06. En el conflicto actual no hay un solo fundamentalismo sino dos

 

Con lo dicho hasta aquí, creemos haber dado a entender lo que queremos significar en torno a esta masacre injustificable. Pero, ahora, para evitar sinceros equívocos o suspicacias más o menos interesadas, lo vamos a decir explícitamente: Desde el punto de vista subjetivo, esto es, haciendo abstracción de la lógica económica que determina la voluntad política de ambos bandos, la carga de los recientes atentados en New York y Washington, pesa por igual sobre las burguesías árabes y los países de la cadena imperialista agrupados en la OTAN, con los EE.UU. a la cabeza. Pero como ha venido ocurriendo en las relaciones entre el centro capitalista imperial y su periferia económicamente dependiente, estos hechos han sido el resultado de una deliberada provocación del imperialismo —la última de una serie a lo largo de años— cuando Ariel Sharon pisó hace algunos meses la explanada de las mezquitas en Jerusalén. Este es el pensamiento de millones de intelectuales burgueses de izquierda en el mundo actual, como Noam Chomsky. Sin embargo, la verdad de los hechos no se agota en decir que:

     <<El ataque terrorista (a Estados Unidos) (...) Es un regalo a la derecha dura jingoísta estadounidense, y también a la de Israel. Y la respuesta planeada será lo mismo, será un regalo a Bin Laden...El tipo de acción de represalia que se está planeando es justo lo que él y sus amigos están buscando. Exactamente las cosas que promoverá un apoyo masivo y que llevará a más, y tal vez peores, ataques terroristas, lo cual entonces llevará a una creciente intensificación de la guerra.

     Tomen como ejemplo un microcosmos: Irlanda del Norte, donde están los llamados hombres duros de ambos lados, quienes simplemente matan sin importar las consecuencias, o si muere más gente de su lado. Bien, eso sólo les ofrece más oportunidades para matar. Amplifíquenlo al nivel de un superpoder y de bombas suicidas que no pueden ser detenidas. Son sólo los hombres duros de ambos lados los que se benefician, y los demás sufren>>. (Noam Chomsky: Revista "La Jornada" 15/09/01).

 

Este es el típico juicio moral de los conflictos entre fracciones nacionales del capital, para justificar el término medio político pequeñoburgués entre los opuestos; en este caso, entre los "hombres duros" del bloque sionista-estadounidense comandados por millonarios como Bush, y los "hombres duros" del bloque árabe comandados por millonarios como Bin Laden. Pero este modo de pensar es incapaz de explicar el comportamiento político de esos extremos. Los actos en confrontaciones políticas como la que nos ocupa, no se pueden juzgar por la moral, porque lo que está precisamente en juego en este conflicto son dos tipos de moral y de cultura distintos e incompatibles. En este sentido, Digan lo que digan por ahí, cuando Samuel P. Huntington  se refiere a las relaciones entre el "mundo islámico" y el "mundo capitalista occidental" como a un "Choque de civilizaciones", en cierto modo tiene razón.

 

Esto da pie para desmentir el abuso unilateral que está haciendo la burguesía internacional del término "fundamentalismo" [1] para fines políticos precisos. Es necesario, pues, poner las cosas en su sitio diciendo que en este conflicto no hay un solo fundamentalismo sino dos. Uno, como todo el mundo sabe, es el fundamentalismo espiritualista islámico de la vida en sociedad - en este caso gobernada por los talibán en suelo Afgano- donde todo lo que le pasa y hace de su vida el musulmán pertenece a lo sagrado y está regido por el derecho divino que a la vez es jurídico y político; es un mundo hecho a una moral en la que toda separación entre la vida sagrada y la vida profana carece por completo de sentido; un mundo que no niega los vínculos monetarios y mercantiles entre las personas ni la explotación de unos por otros, pero pretende hacer pasar este modo de vida burgués por los férreos límites de la frugalidad y la moderación que prescribe el Corán. Esto quiere decir que el Islam no sólo pregona la vida sencilla - como ha hecho farisaicamente el cristianismo para adaptarse al capitalismo- sino que hace cumplir este valor moral, lo impone políticamente, de modo que los límites entre religión, política y vida cotidiana no existen. A diferencia de Jesús de Nazaret que predicaba separar los asuntos de Dios de los asuntos del César, al mismo tiempo que un pope religioso, Mahoma fue un líder político y militar. El concepto que encierra el término "integrismo islámico", se explica por esta unidad orgánica del poder religioso, político y militar, vigente en sociedades islámicas radicales como Afganistán, poder que concentran en sus personas —y ejercen sobre las masas— dirigentes como Jomeini o el Mullhá Omar; religión que también de algún modo "asumen" formalmente, alientan y utilizan demagógicamente, gobernantes vitalicios en sociedades islámicas "degeneradas", como Sadam Hussein en Irak, Josni Moubarak en Egipto o Muamar al Gaddafi en Libia.

 

El otro es el fundamentalismo económico de la sacrosanta propiedad privada capitalista basada en la ya decadente explotación de trabajo ajeno como medio del mayor enriquecimiento individual posible, y del goce sin medida de los bienes terrenales así obtenidos, donde la observancia de cualquier religión es algo que pertenece a la discrecional conciencia de cada individuo. De ahí que la moral judeocristiana dominante sea una mera formalidad ritual, donde la solidaridad humana pasa por la limosna, y el incienso que se respira en los templos demuestra que los únicos atributos del espíritu humano que despiden olor especialmente asociado al rito católico, son la hipocresía, la simulación y el engaño al  servicio del pillaje mutuo. Y dado que entre este pillaje cuentan los actos de guerra. Vamos a intentar explicar nuevamente aquí, la especificidad de este fenómeno en la etapa tardía del capitalismo, tomando en consideración la lógica del movimiento económico que prepara las condiciones de las grandes confrontaciones bélicas.

 

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[1] La etimología e esta palabra remite al evangelismo estadounidense de los siglos XVIII y XIX, que se afirmaba en el carácter esencial más originario del cristianismo basado en la infalibilidad de la Biblia sobre cuestiones históricas y científicas. Surgió como movimiento conservador entre los protestantes norteamericanos a finales del siglo XIX, en lucha contra la influencia en los medios confesionales cristianos de la moderna teoría de la evolución. Se propagó en la década de 1920 y su implantación fue más fuerte en las áreas rurales, de forma muy especial en California, en los Estados fronterizos y en el Sur. La polémica se hizo más intensa en la esfera secular cuando los fundamentalistas lograron que muchos Estados aprobaran una ley para prohibir la enseñanza de la teoría de la evolución en las escuelas públicas. El movimiento fundamentalista perdió ímpetu desde principios de la década de 1930, cuando los fieles norteamericanos tendieron a inclinarse por aceptar una doctrina religiosa más liberal acorde con las teorías y métodos modernos. En 1968 el Tribunal Supremo de Estados Unidos sentenció que esa ley era inconstitucional.