La política económica del desconcierto y
la improvisación
01. Introducción
Desde
el pasado mes de febrero de 2016 en que publicamos el capítulo 15 del trabajo
por entregas periódicas titulado: “Marxismo
y stalinismo a la luz de la historia”, dejamos momentáneamente de ocuparnos en redactar y publicar los capítulos subsiguientes, para dedicarnos
con prioridad a razonar sobre lo sucedido en este mundo a raíz de la presente crisis terminal del
sistema, siguiendo a pie juntillas lo dicho en agosto de 2015 bajo
el título: “Los secretos mejor guardados de la burguesía van saliendo
a la luz pública”:
<<Sí. Los asalariados y trabajadores autónomos
somos educados desde pequeños, en el hábito de limitarnos a conocer de la
realidad que vivimos, poco más de lo que se nos exige para el ejercicio eficaz
de nuestras respectivas ocupaciones laborales. Y ese poco más no pasa de ser lo
que se conoce por “actualidad”, que los periodistas venales —por lo general
cómplices del poder político constituido— difunden en sus respectivos medios
de comunicación diariamente deambulando por la superficie de los hechos
manifiestos: es el sensacionalismo, o sea, lo que la realidad aparenta
ser en los distintos ámbitos de la vida social, económica, política, artística,
deportiva, etc., etc. Pero nada se nos informa sobre los hechos de fundamental
trascendencia histórica, que permiten explicar la esencia o naturaleza
de esta sociedad, así como la de sus distintas instituciones —tanto públicas
como privadas— que hacen al carácter y la moral corrupta de sus dirigentes>>.
GPM.
Y en efecto, las 35 publicaciones que dimos a conocer entre agosto de 2015 y
febrero de 2017, han tenido por finalidad distinguir entre lo que la realidad aparenta ser —y así es expuesta en
los discursos oficiales de quienes desde el ejercicio del poder político
exaltan el llamado “pensamiento único” burgués vigente—, y la verdad de lo que esa realidad efectivamente es según determinados y oportunos intereses económicos
predominantes adaptados a las cambiantes circunstancias. Por ejemplo: el
pasado jueves 13 de abril el enajenado magnate y más nobel presidente
norteamericano Donald Trump, ordenó lanzar sobre territorio afgano en la
provincia de Nangarhar un misil conteniendo la llamada “madre
de todas las bombas”, cargado con 10 toneladas de explosivos
convencionales que estallaron precisamente donde en 2005 los servicios secretos
de EE.UU. construyeron un complejo de túneles, para que fueran utilizados por
los terroristas islámicos en guerra contra las fuerzas armadas de ese país
asiático, apoyadas por Rusia. Así lo acaba de denunciar el joven desertor americano
ex analista de la CIA, Eduard
Snowden,
quien tras huir de su país en junio de 2013 actualmente reside en Moscú.
Por su parte en España, el derechista Partido
Popular (PP) durante la precampaña electoral en setiembre de 2011, había
prometido en plena recesión económica
incrementar el empleo, a sabiendas de que tal cometido era de imposible
realización:
<<Son
de esas frases que luego la hemeroteca se encarga de echar en cara si no se
cumplen. El vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons,
aseguró ayer (08/09/2011)
en rueda de prensa, que su partido “aspira
a crear en la próxima legislatura 3,5 millones de puestos de trabajo”.
La derecha
dispondría para ello de tan sólo tres años porque hace unas semanas su responsable
de Economía, Cristóbal Montoro, advirtió de que no cabe esperar que durante
2012 se pueda volver a una senda de crecimiento que permita aumentar empleo
neto “significativo”. “Hay que hacer reformas y ponerlas todas en marcha.
El próximo año es un poco pronto”, comentó.
Montoro
cree que 2012 es “pronto” para que se creen puestos de trabajo.
González
Pons se atrevió a dar ese dato cuando le preguntaron por la reforma tributaria
que su formación pretende realizar si llega al Gobierno. “España necesita
reorganizar su sistema fiscal para que, sin subir los impuestos, se
redistribuya la carga, se mejore la recaudación y se fomente la competitividad
y el crecimiento económico”, indicó. Para lograrlo, Pons dijo que se necesita “un
millón de empresarios” y, por tanto, consideró fundamental incentivar “la
creación de empresas y la aparición de trabajadores autónomos”.
