Palestina


*BADIL es un centro de investigación palestino dedicado a promover recursos para una información alternativa, crítica y progresista así como de análisis sobre la cuestión de los refugiados palestinos en la búsqueda de alcanzar una solución justa y duradera para los exiliados palestinos basada en el Derecho al Retorno.

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Informe del centro de información palestino BADIL

Los situación de los refugiados palestinos al cumplirse un año de la segunda Intifada

Centro de información palestino BADIL, boletín número 8
(Traducción: CSCAweb, 8 de octubre de 2001)

Si bien todas las investigaciones realizadas hasta el momento ponen de manifiesto que los refugiados palestinos constituyen un sector especialmente vulnerable de la sociedad palestina dentro de los Territorios Ocupados, los informes elaborados durante los primeros meses de la Intifada de Al Aqsa ofrecen pocos indicios sobre la singular naturaleza de la situación de vulnerabilidad de los refugiados. Durante los últimos doce meses, sin embargo, nuevas encuestas e informes elaborados por la Oficina Central Palestina de Estadísticas (PCBS), el Graduate Institute of Development Studies en la Universidad de Ginebra, en colaboración con el Jerusalem Media and Communication Center (JMCC), así como por trabajos de investigación realizados sobre el terreno por activistas refugiados, e informes regulares elaborados por la UNRWA ofrecen una visión completa acerca del impacto que la falta de protección internacional ha tenido sobre los refugiados palestinos durante el primer año de la Intifada de Al Aqsa.
Este boletín ofrece información básica, así como algunos datos rigurosamente seleccionados, que ilustran el impacto que ha tenido esta falta de protección internacional sobre los refugiados, y sugerencias sobre lo que se debe hacer en el futuro.

Contexto

Hace exactamente un año, los refugiados palestinos de Cisjordania y Gaza, así como los refugiados residentes en Jordania, Líbano y Siria, se reunieron con miembros de una Comisión conjunta de Investigación procedente del Reino Unido. El objetivo principal de la Comisión era el de ofrecer un vehículo adecuado para poder comunicar de un modo directo y auténtico las opiniones y preocupaciones de los refugiados en lo relativo a una solución duradera [del conflicto], incluyendo el derecho de los refugiados al retorno a sus lugares de origen, hoy dentro del Estado de Israel.

La visión que del derecho al retorno ofrecieron los refugiados a los miembros de la Comisión en las numerosas reuniones mantenidas fueron positivas y llenas de esperanza. "En una de las entrevistas se nos preguntó: si existiera un asentamiento construido sobre las ruinas de un pueblo palestino, ¿qué harían ustedes? La respuesta es muy sencilla: viviremos junto a los israelíes. No nos importa vivir con nuestros vecinos judíos." Este punto de vista contrasta notablemente con algunos puntos de vista expresados con frecuencia en los medios de comunicación israelíes por oficiales del gobierno israelí y comentaristas políticos, que han llegado a afirmar que "si Israel debe elegir entre hacer concesiones [sobre el derecho al retorno] o ir hacia una guerra, sería preferible arriesgarse a emprender una confrontación".

Dos semanas después de que la Comisión diera por terminados sus encuentros con refugiados en la región, la Intifada de Al Aqsa estalló dentro de los TTOO palestinos. El levantamiento era el resultado inevitable de un proceso político agotado, acompañado por la erosión política de los derecho palestinos, incluyendo la construcción continuada de asentamientos, la confiscación de tierra, la demolición de hogares, la detención de prisioneros políticos, el cierre militar [impuesto sobre los territorios], y el declive económico. Tal y como un comentarista escribió durante los primeros días de la primera Intifada en octubre de 1987, "Lo que pedían era muy simple: ¡Basta ya! [...] Estamos hartos de la ocupación ­ marchaos de aquí. Basta ya de hablar y de diplomacia. Queremos nuestros derechos ahora".

