c) El regreso de Lenin. Las “Tesis de abril” y el vuelco revolucionario

Finalmente, él y sus compañeros atravesaron Alemania en un vagón “extraterritorializado” por el mismo gobierno, con la promesa de entregar un número igual de prisioneros alemanes. Con esta concesión, el Estado Mayor alemán creyó introducir un nuevo elemento de desorganización en la defensa rusa, cuando en realidad favoreció enormemente el triunfo de una opción política que dirigió todos sus esfuerzos a la consecución de la revolución y a la destrucción de los imperialistas.

Según reporta Pierre Broué en “El partido bolchevique”, el marinero bolchevique Raskólnikov ha relatado en sus memorias que una vez llegado a la frontera rusa, durante el mitin de recepción, Lenin lanzó una acalorada diatriba contra Kámenev y las tesis “defensistas” de sus artículos en “Pravda”. El día 3 de abril, en la estación de Petrogrado, le recibió una delegación del soviet de la ciudad presidida por Chjeídze, quien pronunció un discurso de bienvenida en el que propuso:

<<…”defender a la revolución de todo ataque que pudiera producirse tanto en el interior como en el exterior”. Volviendo la espalda a los dignatarios oficiales, Lenin se dirigió entonces a la muchedumbre, compuesta por obreros y soldados que habían acudido a esperarle, y saludó en ella a “los representantes de la revolución rusa victoriosa, vanguardia de la revolución proletaria mundial”>> (Op. Cit. Cap. IV)

Al día siguiente 4 (17) de abril, Lenin lanzó una feroz crítica contra la política menchevique que defendía las libertades democráticas objetivamente revolucionaria de la insurrección de febrero, al tiempo que se plegaba a la política contrarrevolucionaria del gobierno burgués provisional a favor de la continuidad de la guerra imperialista en alianza con la burguesía, los terratenientes y la burocracia residual del Estado zarista. Lo hizo en dos ámbitos distintos: ante los bolcheviques y en una reunión conjunta de bolcheviques y mencheviques delegados a la conferencia de Soviets de diputados obreros y soldados de toda Rusia, realizada en el palacio de Táurida. Estas tesis fueron mal acogidas por la dirección de “Pravda”, cuyo principal responsable era Stalin. Durante las deliberaciones, Lenin entregó las “Tesis” a uno de los miembros de la redacción de ese órgano del partido, insistiendo en que se publicaran íntegramente al día siguiente. No obstante, debido a “dificultades de imprenta” fueron publicadas no el 5 sino el 7 de abril, previa advertencia de ellas a los lectores el día 6, bajo el título: “Las tareas del proletariado en la actual revolución”. 

En esos debates Lenin preguntó: ¿por qué no se ha tomado el poder? Kámenev respondió que la revolución burguesa aún no había acabado. Lenin replicó que la única razón de ello es que el proletariado no es aún suficientemente consciente de la situación, porque desde el gobierno provisional la burguesía intenta confundir y engañar con buenas palabras, y porque el partido se ha hecho eco de esas tretas. Los viejos dirigentes, pesimistas, se atrincheraban en la vieja teoría defendida por el propio Lenin en 1905, sin tener en cuenta las peculiaridades del momento y las enseñanzas del pasado.

Las peculiaridades o especificidad del momento estaban históricamente determinadas:

  1. por el máximo de legalidad y libertad existentes y la ausencia de un aparato represivo capaz de controlar a las masas por la intimidación de la violencia.
  2. contradictoriamente, por la confianza “irreflexiva” de los explotados en el gobierno de los capitalistas, que no disponen de más armas que las del engaño, haciéndoles creer que esa era una guerra por la defensa de la patria, argucia tras la cual ocultaban sus propósitos anexionistas negociados previamente con sus aliados imperialistas anglofranceses
  3. Reconocimiento de que en la mayor parte de los soviets de diputados obreros, el partido estaba en minoría respecto de mencheviques y socialistas revolucionarios.

Por lo tanto, dado que la única fuerza física existente en Rusia estaba en disposición de ser usada por el bloque de poder político institucionalizado en los soviets de obreros, campesinos y soldados, esta situación histórica especial que puso a los revolucionarios en igualdad de condiciones políticas frente a la burguesía, exigía que el partido se pusiera a trabajar explicando pacientemente a las masas la situación y los verdaderos planes del enemigo de clase, para cambiar la correlación política de fuerzas sociales entre las masas explotadas y las clases dominantes, oponiendo las verdaderas intenciones políticas de burgueses y terratenientes a la mentira de sus palabras, “demostrando la falsedad absoluta de todas sus promesas, especialmente las que se refieren a la renuncia de las anexiones. Desenmascarar a este gobierno que es un gobierno de capitalistas, en vez de ‘exigir’ que deje de ser imperialista, cosa inadmisible que no hace más que despertar ilusiones”, decía Lenin a sus interlocutores políticos. En síntesis, abandonar la revolución de las palabras para hacer la revolución en los hechos.