En el
Partido Popular nunca han querido marcarse una cifra. Menos en público. De
hecho, Rajoy lo ha evitado siempre y ha reconocido que es “arriesgado” hacerlo.
Pero en las reuniones que mantienen a nivel interno siempre han manejado esta.
¿Y por qué no cinco millones si ese es el número de desempleados? Según
explican sus dirigentes, el PP se concentraría en los nuevos parados generados
por la crisis.
Entre
los conservadores cunde cierta euforia por verse tan cerca de la Moncloa.
Aunque también son conscientes de que si ganan tendrán que afrontar una etapa
muy complicada. Su jefe de filas no hace más que pedirles que sean prudentes.
Tampoco quiere líos de listas ni salidas de tono que le torpedeen el camino. No
obstante, estas declaraciones de Pons le ponen en el disparadero de la
oposición. Sobre todo porque ningún presidente de Gobierno ha sido capaz de
llegar tan lejos en tan sólo cuatro años>>. (http://www.publico.es/espana/pp-crece-y-promete-crear.html. Lo entre paréntesis nuestro).
Consecuentemente, lo que hizo ese
partido tras ganar en los comicios y asumir Mariano
Rajoy Brey
la jefatura del gobierno el 20 de diciembre, fue subir el Impuesto al Valor
Añadido (IVA) y demás cargas impositivas especiales en 8.000
millones, provocando como compensación un aumento en los precios al consumo que
deterioró el poder adquisitivo de los salarios reales, lo cual disminuyó el
aporte de los asalariados activos al régimen de las pensiones que así dejó un
agujero de 16.000 millones, al mismo tiempo que aumentó la deuda pública en 56.000 millones, cuyo importe total acumulado a fines de junio de 2016 alcanzó a
ser de 1,59 billones; el 173% del PIB cuando según el “Pacto de Estabilidad y
Crecimiento” de la Unión europea (PEC) firmado en 2011, fijó el límite de la
deuda para cada país-miembro en el 100% de su PIB. He aquí un ejemplo de “democracia”
ejercida a modo de un falso “gobierno del pueblo” que, a instancias de la —por
una parte— sumisa y —por otra—
arbitraria decisión de los “representantes políticos”
electos, permitió a la burguesía convertir deuda privada capitalista en deuda
pública estatal, verdadera estafa a los contribuyentes impositivos en
cualquier país
bajo parecidas circunstancias críticas. Sumisa decisión porque como ya hemos
insistido en exponer, la causa material
que induce a tal comportamiento está férreamente predeterminada por circunstancias impersonales u objetivas que no dependen de la
voluntad de nadie. Y arbitraria o despótica porque bajo tales condiciones
económicas críticas, la decisión de los representantes
políticos públicos electos —atados y bien atados al sistema— resulta
ser necesariamente contraria a los intereses y expectativas de la mayoría de los
electores supuestamente representados,
sobre los cuales de tal modo ha venido recayendo la mayor parte del peso muerto
en la historia durante las crisis económicas periódicas. Y esto es así dado que
tales condiciones críticas determinan la semi-parálisis del aparato productivo
del país afectado, cuya causa es la insuficiente
ganancia de sus empresas respecto del capital invertido para tal fin. Así
las cosas, la consecuencia inmediata de esta causa económica se refleja en las
cuentas públicas del respectivo Estado nacional, cuyos ingresos en concepto de
impuestos se ven cada vez más seriamente
mermados respecto de los gastos necesarios para su mantenimiento, cuyo
consecuente déficit creciente aumenta su deuda:
<<En España, una parte importante de las causas
que han motivado el aumento de la deuda (pública), reside en la propia crisis con la caída de la actividad económica
y del empleo reflejada en los datos del PIB, ya que ha provocado una
reducción importante de la recaudación de impuestos necesarios para financiar
los gastos públicos y generando por tanto un aumento del déficit que alimenta
la propia deuda>>. (http://economia.elpais.com/economia/2015/02/13/actualidad/1423825834_809122.html. Lo entre
paréntesis y el subrayado nuestros).