Una guerra por el petróleo
Carta de Ramsey Clark al secretario
general de NNUU, Kofi Annan y a los miembros del Consejo de Seguridad
de NNUU
IAC, 13 de febrero de 2003
Traducción: Loles Oliván, CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
"La única
explicación racional para la guerra contra Iraq es la
intención de EEUU de controlar y explotar el petróleo
iraquí, utilizar su venta para pagar el coste de la guerra
y de la ocupación, beneficiar a las compañías
y a la industria petrolera estadounidenses con adjudicaciones
de contratos, controlar el precio del petróleo para enriquecer
a EEUU y extender el poder geopolítico de EEUU en la región".
"Estimado secretario general:
Solo
una firme oposición a la guerra puede salvar a las Naciones
Unidas (NNUU). Los pueblos y las naciones del mundo están
pendientes de que NNUU prohíba a EEUU lanzar una guerra
de agresión contra Iraq. Este es el propósito para
el que se creó NNUU. Fracasar en una oposición
firme contra la acción militar en Iraq, en clara violación
de la Carta de NNUU y del Derecho Internacional, hará
irrelevante a las NNUU o, aún peor, contribuirá
a hacer apología de una superpotencia agresora.
La gran mayoría de los pueblos y de los
países de NNUU se oponen a la agresión contra Iraq.
Diciendo "no" al azote de la guerra, NNUU puede salvar
a EEUU de su propio liderazgo equivocado. Salvará al menos
la talla moral de EEUU.
Si NNUU rinde su autoridad a la agresión
de EEUU, probablemente nunca consiga su independencia para alcanzar
sus objetivos fundacionales. Es mejor oponerse a la agresión
de EEUU y luchar para preservar los principios y una mayor participación
de los pueblos y las naciones en su causa que rendirse a la voluntad
coercitiva de la Administración Bush.
El equilibrio del poder político, social y moral se ha
desplazado posicionándose contra nuevas agresiones de
EEUU. Con el coraje de decir no a la guerra, NNUU triunfará.
Iraq es víctima de la agresión
de EEUU
Lejos de ser una amenaza para EEUU o para ningún
otro pueblo, Iraq ha sido la víctima de la agresión
de EEUU durante doce años. EEUU admite que entre el 16
de enero de 1991 y el 1 de marzo del mismo año, lanzó
88.500 toneladas de bombas (siete veces y media más de
las lanzadas en Hiroshima) sobre el indefenso Iraq. EEUU señaló
como objetivos y destruyó partes esenciales de la infraestructura
civil que aseguraba la vida de los iraquíes: sistemas
de agua, viaductos, estaciones de bombeo, plantas de filtración,
producción de alimentos, plantas de procesamiento y almacenes,
infraestructuras, servicios y equipamientos médicos, transportes,
comunicaciones, viviendas, escuelas, mezquitas, iglesias y sinagogas.
Cuando se pidió su valoración sobre
el asalto de 1991 a Colin Powell, por entonces el oficial de
más alto rango de las fuerzas armadas de EEUU [en la actualidad
secretario de Estado de la Administración Bush], Powell
contestó: "No es algo que me interese demasiado".
[1]
EEUU estableció las bajas propias en 157.
Más de un tercio lo fueron como consecuencia de fuego
amigo; el resto debido a fallos mecánicos y a accidentes.
Las bajas iraquíes fueron repetidamente estimadas por
el General General Norman Schwartzkopf aproximadamente en 100.000
en marzo de 1991. The Wall Street Journal informó
que el general Schwartzkopf proporcionó un informe al
Congreso [de EEUU] en el que se calculaban que 100.000 soldados
iraquíes murieron el 20 de marzo de 1991. La Agencia de
Inteligencia de la Defensa (DIA) estimó oficialmente el
25 de mayo de 1991 100.000 bajas iraquíes. The London
Times informó de que según las estimaciones
de las agencias de inteligencia aliadas, los soldados iraquíes
asesinados fueron unos 200.000. The Nouvelle Observateur
informó que los servicios de inteligencia de Francia situaban
las muertes de tropas iraquíes en un total de 200.000.
