La detención por parte
de la Autoridad Palestina del Secretario General del FPLP Ahmed
Sa'dat amenaza la unidad nacional palestina
Nota informativa CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 17 de enero de 2002
El FPLP advierte que la
entrega a Israel de su Secretario General por parte de la policía
palestina significará el fin del gobierno de la AP y ha
amenazado con abandonar la OLP. El conjunto de las organizaciones
islamistas y nacionalistas palestinas consideran esta detención
como una medida que atenta contra los principios históricos
del movimiento de liberación nacional palestino, y asocian
la detención y sus repercusiones a la estrategia de Sharon
de fomentar la división interna palestina, denunciando
la pretensión de Arafat de querer satisfacer a EEUU y
a Israel a fin de recuperar su libertad de movimiento y su interlocución
con el gobierno Sharon.
El 15 de enero la policía de la Autoridad Palestina
(AP) detuvo a Ahmed Sa'dat, Secretario General del Frente Popular
para la liberación de Palestina (FPLP) mientras participaba
en un encuentro con el general Tawfiq Al Tirawi, jefe de los
servicios de información palestinos en un hotel de al-Bireh.
La detención de Sa'dat es la respuesta de la AP a las
exigencias formales de Israel de arrestar a los supuestos responsables
del asesinato del ministro de Turismo Rah'vam Zevi el pasado
17 de octubre de 2001.
Sin embargo, esta detención no puede dejar de enmarcarse
en la situación creada para el liderazgo palestino desde
que el gobierno Sharon impulsase -tras el inicio de la "campaña
internacional contra el terrorismo" lanzada por Bush a raíz
de los atentados del 11 de septiembre- el desafío de convertir
el legítimo derecho a la resistencia palestina a la ocupación
en una forma de "terrorismo". La campaña contra
el "terrorismo palestino" fue diseñada por Sharon
y por su ministro de Defensa tras los atentados del 11 de septiembre
para mantener el respaldo de EEUU a la represión militar
de la Intifada, en un momento en que la Administración
Bush necesitaba el apoyo de los regímenes árabes
a su iniciativa intervensionista en Afganistán.
Desde entonces y debido a la sumisión con que la AP
afirmó su apoyo a la "campaña internacional
contra el terrorismo", Arafat ha aceptado las exigencias
de Israel y EEUU de incrementar la represión interna mediante
detenciones masivas de activistas de la resistencia palestina,
represión que ha causado al menos cinco muertes palestinas
y cientos de arrestos en los últimos meses. Es más,
la represión de la AP contra la Intifada se ha intensificado
a pesar de que desde el pasado 13 de diciembre de 2001 -cuando
el ejército israelí reocupó Ramallah situando
tanques de combate alrededor de las oficinas de la AP- Arafat
permanece bloqueado y su libertad de movimiento suspendida por
orden del gobierno de Israel. El mantenimiento de la presión
por parte de Israel y EEUU sobre la Arafat surte efecto. Arafat
quiere preservar su posición ante las acusaciones israelíes
de fomentar la violencia palestina o no repremirla eficazmente:
lo que está en juego es la supervivencia política
de la AP.
La unidad nacional palestina amenazada
La detención de Ahmed Sa'dat, una figura política
palestina de primer orden, significa la quiebra de la unidad
nacional palestina. Se trata de la primera vez que la AP detiene
por orden de Israel a una personalidad política desde
que se instituyó como autogobierno en Gaza y Cisjordania
en 1996.
El FPLP ya ha declarado que la entrega a Israel de su Secretario
General por parte de la policía palestina significará
el fin del gobierno de la AP y ha amenazado con abandonar la
OLP. Las críticas palestinas contra Arafat se extienden
asimismo a Hamas y Yihad, así como a varios dirigentes
de Fatah y al denominado Frente del Rechazo, que reúne
a ocho grupos palestinos ubicados en Damasco. Tanto el FPLP como
los grupos islamistas y nacionalistas laicos palestinos consideran
esta detención como una medida que quiebra la unidad nacional
y que atenta contra los principios históricos del movimiento
de liberación nacional palestino. Las fuerzas políticas
palestinas asocian la detención y sus repercusiones a
la estrategia de Sharon de fomentar la división interna
palestina y denuncian asimismo la decisión de Arafat
de satisfacer a EEUU y a Israel para garantizar su libertad de
movimiento y recuperar su interlocución frente al gobierno
de Israel.
Sin embargo, la detención ordenada por Arafat no solo
no ha significado el levantamiento de su reclusión en
Ramallah (los tanques israelíes siguen rodeando las instalaciones
de la AP en las que se encuentra recluido), sino que, inmediatamente
después de producirse, el ejército israelí
ha reocupado Áreas Autónomas -Kalkiya y Yenín-
lo que, junto con la reocupación de Ramallh, Tulkarem
y Nablus hace varias semanas, supone la reimplantación
del ejército israelí en todas las ciudades de Cisjordania
bajo jurisdicción de la AP.
