La 'israelización' de
EEUU
David Hirst*
CSCAweb
(www.nodo50.org/csca), 5 de noviembre de 2003
'The Daily Star', Beirut, 22 de octubre de 2003
Traducción: Loles Oliván
"Lo
que EEUU está permitiendo a Israel en Palestina y en Siria
inflamará aún más la hostilidad árabe
y musulmana por lo que se está haciendo en Iraq. [...]
Mientras los despreciables regímenes árabes parecen
más incapaces que nunca de cumplir el deber fundamental
de cualquier gobierno -la defensa contra cualquier ataque y dominación-
los militantes árabes, como Hanadi Jaradat en Palestina,
asumen por sí mismos ese deber; se convierten en 'terroristas'
y en bombas humanas donde quiera que coincidan más poderosamente
la razón y la oportunidad. Iraq y Palestina son una y
la misma."
Pocos cuestionaron en su momento
que Israel fue un factor que empujó a Bush a lanzar la
guerra contra Iraq. La única cuestión controvertida
era determinar qué peso tuvo [este factor] entre los otros.
Pero lo que está claro es que Israel se ha convertido
ciertamente en un factor muy importante en la torpe aventura
neoimperial en que se ha convertido Iraq en la actualidad.
La israelización de la política de EEUU
ha traspasado un nuevo umbral con los dos golpes recientes contra
Siria: el respaldo del presidente Bush al ataque aéreo
de Israel contra territorio sirio [1] y la Ley de Responsabilidad
de Siria (Syrian Accountability Act), aprobada por el
Congreso [estadounidense] el pasado 15 de octubre. Un propósito
compartido por Israel y EEUU ha estado presionado en niveles
sin precedentes hasta hacerse operativo y también ideológico.
Para EEUU, el primer campo de batalla es Iraq y cualquier Estado
que patrocine o aliente la resistencia a su ocupación;
para Israel es Palestina ocupada, sus terroristas y sus
apoyos exteriores: ambos objetivos comunes convergen en Siria.
Por su puesto, con su ataque, Sharon tenía sus propios
planes específicos surgidos de la frustración por
haber fracasado en acabar con la Intifada. Rompiendo las normas
que habían contenido el conflicto sirio-israelí
durante los pasados 30 años, [Sharon] ha dado la señal
de que está listo para visitar a los vecinos árabes
de Israel con las mismas técnicas de castigo que utiliza
contra los palestinos. Pero si esa escalada pudo haber tenido
alguna lógica disuasoria cuando esos vecinos realmente
patrocinaban o apoyaban a la resistencia palestina, ahora no
la tiene.
Un rasgo esencial de la Intifada
es que, espontánea y popular, deriva casi todo su ímpetu
desde el interior; nada lo ilustra mejor que Hanadi Jaradat,
la joven mujer de Jenín cuyo íntimo dolor y venganza
inspiró la atroz y sacrificada acción que provocó
a cambio el ataque [israelí contra Siria]. Así
que no consiguió nada más allá que la fugaz
gratificación de la conmoción de la opinión
pública israelí. Pero eso no disuadirá a
Sharon. Habiéndose embarcado en esta deriva no tiene otra
elección que continuarla; y lo que es más importante,
la violencia ha sido siempre el medio indispensable por el cual,
bajo el disfraz de luchar contra el terrorismo, Sharon
obra con arreglo a su verdadero objetivo a largo plazo: la construcción
del "Gran Israel" y el aplastamiento de toda oposición
-árabe y palestina- a su proyecto.
Pero igualmente, y así
lo cree [Sharon], está sirviendo a [los intereses de]
la agenda estadounidense. Al menos nadie lo niega en Washington.
Hubo un tiempo, incluso bajo esta Administración más
pro-israelí que ninguna otra anterior, en que la superpotencia
se habría distanciado estruendosamente de una acción
de su protegido como ésta [del ataque a Siria]; un tiempo
en que, consciente de la intrínseca conexión entre
las dos grandes zonas de crisis de Oriente Medio, se reconocía
que una excesiva proximidad en la identificación de los
objetivos y acciones de Israel en Palestina y en su entorno complicaría
la política [estadounidense] en Iraq. Eso ya no ocurre
al parecer. En la actualidad esos objetivos y acciones o bien
preocupan escasamente a EEUU o, incluso, en el caso de Siria,
complementan a los suyos propios.
Ciertamente las reserves aún persisten. Bush todavía
se resiste a la proyectada eliminación de Yaser
Arafat. Pero por otro lado, se ha desentendido, una vez
más, efectivamente, de arbitrar negociaciones de paz
respaldando el punto de vista israelí de que Arafat es
el único responsable de su quiebra y dejando a Sharon
más mano libre que nunca para que dirija la parte israelí
de su común "Guerra contra el terrorismo"
[2].
En cierta medida Sharon se volvió contra Siria porque
no pudo ir contra Arafat. Nuevamente, Bush pidió precaución,
pero aún así denominó [el ataque como] "legítima
defensa", del mismo tipo a la que EEUU habría recurrido.
