Guerra y sanciones a Iraq


Notas:

1. La Federación General de Mujeres Iraquíes (FGMI) fue creada en 1969 con el objetivo de promover los derechos individuales, sociales, económicos y políticos de la mujer iraquí, al tiempo que ofrece un servicio de voluntariado femenino en diversas actividades relacionadas con tal objetivo. La FGMI ha colaborado estrechamente con la UNICEF en la mejora de la salud materno-infantil, y con la UNESCO en la erradicación del analfabetismo femenino, actividades por las que ha recibido varios premios internacionales. Se estructura en diversas Secretarias, y consta de 21 ramas provinciales (tres en Bagdad), 188 locales y 1.136 subsecciones. (N. de los E.)

2. En relación al impacto de las sanciones sobre la situación de la mujer iraquí y el papel desarrollado por ésta durante la crisis, puede leerse el magnífico informe incluido en Health and Welfare in Iraq after the Gulf Crisis, International Study Team, Londres, 1991 (traducción en castellano en Nación Arabe, vol. 8, núm. 18-19, diciembre de 1992). (N. de los E.)

3. Del 450% en 1996: The Middle East in 1997. Analysis and Forecasts for the Year Ahead, MEED, Londres, 1997. (N. de los E.)

4. En 1981 la FGMI recibió el galardón internacional de la UNESCO por su tarea de alfabetización femenina, iniciada en 1978, cuando en Iraq más de dos millones de mujeres eran analfabetas (en 1968, el 80% de las mujeres iraquíes eran analfabetas). El gobierno iraquí decretó en 1978 la llamada Ley de Alfabetización, que determinó una campaña de alfabetización de adultos (formación en dos etapas completada con aritmética y educación general, y correspondiente a cuatros años de educación elemental), durante tres años, entre 1978 y 1981, en la que participaron 77.444 profesores de educación primaria y secundaria, profesores universitarios jubilados y estudiantes de universidad, tras recibir un cursillo en educación de adultos; 993 inspectores supervisaron la campaña. Además de los cursos en las aldeas y ciudades, el gobierno puso en marcha un sistema móvil de alfabetización de los grupos nómadas beduinos. Al término de la campaña, el 85% de la población entre 15 y 45 años a la que iba destinada el proyeto había aprendido a leer y escribir, incluidas 1.284.477 mujeres. En 1986 la tasa de analfabetismo adulto en ambos sexos era del 6%. (N. de los E.)

5. Antes de la guerra el 27% de la fuerza laboral del país era femenina. (N. de los E.)

Iraq

Guerra y sanciones a Iraq
Naciones Unidas y el 'nuevo orden mundial'

Los efectos del embargo sobre la situación de la mujer iraquí

Thaera Abdul Wahid Mohammad
Médica, Vicepresidenta de la Federación General de Mujeres Iraquíes [1]

Como cualquier otro ciudadano de Iraq, la mujer iraquí ha sufrido enormemente a causa de los nefastos efectos de un embargo que ha provocado la caída de los ingresos, una astronómica subida de los precios y el declive del nivel alimenticio y sanitario de la población. El espíritu de ciudadanía de la mujer le ha impuesto la añadida responsabilidad, frente a la comunidad a la que pertenece, de eliminar la discriminación hacia las mujeres y promover su contribución en los asuntos públicos, tanto políticos como económicos, sociales y culturales. No obstante, el embargo continuado ha obligado al conjunto del sistema gubernamental iraquí a enfrentarse, en primer lugar, a las prioridades que aseguren las vidas de los ciudadanos, a la garantía del mínimo nivel de nutrición que impida las muertes por inanición. La actual situación ha determinado la paralización de la ejecución de programas establecidos originalmente para mejorar la situación de la mujer y eliminar los obstáculos que pudieran estorbar su progreso. Por supuesto, en las circunstancias actuales, bajo la prolongación del embargo, la mujer iraquí no puede exigir la ejecución de los programas estratégicos orientados al progreso femenino aprobados por las conferencias internacionales, dado que no hay fondos para financiarlos. Además, el hecho de encontrarse tan absorbidas por las tareas domésticas a causa del embargo ha impuesto a las mujeres iraquíes una obligada indiferencia, en cuanto que ciudadanas, por los asuntos públicos y políticos. En este sentido, son previsibles efectos graves sobre la contribución de la mujer a la vida pública. Si recordamos que las mujeres constituyen el 48,7% de la población total iraquí podemos apreciar la gran importancia de este aspecto [2].

