"Símbolos y luchadores de la libertad,
los presos palestinos representan lo mejor de nuestra ciudadanía.
Nuestra nación se niega a olvidar a sus héroes o a abandonarlos.
No les dejaremos librar solos la batalla por la libertad y el honor mientras
el Gobierno israelí sigue cometiendo una injusticia contra ellos...
Permaneceremos a su lado y apoyaremos su lucha por la libertad que el proceso
de paz no les reconoce... Llamamos al pueblo palestino y a los que apoyan
la paz y la libertad a que tomen parte"
(Octavilla palestina de apoyo a la huelga
de hambre de los presos palestinos en cárceles de Israel, diciembre
de 1998)

HUELGA DE HAMBRE DE LOS PRESOS PALESTINOS EN
LAS CÁRCELES DE ISRAEL
Comunicado del Comité de Solidaridad
con la Causa Árabe
Madrid, enero de 1999
La firma del Memorándum de Way Plantation, (octubre, 1998)
tuvo un significado especial para los cerca de 3.500 presos políticos
palestinos encarcelados en Israel al retomarse en él la cuestión
de las excarcelaciones y comprometer al Gobierno israelí a la liberación
inmediata de 750 prisioneros palestinos. Después de tres semanas
de dilación, a finales de noviembre las autoridades de Israel pusieron
en libertad a 250 presos de los que sólo 150 eran políticos.
En respuesta al incumplimiento israelí, el Comité Nacional
de Presos en el interior de las cárceles hizo un llamamiento
a una huelga de hambre indefinida para protestar por su mantenimiento en
prisión que se extendió desde el día 5 de diciembre
hasta el 15 del mismo mes, coincidiendo con la visita del Presidente Clinton
a Israel y a la AP. La huelga fue seguida por la totalidad de los presos
pertenecientes a las facciones políticas de la OLP (Al Fatah, FPLP,
FDLP, etc.), facciones que aún siendo críticas con el proceso
de paz, reivindican su liberación dentro del marco de los Acuerdos
de Oslo y conforme a los compromisos adquiridos en ellos por Israel.
Por contra, los presos de Hamas y de Yihad Islámica, opuestos desde
un principio a las negociaciones palestino-israelíes, no participaron
en la huelga manteniendo con su negativa una posición coherente con
su rechazo a los acuerdos de paz.
La decisión de los presos encontró de inmediato el apoyo
popular en todos los estratos de la sociedad palestina de los Territorios
Ocupados (TTOO) y de las áreas de la Autoridad Palestina (AP). Durante
todos los días de la huelga se sucedieron manifestaciones, huelga
de los comercios y concentraciones continuadas en solidaridad con los presos.
El generalizado apoyo popular palestino durante esta huelga (participaron
conjuntamente todos los partidos políticos, desde Al Fath, a Yihad
Islámica o Hamas, y organizaciones palestinas) ilustra la intensidad
del compromiso de toda la sociedad con lo que se sigue considerando a nivel
popular como una causa central irrenunciable. En una población que
sufre desde hace más de treinta años un sistema de ocupación
militar brutal en el que los encarcelamientos de uno o más miembros
de cada familia palestina han sido habituales, la cuestión de los
presos mantiene como pocas la capacidad de reactivar la resistencia y la
lucha frente a Israel y frente al engaño y la frustración
en que el proceso de paz ha sumido a la mayor parte de los palestinos.
Quizá por ello, alerta ante el grado de protesta popular desencadenado,
la respuesta del Ejército israelí a las jornadas de apoyo
a la huelga fue tan violenta y brutal como en los peores días de
la Intifada saldándose con cuatro muertes palestinas y cientos de
heridos. Mientras tanto, la AP, testigo de una nueva fractura entre su liderazgo
y sus militantes de Al Fatah, reaccionó del único modo que
cabría esperar atendiendo a su trayectoria de los últimos
años: mantuvo a sus fuerzas de seguridad al margen de las protestas
para no crear una provocación mayor y se volcó en la preparación
de la visita de Clinton extendiendo los rumores de una promesa de intercesión
por parte del Presidente norteamericano ante Israel para que se produjeran
nuevas excarcelaciones antes del comienzo de Ramadán. La promesa,
finalmente incumplida, paralizó inexplicablemente y sin ninguna garantía
la huelga de hambre arrastrando con ello las revueltas y protestas de los
días pasados. Sólo unas horas después, Netanyahu decidía
paralizar los Acuerdos de Way Plantation y la Administración
norteamericana desplegaba una nueva agresión contra Iraq. La solidaridad
popular palestina requirió entonces otro frente de apoyo: la población
iraquí estaba, nuevamente, siendo bombardeada por las fuerzas angloamericanas.
En las calles de los TTOO volvieron a quemarse banderas de EEUU y de Israel
mientras Arafat cerraba las emisoras de TV y sellaba las redacciones de
los periódicos.
Abandonado el compromiso de su liberación inmediata e incondicional
por el liderazgo palestino desde las primeras negociaciones con Israel (Oslo
I, 1993), los presos palestinos vivieron su primera huelga de hambre
dentro del proceso de paz en Junio de 1995; huelga que sólo concluiría
tras recibir garantías del propio Arafat acerca de la negociación
de su excarcelación en las futuras negociaciones que condujeron al
Acuerdo de Oslo II (septiembre, 1995). Excluida de antemano la posibilidad
de una amnistía general e incondicional incluso por los negociadores
palestinos, el exiguo compromiso de liberación firmado por Israel
fue sólo parcialmente cumplido: la excarcelación parcial y
condicionada afectó a menos de la mitad de los 11.500 presos que
había en 1991 en cárceles de Israel. Utilizados como moneda
de cambio en las diferentes fases negociadoras, los presos palestinos han
visto en estos últimos años cómo su causa se perdía
en el entramado de un proceso de paz viciado de raíz cuyos frutos
no sólo no garantizaban su libertad sino que anulaban el objetivo
central de su lucha: la liberación de Palestina y el fin de la ocupación
militar israelí.
Los prometidos beneficios de la paz han sometido a la población
palestina desde 1993 a una situación de impasse, espera y confusión;
Si la instauración de la Autoridad Nacional Palestina (AP), el despliegue
de sus fuerzas, las elecciones al Consejo Legislativo Palestino (CLP) de
1996 y el avance breve que supuso recuperar un 3% de territorio ocupado
por Israel han sido vistos por los palestinos con satisfacción, ello
se ha conjugado en estos años con la amargura de ver permanentemente
retrasados los compromisos israelíes, mantenida la presión
del Ejército de ocupación, aumentado el ritmo de creación
de nuevos asentamientos, de expropiaciones y demoliciones de viviendas.
Todo ello es causa de una profunda frustración para una población
que, sin embrago, resiste al abandono de sus propios representantes sólo
hasta que su colectivo de presos políticos carga simbólica
es equiparable en la conciencia colectiva de todos los palestinos a la recuperación
de Jerusalén Oriental Es el colectivo de presos el único que
tiene capacidad de movilizar de nuevo la resistencia palestina en el interior.
La causa de los presos y sobre todo, su empuje es lo que dará a los
palestinos su medida de resistencia.
Comité de Solidaridad con la Causa
Árabe
Madrid, enero de 1999 |