Pocas bienaventuranzas han traído
estas Navidades al pueblo palestino. Si acaso, cuatro días
de calma relativa, pero poco más. El gobierno israelí,
con su actitud de los últimos días (rechazando
un alto el fuego que siempre había puesto como condición
para negociar, y limitando la libertad de movimientos de quien
se supone ha de ser su interlocutor) ha dejado claro que tiene
pocas intenciones de poner fin a la ocupación militar
de los territorios palestinos. Mientras tanto, la sociedad palestina
sigue sufriendo las consecuencias de una política represiva
y criminal que únicamente llegará a su fin para
dar paso a una ronda de negociaciones que seguramente le deparará
un futuro aún más incierto si cabe
Las organizaciones islamistas
palestinas anuncian una tregua temporal e Israel recibe duras
críticas por su decisión de no permitir a Yaser
Arafat acudir a las celebraciones navideñas en Belén
Nota informativa CSCAweb, 26 de diciembre de 2001
Después de que el pasado 16 de diciembre el presidente
de la Autoridad Palestina, Yaser Arafat, decretase un "alto
el fuego" en los Territorios Ocupados plegándose
a las condiciones impuestas por EEUU e Israel y exigiera el cumplimiento
de la tregua a todas las organizaciones políticas palestinas,
los dos principales grupos islamistas (Hamas y Jihad Islámica)
han decretado una tregua unilateral, anunciando la suspensión
de los ataques en el interior de Israel y los TTOO.
En un comunicado emitido el pasado viernes 21 de diciembre,
el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) hizo
público un comunicado en el que se anunciaba la suspensión
de los ataques en el interior de Israel y los TTOO. La difusión
del comunicado de la dirección política de Hamas,
en el que el movimiento se hacía eco de la necesidad de
"preservar la unidad del pueblo palestino y la continuación
de su lucha" así como de la "responsabilidad
histórica" que debía ejercer el movimiento
en un momento como el actual, se vio seguida inmediatamente con
un comunicado paralelo firmado por las Brigadas al-Qassam (la
rama militar del movimiento), en el que se clarificaban las condiciones
de la tregua. En el comunicado hecho público por las Brigadas,
la dirección del movimiento anuncia que la tregua responde
a la necesidad de proteger los intereses del pueblo palestino
así como su unidad nacional, "especialmente en vista
de las últimas medidas adoptadas por la Autoridad [Palestina]
y la repercusión que dichas medidas han tenido".
La tregua decretada por Hamas tendrá, según el
mismo comunicado, un carácter "temporal" y depende
de que el gobierno israelí "ponga fin a su política
de asesinatos y agresiones contra la población civil".
La dirección militar del movimiento declaró igualmente
que en el momento en que el gobierno israelí ignorase
esta condición, "las Brigadas al-Qassam no respetarán
la tregua".
En declaraciones realizadas al periódico palestino
Al-Ayyam, uno de los portavoces de la Jihad Islámica
en la Franja de Gaza aseguró que las decisiones que tomase
su movimiento irían en consonancia con el interés
general y con el consenso nacional palestino. Finalmente, en
la tarde del martes 25 de diciembre, la Jihad Islámica
se ha sumado a la tregua decretada por Hamas.
La tregua decretada por ambos movimientos fue recibida con
frialdad por el Ejecutivo israelí, que no tardó
en calificarla de "insuficiente".
Arafat, prisionero en Ramallah
Las celebraciones de Navidad en los TTOO (donde una parte
importante de la población palestina es de confesión
cristiana) se han visto empañadas por la situación
de crisis después de más de un año de levantamiento
contra la ocupación israelí. Poco después
de que los grupos islamistas anunciasen la suspensión
de los ataques en el interior de Israel, Ariel Sharon anunciaba
públicamente que no permitiría la salida de Ramallah
de Yaser Arafat. El presidente de la Autoridad Palestina, como
venía siendo habitual desde 1995, acudía a los
servicios religiosos de la comunidad cristiana de Belén,
a pocos kilómetros de Ramallah. La libertad de movimientos
de Arafat es nula, sobre todo después de que el Ejército
israelí hubiera bombardeado las instalaciones en las que
se guardaban los helicópteros utilizados para el transporte
del presidente de la AP.
