La deuda externa
iraquí asciende a 125.000 millones de dólares
El gobierno colaboracionista
de Iraq quiere cobrar lo que le prometieron
CSCAweb
(www.nodo50.org/csca), 20 de octubre de 2004
El gobierno
colaboracionista iraquí ha utilizado la conferencia de
donantes de Tokio realizada la semana pasada, la cuarta desde
que se inició la guerra y la primera después de
la denominada "transferencia de soberanía" para
reclamar a los países donantes no sólo que no le
abandonen, sino para recordarles que las cantidades acordadas
en las conferencias anteriores no han llegado y la anulación
de la deuda externa iraquí, que suma unos 125.000 millones
de dólares.
El gobierno colaboracionista
iraquí ha utilizado la conferencia de donantes de Tokio
realizada la semana pasada, la cuarta desde que se inició
la guerra y la primera después de la denominada "transferencia
de soberanía" para reclamar a los países donantes
no sólo que no le abandonen, sino para recordarles que
las cantidades acordadas en las conferencias anteriores no han
llegado y la anulación de la deuda externa iraquí,
que suma unos 125.000 millones de dólares. Sobre la condonación
de la deuda de Iraq, ya el Club de Deudores de París se
reunió el pasado verano (ver información anexa).
Se trata de un ruego desesperado,
puesto que la situación bélica en el país
no hace posible la materialización de tales pretensiones,
que no consisten en la pretensión de nuevos compromisos
financieros, sino en que los gobiernos y las organizaciones multilaterales
desembolsen la asistencia prometida en las conferencias anteriores.
El "ministro" de
Planificación y Cooperación para el Desarrollo,
Medi Hafedh, y el "viceprimer ministro", Abraham Saleh,
mantuvieron en la reunión que el cumplimiento de las promesas
es fundamental para las tareas de reconstrucción y dar
una pátina de legitimidad al "gobierno interino"
y al que pueda salir de las elecciones de enero de 2005, si finalmente
se celebran.
Sin embargo, los países
participantes 53 en total, entre ellos altos representantes
de los gobiernos de Alemania, Francia y Rusia- se limitaron a
discutir y revisar el destino de los 1.000 millones de dólares
que el Banco Mundial y el Grupo de Desarrollo de las Naciones
Unidas destinaron al Fondo Fideicomisario Iraquí, administrado
por ellos mismos. Esa cantidad tenía que haber sido empleada
en la financiación de obras como la construcción
de carreteras, escuelas y hospitales, pero apenas se ha desarrollado
el plan. Para impulsar su realización, el gobierno japonés
prometió aportar una cantidad de 490 millones de dólares,
la Unión Europea decidió ofrecer 10 millones de
dólares e Irán, sorprendentemente, se convirtió
en el miembro número 15 de dicho fondo con una aportación
de otros 10 millones de dólares [1].
El coordinador ejecutivo del
Fondo, el representante de la ONU Bisrat Akilu, consideró
que el sólo hecho de que 53 países se hubiesen
podido reunir para discutir sobre el Fondo implica un compromiso
de la comunidad internacional de continuar mejorando la situación
del pueblo iraquí. No obstante, todos los participantes
coincidieron en afirmar que el proceso de reconstrucción
sólo podrá avanzar si el gobierno colaboracionista
lograba controlar definitivamente el país y reducir el
nivel de violencia. Y para ello sólo caben dos opciones:
la celebración de las elecciones y la toma de las ciudades
controladas por la insurgencia.
Sobre el primer caso, los nubarrones
cada vez adquieren un color más gris. A la situación
de guerra hay que añadir que dos de los principales sindicatos
de empleados de la ONU exigen la retirada del personal en Iraq.
En una carta dirigida al secretario general, Kofi Annan, la Federación
de Asociaciones de Servidores Civiles Internacionales y el Comité
Coordinador de Sindicatos y Asociaciones Independientes del Personal
del Sistema de la ONU han dicho que no sólo no debe enviarse
ningún funcionario más a Iraq, sino que debe instruirse
a aquellos que están allí para que abandonen el
país en el plazo más breve posible. El comunicado
dice que "si los militares mejor armados y equipados del
mundo no pueden garantizar su propia seguridad en ese ambiente
[de violencia] cómo podría garantizarse, aun remotamente
la seguridad del personal de la ONU?" [2]. Hoy quedan
unos 35 trabajadores extranjeros de la ONU en Bagdad, la mayoría
residiendo en la "zona verde" y con la finalidad de
brindar apoyo logístico a los preparativos de las elecciones.
Sobre el segundo caso, a medida
que los ocupantes estadounidenses y los colaboracionistas estrechan
el cerco sobre Faluya, los combatientes de la resistencia se
están moviendo a otras aldeas iraquíes de la provincia
de Anbar para abrir nuevos frentes [3] con los que dificultar
el asedio a Faluya e impedir la toma de la ciudad.
