CONSECUENCIA POLÍTICA CONTRARREVOLUCIONARIA DE LA CONSIGNA DE
DEFENSA INCONDICIONAL DE LA URSS

Desde que el maestro la introdujo y sus discípulos del movimiento trotskysta hicieron suya la categoría política de "Estado Obrero degenerado" para calificar a la URSS bajo el stalinismo, se han producido circunstancias políticas respecto de las cuales la IVª Internacionales adoptó determinadas posiciones, algunas de las cuales merecen un lugar tan destacado en la memoria histórica del movimiento, como el que ocupa la decisión de los más encumbrados líderes de la IIa Internacional desde que tomaron partido por uno de los bandos burgueses en pugna durante la primera guerra mundial. Imaginamos y comprendemos el asombro y la indignación de muchos trotskistas de buena fe ante una comparación para ellos tan inaudita como escandalosa e insultante.

Para salir de la miseria intelectual y política hay que atreverse a mirarla de frente y no eludirla como si nunca hubiéramos tenido nada que ver con ella, decía Lenin en un conocido trabajo escrito entre mayo y junio de 1915. Aludía a ciertos "hombres de prestigio" de aquella época como Hyndman, Guesde, Kautsky o Plejanov, denunciando su actitud claudicante frente a la guerra imperialista, un tema del que a estos señores no les gustaba hablar, ni a ellos ni a sus acólitos en Rusia, que preferían sacrificar la verdad a la simpatía en función de intereses de partido y sentimientos de ciega obsecuencia hacia esos "hombres de prestigio", por lo que necesitaban vivir "en paz y amistad con ellos":

<<Pero por muy desagradable que esto sea para los distintos "hombres de prestigio" de la IIa. Internacional o para sus amigos de fracción entre los socialdemócratas de Rusia, debemos mirar las cosas de cara, llamarlas por su nombre y decir a los obreros la verdad>> V.I. Lenin: "La Bancarrota de la IIa Internacional" I)

Esto es lo que, al parecer, nadie más que G. Munis, Natalia Sedova (la viuda de Trotsky) y Benjamin Peret, han tenido el valor político y personal de atreverse a hacer en el seno de la IVa Internacional entre 1939 y 1948. La excepcionalidad revolucionaria de estos excepcionales militantes revolucionarios, el vació que se hizo en torno suyo al interior de las estructuras partidarias durante todo ese período, marcó el carácter de la IVª Internacional y no fue más que el principio de su progresiva degeneración política posterior. Vaya por delante que, desde principios de los años 30, la única tendencia de alcance mundial y contenido revolucionario fue la Oposición Comunista Internacional, proyección fuera de Rusia de la Oposición de Izquierdas al PCUS. Y lo fue por su consecuencia política con el principio del internacionalismo proletario, y por su beligerante denuncia de la burocracia stalinista como el principal enemigo de la revoluciòn mundial al interior del movimiento obrero. Iniciada por Trotsky, Rakovsky y otros muchos revolucionarios de gran valía y tenacidad -casi todos ellos asesinados- esta Oposición Comunista Internacional a la geopolítica del stalinismo fue el origen de la IVa Internacional.

Pero esta organización nació teóricamente viciada por el propio pensamiento equívoco de Trotsky: el haber caracterizado a la URSS bajo dominio stalinista consolidado, como un "Estado obrero" -aun cuando burocráticamente degenerado- y su lógica consecuencia política: la defensa incondicional de este supuesto Estado obrero frente a cualquier eventual agresión del capital imperialista. En esta teoría se apoyó el Socialists Workers Party para tomar partido por las fuerzas imperialistas aliadas en su disputa contra los países del Eje fascista desde 1941. En efecto, si la URSS era un Estado obrero, ante la singularidad de la Segunda Guerra mundial la política internacional de los Bolcheviques debía ser en este punto revisada. Esa singularidad bélica consistió en que uno de los dos bandos burgueses beligerantes decidió por su cuenta invadir territorio soviético para acabar con el régimen allí existente. En tales circunstancias, según la lógica política implícita en la tesis de Trotsky, la consigna internacionalista proletaria asumida hasta entonces por los bolcheviques, de convertir toda guerra entre Estados capitalistas en guerra civil revolucionaria, quedaba devaluada y, por tanto, el proletariado europeo debía solidarizarse con los Estados burgueses aliados en lucha contra la tropa obrera que respondía al mando fascista invasor de la URSS. Todo ello aún a costa de que el principio político revolucionario de poner la solidaridad del proletariado internacional siempre por encima de las contradicciones entre Estados, saltara por los aires. Se podrá objetar aquí que se trataba de apuntalar las conquistas políticas de octubre. Nosotros pensamos que, en 1941, las conquistas de aquella revolución hacía varios años que no tenían ya en qué sostenerse porque su base material-política había desaparecido. Y pasamos a explicar por qué.

