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Ayer asistí a la proyección en la Casa
de América del film Los Resistentes y he
llegado a pensar de que sería deseable
que este film pudiera ser valorado por
un espectador de cualquier país, es
cine-documento muy estricto y veraz.
Sobre todo, muy centrado en lo que fue,
y, entendamos que debe ser, un militante
argentino. Son entrevistas muy sobrias,
carecen de efecto cinematográficos
especulativos tanto en lo emocional como
en lo visual y sonoro. Trata de la
resistencia clandestina peronista entre
los años 1955 y 1965.
Mi interés de
espectador se relacionó naturalmente con
lo que yo siento y conozco de esas
personas, lo común que tienen muchos
argentinos, o que tenemos -dicho
honestamente- en nuestros modos,
reflexiones, humoradas, y un natural
sentido de la lealtad.
En este film hay momentos en que algunos
de los entrevistados explican el origen
de sus convicciones:
"no se
trata de que nos hicimos militantes
peronistas porque Perón favoreció a
nuestro pueblo, a los más necesitados, a
nuestras familias, no, se trata de que
muy especialmente los trabajadores nos
sentimos convocados a una lucha para
defender la justicia social..."
(Nos preguntemos si esto no es lucha de
clases, qué otra cosa es, aunque algunos
quieran entender peyorativamente de que
el peronismo es un populismo más)
Y entiendo que también hay en esta
película un severo mensaje para el
movimiento peronista actual. Nos
equivocamos cuando pensamos que las
personas muy mayores no estén atentas y
alertas a los acontecimientos presentes.
Muy por lo contrario, son la opinión que
pesa y obliga, y que esta película lo
confirma. Debemos reconocer de que
constituyen la mirada lúcida y franca
que nos precede. Y no sólo porque
tenemos evidencias de que fueron nobles
y valientes militantes cuando jóvenes,
sino porque mientras sigan vivos,
piensan y opinan con sabiduría, son
activos testigos. Son los testigos más
necesarios. Por qué no admitir que su
sola presencia debería inspirar y
orientar el proceder de los militantes y
gobernantes de hoy.
Justo Barboza
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