Desde la aprobación de la resolución 661 del Consejo de Seguridad (CS) de Naciones Unidas (NNUU), que impuso el embargo a Iraq, y a lo largo de las sucesivas medidas que afectan a los derechos fundamentales del pueblo iraquí -especialmente, el derecho a obtener alimentos y medicamentos- Iraq ha indicado claramente a la comunidad internacional que la decisión de imponer el embargo e insistir en su continuidad, a pesar de la ausencia de razones para ello, supone una guerra económica, la utilización de un arma económica para conseguir objetivos políticos, proceder inaceptable en las relaciones internacionales y violación de los derechos humanos legalizada bajo el disfraz de una decisión internacional.

El [primer] informe publicado por la FAO el 14 de julio de 1993 ya señalaba el deterioro, en proporciones alarmantes, de la situación nutricional de la población. Actualmente, un gran número de iraquíes obtiene cantidades de comida muy inferiores a las que obtienen las poblaciones de países africanos que se encuentran bajo el umbral de la pobreza. Desde entonces, un sinnúmero de factores han aumentado la gravedad de la situación. He aquí algunos de ellos:

1. La caída de la producción local a causa de la carencia de instrumentos para la producción alimenticia tales como maquinaria, vehículos, fertilizantes químicos, pesticidas y piezas de repuesto.

2. Una aguda reducción de las importaciones de comida debida a la prohibición de exportar petróleo iraquí, a la congelación de los fondos iraquíes y a la interrupción de los créditos y facilidades sobre los depósitos financieros iraquíes en bancos extranjeros.

3. Un desorbitado incremento de los precios y una inflación difícil de creer [3]. Como luego recordaré, el coste de una caloría alimenticia se ha multiplicado por 516 desde el inicio del embargo, lo cual significa que los ingresos medios por individuo deberían haberse multiplicado al menos 500 veces a fin de preservar el nivel alimenticio del que disfrutaba la población antes de la aplicación de las sanciones por el CS. Si tenemos en cuenta que las personas de ingresos estables y limitados, es decir, los funcionarios, los trabajadores y los jubilados, que constituyen un alto porcentaje del total de la población iraquí, han visto incrementados sus ingresos en no más del 32,6%, apreciaremos el sufrimiento de un amplio sector social. Si el gobierno no se hubiera esforzado en idear el sistema de racionamiento por cartilla, satisfaciendo gracias a él las necesidades de una serie de productos alimenticios básicos, con toda seguridad se habría producido una auténtica y amplia hambruna en Iraq.

El embargo ha afectado a todos los sectores en Iraq, y especialmente a la mujer. La contribución de la mujer al aspecto político de la vida pública se ha reducido, su actividad política ha disminuido, y no ha ejercido sus derechos políticos con el mismo entusiasmo, ya que el embargo ha dañado uno de los elementos esenciales para alcanzar las condiciones objetivas que permitan a la mujer proseguir su lucha. Las consecuencias más importantes de este hecho son:

1. La profundización en la aplicación de la democracia va en interés de la mujer y de sus reivindicaciones. Iraq ha dado importantes pasos para reforzar la democracia mediante la elaboración de un proyecto de Constitución y una Ley para el establecimiento de partidos políticos, todo ello unido al derecho a publicar periódicos y revistas. Tales medidas ampliarán la contribución de la mujer, como ciudadano, a la vida política, y le permitirá participar, de mejor manera, en la toma de las decisiones políticas y en la gestión de la vida pública. No obstante, la guerra y el embargo no han contribuido a crear las condiciones objetivas necesarias para dar hacer de estos importantes pasos democráticos un éxito.