Un ex secretario de la Marina estimó igualmente que fueron
200.000 los soldados iraquíes asesinados.
Decenas de miles de civiles murieron durante los
42 días y noches de constantes bombardeos producidos en
110.000 despliegues aéreos estadounidenses y en un promedio
de uno cada 30 segundos. Directamente como consecuencia de los
bombardeos y de los accidentes que causaron, por la falta de
medicinas para tratar heridas y por las malas condiciones del
agua provocadas por los bombardeos, murieron civiles iraquíes.
El sistema público de agua no funcionó durante
las 24 horas después de los primeros ataques. Miles murieron
por beber aguas contaminadas, a menudo de los ríos Tigris
y el Eúfrates. 9.000 hogares de civiles fueron destruidos.
La mayoría de los hospitales resultaron dañados.
Más mortales que aquellos bombardeos, los
doce años de sanciones han inflingido la muerte a más
de 1.500.000 personas en Iraq, en su mayoría niños
y niñas menores de cinco años.
Cuando usted considere si aceptar o no un nuevo
ataque militar de EEUU contra Iraq, debe recordar la enorme dimensión
de este genocidio. Los planes de EEUU de bombardear intensamente
Iraq tras la invasión terrestre discutidos a diario en
los medios de comunicación costarán la vida a miles
de iraquíes no importa lo rápido que se ejecuten.
La violencia que podría desatarse de tal ataque criminal
podría ser de catastróficos efectos y más
mortales y duraderos que las sanciones impuestas a Iraq.
La única explicación racional de
la obsesión del presidente Bush en atacar Iraq es el petróleo
y el poder geopolítico inherente [al petróleo].
Ningún análisis racional puede apoyar
la guerra contra Iraq sobre la base del miedo a que este país
disponga en la actualidad, o pudiera desarrollar y utilizar en
el futuro, armamento de destrucción masiva. Iraq no utilizó
tal armamento cuando fue bombardeado de manera inmisericorde
en 1991; EEUU insiste falsamente en que Iraq usó armas
de destrucción masiva "contra su propio pueblo"
durante la guerra contra Irán. Vea el artículo
de Stepphen en The New York Times del 31 de enero de 2003
titulado "Iraq no fue el culpable de la masacre de Halabya"
[2]. Iraq no ha usado armamento de destrucción
masiva durante los doce años de sanciones.
Los inspectores de NNUU han investigado en Iraq
durante casi los doce años pasados y no han hallado nada.
Los inspectores de NNUU han reducido el riesgo de que Iraq pudiera
desarrollar, usar o proporcionar a terceros armas de destrucción
masiva bastante por debajo del riesgo que comportan otras más
de cuarenta naciones de las que se sabe poseen o, se considera
que están desarrollando, tales armas. El presidente Bush
ha amenazado con usar armas nucleares contra Iraq. Cualquier
esperanza optimista para la eliminación y para la prevención
futura de armas de destrucción masiva debe comenzar por
las naciones que se sabe que las poseen.
La certeza de la violencia en una guerra contra
Iraq y la probabilidad de su prolongación y proliferación
como consecuencia de la guerra, supera ampliamente cualquier
riesgo de que Iraq pudiera desarrollar y utilizar armamento de
destrucción masiva o cometer actos de agresión.
Una guerra por el petróleo
La única explicación racional para
la guerra contra Iraq es la intención de EEUU de controlar
y explotar el petróleo iraquí, utilizar su venta
para pagar el coste de la guerra y de la ocupación, beneficiar
a las compañías y a la industria petrolera estadounidenses
con adjudicaciones de contratos, controlar el precio del petróleo
para enriquecer a EEUU y extender el poder geopolítico
de EEUU en la región.
La presentación del secretario de Estado
Powell al CS del pasado 5 de febrero de 2003 fue un ejercicio
retórico sin credibilidad. En el artículo aparecido
en The New York Times el pasado 3 de febrero de 2003 sobre
la CIA y el FBI se sintetizan los datos de las agencias de inteligencia
de EEUU acerca de los intentos de Iraq de desarrollar armas de
destrucción masiva: "Hemos estado buscando [armas
de destrucción masiva] y simplemente no creemos que existan".