Finalmente, el trabajo exitoso de cambiar la correlación política de fuerzas políticas entre la revolución y la contrarrevolución, suponía el cambio en la correlación política de fuerzas al interior de los soviets. Tal fue el planteo táctico de Lenin.

Pero, para eso, hacía falta un programa de gobierno alternativo y propuso el siguiente:

  1. Supresión del ejército, de la policía y de la burocracia, es decir, sustituir las fuerzas armadas regulares por el armamento del pueblo.
  2. Los salarios de los funcionarios, todos los cuales son elegibles removibles en cualquier momento, no deberán exceder nunca del salario medio de un obrero cualificado.
  3. Confiscación de todas las tierras de los terratenientes. Nacionalización de todas las tierras del país, de las que dispondrán los soviets de diputados peones rurales y campesinos.
  4. Creación de soviets especiales de diputados campesinos pobres.
  5. Establecimiento en todas las grandes fincas (con una extensión de 100 a 300 desiatinas, según el lugar y demás condiciones y conforme determinen los organismos locales) de haciendas modelo bajo control de los soviets de diputados peones rurales y por cuenta de la comunidad.
  6. Fusión inmediata de todos los bancos del país en un banco nacional único, sometido al control de los soviets de diputados obreros.
  7. La tarea inmediata de la revolución no es la “introducción” del socialismo, sino sólo poner enseguida la producción social y la distribución de productos bajo el control de los soviets de diputados obreros.

El partido bolchevique estaba, pues, en un momento revolucionario decisivo y en plena crisis, pero era un partido vivo, con miles de cuadros, forjados durante los años anteriores. Los debates, lejos de desmoralizar, enriquecieron a la organización. Con la llegada de Lenin, el partido retomó el vínculo entre la memoria histórica y la experiencia inmediata como instancia necesaria para la elaboración de táctica adecuada. Qué distinto sería después el partido de Stalin. Sin duda, si alguien se hubiera atrevido a discrepar de esta forma en tiempos de Stalin, lejos de propiciar un debate, hubiese sido condenado como traidor a la revolución. El partido que dirigió la revolución en tiempos de Lenin tenía la más amplia libertad de discusión que se pueda imaginar y la máxima unidad a la hora de actuar. Este era su secreto.

Es de justicia destacar que las Tesis de Abril actualizaron y legitimaron la Teoría de la Revolución Permanente de Marx retomada por Trotski. No hay que olvidar que, al presentar las Tesis, el propio Lenin fue acusado de...¡trotskista!

Lenin tuvo que combatir contra aquellos que aplicaban las fórmulas teóricas sin más. "El marxismo no es un dogma, sino una guía para la acción", repetía continuamente frente a los que insistían en que lo principal es establecer una República (burguesa) parlamentaria, para después luchar por el socialismo, consolidar las libertades", como ahora se dice.

A partir de febrero existían dos poderes, pero esta situación era necesariamente inestable y no podía durar siempre. Uno de los dos prevalecería. O el gobierno provisional, es decir, la burguesía, o los soviets. De darse el primer caso, los terratenientes que estaban representados en el Gobierno no iban a hacer la revolución agraria, ni los capitalistas a renunciar a nuevas anexiones, ni a mejorar las condiciones de vida de los obreros. No iban a renunciar a apoyar a las potencias imperialistas de la misma forma que un lobo no puede dejar de comer carne, nos guste o no nos guste. La única solución era, pues, que el poder obrero prevaleciera. De lo contrario, una dictadura militar restablecería el "orden".

Lenin veía tan claro como sus contrincantes, que la revolución democrática no había terminado aún o, más exactamente, que apenas iniciada, de no mediar una acción efectivamente revolucionaria, volvería la historia hacia atrás. Pero de aquí se deducía precisamente que sólo era posible llevarla hasta el fin bajo el régimen de una nueva clase, y a ese objetivo no se podía llegar más que arrancando a las masas de la influencia de los mencheviques y social-revolucionarios, o sea, de la influencia indirecta de la burguesía liberal. Lo que unía a estos partidos con los obreros y, sobre todo, con los soldados, era la idea “defensista” para proseguir la guerra imperialista de rapiña, esto es, la engañosa ‘defensa del país’ o ‘defensa de la revolución’. Por eso, Lenin exigía una política intransigente frente a todos los matices del socialpatriotismo. ‘Hay que dejar viejo el viejo bolchevismo’, repetía. Es necesario establecer una línea divisoria clara entre la pequeña burguesía y el proletariado". (Trotski, Historia de la Revolución Rusa)

Lenin luchó firmemente contra la teoría de las dos etapas defendida por los mencheviques: primero la revolución burguesa, que el proletariado debe apoyar, y cuando ésta acabe, preparar, en un futuro indeterminado, la lucha por el socialismo.

