Palestina


*Roni Ben Efrat es activista israelí y editora de la revista Challenge.
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Palestina


Los atentados suicidas, a debate

Roni Ben Efrat*

Challenge, julio-agosto de 2002, núm. 75
Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca)

'Rechazar los dictados de Occidente no tiene por qué equivaler a asumir una ideología oscurantista en la que el éxito se mida por el número de cadáveres acumulados. Entre la corrupción y la rendición por un lado, y la locura fundamentalista por otro, puede haber una tercera vía que tenga como objetivo principal servir los intereses del individuo de la calle, del trabajador. Hasta que esta discusión sobre la tercer vía no se convierta en el centro de atención de todos, el pueblo palestino seguirá indeciso entre los dictados extranjeros y las irrealizables promesas de los islamistas'.

Por primera vez, un grupo de palestinos se ha pronunciado públicamente en contra de los atentados suicidas cuyo objetivo son los civiles israelíes. En un anuncio publicado a página completa en el diario Al-Quds el pasado 19 de junio, 55 intelectuales y personalidades públicas manifestaron su oposición a los mismos. El anuncio se publicó durante cuatro días seguidos, cada vez con más firmas añadidas, hasta que el número de firmantes llegó a los 500.

La iniciativa del manifiesto partió de la oficina de Sari Nusseibeh, sucesor del fallecido Faisal Husseini al frente de la oficina de la AP en Jerusalén. Entre los firmantes iniciales se encontraban figuras conocidas, como Hanan Ashrawi y Hanna Seniora, académicos como Salah Abed al-Jawad y Rima Hammami, y directores de organizaciones no gubernamentales como Iyyad al-Saraj (director del Gaza Mental Health Project) y Khader Shkirat (director de LAW). La página llevaba por título "Llamamiento urgente para detener los atentados suicidas", y terminaba con estas palabras: "Es necesario volver a evaluar estas acciones, porque empujar en la dirección de una guerra por la propia existencia de los dos pueblos que habitan Tierra Santa llevará a la completa destrucción de la región. No encontramos ninguna justificación lógica, humana ni política para que se dé este resultado".

Lo que no está claro es si la discusión se ha producido más allá del círculo de signatarios del manifiesto y ha pasado a formar parte del discurso de la opinión pública. Aún así, el manifiesto ha originado un debate entre las organizaciones políticas palestinas. Después de todo, la segunda Intifada llevó en su punto culminante a Fatah a realizar acciones suicidas contra civiles israelíes. Incluso Arafat, encerrado en la Muqataa [sede de la Autoridad Palestina (AP) en Ramallah], proclamó su deseo de caer como "¡mártir, mártir, mártir!" No será fácil bajarse de las nubes.

El manifiesto ha sido controvertido. Quizás la respuesta más extrema ha sido la de la rama militar del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), conocida como las Brigadas del Mártir Abu Ali Mustafa [1]. Su contramanifiesto, publicado el 23 de junio, esta lleno de expresiones desdeñosas dirigidas hacia los firmantes del manifiesto inicial. El FPLP pregunta qué derecho tienen esos intelectuales palestinos a criticar los métodos de oposición empleados contra la ocupación. "Durante meses, la actividad de la resistencia palestina ha sido víctima de los feroces ataques en la prensa y en la calle, ataques que sólo tenían como propósito detener las acciones de la resistencia palestina en general y las operaciones de martirio en particular. Nuevos elementos se han unido a esta campaña, entre ellos un cóctel de "intelectuales civilizados" que no tienen nada en común entre sí salvo el hacer llegar los fondos de los donantes internacionales a sus ya colmados bolsillos." Los firmantes del contramanifiesto se mantienen firmes en su alianza (o "unidad nacional") con los grupos islamistas: "Afirmamos que delimitar las formas de la resistencia y el momento en que se producen los ataques es prerrogativa de las fuerzas de resistencia patrióticas e islámica, de acuerdo con los intereses de la inmensa mayoría de nuestro pueblo palestino".

El manifiesto antisuicida original fue también criticado porque la Unión Europea había financiado su publicación. La financiación extranjera de parte de los europeos que apoyan el llamamiento de Bush para reformar la AP podría dar la impresión de que los firmantes no actuaron sobre las bases de una discusión verdaderamente independiente e incisiva, sino que se vieron sujetos a presiones procedentes de organizaciones no gubernamentales y donantes extranjeros. Según Hani Issawi, del Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP) "muchos de los signatarios son gente que tiene intereses, bien sea en la AP o entre los europeos que han pagado por la publicación". Issawi me aseguró que el FDLP se opone por principio al asesinato de civiles israelíes en el interior de Israel, pero que el manifiesto antisuicida es un error. "El sentimiento generalizado es que, en la situación actual, publicar ese manifiesto equivale a ayudar a Israel todavía más y servir a la ocupación. Refuerza la noción de que Israel es la víctima, que debe defenderse. En este sentido, el manifiesto crea bastante antagonismo, y no expresa lo que la gente siente".

