ORIENTE MEDIO A UN AÑO DEL 11-S
¿Por qué
quiere EEUU ocupar Iraq?
Las mentiras de
la Administración Bush sobre el rearme iraquí que
repite el presidente Aznar
Carlos Varea*
13 de septiembre de 2002, Editorial
Hiru, colección Sediciones
CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
En su discurso ante la
Asamblea General de NNUU, el presidente Bush mintió una
vez más al afirmar que Iraq supone un amenaza para la
seguridad mundial. Y el presidente español Aznar miente
igualmente al reproducir el discurso belicista de EEUU contra
Iraq. EEUU y Gran Bretaña no han podido aportar evidencia
alguna de que Iraq esté fabricando o disponga de armas
de destrucción masiva. La Editorial Hiru editará
próximamente un volumen sobre Iraq, que incluye, entre
otros materiales, un análisis de Carlos Varea del que
CSCAweb avanza algunos fragmentos relativos a cómo las
Administraciones Clinton y Bush llevan años manipulando
la cuestión de las inspecciones armamentísticas
en Iraq para atacar a este país.
En su discurso ante la Asamblea General de
Naciones Unidas del jueves 13 de septiembre, el presidente estadounidense
Bush mintió una vez más al afirmar que Iraq supone
un peligro para sus vecinos y la seguridad mundial al disponer
de armas de destrucción masiva. Y el presidente español
Aznar miente igualmente -por desconocimiento o por interés-
al repetir el discurso belicista de EEUU contra Iraq. A sabiendas
de que la guerra solo sirve a los intereses hegemónicos
de EEUU, aprovechando mezquinamente en beneficio propio la doctrina
antiterrorista surgida tras el 11 de septiembre, el gobierno
español ya ha anunciado que apoyará en cualquier
caso la intervención militar contra Iraq.
EEUU y Gran Bretaña no han podido aportar
evidencia alguna de que Iraq esté fabricando o disponga
de armas de destrucción masiva, el principal argumento
de la Casa Blanca para justificar la nueva guerra en ciernes
contra Iraq. La amenaza de esta nueva guerra y la desinformación
ocultan que Iraq es hoy un país devastado por más
de una década de sanciones económicas y agresiones
militares continuadas. Como reiteran expertos, funcionarios de
Naciones Unidas e incluso miembros de anteriores Administraciones
estadounidense y gobiernos británicos, Iraq no es una
amenaza y ha cumplido sustancialmente las obligaciones que le
fueron impuestas tras la Guerra del Golfo.
La Editorial Hiru (Hondarribia, Guipúzcoa)
publicará próximamente en su colección Sediciones
un volumen sobre Iraq y la determinación de la Administración
estadounidense de atacar y ocupar este país. Entre otros
materiales, el volumen incluye el texto inédito de la
investigadora del Institute for Policy Studies (Washington
DC, EEUU) Phyllis Bennis, "El 'Eje del Mal' y más
allá" (extraído para esta edición de
su recién publicado libro Before & After: U.S.
Foreign Policy and the September 11 Crisis, Interlink Publishing,
Northampton, Massachussets, www.interlinkbooks.com) y un análisis
de Carlos Varea titulado "Iraq, asedio y asalto final",
del que CSCAweb reproduce algunos fragmentos sobre la cuestión
del desarme iraquí y la fabricación por parte de
EEUU de una justificación para invadir y ocupar Iraq.
[CSCAweb]
"¿Por
qué está determinada la Administración Bush
a imponer militarmente ahora un cambio de régimen en Iraq?
Carlos Varea
Al término de la Guerra del Golfo, EEUU procuró
imponer en Oriente Medio la llamada Pax Americana, un
supuesto "nuevo" orden regional que básicamente
pretendía reforzar los elementos centrales del viejo orden
postcolonial de la región: la supremacía política,
militar y económica de Israel, y el mantenimiento en el
poder de los regímenes árabes encargados de gestionar
el mercado petrolífero internacional, manteniendo los
precios del petróleo estables y moderados.
