Las verdaderas premisas materiales de la revolución comunista

Obviamente, este desarrollo de los países dependientes se ha dado en el contexto de un mayor empobrecimiento relativo de la clase obrera en esas partes del mundo. Pero siendo ésta una condición que está en la lógica del modo de producción capitalista, al contrario de lo que piensan los teóricos del estancamiento permanente y según se desprende del pensamiento de Marx, esta realidad no constituye ninguna premisa para la revolución socialista. Lo que pone cada vez más a la orden del día la necesidad de subvertir el orden burgués en los suburbios del sisteme, es el imparable desarrollo de las fuerzas productivas en esas latitudes, entendidas como relación entre el trabajo vivo y los medios de producción que pone en movimiento.

Al parecer, los compañeros de la C.C.I. entienden que las condiciones para la revolución socialista están maduras cuando acaba la misión histórica del capitalismo que, según ellos, se presentan una vez consumado el reparto geográfico del globo entre las potencias imperialistas clásicas y en el supuesto de que el capitalismo entra en una situación de estancamiento permanente sólo superable transitoriamente mediante el recurso a la destrucción bélica. Para nosotros, al contrario, la misión histórica del capitalismo está determinada por su lógica económica específica, que no consiste en el resultado político de ninguna lucha interburguesa ni en el eventual y contingente reparto geográfico entre las distintas fracciones internacionales del capital, sino en la doble y contradictoria tendencia del capital social global a apoderarse de la mayor cantidad posible de trabajo necesacio para convertirla en excedente a los fines de la acumulación mediante el incesante desarrollo de la fuerza productiva del trabajo social. Y esta lógica económica no tiene un término histórico absoluto y está en las antípodas del supuesto estancamiento permanente. Es una ley del capitalismo que el desarrollo de las fuerzas productivas sólo se interrumpe cuando se produce cada gran crisis periódica para reanudarse durante la depresión que precede al reanimamiento, toda vez que cuando la burguesía inicia su ataque sobre las condiciones de vida y de trabajo de sus clases subalternas, el proletariado no demuestra estar a la altura de las circunstancias para cumplir con su propia misión histórica. Lenin, que llegó a tener muy claro esto, no se cansó de repetir su famoso aforismo pronunciado por primetra vez durante el segundo congreso de la I.C.:

<<Desde el punto de vista económico, no hay una situación absolutamente sin salida para el capitalismo>> (Op. Cit)

En tal sentido, es necesario comprender que las condiciones para la revolución proletaria han venido madurando desde la primera gran crisis europea de superproducción en 1825. Y si diéramos por cierto que semejantes condiciones se presentaron a partir de 1914, no es precisamente porque en agosto de ese año se inició el supuesto ciclo "destrucción-reconstrucción" sobre el trasfondo del estancamiento económico permanente, sino porque, al contrario, desde entonces la humanidad ha conocido un desarrollo secular de las fuerzas productivas sin precedentes; porque, por primera vez desde los orígenes de la sociedad de clases, el proletariado se ha erigido en la clase más numerosa y los medios científico-técnicos para el desarrollo y potencialidad del trabajo social se han multiplicado varias veces. En 1920 la clase obrera casi no existía en América Latina y Asia, y era absoluta minoría en el sur y este de Europa. Hoy ha pasado a ser predominante a nivel mundial, y por primera vez desde la división entre el campo y la ciudad la población campesina ha dejado de ser mayoría en el mundo. La productividad del trabajo desde principios de siglo se multiplicó varias veces, y desde 1940 a 1996, las tasas promedio de crecimiento de las economías capitalistas fueron globalmente superiores a las tasas anuales promedio de crecimiento de Inglaterra, Estados Unidos, Alemania y Francia durante el siglo 19. Y conste que todos los marxistas coinciden en que durante este siglo pasado, maduraron las condiciones materiales y sociales para la revolución en esos principales países.

