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* Adel Samara es economista palestino residente en Ramala y editor de Ka'ana Bulletin en cuyo núm. 236, vol. III, de 27 de abril de 2003 se ha publicado este artículo. Ka'anan Bulletin es una publicación dependiente del Centro para el Estudio Cultural y del Desarrollo Al Mashriq al A'mil (Ramala, Palestina Ocupada) y de 'Palestine Research and Publishing Foundation' (EEUU). Samara ha participado en diversas iniciativas organizadas en Madrid por el CSCA y ha publicado en Nación Árabe, núm. 46 (otoño de 2000): "Paz y globalización: un modelo liberal para Palestina".

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¿Fue Arafat víctima de su aventura en los acuerdos de Oslo?

¿Que seguirá ahora: Una OLP moderada o un gobierno clientelar?

Adel Samara*

Kanaanonline.org / CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 1 de diciembre de 2004
Traducido para CSCAweb por Natalia Lutvina

"La designación de Abbas indica a los enemigos que el nuevo liderazgo está dispuesto a comprometerse. Abbas fue considerado durante largo tiempo cercano a la línea pro-EEUU/ES, y es bien acogido entre los gobiernos árabes dependientes. Es aceptado porque se espera que anule el derecho al retorno. Apoyando a Abbas, y así apoyando a los enemigos de la nación, el príncipe jordano Hassan proclamaba, pocas horas después de la muerte de Arafat, de que era tiempo de crear una federación entre Israel, Jordania y "los palestinos". El príncipe olvidó considerar que los sionistas nunca han querido un Estado palestino, ni siquiera clientelar; ni siquiera en el complejo de la Muqata de Arafat. Sin embargo debemos recordar que este príncipe también apoyó a quienes preparaban la ocupación de Iraq"...

Creamos o no la teoría conspirativa acerca del envenenamiento de Arafat, dando así credibilidad a orientalistas reaccionarios y agentes sionistas y de CIA (como Bernard Lewis), lo cierto es que algo grave ha tenido lugar. Con frecuencia he escrito en este boletín, que lo que realmente pretendían los Estados Unidos y el Estado Sionista Askenazí (EEUU/ES) -enemigos de la nación árabe, incluyendo el pueblo palestino- era que Arafat "firmara y desapareciera". Que firmara, renunciando al derecho al retorno (DR) de los refugiados palestinos y que saliera de escena, dejando espacio para sectores palestinos pro-EEUU/ES que se mostraron dispuestos a aceptar los enemigos de la nación. Yo los llamo "palestinos sionistas americanos". Arafat no entraba en esta categoría.

Arafat era un líder individualista que heredó el "legado" de la resistencia y que últimamente creó un monopolio de poder y autoridad. Fracasó como líder democrático, pero a fin de cuentas nunca aspiró a serlo. Las "claves de poder" que controlaba le capacitaron para aventurarse en la firma de los acuerdos de Oslo que de una forma u otra incluían la renuncia al DR.

Mi análisis se basa en dos posibilidades.

- La primera: cuando Arafat aceptó la conferencia de Madrid en 1991 y más tarde firmó los acuerdos de Oslo en 1993, pensaba que sería capaz de levantar un Estado palestino y quizás mucho más tarde lograr el DR.

- La segunda: que pensara que si el pueblo palestino obtuviera su Estado, ignoraría el DR y con el tiempo éste se debilitaría y olvidaría.

Si nos basamos en la segunda opción, Arafat esperaría que sus copartícipes en el llamado proceso de paz "le" donaran un Estado por una parte, dándole por otra "tiempo" para acabar con el DR. En realidad no se "dio" nada. Más aún, la paz ofrecida era "paz al servicio del capital y no de la gente".