La Administración Bush padre pretendió entonces,
en la primera fase de hegemonía mundial que le brindaba
el derrumbe de la URSS y los países de su órbita,
favorecer la inserción económica de Israel en la
región árabe y de toda ella en la economía
mundializada. La destrucción del poder económico,
político y militar de Iraq, por medio de la combinación
del embargo y la guerra, determinó no solamente la anulación
estratégica de una potencia árabe emergente competidora
y hostil a Israel, sino el derrumbe del sistema económica
interárabe de todo Oriente Medio, ya de por si precario.
Ello favorecía por una parte el fortalecimiento estratégico
de Israel y por otra el extremo debilitamiento árabe.
Sobre esta base de desequilibrio regional entre Israel y los
Estados árabes (además de la OLP) se diseño
el proceso de negociación, normalización o de paz
árabe-israelí que se iniciaría en Madrid
en el otoño de 1991, inmediatamente después de
la Guerra del Golfo. Este proceso era y es, en esencia -aun cuando
prendiera resolver la cuestión palestina como elemento
inexcusable- un proyecto económico de inserción
de Israel en Oriente Medio como potencia comercial y tecnológica
y, con ello, del conjunto de la región en la economía
capitalista mundial, reservando para las poblaciones árabes
el papel de fuerza laboral y consumidores.
No ya por las características de su régimen
político, sino por las del propio Estado iraquí,
el sometimiento de este país -muy particularmente en el
aspecto tecnológico [1]- era, como lo sigue siendo
hoy, una necesidad objetiva para EEUU e Israel. A diferencia
de otros Estados árabes, Iraq es un país poblado
(23 millones de habitantes), extremadamente rico en recursos
energéticos [2] y, pese a ser dependiente para
su desarrollo de su renta petrolífera, antes de 1990 había
alcanzado cuotas apreciables de diversificación económica
y desarrollo sociolaboral, con grandes capas medias de funcionarios
de una Administración que compaginaba un ostensible presupuesto
militar con inversiones en salud, educación, vivienda,
servicios, infraestructuras, investigación, etc.
Primero con la devastación de la guerra y, tras ella,
con el mantenimiento de las sanciones económicas una vez
liberado Kuwait (resolución 687 de 1991, del Consejo de
Seguridad), las sucesivas Administraciones estadounidenses -la
de Bush padre, las dos de Clinton, la actual de Bush hijo- han
procurado desestructurar estratégicamente a Iraq y, por
medio de la imposición del pago de indemnizaciones de
guerra y el programa "petróleo por alimentos",
el control neocolonial de su renta petrolífera. Es importante
enfatizar que hay una lógica comprensible en este asedio
y, ahora, asalto final contra Iraq por parte de EEUU, que hace
coherente la política de intervención estadounidense
contra este país durante más de una década,
y que cabe explicar en claves regional e internacional, antes
que en peripecias y anécdotas de sus sucesivos presidentes.
De igual manera, el hecho de que la Administración Bush
aproveche los sucesos del 11 de septiembre de 2001 no significa
en modo alguno que la decisión de atacar de nuevo Iraq
e imponer un régimen en Bagdad no estuviera tomada mucho
antes.
Pero, ¿por qué está determinada la Administración
Bush a imponer militarmente ahora un cambio de régimen
en Iraq? La respuesta a esta pregunta no se encontrará
ni en la preocupación estadounidense y británica
de implantar la democracia en el país, ni en que Iraq
suponga hoy en día una amenaza militar real ni para sus
vecinos ni, mucho menos para EEUU. La respuesta se encuentra
en el fracaso de la política de control estratégico
que las sucesivas Administraciones estadounidenses han procurado
imponer a Iraq desde 1990 por medio de las sanciones económicas,
lo que se ha denominado la "política de contención".
