CRÓNICAS

del

MOVIMIENTO  OBRERO  ESPERANTISTA

Antonio Marco Botella, Asociación Izquierda y Esperanto, 2009, 164 p.

Tras un largo proceso de gestación aparece publicado este libro, traducción, con añadidos, de la obra “Laboristaj Kronikoj”, editada originalmente en Esperanto por SAT-broŝurservo. La edición ha sido realizada por nuestra asociación “Izquierda y Esperanto – SATeH”, con la ayuda financiera de la “Fundación Esperanto”, la cual posee una ya larga tradición de apoyo a este tipo de proyectos. Reproducimos a continuación la “Introducción” del libro, escrita por el propio autor, Antonio Marco Botella, donde se relata cómo surgió la idea de realizar esta obra y se analiza la importancia de este tipo de iniciativas.

Introducción

“Palabra esencial en el tiempo”. Así definió el poeta a la poesía. La literatura y, en general, la palabra escrita parecen surgir de ese impulso tendente a que la expresión verbal se prolongue más allá del olvido y de la muerte.

Este libro quiere ser testimonio de personas que hicieron su camino con el ideal esperantista en pro de un mundo mejor. Está escrito con el deseo de dejar huella de esas “estelas en la mar” de las que también habló Antonio Machado.

Mi generación, los nacidos a principio de los años veinte del pasado siglo, que aún vivimos y hasta luchamos en la Guerra Civil Española, sufrimos los horrores de un execrable exilio e incluso una más que terrible dictadura de posguerra, nos encontramos ya a punto de desaparecer completamente…

Yo soy uno de esos raros especímenes de esa generación próxima a la extinción, que todavía vive y que ha debido superar, de forma análoga a alguno de mis compañeros, innumerables dificultades. Y créanme, amigos míos, digo esto sin ningún tipo de desaliento, ni tampoco con orgullo o arrogancia de cualquier género… Esa densa vida, producto de complejas circunstancias políticas que más de una vez comentábamos, fue motivo más que suficiente para que no pocos de mis amigos me preguntaran, por qué no escribía sobre ese periodo de la historia del Movimiento Obrero. Esto, y mis experiencias como esperantista antes, durante y después de la Guerra Civil Española, pertenecen y están en íntima relación con la historia de nuestro Movimiento, y fue quizás por esa insistencia, que escribí estas Crónicas Obreras que fueron editadas en Beauville (Francia) y presentadas en un Congreso en Orly, París. Esa edición, realizada en Esperanto, ya está completamente agotada. Ahora, veinte años más tarde, me preguntan: ¿por qué no una edición en español?

Existe una casi obligación para los que vivimos esos eventos de testificar, si es posible por escrito, sobre esos temas, y a tenor de ello ha nacido esa llamada “memoria histórica” que hoy se ha hecho actualidad y ha impulsado a muchas personas a dar su versión más o menos dramática de esos sucesos. A mi me asalta constantemente la duda sobre mi capacidad memorística para hacerlo tan dignamente como se merece el tema y como yo deseo, pero como veterano esperantista, que siempre hemos considerado al Esperanto más que como un idioma un ideal de paz e intercomprensión entre los hombres, tuve el impulso, hace ya unos años, de dar mi versión en Esperanto, y ahora estoy suficientemente motivado como para superar todas esas vacilaciones y dar una versión en castellano.

Por añadidura debo decir, que evocar esas vivencias dramáticas del pasado no me puede resultar agradable, puesto que, evidentemente, algunas de ellas van aparejadas con el dolor y la muerte, y la culpa de ese sentimiento la tiene ese millón largo de muertos, uno por cada hogar español, entre los cuales, ciertamente, se pueden calcular algunos de nuestros más queridos amigos y compañeros, y entre ellos puede encontrarse, como es mi caso, mi hermano más querido. Herida que en verdad, nunca se cerró. Que nunca se cerrará.

En julio de 1993, en el marco del Congreso Universal de Esperanto que tuvo lugar en Valencia, unas personas con buena disposición y capacidad organizaron una Exposición esperantista con material del “Instituto Fritz-Hüser” de Dortmund (Alemania), consistente en una colección de materiales esperantistas del Movimiento Obrero que tratan sobre literatura obrera alemana y de otros países. Este Instituto dispone de más de 31.000 libros, más de 13.000 revistas, y 67 metros continuos de actas.

Poco más tarde, finalizado ya ese Congreso, recibí informes y un libro sobre dicha Exposición. En el libro, titulado “Ilustrita historio de la Laborista Esperanto-Movado” (Historia ilustrada del Movimiento Obrero Esperantista), aparecen algunas páginas bajo el epígrafe “Esperantistoj en la Hispana Intercivitana Milito” (Esperantistas en la Guerra Civil Española), cuidadosamente escritas por Ulrich Lins, que verdaderamente me encantaron.

Aquella cuestión planteada por mis amigos, sugerida en esos momentos de manera silenciosa por las páginas del Sr. Lins, me provocó una cierta inquietud que me hacia preguntarme… ¿por qué no escribir yo sobre esos acontecimientos vividos en algún momento por esperantistas e incluso alguno de ellos vividos por mí mismo? ¿Por qué no escribir sobre el Movimiento Obrero Esperantista antes, durante y después de la Guerra Civil? ¿Por qué?