Para los refugiados palestinos, la Intifada de Al Aqsa no fue simplemente una respuesta de rechazo al derecho al retorno por parte de Israel y los Estados Unidos en Camp David en julio del 2000. Como ocurre con todos los demás palestinos, la frustración acumulada que ha dado lugar a dos Intifadas nace tanto de la ausencia histórica de una intervención efectiva por parte de la comunidad internacional (ausencia exacerbada en parte por el proceso Oslo/Madrid de los últimos diez años), como por la continua violación de los derechos humanos y las provocaciones repetidas a diario, como por ejemplo la visita de Ariel Sharon al Haram al-Sharif hace ya un año.

Un año después del inicio de la Intifada de Al Aqsa, más de 700 palestinos (según el PCBS) han sido asesinados por fuerzas israelíes, casi doblando el número de palestinos asesinados durante la primera Intifada. Más de 16.000 palestinos han resultado heridos (también según PCBS), mayoritariamente por heridas de bala, así como por gas lacrimógeno, y otros medios. Según Btselem, ciento diecisiete civiles israelíes han sido asesinados. Las pérdidas de la comunidad palestina en los Territorios Ocupados, estimadas en casi 3.5 billones de dólares, son asombrosas. No se incluyen en esta cifra los daños a las personas, a la propiedad, y pérdidas económicas previstas a largo plazo. Por lo que respecta a los refugiados palestinos, las estadísticas ponen al descubierto la situación de una comunidad que es especialmente vulnerable a la brutal represión por parte israelí del levantamiento popular, especialmente teniendo en cuenta la ausencia de cualquier tipo de protección internacional que se presta a otros refugiados en otras partes del mundo.

Durante los últimos doce meses, los refugiados palestinos, organizaciones comunitarias y ONGs han emitido continuadas llamadas a la comunidad internacional relativas a la urgente necesidad de establecer medidas de protección internacional para la población palestina de los Territorios Ocupados en general y de los refugiados palestinos en particular. Si bien el Alto Comisionado de derechos Humanos de NNUU y la Comisión de investigación especial de NNUU han manifestado la urgente necesidad de ofrecer protección internacional [a los palestinos], los esfuerzos para desplegar sobre el terreno a observadores internacionales bajo los auspicios de NNUU han contado repetidamente con la oposición de EEUU e Israel.

Para los refugiados, el tema de la protección internacional es un problema que dura ya más de cinco décadas. A pesar de la creación de un régimen especial en 1948/49 por NNUU para proveer un considerable grado de protección para los refugiados palestinos así como para facilitar la puesta en práctica del derecho al retorno, la restitución y compensación basados en la elección de los propios refugiados según queda contemplado en la Resolución 194 de la AG de NNUU), la protección internacional es prácticamente inexistente. Desde comienzos de la década de los cincuenta, la Comisión de Conciliación para Palestina de NN no ha proporcionado ningún tipo de protección a los refugiados palestinos tal y como había sido ordenado por la Asamblea General; pese a lo cual, la comisión no deja de elaborar informes anuales en los que afirma que no tiene nada nuevo sobre lo que informar. Esta grave falta de protección no ha sido tampoco cubierta por el Alto Comisionado tal y como se recoge en el artículo 1D de la Convención sobre Refugiados de 1951, dejando a los refugiados palestinos sin la protección de un cuerpo internacional que actúe en nombre de los refugiados en ausencia de protección nacional.

Impacto de la falta de protección y vulnerabilidad

La especial vulnerabilidad de los refugiados palestinos durante el primer año e Intifada es evidente si se presta atención a varios indicadores, como por ejemplo el número de muertos y heridos, el daño sobre las propiedades, los niveles de pobreza, y el desempleo.