La lógica de esta estrategia de contención se basaba
era mantener a Iraq política y económicamente sometido
por medio de las sanciones, recurriendo al Consejo de Seguridad
(CS) cuando fuera necesario imponer nuevas medidas de control
sobre el país. Constatado este fracaso, el empeño
de ésta y de la anterior Administración estadounidense
es impedir la recuperación de relaciones políticas
y económicas de Iraq con la comunidad internacional.
Y es que, como veremos, el "programa petróleo
por alimentos" ciertamente ha fracasado en su objetivo declarado
de mejorar las condiciones de vida de la población iraquí
y, también sin lugar a dudas, ha impuesto a Iraq graves
restricciones a su soberanía nacional. Pero su puesta
en marcha a partir de diciembre de 1996 permitió igualmente
al gobierno iraquí retornar discreta pero solidamente
al ámbito internacional, recuperando para muchos Estados
de Oriente Medio (y también de fuera de la zona, caso
de Rusia) un papel insustituible como soporte de sus precarias
economías. Como señala al-Kadiri [3]:
"Irónicamente, hoy no es Israel sino Iraq el país
que en la actualidad emerge como nuevo eje del comercio regional,
utilizando sus relaciones económicas para normalizar las
relaciones con sus enemigos de antaño. Aprovechando de
un modo muy inteligente las oportunidades que le brinda el programa
de Naciones Unidas 'petróleo por alimentos', al tiempo
que se opone al sistema por principio, Bagdad ha contribuido
al fracaso de la política de 'doble contención'
[4] y se ha convertido en un factor a tener en cuenta
en los procesos económicos de toma de decisión
de sus vecinos. El gobierno iraquí no será capaz
de lograr su objetivo principal -levantar el régimen de
sanciones que, con EEUU a la cabeza, se viene manteniendo durante
12 años- mediante el comercio. Sin embargo, los cada vez
más fuertes lazos económicos con sus vecinos han
enfriado la actitud de los Estados árabes antes los esfuerzos
estadounidenses por derrocar al régimen de Sadam Husein."
La recuperación paulatina de relaciones de Iraq con
otros países constituye para EEUU un doble problema: afianza
al régimen iraquí al tiempo que reordena las relaciones
entre los Estados de la zona, otorgándoles mínimos
márgenes de autonomía que hacen peligrar la imposición
del Nuevo Orden Regional. Si Iraq logra estabilizarse aun precariamente,
el diseño previsto para Oriente Medio tras la Guerra del
Golfo peligraría, esencialmente en cuanto al mantenimiento
de la supremacía económica -consagrada la militar-
del Estado de Israel y la pretensión de EEUU de lograr
su inserción regional tras más de medio siglo de
conflicto árabe-israelí.
La erosión paulatina del embargo (que no el fin de
los sufrimientos del pueblo iraquí o la normalización
económica plena del país) y lo gravoso del mantenimiento
de la presión militar estadounidense sobre Iraq [5],
la deriva del proceso de paz árabe-israelí y -asociado
a ello- el distanciamiento de Washington de sus tradicionales
aliados árabes (muy particularmente, Arabia Saudí),
el fortalecimiento del unilateralismo y la determinación
de anular definitivamente las instituciones internacionales,
junto con lo que el asesor de seguridad nacional norteamericano
Samuel Berger define como "amenaza creíble del recurso
al uso de la fuerza" [6], conducen casi inexorablemente
a que EEUU decida poner punto final al asedio que hace 12 años
inicio contra Iraq.
Pero si finalmente se produce la caída del régimen
de Sadam Husein, ello no determinará -todo lo contrario-
el fin del control de EEUU sobre Iraq. Dadas las características
antes mencionadas de Iraq, EEUU no levantará su tutela
sobre el único Estado árabe de Oriente Medio que
combina población y recursos. Quizás el nuevo régimen
de Bagdad instaurado por EEUU y Gran Bretaña sea formalmente
democrático (con ese sentido cínico y utilitario
que tiene el concepto para Occidente en general y para EEUU en
particular), pero sin duda será un régimen tutelado,
al que se le hurtarán los resortes estratégicos
para un futuro desarrollo independiente y social del país,
muy en particular, en lo referente a la gestión de la
renta petrolífera. Iraq será un país recolonizado,
algo que la oposición iraquí parece aceptar de
buen grado a cambio de poder llegar a Bagdad no se sabe aún
muy bien si delante o detrás de los tanques estadounidenses.