La realidad era que durante la revolución burguesa, el proletariado, junto con los soldados, en su mayoría campesinos, habían establecido un embrión de estado obrero paralelo, y a través de los partidos reformistas socialrevolucionarios y mencheviques, que en los primeros meses dispusieron de la mayoría en los soviets lo habían subordinado a la burguesía. Pero en el transcurso de la revolución las cosas no habían salido exactamente como se habían previsto. La burguesía no acometió ninguna de las tareas democráticas propias de la revolución burguesa. Como escribió Lenin en “Cartas sobre Táctica”, obra escrita entre el 8 y el 13 (21 y 26) de abril de 1917:

<<Según la fórmula antigua resulta que tras la dominación de la burguesía, puede y debe seguir la dominación del proletariado y el campesinado, su dictadura. Pero en la vida misma ya ha sucedido de otra manera. Ha resultado un entrelazamiento de lo uno y lo otro. Un entrelazamiento extremadamente original, nunca visto. Existen una al lado de la otra, juntas, al mismo tiempo [el doble poder]. Tanto la dominación de la burguesía (el gobierno de Lvov y Guchkov) como la dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y el campesinado [durante la revolución de febrero], que [en un primer momento] entrega voluntariamente el poder a la burguesía.>> (Op. Cit. Lo entre corchetes es nuestro) [67]

Lenin no aplicó viejas fórmulas como su consigna de “dictadura democrática de obreros y campesinos” que, como él mismo reconocía, había sido superada por los acontecimientos, sino la teoría marxista que exige tener en cuenta todos los datos objetivos de la realidad específica para la elaboración de una lógica política específica. Pero, también, la memoria histórica y la astucia de la razón revolucionaria como resultado del debate político al interior del Partido. Como síntesis de todo eso, el armamento del pueblo, esclarecer los errores, eliminar las concepciones reformistas de la revolución, eran las tareas inmediatas.

Por tanto, Lenin cambió de táctica y de fórmula de poder, no sólo ni principalmente porque la fuerza armada en febrero de 1917 hubiera pasado circunstancialmente a manos del bloque obrero-campesino organizado en los soviets, sino porque había aprendido la lección de 1905 y ya sabía que el carácter ininterrumpido de la revolución no depende de la correlación militar de fuerzas sociales, sino de la propia dinámica de la revolución democrática real en tanto premisa política del tránsito al socialismo. Como dijera acertadamente Rosa Luxemburgo [68] :

<<…no es que la suerte del movimiento socialista este ligada a la democracia burguesa, sino, por el contrario, es el destino del movimiento democrático el que está ligado al movimiento socialista.>> (“Reforma o Revolución” Cap. II. Lo entre paréntesis es nuestro)

De ahí que, de la táctica de participación en el gobierno provisional burgués preconizada en 1905, Lenin hubiera pasado a preconizar la lucha por su derrocamiento; y de reivindicar la dictadura democrática de obreros y campesinos, pasara a reivindicar la dictadura del proletariado con el apoyo del campesinado como fórmula de poder, cambio que, como hemos visto, declaró que se había  operado en él desde el 30 de octubre de 1910 en Las enseñanzas de la revolución!.

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[67] Lvov G.E. (1861-1925) Príncipe y gran terrateniente. Tras la revolución de febrero de1917, entre marzo y junio presidió el consejo de ministros y ocupó el cargo de ministro del Interior del Gobierno Provisional. Uno de los inspiradores de la sangrienta represión contra los obreros y soldados de Petrogrado en las jornadas de julio de 1917. Después de la revolución socialista de octubre, como emigrado “blanco” participó en la organización de la intervención militar extranjera contra la Rusia soviética.  

[68] Por democracia real —o proletaria— los marxistas entendemos la administración democrática de los medios de producción expropiados a la burguesía,  es decir, qué se hace con ellos, cómo y cuanto. La democracia real, por tanto, supone, de suyo, haber dado el primer paso hacia el socialismo.