A mediados de junio de 2001, las investigaciones de BADIL indicaban que el 60% de todos los palestinos asesinados desde septiembre del 2000 eran refugiados, pese a que los refugiados constituyen poco más del 50% de la población de los TTOO. La elevada proporción de refugiados entre los asesinados se ve corroborada por los datos de una encuesta elaborada el pasado mes de junio por el Graduate Institute of Development Studies en la Universidad de Ginebra y el Jerusalem Media and Communication Center en la que se estimaba que el 49% de los palestinos asesinados residían en los campos de refugiados de Gaza y Cisjordania. El impacto sobre los campos de refugiados es aún más significativo si se compara la población total residente en los campos (623.170) con la población estimada fuera de los mismos (2.4 millones), dentro de los TTOO. Si a eso se le añade el porcentaje de muertes habidas en Gaza fuera de los campos en sí (un 18%, casi todos ellos refugiados dado que casi el 80% de los residentes de Gaza son refugiados) y se cuenta también el número de refugiados que vivían fuera de los campamentos en Cisjordania, es evidente que cerca de dos tercios de los palestinos asesinados durante el primer año de Intifada con refugiados, en una relación proporcionalmente más elevada que la relación entre residentes refugiados y no refugiados dentro de los TTOO. Es igualmente significativo el hecho de que, si bien el número de muertes había descendido ligeramente (el 3% menos en Cisjordania y el 9% menos en Gaza) entre enero del 2001 (momento en el que se llevó a cabo la primera encuesta) y junio del mismo año (segunda encuesta), el descenso en lo relativo a os refugiados residentes en los campamentos es mínimo (del 1%). En lo referido al número de palestinos heridos, la tendencia es similar.

Durante los últimos doce meses, los campamentos de refugiados palestinos, que son espacios legalmente protegidos bajo la legalidad internacional, se han convertido con mayor frecuencia en objetivo de los ataques militares israelíes. Los campamentos de refugiados en los Territorios ocupados son especialmente vulnerables debido a la estructura misma de los campamentos, que son menos resistentes a los ataques [que otras zonas], así como debido al emplazamiento de las instalaciones militares israelíes, los asentamientos, y las carreteras de circunvalación próximas a los campamentos de refugiados, que a menudo convierte a estos últimos, como hemos visto en los últimos doce meses, en zonas de conflicto. Los datos disponibles hasta el momento no permiten ofrecen un recuento exhaustivo de los hogares de refugiados destruidos durante el primer año de Intifada, comparado con el número de hogares destruidos fuera de los campamentos. Hasta agosto del 2001, sin embargo, la UNRWA había señalado la necesidad de reparar o reconstruir 401 hogares de refugiados dentro de la Franja de Gaza. Hasta el momento, 192 familias refugiadas que habían perdido sus hogares en Gaza no han podido encontrar otros lugares en los que vivir. En Cisjordania, la agencia de NNUU ha asistido a más de 1.500 familias cuyos hogares fueron dañados tras los ataques israelíes. La creciente intensidad de los ataques sobre los campamentos de refugiados palestinos queda reflejada en los resultados de una encuesta del IUED/JMCC de junio del 2001. Entre enero y junio del 2001, las denuncias por daños a la propiedad en los campamentos de Cisjordania pasaron del 15% al 27%. Este es el porcentaje más elevado de incidentes denunciados dentro de los TTOO. Durante el mismo periodo, las denuncias por daños causados a pequeños establecimientos familiares sufrieron un aumento más significativo dentro que fuera de los campamentos. En junio del 2001, los campamentos de refugiados habían registrado el mayor número de denuncias por daños contra negocios familiares en todos los TTOO.