2. No es posible hablar de los derechos políticos de la mujer cuando no se atiende a la situación global del país y los proyectos exteriores destinados a su fragmentación. La resolución 688, del 5 de mayo de 1991, y la injerencia de los países aliados agresores en el norte de Iraq han transformado la zona de autonomía [kurda] en una zona de ocupación, y han cortado sus lazos con el resto del país. En consecuencia, esto ha negado a la mujer de esta zona la posibilidad de continuar utilizando la cobertura y los servicios públicos estatales.

3. La presión psicológica del embargo sobre las mujeres ha dejado sus huellas en la actividad política de éstas.

4. Es la mujer la que soporta la mayor parte de la presión económica ejercida por el embargo sobre la familia iraquí. Además, se ha visto tan envuelta en el mantenimiento del hogar familiar que éste ha absorbido el tiempo antes dedicado a la actividad política.

5. Debido a las agresivas circunstancias y al embargo, el mayor y creciente desafío es abastecer de alimentos a los ciudadanos. Por otro lado, el gobierno no puede proveer gran parte de los utensilios y el menaje doméstico que le ahorrarían a las mujeres tiempo y esfuerzos en la realización de las tareas del hogar, tiempo que podrían dedicar a participar en la vida pública, incluida la actividad política.

6. Debido al descomunal aumento del coste de la vida y al desajuste de los salarios respecto a aquél, un gran número de mujeres se ha visto obligado a dejar sus trabajos o a jubilarse anticipadamente, lo cual ha llevado a muchas mujeres a eludir ejercer sus derechos civiles.

7. Debido a las circunstancias creadas por el embargo, las prioridades gubernamentales han sido dirigidas a poner al alcance de los ciudadanos los alimentos y las medicinas, hasta el punto de que las medidas tomadas para reforzar los derechos de las mujeres han devenido secundarios en comparación con las medidas emergentes necesarias para asegurar estos productos básicos.

8. Un conciso repaso al papel y las actividades de la Federación General de Mujeres Iraquíes (FGMI) como organización de masas que representa a las mujeres iraquíes puede arrojar luz sobre el alcance del daño infligido por el embargo a las actividades de la organización en relación a la promoción económica, social y cultural de las mujeres. Una de las principales actividades de la organización ha sido la educación sanitaria y la alfabetización femenina [4] que, obviamente, requieren recursos financieros. Finalmente, el embargo ha llevado a la restricción de la participación de la FGMI en las conferencias internacionales, bien a fin de reducir sus gastos, bien por denegación de los visados de entrada en los países en los que se han celebrado.

9. Como consecuencia del embargo, la FGMI ha centrado sus actividades en el fortalecimiento de la resistencia de la mujer iraquí, y en aligerar la pesada carga que ha caído sobre ella por medio de la adopción de programas económicos y productivos destinados a desarrollar la contribución de la mujer a la vida pública y política y a aumentar su conciencia de sus derechos políticos.

La ley 55/1980 de la Asamblea Nacional garantiza el principio de igualdad en cuanto a candidaturas y elecciones. No obstante, en la última configuración de la Asamblea Nacional se observa que, debido al embargo, la representación de las mujeres ha disminuido: sobre un mismo total de 250 miembros, en 1980 las mujeres electas eran 16 (el 6% de la cámara); en 1985, 33 (13,2%); en 1990, 27 (10,8%); y en 1996, 17 (6,8%). Las mujeres también participaban en la Asamblea Legislativa de la autonomía del Kurdistán: en 1988, dos mujeres fueron miembros de ella, entre un total de 50, lo que representa un porcentaje del 4%.