El presidente Bush y otros altos responsables de la Administración
han venido manteniendo desde hace tiempo que creen que Iraq tiene
armas de destrucción masiva. Su "creencia"no
está basada en datos de los servicios de inteligencia.
Es una falsedad diseñada para superar la resistencia a
la guerra que pretenden lanzar. Los mapas, fotos y conversaciones
interceptadas electrónicamente de Powell exigen autentificación.
Son repeticiones de viejas tácticas como las afirmaciones
estadounidenses de que barcos torpedo norvietnamitas atacaron
barcos de la Marina de EEUU en el Golfo de Tonkin en 1964. Solo
después EEUU admitió que "no había
barcos" allí. O la afirmación de EEUU a comienzos
de agosto de 1990 de que 250.000 tropas iraquíes se habían
estacionado para invadir la frontera de Arabia Saudí,
refutada por fotos de satélites civiles que mostraron
que allí no había situado contingente de tropas
alguno.
Los investigadores de NNUU han trabajado en Iraq durante años.
Su conocimiento de la presencia de armamento de destrucción
masiva en Iraq excede el conocimiento del secretario de Estado
Powell. Sus investigaciones impiden cualquier desarrollo o plan
de uso de tales armas. La retórica del secretario de Estado
Powell alienta la adquisición de tales armas a pequeños
países como algo esencial para su soberanía, su
autodefensa y su supervivencia.
Las agencias de investigación de EEUU con
en las que el gobierno cuenta para determinar si Iraq tiene armamento
de destrucción masiva o si ha tenido vínculos con
al-Qaeda no creen que existan tales armas ni los intentos de
desarrollarlas.
Y aunque todo lo que el secretario de Estado Powell
presentó como pruebas fuera verdad, un ataque contra Iraq
seguiría siendo ilegal. El Derecho Internacional no permite
una guerra de agresión sin que se haya producido previamente
un acto de violencia o en la ausencia de una amenaza inminente
de violencia.
En su determinación de atacar Iraq y de
controlar sus recursos petrolíferos, los oficiales de
EEUU no dirán ni harán, como de costumbre, nada.
El presidente Bush en su discurso sobre el estado
de la Nación (4 de febrero de 2003) declaró "En
total, más de 3.000 sospechosos terroristas han sido detenidos
[por EEUU] en muchos países. Y muchos otros han hallado
otros destinos. Veámoslo de este modo. Ya no son un problema
para EEUU ni para nuestros amigos y aliados"; esto se emitió
y se publicó en todo el mundo.
El presidente Bush estaba hablando de ejecuciones
sumarias o de asesinatos preventivos en un lenguaje de una película
de crimen organizado de serie B de Hollywood. Su doctrina de
"guerra preventiva" o de "atacar primero"
hace de imposible la prevención de la guerra y vacía
de significado el Derecho Internacional. Su doctrina ha incrementado
la violencia y la amenaza de violencia en Palestina ocupada,
entre la India y Pakistán, en la península de Corea
y en todas partes. Promete el reino de la violencia y la ausencia
del derecho.
Naciones Unidas y cada una de sus naciones deben
decir "No a la guerra".
Sinceramente,
Ramsey Clark
Notas de CSCAweb:
1.
Patrick Tyler, The New York Times, 23 de marzo de 1991.
