b) La teoría del estancamiento permanente

Habiendo llegado desde 1930 al convencimiento infundado de que las fuerzas productivas bajo la primacía de la ley del valor habían dejado de crecer, Trotsky previó que, antes de acabar disgregándose en medio de semejante situación sin salida para el capitalismo, las masas asalariadas que, según él, estaban luchando infructuosamente por reivindicaciones mínimas que la burguesía no les podía conceder, juzgó que se mostraban sin embargo dispuestas a continuar la lucha para salir de semejante situación, pero carecían de las consignas para la acción que le permitieran alumbrar en su conciencia el camino que conduce a la toma del poder.

Una vez instalado en este matiz teórico erróneo, aparentemente despreciable --como así hicimos por falacia de autoridad casi todos, por no decir todos sus epígonos-- de que la crisis de los años treinta había puesto un límite absoluto o infranqueable al desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo, su táctica política basada en las consignas transicionales se desvió kilométricamente de la que realmente podía conducir a los fines estratégicos revolucionarios[1]. En efecto, si --como pensaba Trotsky-- el capitalismo había llegado a un punto del proceso histórico de acumulación en que, objetivamente, las fuerzas productivas dejaban de crecer, la crisis permanente llevaba la semiparálisis al aparato productivo de la burguesía, a su inercia, y la miseria absoluta creciente al hogar de los asalariados. En semejantes condiciones, al manifestarse incapaz de garantizar el mínimo nivel de vida de las masas, la burguesía se volvía impotente para sostener su hegemonía sobre el "Estado democrático de derecho", y la tendencia a la fascistización de la sociedad se vería fortalecida hasta convertirse en la única forma permanente de dominación.

Esta es la contradicción que subyace en el discurso de Trotsky cuando, en el primer punto del "Programa de Transición" dice que "Las condiciones objetivas de la revolución no sólo están maduras sino que han empezado a descomponerse" Daba a entender así, que si el proletariado no consiguiera convertir la guerra interimperialista que se preparaba, en guerra revolucionaria internacional contra la burguesía, dada la supuesta incapacidad absoluta del capitalismo para cambiar el signo de la curva básica a instancias de los ciclos periódicos, en la siguiente época de paz, la humanidad vería prolongar indefinidamente, agravados, los sufrimientos asociados a las consecuencias catastróficas de esa inminente confrontación bélica.

<<Sin revolución social en un próximo período histórico, la civilización humana está bajo la amenaza de ser arrastrada a una catástrofe...>> (Op.cit.)

Ese argumento se basaba en este otro: Si las fuerzas productivas dejan de crecer, no producen plusvalor adicional. No pudiendo producir plusvalor adicional entre sucesivos ciclos de rotación del capital global, la reproducción ampliada, es decir, la acumulación, se estanca y el fondo de consumo personal de las familias burguesas desciende sin remisión. En estas condiciones, los capitalistas tampoco pueden garantizar el más insignificante progreso en las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados, que así, el capitalismo conduce a la miseria absoluta; por tanto, los burgueses tampoco pueden mantener el régimen de libertades en el marco del Estado burgués "democrático". De tal imposibilidad se desprende que, cualquier reivindicación mínima, sea económica o política de los asalariados y hasta de los pequeños patronos, choca con la propia existencia del capital. Tal es la conclusión a la que llegó Trotsky en 1938:

<<La Internacional Comunista ha tomado el camino de la social-democracia en la época del capitalismo en descomposición, cuando a éste ya no le es posible tratar de reformas sociales sistemáticas, ni de la elevación del nivel de vida de las masas; (...) cuando cualquier reivindicación seria del proletariado y hasta cualquier reivindicación progresiva de la pequeñoburguesía, conducen inevitablemente más allá de los límites de la propiedad capitalista y del Estado burgués.>> (L.D. Trotsky: "El Programa de Transición" (El programa mínimo y el programa de transición)

Pero la IVª Internacional adoptó la teoría del estancamiento permanente sin una base científica sólida. Esto de que las fuerzas productivas habían dejado de crecer a partir de 1914, es una idea que Trotsky venía sosteniendo, al menos, desde el III Congreso de la IC, en 1921. Basándose en los datos de un gráfico publicado en el Times, donde se describía la evolución del comercio exterior británico entre 1781 y 1913, Trotsky distinguió entre la curva fundamental o básica del capitalismo, que traza el desarrollo de las fuerzas productivas, y la curva fundamental cíclica, que describe las olas periódicas de prosperidad y crisis, asociadas a la reposición del capital fijo, que han venido repitiéndose periódicamente cada nueve años. Respecto de la primera curva, Trotsky interpretó que hubo 5 períodos de desarrollo, el último de los cuales señaló como el de "destrucción de la economía capitalista". En esta tesis insistió Trotsky un año después, durante el IV Congreso de la "Comintern" realizado en 1922:

<<Para nosotros, una perpetuación de la burguesía  europea en la dirección del mundo actual durante algunos decenios, no significaría el florecimiento del capitalismo, sino una decadencia económica y la descomposición de su cultura en Europa. Tal variante del desarrollo histórico arrastraría a la Rusia soviética a un abismo>> (L.D. Trotsky: "Informe sobre la Nueva Política Económica soviética y las perspectivas de la revolución" 14/11/922)

En ese Congreso, Trotsky subrayó que la correlación entre las dos curvas fundamentales del desarrollo capitalista es una cuestión "de la mayor importancia, tanto teórica como políticamente", reconociendo que, hasta ese momento, no había sido dilucidada por el movimiento. En febrero de 1926, la discusión se reavivó --a raíz de la publicación por Kondratiev de su obra: "Los ciclos largos de la coyuntura"-- pero la polémica se mantuvo estancada en los mismos términos de discrepancia. Desde entonces, nosotros no sabemos que Trotsky haya avanzado en sus investigaciones sobre el asunto.[2]

Sin embargo, en 1938 decidió saldar este trascendente contencioso teórico por la vía política y organizativa, fundando la IVª Internacional presidida por su "Programa de Transición", basado en el erróneo pronóstico  de que la crisis prebélica del capitalismo, actualizaba la ley del derrumbe capitalista. Una vez a caballo del supuesto estancamiento económico permanente del sistema capitalista, Trotsky dedujo que la base material del programa mínimo estaba siendo arrastrada por la deriva del capitalismo hacia el abismo de su crisis crónica terminal; que, en tales condiciones, la burguesía no podía conceder ya a los explotados la más mínima mejora en sus condiciones de vida y de trabajo sin desaparecer como clase explotadora; y que, así, estos veían desaparecer bajo sus pies la base de sus reivindicaciones inmediatas realizables, como trampolín para poder, desde allí, dar el salto en su conciencia hacia la lucha por el derrocamiento de la burguesía. Eso fue lo que le indujo a elaborar desesperadamente su programa de consignas transitorias en combinación con el "programa mínimo" que, supuestamente, estaba perdiendo vitalidad y sentido histórico como puente hacia el programa máximo.

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[1] Sin teoría revolucionaria (científica) tampoco puede haber movimiento revolucionario. Jamás se insistirá bastante sobre esta idea, en unos momentos en que, a la prédica de moda del oportunismo se une la afición a las formas más estrechas de la actividad práctica. Y para la socialdemocracia rusa, la importancia de la teoría es mayor aún, debido a tres circunstancias que se olvidan con frecuencia. En primer lugar, nuestro partido sólo empieza a organizarse, sólo comienza a formar su fisonomía y dista mucho de haber ajustado sus cuentas con las otras tendencias del pensamiento revolucionario que amenazan con desviar el movimiento del camino justo. Por el contrario, precisamente los últimos tiempos se han distinguido (como predijo hace ya mucho Axelrod a los "economistas") por una reanimación de las tendencias revolucionarias no socialdemócratas. En estas condiciones, un error "sin importancia" a primera vista puede tener las más tristes consecuencias, y sólo gente miope puede considerar inoportunas o superfluas las discusiones fraccionales y la delimitación rigurosa de los matices. De la consolidación de tal o cual "matiz" puede depender el porvenir de la socialdemocracia rusa durante muchísimos años. [V.I. Lenin: "¿Qué Hacer?" Cap. I  d). 1902. Lo entre paréntesis es nuestro]

[2] El único teórico del movimiento trotskysta que volvió a tocar el tema después de aquella fecha, fue Ernest Mandel en "El capitalismo tardío" (1972), pero para quedarse a medio camino entre Kondratiev y Trotsky. Sus conclusiones sólo sirvieron para que esta corriente política del movimiento obrero permaneciera por completo a espaldas de esta problemática teórica de demostrada trascendencia política, agarrado al clavo ardiendo del "Programa de transición" durante todo el relanzamiento del capitalismo tras la Segunda Guerra Mundial.