Aquellos a quienes Israel atacó eran palestinos terroristas
pero a los ojos de EEUU se trata de algunos de esos terroristas
-árabes o musulmanes- que Siria supuestamente permite
(o hace poco por impedir) que pasen a Iraq.
El respaldo de Bush al ataque,
junto a su explícita disposición a convertir en
ley el Acta de Responsabilidad de Siria -contra lo que se ha
resistido durante mucho tiempo- significan que, en lo que respecta
a Siria, [Bush] ha girado radicalmente a favor de la rama neoconservadora
de su Administración. Sus miembros están tan próximamente
ligados -personal, ideológica e incluso institucionalmente-
a la derecha israelí que resulta imposible desenmarañar
de su pensamiento lo que es propiamente estadounidense de lo
que es de Sharon y del Likud. Y, como afirman los diplomáticos
occidentales en Damasco, en ningún otro asunto es ello
más obvio que en lo que respecta a Siria.
El Acta de Responsabilidad
de Siria (que reclama [la aplicación de] sanciones contra
Siria hasta que deje de apoyar al terrorismo, retire sus fuerzas
de Líbano, cese el desarrollo de armamento de destrucción
masiva y entre en negociaciones de paz "serias e incondicionales"
con Israel) es algo por lo que los neoconservadores han estado
trabajando desde mediados de los años 90. Fue entonces
cuando propusieron por primera vez una estrategia conjunta israelo-estadounidense
para [promover] el cambio de régimen en Siria al igual
que en Iraq, que se llevaría a cabo mediante ataques contra
Siria por "fuerzas israelíes mandatadas" basadas
en Líbano, con ataques israelíes contra objetivos
sirios en Líbano y contra objetivos selectivos
en la propia Siria.
Palestina
e Iraq
La intensificación de
la alianza israelo-estadounidense es demasiado prejudicial. Lo
que EEUU está permitiendo a Israel en Palestina y en Siria
inflamará aún más la hostilidad árabe
y musulmana por lo que se está haciendo en Iraq. Los efectos
se dejarán sentir a nivel popular. Mientras los despreciables
regímenes árabes parecen más incapaces que
nunca de cumplir el deber fundamental de cualquier gobierno -la
defensa contra cualquier ataque y dominación- los militantes
árabes, como Hanadi Jaradat en Palestina, asumen por sí
mismos ese deber; se convierten en terroristas y en bombas
humanas donde quiera que coincidan más poderosamente la
razón y la oportunidad. Iraq y Palestina son una y la
misma.
En lo que respecta a los regímenes,
Siria ha optado por la moderación. Consciente de que la
única esperanza de asegurar su futuro en un arreglo general
para Oriente Medio es a través de EEUU, puede incluso
llegar a ser más conciliadora de lo que ya es. Pero si
Sharon mantiene sus ataques, habrá probablemente un límite
a la moderación, que vendrá impuesto por la necesidad
táctica, por la opinión pública interna
y por su propia percepción de sí misma como último
bastión de la firmeza árabe. [Siria] Ha dado a
entender que en algún momento devolverá el ataque
adoptando quizá de verdad el papel de interferencia en
Iraq que EEUU le atribuye ya sin mucho convencimiento, o, lo
que es más probable, activando a Hizbullah contra Israel.
Obviamente ello sería muy arriesgado, dada la vasta superioridad
de Israel en términos militares. Pero -y esto será
bien calculado- ¿puede EEUU, habiendo perdido el rumbo
en Iraq, afrontar seriamente otra conflagración a cargo
de su aliado en Oriente Medio?
La israelización de EEUU, en tanto que ingrediente
clave en la más nociva trama de Oriente Medio, no es un
término extravagante para una relación en la que
típicamente Sharon dirige y Bush respalda sin convicción.
El patrón se repite a sí mismo constantemente.
Bush puede tener dudas sobre lo que hace Sharon -sus excesos
militares, su implacable deriva colonial, su Muro [del Apartheid]
y ahora su ataque contra Siria-; puede balbucear admoniciones
de moderación, pero al final siempre acaba acomodándose
a él. Y con Iraq desgastando sus proyectos de reelección,
todavía va a hacerse más acomodaticio que nunca,
más deferente hacia todos los "amigos de Israel"
en EEUU, de quienes Sharon extrae casi todo su poder para guiarle
o llevarle por el camino equivocado.
Cuándo se produzca el
siguiente ataque suicida, ¿responderá Sharon contra
las oficinas de terroristas en Damasco como ya ha declarado
que hará? Una cosa es segura: si por el camino se produce
un desastre para EEUU en Iraq y una retirada monumental, el socio
israelí de esta extraordinaria y contraproducente alianza
pagará más alto precio que el propio EEUU.

Notas de
CSCAweb:
1. Véase
en CSCAweb: EEUU
respalda a Israel en sus ataques contra Siria y Líbano,
mientras Arafat decreta el estado de emergencia y nombre un 'gobierno
de emergencia' a fin de aplacar a Sharon
2. Véase en CSCAweb: Graham Usher: Simplemente, esperando
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