2. El artículo al que se refiere Clark, cuyo autor, Stephen
C. Pelletiere, es profesor de Seguridad Nacional en el Army
War College de EEUU (USAWC) y ex asesor y ex investigador
de la CIA, expone que, de acuerdo con los informes confidenciales
de la agencia de espionaje estadounidense, el episodio trágico
Halabya, localidad situada en el Kurdistán iraquí
donde tuvo lugar un brutal enfrentamiento de los ejércitos
iraquí e iraní en 1988, durante la guerra de Irán-Iraq,
y como consecuencia del cual y por efecto de la inhalación
del armamento químico utilizado murieron miles de civiles
kurdo-iraquíes, no se debió a la emisión
de las armas químicas por parte del ejército de
Iraq sino de las lanzadas por Irán. Según informa
el autor, el tipo de gas utilizado en aquella ocasión
era iraní. En su artículo, Pelletiere lo expone
así: "Indudablemente hay muchas cosas que conocemos
sobre el gaseo de Halabya: se produjo en el curso de una batalla
entre los iraquíes y los iraníes. Iraq utilizó
armamento químico para intentar matar a los iraníes
que habían cercado la ciudad, situada en el norte de Iraq,
no lejos de la frontera con Irán. La población
civil kurda que murió tuvo la mala fortuna de ser alcanzada
en aquel intercambio. Pero no era el objetivo principal de Iraq.
Y la cuestión es más turbia todavía: inmediatamente
después de la batalla, la Agencia de Inteligencia Militar
de EEUU (USDIA) investigó y elaboró un informe
clasificado que circuló restringidamente entre los miembros
de la comunidad de inteligencia. Ese estudio afirmaba que fue
el gas de Irán el que mató a los kurdos y no el
iraquí. La Agencia halló que cada lado había
utilizado gas contra el otro en la batalla alrededor de Halabya.
Las condiciones de los cuerpos muertos de los kurdos sin embargo,
indicaban que habían sido asesinados con un agente sanguíneo,
es decir un gas con base de cianuro, que se sabía era
el que utilizaban los iraníes. No se sabe que los iraquíes,
sobre quienes se piensa que usaron gas mostaza en la batalla,
tuviesen en aquel tiempo agentes sanguíneos. Estos hechos
han sido durante mucho tiempo de dominio público pero,
extraordinariamente, con la frecuencia con que se cita el asunto
de Halbaya, raramente se mencionan.". Pelletier, Stephen
C.: "Iraq was not to blame for the Halabja massacre",
The New York Times, 31 de enero de 2003.
Por su parte, la organización austriaca International
Progress Organization (IPO) y en su calidad de organismo
consultor ante NNUU, su presidente el Dr. Hans Koechler, elevó
a NNUU el pasado 11 de octubre de 2002, la petición de
que "se abra una investigación internacional independiente
acerca de las acusaciones contra el ejército y el gobierno
de Iraq por la utilización de gas venenoso contra la población
kurda de Iraq durante la guerra irano-raquí. Para su solicitud,
IPO se basa en un estudio de los profesores Stephen Pelletiere,
profesor de Seguridad Nacional en el Army War College
de EEUU (USAWC), el profesor Leif Rosemberg y el Teniente Coronel
Douglas V. Jonson II, publicado bajo el título El poder
iraquí y la seguridad de EEUU en Oriente Medio por
el USAWC en febrero de 1990.
En aquel momento, antes del comienzo de la crisis del Golfo de
1990-1991, los expertos estadounidenses llegaron a la conclusión
de que las acusaciones contra Iraq eran infundadas. Refiriéndose
a las declaraciones del Departamento de Estado de EEUU sobre
el supuesto uso de gas venenoso por parte del ejército
iraquí en la región kurda de Iraq, los expertos
escribieron: "Habiendo buscado en las evidencias existentes,
creemos que es imposible confirmar las afirmaciones del Departamento
de Estado al respecto de que se usara gas venenoso en ese momento".
En relación con el incidente de Halabja donde el uso de
gas venenoso ha sido verificado, los expertos escribieron en
su informe de 1990: "Iraq fue acusado por el ataque de Halabja
a pesar de que con posterioridad se supo que Irán también
había utilizado armamento químico en aquella operación
y se halló como probable que fueron los bombardeos iraníes
los que de hecho hubieron matado a los kurdos". IPO, News
Release: "Arms of mass destruction False accusations
against Iraq", October, 11, 2002, http://i-p-o.org. Este llamamiento
ha sido reiterado por IPO ante NNUU el pasado 1 de febrero a
la luz de las revelaciones que aporta el artículo mencionado
de Pelletier en The New York Times.
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