Debido al porcentaje relativamente elevado de trabajadores no cualificados con "disponibilidad" para trabajar dentro del conjunto de la población refugiada, las prolongadas restricciones que impiden su acceso al mercado de trabajo han tenido un impacto notablemente negativo sobre los refugiados palestinos. De acuerdo con el informe de junio de 2001 de la UNSCO, el acceso al mercado israelí de trabajo ha permanecido cerrado el 61% del total de días laborables. La posibilidad de que los palestinos encuentren trabajo dentro de los TTOO no se ve únicamente afectada por el rápido declive de la economía local, donde el desempleo alcanza ya cotas del 78% desde el inicio de la Intifada de Al Aqsa. Las durísimas restricciones impuestas por Israel sobre los desplazamientos en el interior [de los TTOO] hacen aún más difícil si cabe trabajar. Esta situación parece estar afectando con especial dureza a los refugiados residentes en los campamentos. Según la encuesta del IUED/JMCC, un 84% de los palestinos entrevistados manifestó haber encontrado dificultades en sus desplazamientos. Sin embargo, dentro de los campamentos de refugiados de Cisjordania, el número de palestinos que se manifestaron en el mismo sentido era del 95%. Según la UNRWA, los refugiados no pueden confiar en las actividades económicas informales de las ciudades debido a la situación de confinamiento bajo la que se ven obligados a vivir en los campamentos. La encuesta también indica que el impacto de la Intifada de Al Aqsa sobre el mercado de trabajo se ha dejado sentir de un modo más evidente por los residentes de Gaza y por los habitantes de los campamentos. Aproximadamente un tercio de los habitantes de los campamentos de Gaza y Cisjordania han perdido sus puestos de trabajo desde el inicio de la Intifada. Su situación contrasta con la de la población no residente en los campamentos de Cisjordania: una cuarta parte de la población de Cisjordania y una sexta parte de la población [palestina] de Jerusalén ha perdido sus puestos de trabajo. Los refugiados residentes en los campamentos, junto con el conjunto de la población de Gaza, parecen encontrar igualmente mayores dificultades a la hora de cambiar de puesto de trabajo.

Los hogares de refugiados han visto incrementados durante los últimos doce meses los niveles de pobreza. Además de haber pasado por la experiencia de la expulsión y desposesión de sus hogares, situaciones que aún hoy tienen un impacto sobre las condiciones de vida de los refugiados palestinos, así como el rápido declive de la economía local (que según la UNSCO ha retrocedido hasta los niveles anteriores a 1996), los refugiados palestinos son especialmente vulnerables a sufrir mayores niveles de pobreza debido a los cambios negativos registrados en la economía. Según la UNRWA, esto es debido a la relativa escasez de ahorros acumulados y en consecuencia la inexistencia de una red que proteja a los refugiados de una mayor dependencia en el trabajo remunerado, de la imposibilidad de tener acceso a formas de subsistencia como el recurso a la agricultura y el cultivo de propiedades (únicamente el 1% de la población residente en los campamentos declaró depender del cultivo de la tierra, comparado con un 15% de la población residente en pueblos y un 8% de los residentes en ciudades palestinas, según la mencionada encuesta), y por último el elevado número de personas que componen la unidad familiar y dependen de la misma dentro de los campamentos (un 6,2 en los campamentos de Gaza, por ejemplo, comparado con el 5,4% de media en los TTOO), hecho que limita la capacidad de las familias de refugiados para absorber descensos drásticos en los ingresos familiares. Es también notorio el hecho de que cada vez son más las familias dentro de los campamentos de Gaza y Cisjordania en las que falta el sustentador principal de la familia. En los TTOO, el número de familias en esta situación se dobló durante los seis primeros meses del 2001. Los refugiados dependen por tanto de su capacidad para reducir gastos, del apoyo de familiares y amigos, y de la ayuda internacional que pueda llegar en tiempos de crisis. Según la misma encuesta, el 68% de los refugiados aseguraron haber visto cómo sus ingresos descendían, en comparación con el 59% de la población no refugiada. Dentro de los campamentos, los niveles eran aún más elevados: un 82% en Gaza y un 71% en Cisjordania. Además, los refugiados se han visto obligados a reducir sus gastos en una proporción mayor a la de los no refugiados (un descenso del 43% frente al 34%). La Oficina Central Palestina de Estadística informó en junio que el 76,2% de los hogares de refugiados palestinos (unos $382 por hogar y mes, en una familia con dos adultos y cuatro niños de media). El porcentaje medio de familias palestinas que vive por debajo de los umbrales de pobreza es del 64,9%. En Gaza, la cifra es algo más elevada, ya que allí el 79,9% de las familias viven por debajo de los umbrales de pobreza. Antes de la Intifada, menos de una cuarta parte de los hogares palestinos (el 21%) vivían en estas condiciones según la UNSCO.