Obras sobre la Guerra Civil Española abundan en todas las lenguas, pero ninguna relata vivencias de esperantistas, ninguna trata de hombres pacíficos que tuvieron que tomar por sí mismos la decisión sobre si aceptar o no, y usar ellos mismos, la violencia contra otras personas. Obras sobre sus pensamientos y reacciones en esos trascendentales días, cuando la Guerra Mundial y una profunda crisis de valores humanos e ideológicos amenazaban nuestras más profundas convicciones antiviolencia e incluso nuestra civilización.

Poco a poco la idea de emprender dicha obra fue venciendo todos los obstáculos, incluso, posiblemente, esa especie de temor generalizado de los esperantistas a escribir sobre temas históricos, rama del conocimiento de la cual nuestro colega Bernard Golden opinaba, acertadamente, que está subdesarrollada en nuestro Movimiento.

Y llegó, finalmente, mi decisión favorable a la creación de estas páginas, y no sólo sobre los citados dramáticos acontecimientos de la Guerra Civil Española, sino también sobre aquellos necesariamente unidos al protagonismo de trabajadores esperantistas, como parte indisociable del Movimiento Obrero Esperantista, en el que aparecieran en un primer plano datos biográficos de sus protagonistas. Y es que en el contenido de este específico Movimiento existe una especial sensibilidad de carácter idealista, que exige, necesariamente, una versión distinta a la que podría llamarse ordinaria, cuyo contenido exprese esa otra interpretación, en la que a los hechos se les dé también un significado en el cual esté subyacente el pensamiento del protagonista.

Esperantistas como Régulo Pérez, Mangada, Hernández Lahuerta, Azorín, Cayetano Redondo, Gracia Colás, E. Vivancos y otros, aparecen sobre estas páginas, no como mitos o mártires, sino como personas normales, como esperantistas modestos que tuvieron que meditar sobre cómo actuar más honestamente sin traicionar sus propias convicciones como amantes de la paz. Porque, en aquella época, esperantista era sinónimo de idealista por la paz, y pensar en la paz cuando la muerte ronda alrededor nuestro acompañada de violencia, sufrimiento y traición, créanme, amigos, no era un problema fácil. Aunque los tiempos actuales no se asemejan en absoluto a los que acabamos de evocar, tengo la esperanza que los esperantistas de hoy comprenderán la ilusión, casi ingenua, de aquellos hombres, entre los cuales me cuento y no me avergüenzo de ello en absoluto, que hicieron de la lengua un sueño de paz y amor. ¡Cada tiempo tiene su preocupación, cada época sus propias características con lógicas reacciones humanas especiales!

A lo largo de nuestra narración, a veces, pero principalmente durante la última década de las plasmadas en el libro, nuestros lectores constatarán cierta crítica dura, en varios casos concretos, contra asociaciones a las que tengo un especial cariño, o contra posturas y opiniones de algunos colegas, e incluso amigos míos, que yo consideraba erróneas. Ruego a aquellos que se sientan aludidos y, eventualmente, ofendidos, no interpretar mis expresiones como un sentimiento de desprecio hacia alguno de nuestros colegas compañeros de filas. Yo, como ha sido siempre costumbre en SAT, puedo criticar a cualquier compañero sobre una opinión o acción concreta, pero esto no significa, en absoluto, que no me sienta solidario con él/ella en otros aspectos de la línea social o política de esa misma persona, cuyo posible error yo denuncio públicamente. Mi objetivo siempre es constructivo y honesto. Si, a pesar de mi afirmación, algún compañero se siente ofendido, pido ya desde este mismo momento sinceras disculpas.

Este libro, escrito con amor y en homenaje a tantos compañeros muertos por la misma causa a la que yo me mantuve siempre fiel, desea presentarse sin acompañamiento polémico, en ambiente pacífico.

Finalmente, aprovecho la ocasión para recomendar a todas las asociaciones obreras algo que ya pedí, no hace mucho, sobre las páginas de la revista “Kajeroj”: “incitar a nuestros compañeros más capaces a escribir acerca de nuestra propia historia”. Es importante promocionar esta tarea. La historia es, ciertamente, nuestra memoria, y el pueblo trabajador debe saber siempre de dónde viene y a dónde va. Esa es una de las mejores vías para realizar conscientemente una tarea útil para nuestro Movimiento Obrero Esperantista.

Con respecto a la versión original de esta obra en Esperanto, hay en esta edición unos ligeros cambios que se hacían necesarios. Me refiero, en primer término, a las fotografías, que en la anterior resultaban bastante defectuosas. Hay también algún que otro evento añadido que yo he insertado por considerarlo complementario, pero, en general, el texto no cambia prácticamente demasiado.

Espero que esta versión resulte grata principalmente para los lectores hispanohablantes y, en general, para todos cuanto lo lean.

Reitero mi agradecimiento a cuantos aportaron sugerencias, datos o confirmaciones de eventos que aparecen en estas páginas: Eduardo Larrouy y Joxemari Sarasua, de Bilbao; Vicente Hernández Llusera, de Sabadell; Eduardo Vivancos, de Toronto (Canadá); familia del Dr. Régulo Pérez, de Islas Canarias; Trini García, de Sant Cugat del Vallés; Nicolás López Escarpín y L. Noguero, de Zaragoza; A. Marco Gayarre y Miguel Fernández, de Madrid; y otros.

¡Mis más expresivas gracias a todos!

Antonio Marco Botella