Las presiones internacionales, procedentes tanto de la Unión
Europea y del propio Vaticano como de la Administración
Bush, no sirvieron finalmente para convencer a Ariel Sharon:
la Misa del Gallo hubo de celebrarse sin la presencia de Yaser
Arafat, quien pocas horas antes había desafiado al gobierno
israelí anunciando que recorrería el camino que
separa Ramallah de Belén por carretera y cruzaría
los controles israelíes. Su asiento en la Iglesia de la
Natividad de Belén permaneció vacío durante
toda la ceremonia, tapado con una kuffiyeh tradicional
palestina. A la ceremonia tampoco acudió el alcalde de
Belén, que optó por boicotear la ceremonia en protesta
por la negativa israelí de conceder un permiso de entrada
en la ciudad a Arafat.
La arrogancia del Ejecutivo israelí no conoció
límites en el día de ayer: además de anunciar
que no permitiría que Arafat acudiera a las celebraciones
"hasta que entregue a los asesinos del ministro de Turismo"
Rehavam Zeevi, decenas de soldados israelíes registraron
los vehículos que acompañaban al Patriarca católico
de Jerusalén, Michel Sabbagh, que volvía de hacer
una visita a la residencia de Yaser Arafat en Ramallah. El Patriarca
se refirió en su sermón a la actual situación
por la que atraviesa el pueblo palestino, y aseguró que
"Israel acusa a los palestinos de terroristas a los palestinos
únicamente para encubrir el hecho de que no quiere la
paz". A continuación, Sabbah recordó a los
asistentes que "los palestinos no están buscando
la muerte ni el odio, simplemente buscan su libertad". En
la plaza principal de Belén se había colocado una
pancarta en la que se podía leer: "Sharon asesina
la alegría de la Navidad".
La decisión del gabinete israelí recibió
las críticas del embajador belga en Israel, Wilfred Geens,
que llegó a reconocer que la decisión la haría
perder a Israel "muchos de los puntos que había ganado"
ante la UE en las últimas semanas. Geens condenó
igualmente la prohibición como un acto de intolerancia
religiosa, destacando el hecho de que siendo Arafat un líder
musulmán siempre ha aprovechado las festividades navideñas
para dar un ejemplo de tolerancia religiosa. Igualmente, el Vaticano
condenó la decisión israelí como "arbitraria".
¿Qué quiere Ariel Sharon?
La reacción del Ejecutivo israelí de rechazar
el alto el fuego decretado por las organizaciones islamistas
palestinas y la decisión de no permitir a Yaser Arafat
acudir a los servicios religiosos en Belén han recibido
duras críticas desde todos los ámbitos, incluida
la sociedad israelí. En un editorial titulado "¿Qué
quiere Sharon?", el diario israelí Ha'aretz declaraba:
"Ciertamente, causa decepción y enfado ver cómo
el gobierno [israelí] no ha dado ninguna respuesta positiva
a las señales de calma procedentes del campo palestino".
El editorial, sorprendentemente duro con la línea del
Ejecutivo israelí, llega a acusar a Ariel Sharon de "empequeñecer
los esfuerzos palestinos al negarse a reconocer que son positivos",
en clara referencia al discurso pronunciado por Yaser Arafat
así como a la tregua decretada por los movimientos islamistas.
"Sharon", asegura el editorial, "debe aún
demostrar si realmente desea cumplir la promesa que hizo a sus
electores de traer la paz y seguridad, o si lo que desea es perpetuar
el dominio israelí sobre los Territorios", y asegura
que los últimos pasos dados por Ariel Sharon constituyen
una "provocación" contra los líderes
palestinos.
La tregua decretada por los movimientos islamistas llega después
de que la Autoridad Palestina se hubiera convertido en ejecutora
subsidiaria de la política represiva israelí contra
la población civil palestina. En su discurso televisado,
Yaser Arafat recordó que el alto el fuego decretado por
la AP debía ser respetado por todas las organizaciones
palestinas con el fin de preservar la unidad nacional.
