condiciones de recuperación económica.

volver al índice del documento

éste y el resto de nuestros documentos en otros formatos
grupo de propaganda marxista
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
email: gpm@nodo50.org



[1] Enciclopedia Microsoft "Encarta"/1999.

[2] Ibíd.