03. El engañoso juego de la división de poderes en el Estado y en los medios de comunicación

 

          Las dos contingencias históricas comparativas a las que acabamos de aludir, entre la salida de la recesión desde los años treinta a instancias de la Segunda Guerra Mundial, y la actual crisis que todavía no se sabe con certeza en qué derivará, nos trae a colación el papel que han venido jugando en la sociedad civil capitalista los medios de comunicación de masas. En su mayoría son empresas de servicios. Y así como en el Planeta cada Estado Nacional está dividido en los tres distintos poderes constituyentes: ejecutivo, legislativo y judicial —cada cual con sus propias competencias aunque transversalmente atravesados por el capital privado—, asimismo las empresas al servicio de la comunicación de masas también se dividen según el medio a través del cual difunden su información, ya sea sobre papel, por radio o por televisión, este último combinando la información con diversas formas de entretenimiento que da forma a la llamada cultura del espectáculo. Pero estas empresas también están divididas tácticamente según su distinta filiación política característica o distintiva, ya sea de izquierda, de derecha o de centro, teniendo cada una de ellas por referente ideológico y político táctico a los partidos políticos que representan. Y desde esas —en apariencia— “distintas” filiaciones compiten entre sí por alcanzar la máxima representación e influencia en las instituciones estatales de cada país.

 

          Siguiendo este razonamiento y si como es cierto que toda táctica es el medio instrumental a través del cual se persigue una finalidad o estrategia, pues dado que la estrategia particular de cualquier empresa privada consiste en competir con las demás para maximizar sus ganancias en el mercado, de aquí se deduce, lógicamente, que todas ellas coinciden en la tarea general de contribuir al sostenimiento de la estrategia política común conservadora del sistema mercantil capitalista. Y como es ésta exactamente la misma estrategia fundamental o de primer orden que persiguen las demás empresas comerciales, industriales y de servicios en general —junto a los tres poderes constitutivos del Estado en cada país—, resulta que así las cosas, cabe concluir que las minorías sociales dirigentes en todas estas instituciones —públicas y privadas— participan de algún modo en las ganancias que naturalmente obtienen explotando el trabajo que aportan a la sociedad las mayorías asalariadas que no dirigen nada, sino que al contrario y por el ya conocido “artículo 33”, delegan el poder político en esas minorías consensualmente representadas.

 

          Pues bien, a esta oligarquía que ejerce el poder político tanto desde los aparatos ideológicos del Estado como a través de los medios privados y públicos masivos de comunicación se le llama “democracia”. O sea, la democracia de las minorías sociales explotadoras y de los políticos, jueces y fiscales corruptos a su servicio, tal como ya es imposible ocultarlo. Y es que la crisis se va llevando por delante toda esta inmundicia ideológica metida en la cabeza de los asalariados. Y nosotros contribuimos a esa saludable extirpación de buen grado, para que por encima de cualquier oculto privilegio predomine por fin la justicia distributiva del ser humano genérico, sin distinción de clases sociales.

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