Sin embargo, la actual situación tiene difícil
solución si el gobierno de Ariel Sharon no pone fin de
manera inmediata e incondicional las medidas represivas que siguen
cobrándose vidas palestinas. La ocupación militar
de los territorios palestinos ha provocado la destrucción
de las estructuras organizativas y económicas de la sociedad
palestina en Gaza y Cisjordania, llevando incluso a la sociedad
palestina al borde de un enfrentamiento civil que durante los
últimos meses se había plasmado en enfrentamiento
entre manifestantes palestinos y las fuerzas del orden de la
AP. Igualmente, la presión ejercida por parte de la Administración
norteamericana y el gobierno israelí han contribuido al
aislamiento de la AP, que mediante la detención de destacados
líderes y activistas de organizaciones políticas
palestinas como Hamas, Jihad, o el FPLP, comenzaba
a ser vista en el interior de los TTOO como mera ejecutora de
las políticas represivas de Israel.
¿Hacia nuevas negociaciones?
Es difícil elaborar un pronóstico sobre lo que
deparará el futuro inmediato. De no producirse un cambio
significativo en la línea del gobierno israelí,
es seguro que la represión contra la población
civil palestina se incrementará en las próximas
semanas, y que los ataques israelíes recibirán
una respuesta armada por parte de las organizaciones que han
anunciado una tregua temporal. La vía del mantenimiento
de la represión beneficia al gobierno de Sharon, acosado
en el interior de Israel por las fúnebres perspectivas
económicas del país: el desempleo alcanza ya al
9,4% de la población activa, la cifra más elevada
desde la creación del Estado de Israel en 1948, y la
semana pasada los medios de comunicación se hacían
eco de la noticia de que más de un millón doscientos
mil israelíes (cerca del 20% del total de la población
israelí) viven por debajo de los límites de pobreza.
Simultáneamente, la recesión económica está
obligando al gobierno a plantear medidas impopulares como el
recorte de presupuestos en todos los ámbitos, así
como de beneficios sociales, lo cual hará sin duda aumentar
la inestabilidad económica en amplios sectores de la sociedad
israelí y afectará a los sectores más vulnerables
de la misma, como la población palestina con ciudadanía
israelí. La perpetuación de la violencia puede
sin embargo costarle muy caro al gobierno de Sharon, ya que cada
vez son más los israelíes descontentos con la política
del gobierno.
Por otro lado, es posible que las presiones internas mencionadas
unidas a la presión internacional obliguen al gobierno
de Ariel Sharon a detener la escalada militar contra los TTOO,
particularmente después del alto el fuego islamista. En
ese caso, las líneas a seguir ya fueron marcadas por Arafat
en su discurso televisado: una vuelta al proceso de negociaciones
según las bases de Oslo y acuerdos sucesivos (París,
Taba, Wye River y Sharm el-Sheikh), y la puesta en práctica
de las recomendaciones de George Tenet y del Plan Mitchell.
Las negociaciones que supuestamente se han producido entre
Simón Peres, Ministro de Exteriores israelí, y
Ahmed Qurei (más conocido como Abu Ala y portavoz
del Consejo Legislativo palestino) irían en esta última
dirección. Según las filtraciones hacia los medios
de comunicación, las propuestas de Peres y "Abu Ala"
constituirían un retroceso significativo para los palestinos.
En principio, Israel reconocería un Estado palestino independiente
sobre el 42% de la superficie de Cisjordania y casi toda la Franja
de Gaza; la propuesta, además de ridícula e inviable,
es incluso inferior a la que había sido ya rechazada por
Arafat en las últimas negociaciones de Camp David. Todos
los puntos esenciales que constituyen el núcleo de los
derechos nacionales del pueblo palestino (Jerusalén, asentamientos,
y refugiados), quedarían emplazados para "futuras
negociaciones".
Pocas bienaventuranzas han traído estas Navidades al
pueblo palestino. Si acaso, cuatro días de calma relativa,
pero poco más. El gobierno israelí, con su actitud
de los últimos días (rechazando un alto el fuego
que siempre había puesto como condición "para
negociar", y limitando la libertad de movimientos de quien
se supone ha de ser su interlocutor futuro) ha dejado claro que
tiene pocas intenciones de poner fin a la ocupación militar
de los territorios palestinos. Mientras tanto, la sociedad palestina
sigue sufriendo las consecuencias de una política represiva
y criminal que únicamente llegará a su fin para
dar paso a una ronda de negociaciones que seguramente le deparará
un futuro aún más incierto si cabe.
Madrid, 26 de diciembre de 2001

Comité
de Solidaridad con la Causa Árabe
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