Uno de los firmantes, Jamil Hilal, declaró a Challenge que "muchos de los firmantes, yo mismo incluido, nos enteramos con posterioridad que el manifiesto había sido financiado por la Unión Europea. Creo que esto hizo que su eficacia disminuyera. No me ha gustado nada". Por esta razón, Hilal añadió su nombre a un segundo manifiesto que se publicó en el diario árabe Al-Ayyam y que aparentemente fue pagado por los propios signatarios. Este segundo manifiesto, lanzado al parecer por el Partido del Pueblo (antiguo Partido Comunista) no se limitaba a condenar los atentados suicidas contra ciudadanos israelíes, sino que también mencionaba la ocupación como principal factor causante del fenómeno. "En mi opinión", afirmó Hilal, "el segundo manifiesto era más equilibrado. Tomó en cuenta el contexto en el que ha crecido el fenómeno. Después de todo, los jóvenes no nacen para suicidarse. Se vuelven así dentro de una realidad concreta."

Mudar Kassis, director del Departamento de Filosofía y Cultura de la Universidad de Bir Zeit, se encontraba bajo toque de queda cuando lo entrevisté. Kassis remarcó las diferencias entre las dos presentaciones: "La postura de Sari Nusseibeh lleva implícita la noción de que los palestinos deben adoptar una postura estratégica de condena de los atentados, sin importar lo que haga Israel. Según esta forma de ver las cosas, la forma que adopte nuestra lucha en el presente determinará el tipo de libertad del que disfrutaremos en el futuro. Frente a esto, el segundo manifiesto conlleva la idea de que uno no puede hacer frente a esta cuestión a menos que tengamos en cuenta el contexto en el que se producen los atentados suicidas. No tiene sentido, argumentan quienes defienden esta postura, ignorar las razones por las que los atentados han ido en aumento del modo en que lo han hecho." Le pregunté a Kassis si había firmado el manifiesto. "No", respondió. "La verdad es que no me lo pidieron, y me alegro de que no lo hicieran. No había necesidad, pensé, de que yo proclamara en voz alta algo que he venido repitiendo durante años. Hace ya tiempo que debería haberse producido una manifestación pública sin ningún tipo de ambigüedad contra las acciones suicidas".

Musa Budeiri, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Al-Quds, firmó el manifiesto original a pesar de que no le gustaban los términos en que se había redactado. Ya en diciembre de 2001, Budeiri había publicado un artículo con Rima Hammami en el que condenaban los atentados suicidas. Pese a las reservas que tenía, Budeiri sostiene que el manifiesto es importante: "Un posicionamiento así no traerá los frutos deseados de manera inmediata, pero ayuda a que quienes se oponen a tales acciones expresen su opinión públicamente."

¿Hasta qué punto se extiende el debate sobre los atentados suicidas entre la gente? Mis cuatro interlocutores me confirmaron que el debate existe, pero que apenas ha hecho sino comenzar. Los atentados suicidas reciben un mayor nivel de apoyo cuando Israel ataca a la población. Kassis dice: "Si le preguntas a una persona de la calle, la discusión se ramifica en dos. Por un lado, la gente se pregunta si los atentados son buenos, legítimos, o aceptables según los principios de la legislación islámica. El hecho de que tres muftíes hayan tenido que emitir opiniones legales sancionando esas acciones demuestra que la cuestión tiene su importancia. En otro nivel más general, la gente se pregunta qué es lo que esto nos va a traer. ¿Nos ayuda en algo? Creo que discusiones así también se producen en las calles entre judíos con respecto a las acciones israelíes. Es algo natural. Pero hay mucha confusión. Por ejemplo, en las encuestas, el 60% de los palestinos dicen que están a favor de los ataques, pero el 70% afirma querer vivir en paz con Israel dentro de las fronteras de 1967. En un plano ya más popular, muy pocos aceptan la ideología de Hamas, que habla de instaurar un Estado islámico desde Jordania hasta el Mediterráneo. Pero al mismo tiempo dicen, "si tuviéramos helicópteros Apache, no necesitaríamos suicidas."

Jamil Hilal está de acuerdo en que la gente no deja de discutir sobre las acciones suicidas en el interior de Israel. "Cuando se trata de acciones en los Territorios contra el Ejército o los colonos, yo diría que existe un consenso generalizado. Por otro lado, la gente está dividida en la cuestión de las acciones en el interior de Israel. Las encuestan nos dan una división del 50%. Sin embargo, estoy convencido que entre la mayor parte de la gente, el apoyo que muestran hacia estas acciones es más emotivo que otra cosa, no es político. Es algo así como si dijeran "¡Que sientan lo que nosotros sentimos!" Podríamos hablar de un cierto sentido de una falsa sensación de poder."

