6. Ante la dificultad de las ideas revolucionarias: ¿Por dónde empezar?

La segunda cuestión que nos planteábamos al principio de este escrito, en respuesta a su carta, es el grado de complejidad de lo que queremos decir. Nosotros tenemos como objetivo, al igual que usted, hacer la revolución comunista. Para esto, es imprescindible, en primer lugar, emprender la lucha por la toma del poder, para la confiscación de la propiedad burguesa, la destrucción de su Estado y la instauración del armamento del pueblo. Pero, sin voluntad política por parte de la gran mayoría de los asalariados, este objetivo es imposible. Y la instancia previa a la creación de esta voluntad política revolucionaria de esa mayoría social es la conciencia revolucionaria de esa mayoría, la comprensión de la necesidad histórica de actuar en ese sentido político. [9]

Por eso es que, en este momento de confusión ideológica y desinterés general de los explotados por la política y de las más extremas dificultades para difundir el discurso revolucionario, la contribución más valiosa consiste, precisamente, en vencer tales dificultades ―dentro de lo que permiten las actuales condiciones de la lucha― favoreciendo la necesaria comprensión de las ideas revolucionarias. Porque sin esas ideas comprendidas y asumidas, no hay voluntad política revolucionaria posible. Así que nuestro mensaje son las ideas revolucionarias. Unas ideas que los obreros de las últimas generaciones nunca han escuchado, nuevas para ellos, originales, que no dicen lo ya oído y asumido, sino todo lo contrario, rompen con los tópicos que todo el mundo a su alrededor da por ciertos. Todo esto hace que nuestro mensaje, nuestras ideas, las ideas revolucionarias, sean “difíciles” de entender. Porque lo nuestro no es hacer que “llueva sobre mojado”; porque no es repetir lo que difunde la burguesía ni los partidos obreros oportunistas, ni lo que se oye por los medios de comunicación, lo que se enseña en las escuelas, en las propias familias —de ahí el conflicto generacional que supone todo proceso revolucionario efectivo— sino que para entenderlas hay que dejar los caminos trillados, los prejuicios, las “verdades” aprendidas (enseñadas por los burgueses) y pensar libre y desprejuiciadamente, con la cabeza según donde tenemos puestos los pies en esta sociedad, de acuerdo con los intereses históricos de nuestra clase.

Nosotros, como usted, queremos hacer la revolución, aportar nuestro esfuerzo a la obra revolucionaria. Pero entendemos que la  estrategia de poder de  los comunistas  agrupados en partido y las tareas fundamentales de los revolucionarios, son, ante todo, educar y dirigir políticamente a la vanguardia amplia del proletariado, y a través de ella, a las amplias masas. Esto es lo que para nosotros significa el apotegma compartido por Marx, Engels y Lenin: "fundir la teoría revolucionaria con el movimiento obrero espontáneo".

 Nuestro mensaje tiene, por tanto, un grado de “dificultad” mayor que las noticias y comentarios deportivos, culturales y demás literatura “para obreros” a que usted hace referencia en su carta.

Educar políticamente no es agitar o inducir a la acción en un determinado sentido; se trata de que los obreros de vanguardia entiendan las ideas revolucionarias EN PROFUNDIDAD, no que sigan un slogan político, sino que comprendan la verdadera naturaleza de la sociedad en que viven, porque, como en todo trabajo, nada que se desconozca en su verdadera naturaleza puede ser transformado en lo que esa naturaleza permite y hasta exige que se transforme.

Y si los comunistas luchamos para que los asalariados transformemos esta sociedad capitalista en otra de tipo socialista, es, en primer lugar, porque conocemos la naturaleza del capitalismo, porque sabemos cuales son sus leyes y cómo operan, cómo se imponen “con férrea necesidad” con independencia de cualquier voluntad humana, por poderosa que sea, alumbrando inevitablemente el camino del socialismo; en segundo lugar, porque, aun cuando el desarrollo de la leyes económicas del capitalismo prepara las condiciones objetivas para su superación histórica en el sistema económico socialista, también sabemos que si la conciencia colectiva de los asalariados no se apodera de estas condiciones económicas (comprendiéndolas) y las asume políticamente para trascenderlas históricamente según lo exige su propia naturaleza, el capital siempre encuentra las salidas económicas, las formas de saltar por encima de los obstáculos que se pone a sí mismo en el proceso de acumulación. Esas formas son las crisis y, si es preciso, las guerras. Por tanto, es necesario que, aun cuando unos más que otros, todos lleguemos a tener una comprensión suficiente de la verdadera naturaleza de la actual sociedad, para poder barruntar la sociedad alternativa que nos induzca e impulse a luchar por ella, convirtiendo las crisis económicas en crisis políticas revolucionarias  para darles una salida histórica superadora: la futura sociedad socialista. 

Con esto queremos decir que los comunistas no pretendemos inventar nada, que las premisas reales de esa sociedad por la que luchamos están dadas por las contradicciones del propio proceso de acumulación capitalista, insolubles al interior de su sistema de vida, contradicciones materiales que determinan inevitablemente la lucha entre las clases, cuya resolución depende de un hecho de conciencia colectiva por parte de la clase revolucionaria fundamental: el proletariado. Tal es el sentido de lo que Marx y Engels legaron a la humanidad en 1845, al anunciar que:

<<Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse (desde fuera y al margen de la realidad a transformar)., un ideal al que ha de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula el estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente (el capitalismo como realidad actual, con sus leyes económicas de desarrollo y su superestructura política o Estado). >> (“La ideología alemana” Capítulo II punto 5. Lo entre paréntesis es nuestro)  [10]

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[9] Así como los líquidos se presentan con distintos grados de temperatura, la voluntad política de los explotados se muestra con distintos grados de compromiso político entre unos sectores y otros de la misma clase. En tal sentido, cuando en este contexto nos referimos a la voluntad política de la mayoría de los explotados, nos referimos al menor grado de compromiso necesario para tal finalidad, que es aprobar y apoyar, simpatizar en lo mínimo con lo que hace el sector objetivamente revolucionario de esa masa. Sin este requisito no puede haber revolución posible.

[10] Para comprender cabalmente el significado omnicontextual que Marx y Engels atribuyeron a la expresión  “movimiento real”, basta con evocar el siguiente pasaje de la carta que Marx escribió a Engels el 30 de mayo de 1868:

<<….En fin, dando por sentado que estos tres elementos: salario del trabajo, renta del suelo, ganancia (industrial , comercial y bancaria), son las fuentes de  ingreso de las tres clases, a saber: la de los terratenientes, la de los capitalistas y la de los asalariados, como conclusión se desprende la LUCHA DE CLASES, en la cual el movimiento se descompone y que es el desenlace de toda esta mierda…>> (Op. Cit. Lo entre paréntesis es nuestro)

Es decir, que por “movimiento real”  hay que entender al conjunto de hechos (económicos)  y actos (políticos) que se suceden condicionándose mutuamente en la estructura económica y en la superestructura ideológica (religiosa, ética, artística, literaria, estética, psicológica) y política., en el que la estructura económica es el determinante de última instancia que mueve y marca la dirección y el sentido de los fenómenos superestructurales.  De ahí la importancia decisiva de la teoría económica científica aplicada a la estructura.