En el prólogo a "La revolución permanente" (marzo de 1930), Trotski dice dos cosas:

    1. Que en la teoría no hay nada que sea indiferente para la acción porque los puntos de vista teóricos más opuestos y en apariencia "abstractos" (en el "¿Qué Hacer?" Lenin hablaba de las diferencias de "matiz" teórico), <<tarde o temprano se manifiestan siempre en la práctica, y ésta no perdona el menor error teórico>>
    2. Que el desarrollo de las fuerzas productivas es la base sobre la cual se asienta el proceso de tránsito al socialismo, pero que sin <<el reforzamiento de la base del proletariado como clase gobernante>> ese tránsito es imposible. Y según el pensamiento y el discurso de Trotsky, la base del proletariado como clase gobernante consiste en la estatización de los medios de producción.

 

Siete años después, en "La Revolución traicionada" (setiembre de 1937), Trotsky reconoció

1.-Que desde 1917 la URSS se caracterizó por ser una sociedad cuya base económica y social se encontraba a medio camino entre el capitalismo y el socialismo donde:

    1. El desarrollo de las fuerzas productivas era aun insuficiente para que categorías económicas burguesas como los precios y el dinero empezaran a perder sentido y la nueva realidad social adquiriera un carácter socialista.
    2. La producción era de tipo socialista pero las normas de reparto seguían siendo de naturaleza burguesa propiciando la diferenciación social.
    3. El desarrollo económico bajo tales condiciones, fue mejorando lentamente la condición económica y social de los trabajadores, al tiempo que contribuyó a la creación de una capa social de privilegiados.

2.-Que en el terreno político este dualismo entre el carácter socialista de la producción y el remanente cuño burgués de la distribución se expresaba en la dualidad de poder entre la burocracia estatal que expresaba la tendencia a mantener la norma del reparto desigual y el partido revolucionario que pugnaba por quitarle a la burocracia esa base de sustentación de sus privilegios .

3.-Que a partir de 1930 la fracción stalinista procedió a eliminar ese dualismo subordinando el partido a los intereses de la burocracia soviética.

 

De este razonamiento, Trotsky concluyó que al instaurar el dominio de la burocracia soviética en el Estado y en el partido, la dictadura stalinista desalojó del poder político al proletariado, cortando el cordón umbilical con el espíritu de la revolución de octubre. Pero en tanto la propiedad estatal siguió intacta, Trotsky pensó que el Estado conservaba el mismo carácter revolucionario que adquirió en octubre de 1917. De ahí su consigna de "Defensa incondicional de la URSS". Confundiendo propiedad estatal con base política-material del poder obrero (el partido revolucionario), Trotsky procedió según el razonamiento fetichizado que invierte la prelación entre fuerza productiva y producto, en este caso, entre la articulación de la teoría revolucionaria con la vanguardia obrera sintetizada en en el partido y las conquistas económicas y sociales resultantes. En tal sentido, cabe decir que la base material del poder obrero en la sociedad de transición no reside en la simple subversión de las relaciones de producción capitalistas. Ésta es sólo una de las dos condiciones necesarias para materializar ese poder. La otra condición necesaria es el ejercicio pleno de la democracia. Pero la condición suficiente, el principio activo sine qua non que garantiza esas otras dos condiciones, consiste en la conciencia de clase trasmutada en acción política revolucionaria de masas, esto es, el partido comunista. Ésta es la base material-política del Estado obrero, no el hecho de la estatización. Cuando esta condición o razón suficiente deja de cumplirse, desaparece automáticamente bajo los pies del proletariado toda base de poder político revolucionario efectivo, toda posibilidad de su ejercicio eficiente. Y el caso es que, desde fines de la década de los veinte del siglo pasado en que acabó su obra contrarrevolucionaria de burocratizar el PCUS confundiéndolo o unificándolo con el Estado, de la base política material del poder obrero gestada por la Revolución de octubre, el stalinismo no dejó piedra sobre piedra. De este razonamiento antitrotskysta pero de raíz genuinamente marxista-Leninista, se infiere que, ya antes de 1930, el Estado soviético había dejado de ser un Estado obrero. La prueba está en que, lejos de empezar a desaparecer, la maquinaria estatal soviética fue reforzada en sus dos elementos esenciales, la burocracia civil y la burocracia militar represiva. ¿Qué tiene que ver en todo esto el hecho de que el Estado soviético se haya visto reforzado en vez de comenzar a desaparecer?

