¿Superproducción de mercancías o superproducción de capitales?

No hay más que consultar la literatura divulgativa del pensamiento económico marxista, para comprobar que, en su mayoría, la intelectualidad del movimiento obrero sigue todavía dominada por la idea de que las crisis capitalistas son crisis de superproducción de plusvalor que se traduce en la imposibilidad de realizar en el mercado las mercancías de consumo final que lo contienen. Y ésta es, consecuentemente, la idea que ha venido predominando en la militancia comunista de base en todas las latitudes del planeta durante los últimos cincuenta años, pensamiento compartido, sobre todo, por diversas corrientes reformistas de cuño stalinista y sus acólitos.

A todos estos representantes de la teoría subconsumista de las crisis -originaria del economista Sismondi- que dicen hablar en nombre del marxismo, Marx les llamaba "caballeros del ‘sencillo’ sentido común":

<<Decir que las crisis provienen de la falta de un consumo en condiciones de pagar, de la carencia de consumidores solventes, es incurrir en una tautología cabal. El sistema capitalista no conoce otros tipos de consumidores que los que pueden pagar, exceptuando el consumo sub forma pauperis (propio de los indigentes) o el del "pillo". Que las mercancías sean invendibles significa únicamente que no se han encontrado compradores capaces de pagar por ellas, y por tanto consumidores (ya que las mercancías, en última instancia, se compran con vistas al consumo productivo o individual). Pero si se quiere dar a esta tautología una apariencia de fundamentación profunda diciendo que la clase obrera recibe una parte demasiado exigua de su propio producto, y que por ende el mal se remediaría no bien recibiera una fracción mayor de dicho producto, no bien aumentara su salario, pues, bastará con observar que invariablemente las crisis son preparadas por un período en el que el salario sube de manera general y la clase obrera obtiene realiter (realmente) una porción mayor del producto destinado al consumo. Desde el punto de vista de estos caballeros del "sencillo"(!) sentido común, esos períodos, a la inversa, deberían conjurar las crisis. Parece, pues que la producción capitalista implica condiciones que no dependen de la buena o mala voluntad, condiciones que sólo toleran momentáneamente esa prosperidad relativa de la clase obrera, y siempre en calidad de ave de las tormentas, anunciadora de la crisis.>> (K. Marx: "El Capital" Libro II Sección III Cap. XX)

Que Baran y Swezzy hayan hecho su trabajo partiendo de las tesis subconsumistas no es casual. Fue una incursión ideológica en profundidad al interior del movimiento obrero políticamente organizado, combinando la tan difundida como errónea interpretación de Rosa con el keynesianismo, para conseguir que la supuesta superproducción de plusvalor contenida en las mercanciías de consumo final supuestamente invendibles dejen de servir de fundamento a la teoría del derrumbe económico del sistema.

Si se quiere poner las cosas en su sitio hay que empezar por aclarar de qué "superproducción" habla Marx al explicar el movimiento cíclico de la economía capitalista y su tendencia al derrumbe. Desde luego, la única superproducción de mercancías que Marx implica en su teoría de las crisis, es la que corresponde a los elementos del capital productivo (constante y variable), no a las mercancías de consumo final o individual. La superproducción de que habla Marx es de mercancías, pero en tanto capital. No se trata de bienes de consumo final sino de consumo productivo, de capital constante y variable, de medios de producción y medios de subsistencia de los trabajadores que fungen como capital en la esfera de la producción:

<<Por ello, la superproducción de capital, y no de mercancías individuales -pese a que la superproducción de capital implica la superproducción de mercancías- no significa otra cosa que la superproducción de capital (...) Una superproducción de capital jamás significa otra cosa que una superproducción de medios de producción y medios de subsistencia que puedan actuar como capital, es decir, que puedan ser empleados para la explotación del trabajo con un grado de explotación dado...>> (K. Marx: "El Capital" Libro III Cap. XV)

Para Marx, el carácter del capitalismo consiste en apoderarse de la mayor cantidad posible de plusvalor y, por tanto, valorizar con un capital dado el mayor tiempo posible de trabajo excedente, alargando la jornada de labor y/o disminuyendo los costes salariales mediante el desarrollo de la productividad del trabajo, el empleo de la cooperación, la división del trabajo, la maquinaria, la aplicación de la ciencia a tales efectos, etc. Esto se traduce en la constante tendencia a la producción en gran escala que supera de modo permanente las posibilidades de la demanda solvente, esto es, del mercado de bienes de consumo final.

Sobre esta base, es una ley del capitalismo que el mercado, la esfera de la circulación, vaya a la zaga y se amplíe más lentamente que la producción, con lo que el estado permanente de la sociedad capitalista es el de la superproducción de mercancías. Esto explica que sus escaparates a lo largo y ancho del planeta estén siempre bien provistos aunque centenares de millones de asalariados no dispongan de su equivalente para poder realizar esa oferta. Un corolario de esta ley es que que el mínimo de capital en funciones compatible con una masa de ganancia que justifique el capital invertido aumente según progresa la escala de la producción y la acumulación del capital social global. Esto también rige para el capital que actúa en la esfera de la circulación.