A la luz de estos datos, no puede haber duda de la tendencia al cumplimiento de la predicción que Marx formuló en su prólogo a la primera edición de "El Capital" en el sentido de que:

<<El país industrialmente más desarrollado no hace sino mostrar al menos desarrollado la imagen de su propio futuro>> (Op. Cit)

Con el espectacular desarrollo capitalista alcanzado durante las últimas décadas en el sudeste asiático, no sólo se afianza la tendencia al desarrollo de las fuerzas productivas en la periferia capitalista, sino a la unificación internacional de los grandes capitales, a la extensión de las relaciones de explotación capitalistas puras a escala planetaria y a la incondicional circulación de los capitales bajo la presión irresistible de la ley del valor. Tal como ha venido sucediendo desde la segunda postguerra, este proceso seguirá siendo interrumpido por los condicionamientos políticos residuales de los distintos Estados nacionales tradicionales. Que el valor se siga desplegando a través de Estados nacionales y regiones determinadas que "fragmentan su globalidad", es sólo un condicionamiento histórico transitorio, extrínseco a la ley general que preside su comportamiento. Por lo tanto, cabe prever que será superado históricamente con el progreso de la acumulación. Según esta previsión marxista clásica que compartimos, el curso actual del capitalismo marca la dirección y el sentido de la logica del capital hacia la extenuación de la dialéctica entre países imperialistas y países dependientes (¿dónde están hoy las burguesías nacionales progresistas?), hasta que por ese camino la humanidad pise por primera vez la base material que hará realmente posible el internacionalismo proletario, dando definitivamente por muertas las vías políticas pequeñoburguesas al "socialismo nacional".

Insistimos en que, para el marxismo, la brecha entre salarios y ganancia, así como el desarrollo relativo de la economía de guerra y la consecuente capacidad destructora de fuerzas productivas por parte de la burguesía son las condiciones de existencia del proletariado en la sociedad capitalista, pero no constituyen las premisas materiales de la revolución socialista. Esas premisas, la mayor o menor capacidad del proletariado en orden de hacer realmente posible la necesidad de socialismo, viene determinada por el grado de desarrollo de las fuerzas producivas en el curso de la acumulación capitalista, en tanto suponen el crecimiento numérico del proletariado, su mayor desarrollo cultural y el agudizamiento de las contradicciones del capitalismo, una de cuyas consecuencias, sin duda de las más catastróficas, son las guerras intercapitalistas.

Ahora bien, si la variante del estancacioniesmo sustentada en la tesis de que el capitalismo no puede salir del ciclo recurrente dibujado por la guerra y la reconstrucción en el marco de una crisis económica permanente fuera cierta, eso significaría que las condiciones materiales y sociales de la revolución socialista serían ahora iguales o peores que en 1914, porque, en ese caso, la clase obrera y los medios de producción de riqueza se mantendrían al mismo nivel de entonces; porque en condiciones de estancamiento económico permanente, el crecimiento del proletariado y el progreso tecnológico languidecen, y esto, en términos económicos, sociales y políticos aleja el horizonte de la revolución social comunista; económicamente porque la penuria relativa se vuelve absoluta; socialmente porque el crecimiento del proletariado se enlentece y hasta disminuye; políticamente porque la magnitud del paro estructural no remite impidiendo que las luchas elementales del proletariado puedan trascender al plano político, manteniéndole en el disgregamiento social y en la dispersión político-organizativa, tal como ocurre hoy día.

Para nosotros, el proletariado no es la clase fundamental efectivamente revolucionaria por el sólo hecho de ser explotada, ni porque vive mal y luche contra eso. El proletariado moderno acredita su condición de clase revolucionaria fundamental porque es la encarnación social de las fuerzas productivas en constante desarrollo bajo el capitalismo, condición que se pierde por completo en el supuesto del estancamiento crónico. Esto explica que sus partidarios se vean forzados a independizarse de la base material del sistema, que tanto sus análisis políticos como sus propuestas se asocien a una permanente visión eufórica de la lucha de la clase obrera, a una sobreestimación consetudinaria de su grado de conciencia y combatividad, y que la práctica política de sus organizaciones alterne entre el voluntarismo utópico y el reformismo burgués. Tal es la consecuencia política de su anclaje a la visión teórica subconsumista del derrumbe y a la consecuente concepción de la crisis permanerte del sistema.

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