En "El 18 Brumario de Luis Bonaparte", Marx destacó la diferencia que media entre la revolución comunista y todas las revoluciones habidas hasta la aparición del proletariado moderno. Y esa distinción consiste en que...

<<...Todas las revoluciones perfeccionaban esta máquina en vez de destrozarla. Los partidos que luchaban alternativamente por la dominación, consideraban la toma de posesión de este inmenso edificio del Estado como el botin principal del vencedor...>> (Karl. Marx: Op. Cit. Cap. VII)

En "El Estado y la Revolución" Lenin cita este pásaje al que califica de notable avance -"un trecho enorme", dice- en el análisis de Marx sobre la cuestión del Estado en general respecto de lo que él y Engels habían pensado y dicho en el "Manifiesto". En efecto, en 1848, Marx y Engels pensaban que:

<<El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los demás partidos proletarios: constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación burguesa, conquista del poder político por el proletariado.>> (Marx-Engels: Op.cit. cap II. Subrrayado mío)

En 1852 Marx llegó a la conclusión de que para efectivizar la revolución comunista, al proletariado no le basta con la conquista del Estado burgués, necesita destruir esa maquinaria de poder. Y no sólo eso, sino que debe empezar a destruir el Estado en general, como maquinaria burocrática y militar represiva al servicio de la clase o casta social dominante. Y ese primer paso impostergable consiste en implantar la democracia obrera plena y el armamento del pueblo, dos conceptos que Marx aprendíó en 1871 de los comuneros parisinos e hizo suyos para completar el concepto de "dictadura del proletariado" como un tipo de Estado -"distinto por principio", dice Lenin comentando los pasajes de Marx en su "Guerra Civil en Francia"- que lleva la sustancia-sujeto de su propia destrucción:

<<Por tanto, la Comuna sustituye la maquinaria estatal destruída, en apariencia "sólo" por una democracia más completa: supresión del ejército permanente y completa elegibilidad y amovilidad de todos los funcionarios. Pero, en realidad, este "sólo" representa un cambio gigantesco de unas instituciones por otras de un tipo distinto por principio. Aquí estamos precisamente ante uno de esos casos de "transformación de la cantidad en calidad": la democracia llevada a la práctica del modo más completo y consecuente que puede concebirse, se convierte de democracia burguesa en democracia proletaria, de un Estado (fuerza especial para la represión de una determinada clase) en algo que ya no es un Estado propiamente dicho>> (V.I. Lenin: "El Estado y la revolución" Cap. III.2. Subrayado mío)

Para ser del todo didácticos al explicar la transformación del Estado por la dialéctica entre cantidad y calidad, es necesario ser más explícitos. Porque con la revolución obrera no estamos ante un simple cambio de gobierno que conserva la misma esencia social, como es el caso del agua cuando, por efecto de las cantidades de calor alcanza la medida en que cambia del estado líquido al gaseoso pero sin dejar por eso de ser esencialmente agua. Lo mismo puede decirse del capital acumulado cuando su masa colma la medida en que le hace pasar del estado de libre competencia al de monopolio; sigue siendo el mismo capital aun cuando bajo otra forma de dominio. En el contexto del pasaje que acabamos de citar, no hay duda de que, por efecto de la lucha revolucionaria, el Estado cambia de cualidad o forma de manifestación. Pero como bien dice Lenin, es una forma "distinta" que afecta a su esencia social, de modo que, en efecto, el Estado cambia de cualidad o forma de manifestación, pero es un cambio que le hace perder sustancia represiva -que esa es su razón de ser como Estado en general- hasta el punto de que se puede hablar con todo rigor y legitimidad teórica, de un Estado en proceso catabólico de extinción. Y el principio activo garante de este proceso está en el accionar político y orgánico independiente del proletariado consciente: el partido.