Y no es necesario explicar que buena parte del capital que ejerce en cada rama del comercio, se mantiene en condiciones de acopio en una determinada proporción respecto del crecimiento de la producción y las características del sector industrial al que corresponden los productos que vende. De modo que una masa de plusvalor acumulado bajo la forma de capital mercantil permanece siempre inmovilizado o no realizado en los almacenes -en condiciones normales- disponible para su venta:

<<Al desarrollarse la producción capitalista, la escala de la producción se determina en grado cada vez menor por la demanda directa del producto, y en grado cada vez mayor por el volumen del capital del que dispone el capitalista individual, por la tendencia de su capital a valorizarse y la necesidad de que su proceso de producción sea contínuo y se extienda. Con ello crece necesariamente en cada ramo particular de producción la masa de productos que se encuentran como mercancías en el mercado o que buscan salida. Crece la masa de capital fijada durante más o menos tiempo bajo la forma de capital mercantil. Se acrecienta, pues, el acopio de mercancías>> (K. Marx: "El Capital" Libro II Cap. VI)

Y estamos hablando aquí del comercio en general, no sólo del comercio de mercancías de consumo final. En el caso del sector que produce materias primas y auxiliares, el acopio necesario de plusvalor contenido en estos productos aumenta progresivamente, porque con el desarrollo científico aplicado a los medios de trabajo, la cantidad procesada es cada vez mayor por unidad de tiempo empleado en el proceso de consumo productivo:

Al ampliarse la escala de la producción y aumentar la fuerza productiva del trabajo mediante la cooperación, división [del trabajo], maquinaria, etc., crece la masa de materia prima, de materiales auxiliares, etc., que entra en el proceso cotidiano de reproducción. Estos elementos tienen que estar listos en el establecimiento de producción. El volumen de este acopio, existente bajo la forma de capital productivo, crece pues en términos absolutos.>>

Por lo tanto, pensar que las crisis capitalistas se producen por la superproducción de mercancías respecto de la demanda solvente de los trabajadores, lleva lógicamente a concluir que el estado normal del capitalismo es el de crisis permanente, algo que nada tiene que ver con la evidencia empírica que ha venido ofreciendo el sistema.

En realidad, la superproducción de mercancías de consumo individual que se pregona en nombre del marxismo como causa de las crisis, se hace manifiesta bajo la forma de sobresaturación cuando ya ha estallado la crisis, en plena depresión del sector de la industria de medios de producción. Salvo en situaciones excepcionales de carácter extraeconómico –como la crisis de 1846 a raíz de la mala cosecha de la patata en Europa- dado que la reproducción ampliada de capital supone la acumulación de los medios de producción, el pasaje de la expansión a la crisis comienza regularmente a operarse antes en las industrias productoras de maquinaria y materias primas que en las de bienes de consumo individual.

Lo mismo ocurre a la salida de la depresión, donde la sobresaturación del mercado de los bienes de consumo individual no remite hasta bien entrada la reanimación de la producción de capital, cuyas sucesivas rotaciones en dirección a una nueva expansión, reciben todo su impulso desde la fase del capital productivo, no desde la demanda solvente de los consumidores finales. Es la superproducción de bienes de consumo productivo por parte de los capitalistas lo que provoca la crisis.

Bajo el capitalismo, el mayor volumen del consumo global está constituido por los bienes de consumo productivo (maquinaria y materias primas y auxiliares), que són objeto de intercambio exclusivo entre capitalistas. Y es la superproducción de estos bienes lo que origina las crisis, no a la inversa, como lo sugieren quienes aplican el "simple sentido común" a la economía política. De hecho, la mayor parte del trabajo anual en la sociedad capitalista se gasta en la producción de capital constante para la producción de maquinaria y materias primas, mercancías cuyos consumidores no son obreros sino capitalistas industriales. Por tanto, es también mucho mayor el intercambio de mercancías entre los capitalistas que entre éstos y los obreros:

<<El obrero sólo puede comprar, incorporarse a la demanda, con respecto a las mercancías que entran en el consumo individual, ya que él mismo no valoriza su trabajo ni posee tampoco, personalmente, las condiciones para su realización, los medios de trabajo y el material para trabajar. Lo cual elimina ya a la mayor parte de los productores (a los trabajadores mismos, allí donde la producción ha adquirido su desarrollo capitalista) Como consumidores, como compradores. [Los trabajadores] no compran materias primas ni medios de trabajo; compran solamente medios de vida (mercancías que entran directamente en el consumo individual). Nada por tanto más ridículo que hablar de identidad entre productores y consumidores, ya que en una cantidad extraordinariamente grande de negocios -todos aquellos que no se dedican directamente a los artículos de consumo- la inmensa mayoría de quienes intervienen en la producción se hallan absolutamente marginados de la compra de lo producido por ellos mismos. No son consumidores directos ni compradores de esta gran parte de productos en cuya producción intervienen como asalariados. (K. Marx: "Teorías sobre la plusvalía" T.II. Cap. XVII -12)

