Un planeta en guerra
Ahmed Sidqi al-Dajani *
Texto publicado en Al-Ahram Weekly
Online
núm. 582, semana de 18 al 24 de abril de 2002
Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
"¿Qué
es exactamente lo que la Administración de EEUU y el gobierno
de Sharon esperan conseguir en la batalla que ahora se libra
en el frente palestino? El primer objetivo es acabar con la resistencia
palestina al colonialismo sionista y allanar así el camino
para que se de una solución racista al problema de Palestina.
En cierta ocasión Sharon ya lo dejó muy claro:
"A menos que los palestinos se sientan derrotados, será
imposible volver a la mesa de negociaciones. Una vez que sean
derrotados, se verán obligados a aceptar lo que les ofrezcamos"
Aún sigo intentando comprender lo ocurrido en Palestina,
intentando encontrar respuestas a algunas preguntas. La primera,
cuál es el papel que juega en este conflicto el colonialismo
sionista.
Esta guerra la están librando las fuerzas represivas
de la globalización, lideradas por EEUU, contra todos
aquellos que resisten frente a la represión y pretenden
un orden mundial basado en la justicia. Una guerra que tienen
como objetivo subyugar y silenciar a los oponentes de la globalización
entendida al estilo norteamericano. Washington ha optado por
llamar a esta empresa por el nombre de "guerra contra el
terrorismo", definiendo cualquier lucha contra la injusticia
como terrorismo. La maquinaria mediática trabaja incansablemente
para popularizar esta idea.
El presidente norteamericano, George W. Bush, lanzó
(con el apoyo clave de Tony Blair) la guerra contra el terrorismo
el 7 de octubre de 2001, pocas semanas después de los
atentados del 11 de septiembre. EEUU hizo todo lo posible por
formar una coalición internacional. Su guerra en el frente
afgano tenía como objetivo derrocar al gobierno talibán
y liquidar Al-Qaeda, la organización de Osama Ben
Laden. El gobierno norteamericano permitió entonces a
su base colonialista sionista emprender nuevas acciones en el
frente palestino y utilizar la fuerza bruta contra la Intifada
de Al-Aqsa.
EEUU dice, abiertamente, que lucha contra todos los que se
oponen a las injusticias causadas por la globalización,
tachándolos de terroristas, dondequiera que estén.
Sin embargo, son las sociedades islámicas las que se han
convertido en objeto preferente de sus acciones. La OTAN, brazo
armado de la globalización, declaró el 12 de febrero
de 1992 tras el colapso de la Unión Soviética,
que el comunismo había muerto, designando al Islam como
su siguiente enemigo. Desde entonces, Washington ha librado una
campaña que tiene por objeto vilipendiar al Islam, religión
que concede una gran importancia a la lucha contra la injusticia
y sanciona el martirio en defensa de la justicia.
Durante los cinco primeros meses de la guerra en defensa de
la globalización, EEUU y sus aliados británicos
han violado el derecho internacional de muy diversas maneras,
desde el modo en que se declaró la guerra, hasta cómo
se llevaron a cabo las operaciones militares o el trato recibido
por civiles y prisioneros de guerra. George W. Bush, Dick Cheney,
Donald Rumsfeld, Colin Powell, Condoleezza Rice, y Tony Blair
han estado al cargo de las operaciones. Sus homólogos
en el lado sionista hanhecho lo propio: Sharon, Ben-Eliezer,
Peres, y Mofaz. EEUU se las arregló para acabar con los
talibán, infligió golpes durísimos a Al-Qaeda,
e instauró un gobierno provisional en Afganistán.
Los norteamericanos, sin embargo, no han sido capaces de detener
ni al mulá Omar, ni a Ben Laden. La resistencia continúa,
adoptando nuevas formas. En el frente palestino, el colonialismo
sionista ha fracasado, por el momento, en su intento de aplastar
la Intifada.
El 11 de marzo, Bush declaró que había comenzado
la segunda fase de la guerra. En un discurso que marcaba el aniversario
de su primer año en la presidencia, describió a
Iraq, Irán y Corea del Norte como "el Eje del Mal",
colgando igualmente la etiqueta de "organizaciones terroristas"
a varios grupos de resistencia frente a la ocupación israelí
como Hezbolá, Hamas o el Jihad.
El presidente norteamericana dejó clara su intención
de atacar Iraq, y envió a Dick Cheney en una gira regional
para planificar el ataque. El 21 de marzo, Cheney volvió
a casa con un plan para la batalla. La primera y más importante
ofensiva le fue asignada al colonialismo sionista. Bush y Sharon,
ambos en el gobierno desde comienzos de 2001, han elevado a su
máxima expresión la alianza estratégica
entre Reagan y Beguin durante la década de los ochenta.
El gobierno de Sharon ha expresado constantemente su desprecio
por la Autoridad Palestina y su presidente electo. Sharon ha
dejado claro que quiere anexionarse la mayor parte de Cisjordania.
Por otro lado, Bush ha lanzado la vaga idea de una "visión"
norteamericana de un Estado palestino que garantice la seguridad
de Israel. Desde el comienzo de la guerra, la Administración
Bush ha declarado en repetidas ocasiones que la lucha palestina
contra la ocupación israelí no es sino "terrorismo",
y que EEUU "comprende" las acciones de "autodefensa"
israelíes. Mientras tanto, los sionistas sostienen que
sus crímenes son parte de la "guerra contra el terrorismo".