 

Esto quiere decir inequívocamente que, desde el momento en que mediante el partido o conciencia de clase en acción, el proletariado alumbra su propio Estado de clase, mientras esa condición suficiente de la conciencia de clase trasmutada en acción independiente del partido no remita hasta la completa inacción -sea por aniquilamiento o por degeneración ideológica y política- el Estado en general, esto es, como maquinaria represiva, tiende a desaparecer:

<<Esta conclusión es lo principal, lo fundamental en la doctrina del marxismo sobre el Estado. Y precisamente esto, que es lo fundamental, es lo que no sólo ha sido olvidado completamente por los partidos socialdemócratas oficiales imperantes, sino que ha sido evidentemente tergiversado (...) por el más destacado teórico de la IIª Internacional, K. Kautsky>> (V.I. Lenin: Ibíd)

En efecto, una vez que renegó del marxismo, sin dejar pasar un minuto Kautsky hizo valer su prestigio y fama de preclaro marxista europeo para falsificar aviesamente el pensamiento de Marx. Así fue cómo, respecto del concepto de "dictadura del proletariado", Kautsky se inventó que Marx se refería a una eventual "situación de dominio" político ejercido por los asalariados dentro del Estado burgués en virtud de la democracia comicial; no para destruir ese Estado sino para conservarlo quitándole su esencia represiva, esto es, su condición de Estado. Toda una contradicción en sí misma.

<<...debido a que el Estado ha nacido de los antagonismos de clase, su naturaleza es bélica; es un instrumento de lucha de las clases dominantes en el Estado y por medio del Estado, contra los enemigos internos y externos. Nosotros queremos extirpar del Estado esta naturaleza bélica; queremos que no esté en condiciones de sostener una guerra contra los estratos explotados y oprimidos del propio país, ni que emplee la guerra para la explotación y la opresión del extranjero...>> (K. Kautsky: "Democracia y parlamentarismo" Prólogo a la segunda edición. Febrero de 1911)

Con esta interpretación Kautsky intentó enterrar la idea revolucionaria anunciada por Marx en 1852, según la cual, la existencia de un Estado sin esencia represiva en una contradicción en sí misma, y que el primer acto del proletariado en el ejercicio de su dictadura de clase consiste no ya en ocupar el Estado burgués típico, sino en destruirle junto con su democracia formal parlamentaria, dando así el primer paso en dirección a la destrucción de todo tipo de Estado.

El stalinismo procedió de modo análogo a Kautsky. Agitando su apócrifo testamento ideológico sucesorio del marxismo-leninismo, en lo tocante a la teoría del Estado se inspiró sustancialmente en la misma falsificación teórica del pensamiento de Marx ejecutada por Kautsky, pero de una forma cínica insuperable: proclamar la voluntad política de eliminar la esencia represiva del Estado conservando su existencia "sine die". Para eso aplicó el mismo baremo teórico de Trotski: la confusión entre estatización de los medios de producción y base material-política del Estado obrero.

Según el materialismo histórico, el Estado en general tiene su necesidad y posibilidad real de existencia mientras persistan los antagnismos de clase. Desaparecidos estos con las clases que los suscitan, el Estado pierde toda razón de ser y de existir. Para no violar este principio teórico marxista, hacia fines de los años treinta Stalin debió falsificar grosera y brutalmente la realidad de la URSS. Esto ocurrió durante el XVIII Congreso del PCUS. En su informe presentado el 10 de marzo de 1939, Stalin proclamó que la URSS había alcanzado el socialismo dado que el desarrollo de las fuerzas productivas en esa parte del mundo habían hecho desaparecer por completo los antagonismos de clase:

<<Desde el momento en que no existe ninguna clase social a la que oprimir, que con la dominación de clase y la lucha por la existencia individual, motivadas por la anarquía de la producción, son eliminadas igualmente las colisiones sociales y los excesos resultantes, no hay nada que reprimir y deja de ser necesario un poder especial de represión, un Estado.>> (J. Stalin: Op. Cit. Cfr. Ch. Bettelheim: Las Luchas de clases en la URSS" Prefacio)

Pero el caso es que el Estado soviético no sólo seguía subsistiendo sino que su maquinaria burocrática y militar represiva se había visto enormemente acrecida y reforzada. Para resolver el problema que suponía esa evidencia empírica, Stalin tuvo que enmendar la plana a la teoría marxista del Estado, pretextando falsariamente que algunas de sus tesis generales no estaban suficientemente acabadas. Para "superar" esta hipotética insuficiencia teórica de Marx, Stalin tuvo que explicar la existencia del tan abultado aparato estatal no por los conflictos de clase al interior de la URSS, sino por una causa exterior: el cerco capitalista. De ahí su siguiente formulación:

<<La función represiva ha dejado paso a la función protectora de la propiedad socialista contra los ladrones y despilfarradores de los bienes públicos. Se ha conservado íntegramente la función de defensa militar del país contra la agresión exterior. En consecuencia han sido conservados el Ejército Rojo y la marina militar, así como los organismos punitivos y los servicios de información necesarios para capturar y castigar a los espías, asesinos y saboteadores enviados a nuestro país por los servicios de espionaje extranjero>> (Ibíd)