Todos los factores arriba mencionados han aumentado la necesidad que tienen los refugiados de contar con ayudas para disponer de alimentos, dinero y empleo. A fecha de junio del 2001, una mayoría de hogares de Gaza (el 84%) y Cisjordania (el 44%) dentro de los campamentos de refugiados afirmaron necesitar ayudas alimenticias. Únicamente el 29% de los hogares fuera de los campamentos de Cisjordania, por ejemplo, se vieron en la misma situación. En cuanto a la asistencia monetaria, los campamentos de refugiados de Gaza representan el sector más vulnerable ya que el 39% de sus habitantes recibían este tipo de ayudas en junio del 2001, frente a una sexta parte de la población que reside fuera de los campamentos en Gaza y en los campamentos de Cisjordania o el 10% de los residentes fuera de los campamentos en Cisjordania. En total, únicamente el 11% de los refugiados se han beneficiado de los programas de creación de empleo (incluyendo programas fuera del ámbito de la UNRWA), frente a un 5% de población no refugiada. Sin embargo, dado el dramático aumento del desempleo, estos programas no pueden de ningún modo llenar el hueco dejado por el cerco económico y militar al que Israel somete a los TTOO. De todos aquellos que se han beneficiado con estos programas, solamente un 1% ha recibido un puesto de trabajo estable (según la IUED/JMCC). Los refugiados han tenido que enfrentarse igualmente a grandes dificultades en el área de la salud y la educación. Sin embargo, no existen estadísticas disponibles que permitan realizar una comparación entre la población refugiada y la no refugiada.

Conclusión

El balance final del impacto que han tenido las violaciones de los derechos humanos desde el principio de la Intifada de Al Aqsa demuestra claramente la urgente necesidad que todos los palestinos sean protegidos, y más aún los refugiados. Dado su estatuto como población desplazada, los refugiados palestinos han experimentado un elevado número de víctima entre personas asesinadas y heridas, debido a los numerosos incidentes que han tenido especial relevancia dentro de los campamentos de refugiados, al desempleo, y a la pobreza sobre todo si se compara con la población [no refugiada] de los TTOO. Este ha creado un clima singular de vulnerabilidad entre una población que es ya de por sí vulnerable ante las políticas represivas económicas y militares de Israel.

Mientras la UNRWA ha ofrecido [a los refugiados] una dosis considerable de apoyo mediante sus programas de ayuda (así como protección en cuanto a los derechos económicos y sociales más básicos), todo ello a pesar de la reducción de las ayudas internacionales que ha venido ocurriendo desde el verano del 2001 y que han obligado a un recorte de los servicios de emergencia, la Agencia para los refugiados no tiene ni la capacidad ni los recursos necesarios para proteger a los refugiados palestinos. La ayuda humanitaria, importante como es, no puede por sí misma ofrecer una solución duradera para el problema de los refugiados palestinos basado en la legalidad internacional tal y como está reflejada en la Resolución 194 de la Asamblea General de NNUU.

BADIL hacer hincapié en las siguientes recomendaciones básicas:

Soluciones para una protección duradera: es necesario establecer y coordinar acciones para poner remedio a la tremenda falta de protección bajo la cual viven los refugiados palestinos, todo ello en base a soluciones duraderas (retorno voluntario, restitución de propiedades y compensación), mediante el establecimiento de una fuerza de NNUU.
Protección a corto plazo: es necesario estimular y coordinar acciones que permitan la identificación de soluciones destinadas a cubrir la falta de protección de los refugiados palestinos en cuanto a derechos económicos, sociales, políticos, civiles y culturales.
Protección física: es necesario desplegar sobre el terreno una fuerza multinacional en los TTOO bajo la recomendación del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de NNUU y la Comisión de Investigación de NNUU.
Otras formas de protección: es necesario reactivar la elaboración de informes periódicos (cada cuatro meses) por parte de NNUU según se recoge en la resolución 681 (1990) del Consejo de Seguridad, así como obligar a Israel a cumplir con la Cuarta Convención de Ginebra mediante la convocatoria de todas las partes firmantes de dicha convención.
UNRWA: es necesario dotar al presupuesto anual de la UNRWA de mayor fondos de acuerdo con el crecimiento de la población refugiada hasta que la situación se resuelva según los principios de la legalidad internacional y la resolución 194 de la AG de NNUU.