La participación de las mujeres iraquíes, como trabajadoras y funcionarias, en las actividades económicas, sociales y culturales, se expandió durante los años 70 y 80, dando pie a que gran número de ellas combinaran las labores de la casa y el cuidado de los niños con el empleo asalariado [5]. Tras más de cinco años de embargo, las mujeres trabajadoras arrostran dificultades financieras, puesto que los salarios que reciben son insuficientes para cubrir el coste del transporte hasta el lugar de trabajo, ahora que los servicios ofrecidos por el Estado se han visto reducidos. Incluso las mujeres con títulos universitarios rechazan ahora aceptar trabajos porque los salarios son bajos. Un creciente número de mujeres están dejando sus empleos por la misma razón. Las consecuencias de este abandono del trabajo sobre el estatuto de la mujer en la sociedad se extienden desde el presente hacia el futuro: las ideas de quienes claman por la permanencia de la mujer en el hogar y su no participación en el trabajo están ganando adeptos en nuestra sociedad, con las graves implicaciones que esto tendría para el futuro de la mujer.

La situación nutricional de la familia iraquí se ha deteriorado, como demuestra el denominado Indice de Poder Adquisitivo Alimenticio (establecido por la FAO), que recoge la relación entre el salario mínimo y el coste global de los alimentos necesarios para una familia de 6 miembros, incluido un bebé. El coste de la cesta nutricional era en 1993 de 3.259 dinares iraquíes (DI), es decir, cuatro veces el salario medio mensual; en 1995, dicho coste había aumentado hasta llegar a ser de 99.373 DI, es decir, más de 16 veces el salario medio mensual. Como indicador del empobrecimiento paulatino de la población como consecuencia de la inflación, señalaremos que el umbral de la pobreza se situaba antes del embargo en un ingreso mensual por persona de 18,63 DI, un valor que había aumentado a 369,05 DI en 1993 y a 11.266,60 DI en 1995. Como consecuencia de ello, el coste de una caloría se ha incrementado 516 veces, como antes he indicado. Estos indicadores económicos explican el deterioro de la situación sanitaria.

Este sumario repaso de los efectos del embargo permite advertir que las consecuencias de la actual coyuntura internacional, claramente desequilibrada, llevarán inevitablemente a una obligada demora de la ejecución de los programas encaminados al progreso de las mujeres iraquíes. La igualdad, el desarrollo y la paz son objetivos que no pueden ser alcanzados en un estado de desigualdad entre los países, de postergación del crecimiento, y de sustitución de la paz por los conflictos y la agresión. Iraq se encuentra ahora en unas circunstancias inusuales como consecuencia de los cambios internacionales producidos a lo largo de las décadas de los años 80 y 90. Esas circunstancias han situado a Iraq ante duras elecciones y prioridades, de extrema importancia, puesto que afectan a la existencia del país y al derecho de sus ciudadanos a la vida.

El CS de NNUU, a despecho de todas las recomendaciones hechas por las organizaciones internacionales, no ha mostrado voluntad de aplicar el principio de proporcionalidad entre, por un lado, el grado de cumplimiento por parte de Iraq de las resoluciones del CS y, por otro, el grado de atenuación, cuando menos parcial, del embargo por parte de dicho Consejo. Esto evidencia que el CS se encuentra dominado por una voluntad política, fundamentalmente norteamericana, que busca alcanzar determinados objetivos políticos en Iraq y Oriente Medio.

Finalmente, hay que poner énfasis en reclamar la aplicación de lo establecido en las resoluciones de la Cuarta Conferencia Internacional celebrada en Beijing (China) en 1995. En el artículo 145 de su declaración final, la Conferencia instó a la adopción de medidas en concordancia con el Derecho Internacional a fin de que los graves efectos negativos sobre las mujeres y los niños de las sanciones económicas sean aliviados.


Guerra y sanciones a Iraq