Cierto, para hacer frente a cualquier amenaza exterior, en tanto la revolución no se extienda en la medida suficiente, el Estado obrero en un país eventualmente aislado debe fortalecerse. Pero no es menos cierto que, para eso, la burocracia civil y militar es más un contrapeso que un baluarte. Cuanto más crece al interior del aparato estatal, más se fortalece la tendencia que tira de la sociedad de transición hacia el capitalismo. Y si el aparato estatal-burócratico-militar se ve reforzado ante la amenaza exterior burguesa convertida en directa intervención militar a la postre fallida, el triunfo en esa guerra constituye una verdadera derrota estratégica para los intereses del proletariado, como fue el caso de la URSS tras la segunda guerra mundial ¿Quién puede dudar de que la burocracia soviética salió de esa confrontación enormemente fortalecida en el plano ideológico, político y militar? Tan fortalecida, que se convirtió en el agujero negro hacia el que gravitaron cada vez más quienes, desde la muerte de Trotsky pasaron por ser sus más acérrimos enemigos: los trotskystas adscriptos a la IVa Internacional.

Para determinar que grano de verdad hay en esta última afirmación, empecemos por decir que, aun cuando desde filosofías políticas y planteamientos estratégicos divergentes, Stalin y Trotsky acabaron coincidiendo en lo mismo: que la política del proletariado internacional pasaba por la defensa incondicional del Estado soviético que ambos hicieron pasar por un "Estado obrero". Para llegar a esta conclusión política del todo conveniente a los intereses de la burocracia soviética que decidió pasar a representar, Stalin falsificó intencionalmente la realidad económica y política de la URSS; Trotsky llegó a esa misma conclusión confundiendo por error teórico el concepto de base material del poder obrero (el partido) con la estatización de los medios de producción. La coincidencia política entre Stalin y Trotsky se explica, en último término, porque los dos atribuyeron el extinto carácter obrero del Estado soviético no al sujeto creador (el partido obrero revolucionario), inexistente al momento de emitir el juicio y la consecuente consigna de "defensa incondicional de la URSS", sino a su producto pretérito subsistente (la propiedad estatal de los recursos materiales productivos).

 

Para nosotros no hay duda de que junto a la errónea teoría del estancamiento permanente, este desatinado análisis de Trotsky sobre la naturaleza de la URSS signó las vicisitudes y desventuras de la IVa Internacional desde 1941. Pero no es menos cierto y evidente, que lejos de haber sido determinante en el comportamiento de esa organización, estos errores teóricos del maestro fueron una especie de comodines ideológicos, la justificación del espontaneísmo oportunista -ajeno a Trotsky- propio de los impropios e ímprobos discípulos que le sucedieron en la dirección.

 

Como hemos dicho más arriba, la serie de despropósitos revolucionarios de la IVa Internacional comenzaron cuando, durante la Segunda Guerra Mundial, en lugar de la consigna leninista del "derrotismo revolucionario" que prescribía al proletariado de los países comprometidos transformar toda guerra intercapitalista en guerra revolucionaria, las secciones americana, inglesa y francesa, so capa de "la defensa incondicional de la URSS", practicaron desde 1941 un vergonzoso triunfalismo pseudorrevolucionario colaborando con las potencias aliadas en la "defensa nacional" bajo la forma de resistencia contra las potencias imperialistas "agresoras" del Eje constituido por la coalición bélica entre Alemania, Japón e Italia. El II congreso celebrado en 1948 se negó a condenar la actuación de estos tres partidos y ni siquiera permitió que la cuestión se incluyera en el orden del día, aprobando la resolución que presentó la rivalidad USA-URSS como la principal contradicción de clases a nivel mundial. Más allá de la denuncia testimonial contra el stalinismo, de hecho esto suponía supeditar el internacionalismo proletario basado en la contradicción burguesía-proletariado, a la política chovinista de apoyo efectivo al régimen soviético en su disputa con el imperialismo norteamericano. Fue tras ese congreso que Munis, Peret y Sedova rompieron definitivamente con la IVa. Lo hicieron en la convicción de que esa organización iba irremisiblemente en una dirección desde la que no se vuelve. Y esa dirección estaba predeterminada por la errónea teorización de Trotsky que inspiró la política de "defensa incondicional de la URSS".

mayo 2001

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