Musa Budeiri también cree que la discusión en la calle fluctúa al ritmo que lo hacen los acontecimientos. "Las posturas cambian dependiendo de lo que la gente escucha en las noticias, o en función de los problemas que tengan bajo la Ocupación. No piensan en el efecto que esas acciones tendrán en nuestra sociedad de aquí a veinte años."

El dilema palestino

La segunda Intifada y las recientes respuestas israelíes (las operaciones "Muro de Defensa" y "Camino Seguro") han colocado a los palestinos ante un dilema. Existe la impresión de que no hay una mano firme que les esté guiando hacia un futuro viable. El único éxito de la Intifada ha sido la capacidad de vengarse del enemigo. Sin embargo, se trata de una venganza que atrae la destrucción sobre el propio vengador, al tiempo que le desacredita. Es un círculo vicioso y sangriento.

Los palestinos que critican públicamente a los suicidas encuentran oposición. ¿Acaso no ha llegado el momento, les pregunté, de iniciar un debate en la calle, no para satisfacer las exigencias del extranjero, sino para comprender cómo ha llegado el pueblo palestino a la situación en la que se encuentra?

"En principio, sí -respondió el activista de izquierdas Hani Issawi-. Pero la cuestión es demasiado compleja. Organizaciones como Hamas y Yihad tienen miedo de perder la 'gallina de los huevos de oro'. Sin ella, piensan que perderán su atractivo popular. Por otro lado, los firmantes del manifiesto carecen de influencia o prestigio en la calle. La gente piensa que se mueven motivados por intereses personales."

Mudar Kassis cree que se está dejando escapar una oportunidad. Las discusiones sobre las reformas, dice, son superficiales: "No se examinan a fondo las preguntas que deberíamos formularnos: ¿qué relación tenemos con la violencia, con ese culto a la muerte que sigue alimentándose aquí? Ha llegado el momento de que dejemos de evitar estas preguntas simplemente porque deba mantenerse la unidad entre la izquierda y Hamas."

La "Operación Muro de Defensa" ha destruido a la AP por completo, salvo en el nombre. Israel, Europa y EEUU intentan mejorar el aspecto exterior de los líderes de Oslo para reimponerlo una vez más sobre el pueblo palestino. Sin embargo, esto no quiere decir que el pueblo deba aceptar al grupo de Oslo. Con o sin Arafat, su fracaso es tan absoluto que tendrán que irse. No obstante, rechazar los dictados de Occidente no tiene por qué equivaler a asumir una ideología oscurantista en la que el éxito se mida por el número de cadáveres acumulados. Entre la corrupción y la rendición por un lado, y la locura fundamentalista por otro, puede haber una tercera vía que tenga como objetivo principal servir los intereses del individuo de la calle, del trabajador. Hasta que esta discusión sobre la tercer vía no se convierta en el centro de atención de todos, el pueblo palestino seguirá indeciso entre los dictados extranjeros y las irrealizables promesas de los islamistas.

Para que manifiestos como el ya mencionado contra los atentados suicidas tengan el impacto oportuno y no se limiten a circular entre las elites palestinas, deberán ser parte integrante de una transformación profunda y de base popular que se aleje del régimen de Oslo y no forme parte del proceso de reformas. Después de todo, ¿quién es el responsable del vacío político que hace que los jóvenes palestinos se lancen en brazos de los extremistas religiosos? No fue Hamas quien creó este vacío. Más bien fueron los socios de Oslo. Hamas simplemente ha interpretado la desesperación que vino después.

En otro nivel, la AP es tan responsable como el régimen de ocupación israelí de que su pueblo haya perdido la dirección y la esperanza. Así pues, es un error posponer las críticas a la AP "hasta que la ocupación termine." La AP es consustancial con la ocupación, y las dos deben desaparecer al mismo tiempo. Así, podríamos formular la siguiente postura: las críticas no deben limitarse a Hamas y los atentados suicidas; también deben incluir a la AP. Solamente entonces la lucha contra la ocupación israelí será efectiva.


Nota:

1. Abu Ali Mustafa dirigió al FPLP en los TTOO hasta que Israel lo asesinó el 27 de agosto de 2001. Bajo la dirección de su sucesor, Ahmed Saadat, el FPLP se vengó asesinando al Ministro de Turismo israelí, Rechavam Ze´evi. Saadat se encuentra actualmente encarcelado en Jericó como resultado del acuerdo firmado entre Arafat y la dirección de los servicios de inteligencia israelíes (Shin Bet) para asegurarse su salida del cerco de la Muqataa.



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