Otros 1.000
millones de dólares desaparecidos
Cerca de la mitad de los 5.000
millones de dólares que ha desembolsado el gobierno de
EEUU para la reconstrucción de Iraq no aparecen por ningún
lado, según la propia ONU, que no es capaz de encontrar
los expedientes correspondientes. Una parte considerable de este
dinero, 1.400 millones de dólares, fue depositado en un
banco del Kurdistán iraquí pero los interventores
de la ONU no pueden encontrar ningún expediente que explique
si el dinero fue utilizado o permanece en el banco, algo que
tampoco pueden probar. Estos interventores también han
dicho que no pueden seguir la pista de otros 1.000 millones de
dólares de los que fueron repartidos por los EEUU en centenares
de proyectos, grandes y pequeños, para la reconstrucción
del país. Todos estos fondos se han perdido entre el 1
de enero y el 28 de junio de 2004, período en el que el
procónsul estadounidense Paul Bremer estuvo al frente
de Iraq[4]. No es la primera vez que se informa de la
desaparición del dinero que, supuestamente, ha ido destinado
a proyectos de reconstrucción. Ya en el año 2003
se informó de la pérdida de cuatro mil millones
de dólares de beneficios del petróleo y otros fondos
iraquíes destinados a la reconstrucción del país
han desaparecido en opacas cuentas bancarias administradas por
la Autoridad Provisional de la Coalición, el cuerpo controlado
por EEUU que administraba Iraq al mando de Bremer [5].
Y mientras todo ello sucede,
aún cuando la campaña militar de EEUU esté
en el caos más absoluto por el auge de la resistencia,
la rentabilidad económica que las grandes compañías
estadounidenses está consiguiendo es muy alta. La empresa
Halliburton, a la que ha estado vinculado el vicepresidente Dick
Cheney, ha firmado contratos en Iraq por valor de 18.000 millones
de dólares y sólo en lo que va de año ha
visto cómo aumentaban sus beneficios un 80%, comparada
la cifra con igual tiempo del año 2003 [6]. El
grupo Bechtel tiene contratos por valor de 3.000 millones de
dólares y ha visto aumentar sus beneficios un 158% desde
2003. La Chevron Texaco, con una cantidad igual, 3.000 millones
de dólares, ha visto aumentar sus beneficios un 90% durante
la primera mitad de 2004 comparando las cifras con la primera
mitad de 2003.
La administración de
Bremer se distinguió por emitir una serie de órdenes
de gobierno que aseguraban que ninguno de los beneficios que
hiciesen las empresas contratistas en Iraq tenían que
ser reinvertidos en la economía iraquí o en ayudar
a la reconstrucción. Todo el beneficio, íntegro,
revertía a EEUU. Ello ha provocado que estos beneficios
generados por la guerra hayan aparecido en las cajas del Partido
Republicano. Halliburton ha donado un total de 165.949 dólares
a los partidos políticos estadounidenses, pero el 85%
de esa cantidad ha ido a parar a las arcas del Partido Republicano.
La Chrevon Texaco ha donado un total de 367.731 dólares,
el 83% de ellos a los republicanos. La Lockheed ha donado 1.397.132
dólares, el 59% de esa cantidad ha ido a parar a los republicanos.
Bechtel, por su parte, ha donado 199.847 dólares, el 53%
de los mismos para el Partido Republicano de George W. Bush.
No es extraño, entonces,
que en un seminario realizado en Viena el pasado mes de septiembre,
al que asistieron representantes de países miembros de
la OPEP, las grandes compañías realizasen suculentos
pedidos al "ministro" iraquí del Petróleo,
Thamir Ghadhaban. El terreno ya había sido abonado por
el primer ministro del gobierno colaboracionista, Iyad Alaui,
cuando habló de la aceleración de la producción
petrolífera y anunció la retirada de su gobierno
de la gerencia directa de las empresas comerciales de crudo.
Alaui dijo textualmente que "los días de la economía
iraquí centralizada y planificada por el Estado han terminado".
Y de inmediato anunció que el desarrollo de los campos
petrolíferos existentes correrá a cargo de una
nueva compañía nacional, pero que la explotación
de las reservas de petróleo y gas debe correr a cargo
de las "compañías internacionales competentes".
Ante esta situación,
un alto funcionario de una firma occidental presente en la reunión
de Viena dijo que"ninguna compañía petrolera
respetable puede no hacer caso de Iraq". En su opinión,
"se mira cuidadosamente cómo se desarrollan los acontecimientos,
especialmente las elecciones de enero de 2005, y se apuesta por
la restauración de la seguridad y la estabilidad"
que haga posible los movimientos de las firmas internacionales
a finales del año 2005 o inicios del 2006 [7].

Notas:
[1] Agencia
IPS, 14-octubre-2004
[2] Agencia IPS, 6-octubre-2004
[3] Iraqwar, 19-octubre-2004
[4] Boston Globe, 6-octubre-2004
[5] Véase en CSCAweb: Iraq:
los millones perdidos
[6] The Financial Times, citado por Khilafal.com 17-octubre-2004.
Todos los datos que aparecen a continuación han sido tomados
de esa página de internet.
[7] Daily Star, 18-octubre-2004
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