En el verano del 2000 (Camp David II) el presidente Clinton y el primer ministro israelí Barak le pidieron a Arafat que anunciara el abandono del DR. Esta petición fue apoyada por la mayoría de los gobiernos árabes capitalistas y clientelares. Parece que en esta reunión concreta, Arafat se dio cuenta de que sus interlocutores y sus "hermanos" árabes querían que "firmara y desapareciera".
Fue lo suficientemente listo para comprender que el pueblo palestino jamás le perdonaría la renuncia al DR, y que esta opción resultaría suicida política e incluso físicamente. Por ello, decidió no firmar, y por ello sus interlocutores, los enemigos de la nación, decidieron encerrarle en su complejo de Ramalah, como preludio de su muerte. Como el confinamiento de Afarat duraba tres años ya, y los enemigos de la nación deseaban acabar con el DR cuanto antes, particularmente ahora que conseguían más poder con la ocupación de Iraq, parece que decidieron envenenarlo. De todas formas dejaremos al futuro que descubra el misterio de su muerte y la incógnita sobre si ésta fue ejecutada o no por los gobernantes de las sociedades civiles "blancas" (Francia, EEUU y el régimen sionista ashkenazí).

Sin embargo tenemos la certeza sobre dos puntos: 1) que Arafat impulsó la "paz para el Capital" como un dictador sin el apoyo de su pueblo ni de la nación árabe; 2) que existe un serio intento de asesinar el DR, lo que supondría un mayor impacto y consecuencias que intentar asesinar a Arafat, el individuo.

Tras esta introducción entraré a discutir la cuestión principal del artículo: los sucesos venideros.

Debo enfatizar que, a pesar del hecho de que Arafat fue elegido presidente de la Autoridad Palestina (AP), y a pesar de que esas elecciones fueron muy limitadas y preparadas para servir a la "paz para el Capital" y no a la democracia, Arafat nunca fue elegido presidente de la OLP o "gestor del presupuesto". Esto estaba claro para los diseñadores del proceso de "paz para el Capital" porque con toda su verborrea sobre democracia sólo ofrecieron buenas palabras, ya que Arafat era "el hombre adecuado" para sus políticas del momento. Tengamos muy en cuenta que era el pueblo quien sufría la corrupción y sus efectos en todos los aspectos de la vida y que los seguirá sufriendo mucho tiempo más. En Cisjordania y en la Franja de Gaza Arafat creó una formación social basada en la "economía política de la corrupción". Cuando diversos políticos e intelectuales, incluido yo, firmaron el "Manifiesto de los Veinte" (noviembre 1999), declarando que Arafat era el padrino de la corrupción, éste nos mandó arrestar. En aquél momento ninguno de los regímenes occidentales, esos de las sociedades civiles y ONGs, protestaron pidieron reformas o criticaron las políticas de Arafat, porque entonces el régimen de Arafat servía a las suyas.

¿Qué viene ahora?

Tras la muerte de Arafat sus poderes se dividen entre cuatro personas. Mahmud Abbas pasa a ser el presidente de la OLP; Qureya (Abu Ala) finalmente se convierte en primer ministro; Qaddumi es designado como presidente de Fatah, y Futouh queda situado como presidente interino de la AP. ¡Nadie sabe quién controla el presupuesto "secreto", el dinero que pertenece a la gente!

La designación de Abbas indica a los enemigos que el nuevo liderazgo está dispuesto a comprometerse. Abbas fue considerado durante largo tiempo cercano a la línea pro-EEUU/ES, y es bien acogido entre los gobiernos árabes dependientes. Es aceptado porque se espera que anule el derecho al retorno. Apoyando a Abbas, y así apoyando a los enemigos de la nación, el príncipe jordano Hassan proclamaba, pocas horas después de la muerte de Arafat, de que era tiempo de crear una federación entre Israel, Jordania y "los palestinos". El príncipe olvidó considerar que los sionistas nunca han querido un Estado palestino, ni siquiera clientelar; ni siquiera en el complejo de la Muqata de Arafat. Sin embargo debemos recordar que este príncipe también apoyó a quienes preparaban la ocupación de Iraq.

Tras la muerte de Arafat, algunos comenzaron a hablar acerca de soluciones de compromiso. El primer ministro italiano, un agente de EEUU, conocido por su racismo, era uno de ellos. En realidad esto tiene mucho que ver con la próxima cita programada para finales de noviembre en Sharm al-Sheij (Egipto) para discutir la situación en Iraq. Palestina también estará en la agenda, pero seguro que no en buenas manos.

La siguiente cuestión es crítica: ¿apoyarán a Abbas las organizaciones políticas palestinas dentro y fuera de la OLP, como Hamas o la Yihad Islámica?