La estrategia de Sharon
La actuación del gobierno Sharon se contradice con
las exigencias a la AP. Por un lado, Israel exige de Arafat que
ejerza su autoridad para controlar y detener a los líderes
de la Intifada y la resistencia palestina; por otro, el ejército
israelí sigue bombardeando y destruyendo las instalaciones
de los servicios de seguridad palestinos y manteniendo en arresto
domiciliario de facto al presidente de la AP.
Esta lógica israelí, en apariencia contradictoria,
solo puede explicarse si se evalúa la determinación
de Sharon de forzar la estrategia de la crisis permanente respecto
al conflicto palestino-israelí. Esta estrategia se fundamenta
en mantener la presión de su ejército sobre los
Territorios Ocupados (incluida la reocupación de las Áreas
Autónomas) y en forzar una salida exclusivamente militar
a la Intifada, que retrase cualquier iniciativa diplomática
orientada a un nuevo marco negociador. El referente de Oslo está
excluido para Sharon y, por ello, el gobierno israelí
pretende anular la legitimidad de la AP y de Arafat hasta el
punto de señalarle directamente como "terrorista"
("Arafat es el Bin Laden palestino", ha afirmado).
El desarrollo de la estrategia de Sharon sólo puede pretender
anular a la AP, crear un vacío de poder y fomentar la
crisis política interna y la división del campo
palestino -incluidos posibles enfrentamientos internos - para
forzar, mediante el asedio militar israelí y la presión
internacional un nuevo liderazgo palestino que rinda la resistencia
palestina a la supremacía israelí. La detención
de Ahmad Sa'dat favorece esta estrategia.
El respaldo de EEUU
En el juego diplomático que pretende actualizar su
papel mediador a través de la intervención del
enviado especial norteamericano general Zinni, EEUU impone la
presión unilateral hacia el lado palestino. Es la AP quien
debe imponer -mediante el fin de la resistencia a Israel, el
desmantelamiento de la infraestructura de los grupos palestinos
y la detención de sus líderes- un alto el fuego
unilateral que satisfaga las demandas israelíes y permita
recrear un clima de negociación para aplicar las recomendaciones
del Informe Mitchel y el Plan Tenet.
El 6 de enero el denominado Comité de Seguridad israelo-palestino
(herencia del marco de los Acuerdos de Oslo y subsiguientes)
se reunió con el enviado especial Zinni a petición
de EEUU para exigir a la parte palestina la aplicación
de medidas definidas contra el "terrorismo" y solicitar
a Israel que relaje la política de cierres de fronteras.
La constatación -afirmada incluso en los informes militares
israelíes- de que el pacto entre Arafat y la dirección
de Hamas y de Yihad para paralizar las acciones contra objetivos
israelíes estaba siendo efectivo (las operaciones armadas
palestinas disminuyeron de 18 a 10 por día desde el 16
de diciembre, día en que Arafat declaró el alto
el fuego) contrasta con el recrudecimiento de la represión
militar israelí en los TTOO que ha dado el gobierno de
Sharon como respuesta. Nuevas incursiones de las fuerzas de ocupación
israelíes en la Franja de Gaza y en otras áreas
de Cisjordania, así como la reocupación de parte
de las Áreas Autónomas, se han saldado con asesinatos,
bombardeos y demoliciones de viviendas palestinas impune mente
y sin recibir condena por parte de la Administración Bush.
Ello pone de manifiesto no sólo las verdaderas intenciones
del gobierno de Sharon respecto al alto el fuego que exige a
la AP, sino la fragilidad del compromiso de EEUU por favorecer
una salida política inmediata a la situación creada
tras una año y cuatro meses de Intifada. Por el contrario,
son las previsiones de Sharon las que parecen afianzarse en tanto
Israel siga recibiendo el respaldo directo o indirecto de EEUU.
De igual modo, favorecen al gobierno de Israel las acciones
de la Unión Europea (UE), la cual, desde el comienzo de
este año y bajo mandato de la presidencia española,
ha enviado a la zona a Javier Solana, quien se ha sumado a las
presiones de EEUU reclamando de la AP un papel más eficaz
en la contención de la violencia palestina y de los grupos
activos en la Intifada. Actuando así, Solana -buen ejecutor
del papel subsidiario que EEUU viene otorgando a la UE en el
conflicto palestino-israelí- ha obviado no sólo
la perentoria situación que afronta Arafat y el sufrimiento
del pueblo palestino tras un año de represión militar
y económica palestina, sino, lo que es más significativo,
la incipiente quiebra que se está produciendo en las últimas
semanas en el seno de la UE respecto al conflicto palestino-israelí:
mientras el Reino Unido y Alemania mantienen la línea
más dura de condena a Arafat y a la resistencia palestina,
Francia ha reclamado una condena enérgica de la conducta
de Israel en el seno de la UE.
Madrid, 17 de enero
de 2002

Comité
de Solidaridad con la Causa Árabe
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