Las elecciones asediadas
Amira Hass*
Ha´aretz, 19 de junio de 2002
Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
'Al igual que sus votantes,
los políticos palestinos están convencidos de que
los bloqueos tienen el propósito de proteger la ocupación
israelí de los Territorios y de conducir al pueblo palestino
a tales niveles de pobreza y de ruptura interna que su liderazgo
se vea obligado a rendirse y aceptar cualquier solución
que se les ofrezca: un Estado temporal y de transición,
establecido sobre un cantonalizado 42% de los Territorios Ocupados'
Al presidente George Bush le complacerá saber que la
opinión pública palestina apoya totalmente la exigencia
de que se produzcan reformas genuinas en la Autoridad Palestina
(AP). Al primer ministro Ariel Sharon le sorprendería
enormemente oír que muchos palestinos comparten su idea
de que el juego de sillas musicales orquestado por Yaser Arafat
con la reordenación de su gobierno no es el cambio que
ellos querían.
Sin duda alguna, Bush no se opondría al supuesto político
básico por el que se rigen muchos palestinos, a saber:
que solamente una elecciones generales al Consejo Legislativo
Palestino (CLP) y a la presidencia de la AP podrán insuflar
vida al debate sobre la necesidad de iniciar las reformas, aún
cuando no sea posible ponerlas en práctica inmediatamente.
Bush estaría de acuerdo con ellos en que el mandato de
Arafat y el CLP no debería durar demasiado tiempo. La
campaña electoral contribuiría sin duda a aguzar
los análisis que consideran no sólo que tal o cual
persona no es la adecuada, sino que ven mal que una sola persona
(Arafat) sea quien decida sobre todo y quien de todas las órdenes
o nombre para ocupar cargos de cierta responsabilidad a personas
fieles a él, no fieles a los votantes o a una ideología
concreta.
Sin embargo, los consultores europeos y norteamericanos tendrán
que aconsejar a los palestinos sobre cómo celebrar una
campaña electoral bajo las condiciones que rigen en Gaza
y Cisjordania, divididas en enclaves asediados y cercados. Está
claro que el asedio no es temporal. La televisión israelí
no nos muestra cómo el ejército aplica los bloqueos,
ni la exigencia de tener un pase para poder moverse con libertad
dentro de los Territorios Ocupados. Esta es, sin embargo, la
experiencia diaria de miles de personas que esperan durante horas
en todos los controles de carreteras establecidos en los territorios
y que, cuando comienzan a parecer demasiado amenazadores en opinión
de los soldados, reciben los disparos de las tropas israelíes:
primero, gas lacrimógeno; después, granadas de
gas paralizante que no tardan en ser seguidas por munición
real.
Asedios y bloqueos
Pero no sólo es el movimiento de los palestinos de
un enclave a otro lo que se ve paralizado por los dictados del
bloqueo. Trasladarse de una ciudad a un pueblo cercano se ha
convertido en misión imposible, una tarea que se acomete
con un enorme riesgo y con gran ansiedad. Supongamos que a los
palestinos no les queda más remedio que obedecer las órdenes
israelíes y acuden a la sede de la Administración
Civil -que, desde comienzos de la década de los ochenta,
es el principal brazo burocrático del régimen de
ocupación que Israel mantiene sobre los palestinos- para
conseguir sus pases de viaje.
¿Qué ocurriría si, por ejemplo, en el
transcurso de una campaña electoral, la concesión
del pase de este o de aquel candidato se retrasa, y el candidato
en cuestión no puede llegar al mitin al que iba a acudir,
mientras su rival directo en la carrera electoral consigue su
pase de manera inmediata? Largos años de experiencia nos
han demostrado que los retrasos recibirían la habitual
explicación de que lo ocurrido ha pasado por razones de
seguridad: hay una máquina de fax estropeada, las líneas
estaban sobrecargadas, o algún administrativo encargado
del pase estaba de baja por maternidad. ¿No dañaría
una situación como la arriba descrita las posibilidades
del oponente en cuestión, que inmediatamente se convertiría
en sospechoso de tener algún tipo de vínculo con
las autoridades israelíes?
Aún cuando los candidatos consiguieran acudir a sus
mítines electorales, ¿cómo van a discutir
cuestiones de política interna palestina, que son las
que interesan a sus electores, sin referirse a los bloqueos?
Por ejemplo: ¿cómo puede prometer un candidato
que los hijos de sus electores podrán cruzar los controles
para llegar a tiempo a la escuela en Hebrón y presentarse
a un examen, sin que los ojos se les queden enrojecidos por efecto
del gas lacrimógeno o sin que les tiemblen las rodillas
después de tener que huir de las balas? ¿Cómo
hablarán los candidatos de mejorar el sistema educativo,
de elevar los niveles de enseñanza, o de aumentar el número
de aulas en las escuelas? ¿Qué le van a decir los
candidatos a esa anciana de 70 años de la aldea aislada
de Dir Abzia, a siete kilómetros de Ramala, que sólo
tiene una pierna y cuyo hijo ha tenido que llevarla echada sobre
su espalda, subiendo por las montañas y evitando los vehículos
militares parapetados en las colinas, para llevarla al hospital?
¿Qué le van a decir los candidatos a un conductor
de taxi que se queja de que tiene que pagar impuestos si sigue
haciendo la ruta Yenín-Ramala cuando, de hecho, ya ni
siquiera puede salir de Yenín y el sueldo apenas le alcanza
para pagar las tasas? ¿Cómo van a responder esos
candidatos a la gente que ha perdido su puesto de trabajo una
y otra vez porque el asedio, que cada vez se hace más
agobiante, ha terminado con sus puestos de trabajo? ¿Cómo
van a convencer a una juventud desesperada de que no deberían
unirse a ese ejército de suicidas?
Quienquiera que exija reformas en el gobierno palestino, no
debería minimizar la importancia del proceso electoral.
Pero ese proceso se verá obstruido desde el comienzo,
y será prácticamente imposible controlarlo debido
a la política de asedios y bloqueos. Aparte de eso, no
será la Administración Bush quien imponga la agenda
a seguir en las elecciones, sino la política israelí.
Los activistas políticos palestinos no pueden, ni tienen
la intención de ofrecer a sus electores lo que se ha convertido
en la respuesta típica israelí: que los bloqueos
y la cantonización son el resultado de los atentados suicidas
palestinos. Al igual que sus votantes, los políticos palestinos
están convencidos de que los bloqueos tienen el propósito
de proteger la ocupación israelí de los Territorios
y de conducir al pueblo palestino a tales niveles de pobreza
y de ruptura interna que su liderazgo se vea obligado a rendirse
y aceptar cualquier solución que se les ofrezca: un Estado
temporal y de transición, establecido sobre un cantonizado
42% de los Territorios Ocupados .
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