La tarea de Abbas no va a ser fácil. Los radicales islamistas de Hamas y Yihad disponen de pocas oportunidades para maniobrar. Si aceptan el llamado "liderazgo unificado" que está siendo propuesto y que incluirá a todas las organizaciones palestinas, dejarán de recibir el apoyo popular. La meta de Hamas y Yihad Islámica es la liberación de Palestina y el establecimiento de un Estado islámico, mientras que la meta de la AP se circunscribe a los acuerdos de Oslo. Por tanto ¿cómo podrían Hamas y Yihad Islámica integrarse en un gobierno que niega los objetivos de ambas organizaciones? Incluso el brazo armado dentro de Fatah, las brigadas de al-Aqsa, no puede apoyar a Abbas; de otra manera perdería su credibilidad y se arriesgaría a ser liquidado por los sionistas. Sin embargo, podría sentirse inclinado a apoyar a Qaddumi quien siempre se ha opuesto a los acuerdos de Oslo.

Probablemente ahora es un buen momento para examinar las intenciones reales de todas las partes implicadas.

Si Qaddumi está realmente contra Oslo, ésta es su oportunidad para tender un puente entre las Brigadas de al-Aqsa, los islamistas radicales y algunas organizaciones izquierdistas como el FPLP. También podría fortalecer sus lazos con Siria, quien a su vez podría aprovechar la oportunidad para reforzar su posición frente a la exigencia de EEUU de que retire sus activos militares en el Líbano. Si a esto sumamos la relación de Siria con Irán, y el papel de ciertos sectores de la resistencia iraquí, Siria podría construir un nuevo frente radical que, siendo realistas, no podrá derrotar al enemigo, pero si resistir sus políticas.

Los palestinos pro-EEUU

Abbas sin embargo no está solo. Él también tiene sus aliados. Además de los enemigos de la nación y las clases dirigentes árabes clientelares, a su lado se sitúan los líderes de las ONGs locales y la élite occidentalizada de políticos, académicos e intelectuales que llevan tiempo esperando reemplazar al gobierno de la OLP. Estos aliados locales conforman el gobierno potencial pro-EEUU/ES para Cisjordania y la Franja de Gaza. Como hemos argumentado en varias ocasiones, esta corriente pro-EEUU/ES podría consolidarse en la creación de un aparato fascista que suprima las tendencias nacionalistas en Fatah y los sectores islamistas e izquierdistas. A propósito, todavía no está claro si hubo o no un intento real de asesinar a Abbas hace unos días en Gaza. Pero este hecho demuestra por sí que su tarea no va a ser fácil.

Recientemente Munib al-Masri - el millonario palestino que monopoliza los grandes negocios en Palestina, y que es muy cercano al régimen saudí (como el primer ministro de Líbano al-Hariri) ­ declaraba que podría presentarse él mismo a la presidencia de la AP. Esto nos recuerda las declaraciones de su hermano Hikmat al-Masri en 1978: "si la OLP llega a Palestina a través de la liberación será bienvenida. Pero si la OLP llega a través de concesiones, nosotros tendremos la prioridad". Por "nosotros" se refería a los capitalistas clientelares de Palestina.

La candidatura de al-Masri reforzará la iniciativa de EEUU/ES, que apoyan por igual a Abbas, candidato de la OLP. No resulta fácil para los EEUU/ES persuadir a Abbas de que retire su candidatura a favor de la de al-Masri. Sin embargo, si cualquiera de los dos gana las elecciones, los EEUU/ES ganarán también. Deberíamos añadir además que la victoria de al-Masri confirmaría por completo el argumento de que la paz propuesta es la "paz para el Capital".

El futuro cercano nos dirá si Abbas se arriesga y entra en la misma aventura que Arafat (por ejemplo la ilusión de que Bush crearía un estado para los palestinos); una posibilidad que ni siquiera está en la agenda de los líderes sionistas y sus votantes, incluso si Abbas se atreviera a olvidarse del DR. Sin embargo, exista o no un Estado Palestino en Gaza y Cisjordania, el pueblo y la nación nunca abandonarán el derecho a volver. Esto nos devuelve a la única solución: un Estado socialista en Palestina que sea parte de un Estado árabe unido o federado.