En el transcurso de esta guerra, el presidente de EEUU ha
sido investido de amplios poderes que permiten el uso de la fuerza
contra cualquier país, grupo, o individuo sospechosos
de estar implicados en acciones terroristas. Bush ha recibido
un presupuesto de 40 mil millones de dólares que le ayudarán
en esta tarea. Después de establecer una Oficina para
la Seguridad Nacional, Bush ha aprobado una serie de decisiones
ejecutivas que restringen por un periodo de cuatro años
los derechos civiles más elementales. Medidas que han
dado lugar a una controversia sobre "La emergencia del Estado
fascista teocrático americano", título del
último libro de John Stanton y Wayne Madsen (en inglés,
The Emergence of the Fascist American Theocratic State).
El congresista de Ohio Dennis Kuchnick escribió su "Oración
por América", un discurso poético en el que
se lamentaba de las restricciones impuestas sobre las libertades
civiles en su país.
La incursión israelí dio comienzo el 29 de marzo.
Dos días después, Sharon anunciaba una "guerra
total contra el terrorismo" y describía a Arafat
como "enemigo" de Israel. El Primer Ministro israelí
ha recalcado también que Israel es parte de Occidente
y del mundo libre. El 30 de marzo, el diario Yediot Aharonot
citaba las palabras de un comentarista experto en asuntos militares
que aseguraba que el objetivo de la ofensiva era reocupar las
ciudades palestinas para quedarse. La primera fase de la ofensiva
duraría una semana, en el transcurso de la cual el Ejército
israelí destruiría la infraestructura de la Autoridad
Palestina y efectuaría detenciones casa por casa. Después
se llamaría a filas a los reservistas. En la segunda semana,
Israel acabaría con la AP y encontraría algún
repuesto para Arafat, asumiría el poder a escala local,
y reprimiría a la oposición islamista.
Al comienzo de la incursión, Colin Powell avisó
que no sería posible iniciar conversaciones políticas
antes de que se detuviera la violencia. En el séptimo
día de la reinvasión, Bush, presintiendo el riesgo
de una guerra regional a gran escala, exigió la retirada
israelí de las ciudades palestinas. Sharon tenía
todavía siete días para destruir las ciudades y
los campamentos palestinos. Por primera vez, Bush se refirió
a la necesidad de seguir la vía política junto
a la vía de la seguridad. Hubo comentaristas que interpretaron
esto como un giro estratégico, apuntando que ya en Semana
Santa, Bush había expresado su comprensión de las
acciones israelíes para luego exigir que Arafat "haga
más para detener el terrorismo". Al enviar al general
Zinni a la región, Bush estaba pensando en términos
de seguridad. El cambio se produjo a causa de la continuación
de la resistencia palestina.
En cualquier caso, Powell llegó a Israel después
de que durante una semana se hayan seguido cometiendo atrocidades
contra los palestinos. En su reinvasión, los israelíes
han empleado aviones y armamento pesado de fabricación
norteamericana junto con armamento cuya utilización está
prohibida internacionalmente. Según responsables de los
servicios de seguridad israelíes, Powell visitó
la frontera norte israelí el 12 de abril. EEUU tiene un
interés especial en el mantenimiento de la seguridad israelí
porque pretende que la base sionista esté lista en el
caso de una posible acción en la zona contra países
como Líbano, Siria, Iraq o Irán.
Powell sigue repitiendo los mantras israelíes sobre
autodefensa, y ha dado luz verde para que Israel continuae con
sus incursiones en Cisjordania. Sin embargo, el Secretario de
Estado norteamericano se refirió de pasada a los riesgos
estratégicos inherentes al actual conflicto y avisó
a Israel de que debe comprender las consecuencias que a largo
plazo tendrá su campaña militar. Ya al principio
de su viaje había hecho declaraciones similares en Marruecos,
donde habló del "impacto de los acontecimientos"
sobre los intereses estratégicos de EEUU en la región.
Pero, ¿qué es exactamente lo que la Administración
de EEUU y el gobierno de Sharon esperan conseguir en la batalla
que ahora se libra en el frente palestino? El primer objetivo
es acabar con la resistencia palestina al colonialismo sionista
y allanar así el camino para que se de una solución
racista al problema de Palestina. En cierta ocasión Sharon
ya lo dejó muy claro: "A menos que los palestinos
se sientan derrotados, será imposible volver a la mesa
de negociaciones. Una vez que sean derrotados, se verán
obligados a aceptar lo que les ofrezcamos".
El segundo objetivo es el de preparar la siguiente batalla:
las ofensivas contra Iraq, Irán, Siria, y Líbano.
La base colonial sionista seguirá jugando un papel fundamental
en estas ofensivas. El tercer objetivo es intimidar a los países
árabes y musulmanes y prepararles para un nuevo orden
regional dominado por la entidad israelí.
Observar durante algunos días el frente palestino en
la guerra globalizadora permite aclarar al menos una cosa: Sharon
y Bush están fracasando. Los anti-globalización
deberían tomar nota de esto. La heroica resistencia palestina
ha desbaratado los planes de Bush y Sharon. Es más: los
palestinos pueden contar con el apoyo de los movimientos antiglobalización
de dentro y fuera del mundo árabe e islámico. La
resistencia palestina ha hecho temblar al sionismo colonial.
Y dentro de EEUU, la sociedad civil comienza a sentirse incómoda
ante las atrocidades financiadas con el dinero de sus impuestos.
La batalla que se libra ahora en Palestina ha sacado a la luz
el horror de esta guerra y su falta de cualquier justificación
moral.
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