<<La sociedad capitalista emplea una parte más considerable de su trabajo anual disponible en producir medios de producción (capital constante), los cuales no se pueden resolver en rédito ni bajo la forma del salario ni bajo la del plusvalor, sino que pueden únicamente funcionar como capital>> (K. Marx: "El Capital" Libro II Cap. XX. Lo entre paréntesis es nuestro)

A este asunto se refería Lenin en 1897. Polemizando con los populistas rusos desplegaba el siguiente razonamiento: Para producir son necesarios los medios de producción que constituyen una rama especial de la producción social, la que -según hemos visto- en sus esquemas de la reproducción, Marx designa por el sector I, el cual ocupa una determinada parte de los asalariados. Este producido particular, el del sector I productor de medios de producción (maquinas, materias primas y materias auxiliares), se realiza, en parte, ingresando a la producción en el mismo sector (por ejemplo, el carbón extraído por una empresa hullera que se utiliza para mover las máquinas extractoras del mismo mineral); en parte mediante el intercambio entre los capitalistas al interior de ese mismo sector (por ejemplo, para producir máquinas se necesitan otras máquinas y herramental específico). Los capitalistas que producen unos y otros medios de producción, realizan, intercambiándose unos con otros, la parte de esos productos destinada a la reposición de su capital constante.

Ahora bien, para acumular capital en general -en las dos ramas- es necesario ampliar la producción material en su conjunto, y esto naturalmente supone previamente ampliar la sección I productora de medios de producción. Pero para ampliar esta sección, es preciso que en ella se amplíe la plantilla de asalariados adquirentes potenciales de medios de consumo. Mediante este razonamiento, Lenin daba la razón a Ricardo en en sentido de que:

  1. la producción de capital -de medios de producción- crea su propio mercado de mercancías en general;
  2. que la producción de bienes de producción es anterior al consumo individual de mercancías tanto lógica como históricamente;
  3. y dado que la ley general de la acumulación determina el aumento incesante de la composición orgánica del capital en funciones,
  4. el progreso de la acumulación y de la producción material del sector I resulta ser necesariamente mayor que el del sector II. Finalmente,
  5. las mercancías de consumo individual pierden históricamente importancia económica respecto de los bienes de producción o, lo que es lo mismo, que la participación relativa de los asalariados en el producto de su trabajo se restringe progresivamente:

<<Por lo tanto, el "consumo" se desarrolla inmediatamente después de la "acumulación" o inmediatamente después de la "producción", y por muy extraño que parezca, no puede suceder de otra manera en la sociedad capitalista. En consecuencia, no sólo no es obligatorio que el desarrollo de estas dos ramas de la producción capitalista sea uniforme, sino que, por el contrario, su desigualdad es inevitable. Se sabe que la ley del desarrollo del capital consiste en que el capital constante crece con más rapidez que el variable, o sea, que una parte siempre creciente de los capitales nuevamente formados se destina a la rama de la economía social que provee los medios de producción. En consecuencia, esta última rama crece necesariamente con mayor rapidez que la que produce los artículos de consumo; vale decir, que sucede lo que Sismondi declaraba "imposible", "peligroso", etc. Por lo tanto, los productos de consumo personal, van ocupando, dentro de la producción capitalista, un lugar cada vez menor. Y ello corresponde por completo a la "misión" histórica del capitalismo y a su estructura social específica: la primera consiste en desarrollar las fuerzas productivas de la sociedad (producción para la producción); la segunda excluye su utilización por la masa de la población>> (V.I. Lenin: "Para una caracterización del romanticismo económico" Cap. I ap. V. Lo entre paréntesis es nuestro)

Rosa Luxemburgo reprodujo fielmente estos argumentos en el capítulo XXII de su obra económica central, donde expuso críticamente la posición que al respecto sostuvo el marxista "legal" ruso Bulgakof. Pero su error metodológico de analizar y exponer los esquemas de la reproducción ampliada bajo el supuesto de que las mercancías se intercambian por sus valores, le condujo a entender la contradicción entre la producción y el consumo bajo el capitalismo como el límite absoluto del sistema, al no poder explicar dónde va a parar la parte del plusvalor contenida en los bienes de consumo que no pueden ser realizados ni por los obreros ni por los capitalistas del sector II. Y ya vimos más arriba cómo a instancias de los precios de producción que corresponden a la formación de la tasa de ganancia media, la competencia opera el proceso de transferencia de ese plusvalor desde el sector II al sector I, garantizando la reproducción ampliada en los dos sectores, lo cual explica que, bajo el capitalismo, la producción crea su propia realización y que, por tanto, el subconsumo de los asalariados ni en sí ni por sí mismo constituye el límite absoluto del sistema capitalista. Únicamente lo es, puesto en relación con el trabajo excedente, pero no como consumo, sino "ex - ante", como trabajo necesario.

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