5. Una vez más clama la no atendida necesidad de la educación política

 Para demostrar que realmente lo son, los revolucionarios no deben, pues, dejar de hacer su trabajo nunca. Si así lo hacen, la vanguardia amplia aplicará los conocimientos recibidos, especialmente durante la recuperación económica y el reanimamiento de las luchas que servirán para acumular fuerzas, para abrir los ojos y la mente de la clase obrera a la verdad histórica, para que puedan capitalizar políticamente la memoria de experiencias vividas por generaciones anteriores, en ciclos cada vez menos distantes uno de otro según progresa la acumulación.

La vanguardia tiene que educar la conciencia, señalar el camino, impulsar y conducir ese torrente, esas luchas, por el curso correcto, para que el esfuerzo y el sacrificio que los asalariados despliegan en sus combates no sea inútil. La vanguardia revolucionaria tiene que educar políticamente a los trabajadores, hacer de ellos luchadores conscientes, conseguir que cada lucha de los obreros sea un paso más hacia la toma del poder y el socialismo. Si no hay una vanguardia revolucionaria preparada para esa tarea, y si estando preparada carece de voluntad política para trasladar el discurso revolucionario a los asalariados más honestos e inquietos, la lucha por sí misma no hará que (los obreros) tomen conciencia de la necesidad de avanzar hacia la toma del poder y el socialismo. Sin teoría revolucionaria y memoria histórica aplicadas a la realidad de la lucha de clases, Estas luchas serán luchas ciegas, puntuales, aisladas, sin perspectiva política y, al fin de cada ciclo del proceso de acumulación y de cada período álgido de la lucha de clases, devendrá inevitablemente una nueva derrota. 

Hoy no estamos en una esas fases álgidas de la lucha de clases, sino atravesando una crisis económica en medio de una confusión ideológica y una dispersión política del proletariado, cuyas consecuencias se agravaron a raíz de la derrota política que supuso la debacle de la URSS, porque así lo sintió el proletariado. Estamos en plena resaca de esa doble derrota política —la de la contrarrevolución “democrática” en que desembocó la lucha contra el franquismo, sufriendo sus consecuencias ideológicas  en períodos de retroceso de la lucha política de los explotados y de relativa paz social entre las clases, donde los asalariados sufren la derrota, y aunque sin dejar de luchar, en general han aceptado las condiciones de superexplotación en curso; a instancias del paro estructural masivo, la burguesía logra construir corazas ideológicas contra las ideas revolucionarias en la conciencia del proletariado, como lo son hoy el "pensamiento único" burgués y el "fracaso del comunismo" basándose en la debacle de la burocracia, nada que ver con ese sistema social cada vez más necesario. 

Este es el clima propicio para que los explotados se vuelvan permeables a discursos como el de los periodistas del diario deportivo “Marca” que usted menciona, de las revistas del corazón, de publicaciones diversas sobre la utilización mercantilizada del ocio por el capital, como la filatelia, el bricolage, los juegos electrónicos, la industria del espectáculo y el esparcimiento, etc., etc. A todos estos agentes promotores del tiempo libre como fuente adicional de acumulación de capital, está claro que les resulta muy fácil hacerse entender.  No necesitan siquiera apelar a la palabra, les basta con el recurso más o menos astuto a las imágenes que sugieren la experimentación anticipada de las más diversas sensaciones.

En periodos como el actual, de crisis ideológica profunda, la vanguardia amplia del proletariado está dispersa y sin ideas claras. En tales condiciones, el crecimiento o la proyección social del espíritu revolucionario que refleje las contradicciones insolubles del sistema, no puede ser sino molecular. Justamente por eso, la vanguardia revolucionaria debe empezar cohesionarse en torno a la teoría revolucionaria, contribuyendo a generar en la sociedad una opinión pública realmente alternativa a la cultura política burguesa predominante.

Contribuir a esta tarea es nuestro objetivo como Grupo de Propaganda Marxista; por eso nuestro trabajo de propaganda va dirigido casi exclusivamente a la vanguardia revolucionaria y a la vanguardia amplia —en ese orden de prioridad— y no a los estratos ideológica y políticamente más atrasados de los trabajadores. Porque, como hemos dicho, cuando el movimiento económico del capital se expansione y las luchas obreras por mejoras se recuperen y multipliquen, en ese momento  la vanguardia amplia tiene que estar preparada para hacer llegar las ideas políticas revolucionarias a las masas, para orientarlas por el camino de las luchas políticas ofensivas  hacia la toma del poder.

¿Qué quiere decir que la vanguardia revolucionaria se cohesione, crezca y se organice en torno a la teoría revolucionaria y la memoria historia, al tiempo que también se extienda y proyecte la vanguardia amplia sobre las masas? Pues, que seamos cada vez más quienes tengamos un conocimiento científico de la realidad capitalista suficientemente extenso y profundo, que seamos capaces de comprender y aplicar los principios marxistas a la situación de cada momento, de apelar a la memoria histórica del movimiento las veces que sea necesario, de explicar a los obreros las luchas que otros obreros llevaron adelante antes que ellos; porque el proletariado progresa en su conciencia política aprendiendo de sus propios fracasos, de su propia experiencia, de las revoluciones que ha protagonizado sin que triunfaran, y obviamente, de las triunfantes .

Por tanto, para que el proletariado progrese en su conciencia política ha de haber sido objeto —durante décadas— de la cultura revolucionaria compendiada en el Materialismo Histórico aplicado y en la memoria histórica de las luchas protagonizadas por generaciones anteriores de asalariados, al mismo tiempo que no puede dejar de ser objeto de la cultura contrarrevolucionaria de la burguesía.

En estos momentos, normales o regulares, de reflujo, de retroceso ideológico y político, en que la clase obrera pierde casi todos sus conflictos en una lucha desigual, retrocede en el objetivo de sus luchas y en su conciencia, carece de perspectiva u horizonte revolucionario, sustituyendo en su conciencia esos objetivos —que en modo alguno contempla como posibles, menos aun como necesarios— por objetivos inmediatos relacionados con las necesidades cotidianas dentro del sistema y con las ideas y apetencias a que les induce todos los días la burguesía por todos los medios posibles: escuela, universidad, familia, medios de publicidad, etc., etc. En la medida en que no se le posibilita —porque la burguesía no puede— encontrar un puesto de trabajo, estabilidad laboral, vivienda y un nivel de vida digno, y a falta de una alternativa política que pueda ser asumida por ellos, esas carencias son la principal y hasta única preocupación de los trabajadores, antes, incluso que su tiempo libre, que sacrifican buscando con tal de conseguir un empleo.

De forma que no sólo no conocen la historia de la lucha de clases de la que forman parte, ni los principios de la teoría marxista que les posibilitarían crear una sociedad en la que sus problemas se resolverían, sino que ninguna de estas cuestiones tienen interés para ellos. Y es muy probable que, en su momento, entren en el torbellino revolucionario sin conocer estos asuntos, aun cuando con toda determinación y voluntad política revolucionarias. Porque una cosa es la firme determinación colectiva para hacer la revolución, y otra conocer la táctica para llegar a ese objetivo y saber aplicarla según las cambiantes condiciones en el curso de la lucha. Una cosa es luchar y otra la capacidad de dirigir. De lo contrario, el Partido Revolucionario no sería necesario. Y lo es, sin ninguna duda.

éste y el resto de nuestros documentos en otros formatos
grupo de propaganda marxista
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
e-mail: gpm@nodo50.org