Madeleine Albright, siendo secretaria de Estado en el segundo
mandato Clinton, lo explicitó meridianamente en fecha
tan temprana como marzo de 1997, cuando asumió su puesto,
tras haber representado a su país en NNUU: producido el
cambio de régimen en Bagdad, EEUU solo promovería
la paulatina reinserción internacional de Iraq, la anulación
de la deuda de guerra y la derogación de la batería
de resoluciones aprobadas desde 1990 por el CS, si sus nuevos
gobernantes se comprometían a satisfacer plenamente "una
completa serie de cuestiones económicas y de seguridad
[...] que preocupan a EEUU" [7]. Como indicaban por
entonces tres antiguos funcionarios de distintas Administraciones,
Brzezinski, Scowcroft y Murphy:
"Es imperativo que todas las partes comprendan claramente
una realidad estratégica importante: EEUU está
en el Golfo Pérsico y en él va a permanecer. La
seguridad y la independencia de esa región constituyen
intereses vitales estadounidenses. Cualquier acuerdo con un régimen
post-Sadam en Iraq [...] tendrá que basarse en este hecho."
(pág. 127) [8]
[...]
De la 'política de contención'
al asalto final contra Iraq
Sin ambigüedad alguna, la estrategia respecto a Iraq
de la Administración Bush es hoy la de promover militarmente
un cambio de régimen político en el país
cuando las circunstancias lo permitan. Hans von Sponeck lo sintetiza
de la siguiente manera:
"La cuestión ya no es si Iraq debe ser o no el
siguiente país de la lista [a ser atacado], sino cómo
se puede justificar esto y cómo hacer que lo acepten los
gobiernos de Oriente Medio y los denominados 'socios de coalición',
especialmente los europeos." [9]
EEUU ha abandonado lo que se ha venido denominado "política
de contención" de Iraq [10], cuya última
formulación fue la pretensión estadounidense (defendida
principalmente por el secretario de Estado Colin Powell) y británica
de imponer en el CS un nuevo y reforzado sistema de sanciones,
las llamadas "sanciones inteligentes". Sin embargo,
la determinación de proceder al asalto final contra Iraq
es anterior al 11 de septiembre y a la propia Administración
Bush, habiendo sido ya avanzada por la segunda Administración
Clinton. EEUU desarrolló durante los dos últimos
años de mandato del presidente Clinton una doble estrategia
de recurso recurrente al unilateralismo militar y de manipulación
del CS que anticipaba la actual situación.La Operación
Zorro del Desierto, de diciembre de 1998, y la imposición
en el CS de la resolución 1284, un año después,
son los ejemplos de uno y otro mecanismo de esta estrategia
[11].
En 1998 la Administración Clinton explicitará
el objetivo de promover un cambio de régimen en Iraq,
y para ello procurará legitimar una alternativa exterior
al régimen de Sadam Husein, un objetivo en el que aún
se afana la actual Administración. El Congreso aprobaba
por unanimidad el 13 de marzo declarar a Sadam Husein "criminal
de guerra", instando al presidente Clinton a que exigiera
al CS que actuara en tal sentido, encausando, deteniendo y juzgando
al presidente iraquí, al tiempo que debate nuevas ayudas
financieras para la oposición iraquí. La Administración
Bush heredará de la anterior el renovado apoyo de EEUU
a la oposición iraquí, después de un período
en el que los estrategas estadounidenses habían considero
irrelevante el papel que podría jugar aquélla,
habida cuenta de su fragmentación y debilidad, además
de su notoria ineficacia en la gestión de los fondos previamente
recibidos -cuando no su abierta corrupción. A comienzos
de agosto se informa que el presidente Clinton ha presentado
al Congreso un "detallado plan de 27 páginas para
reconstruir la quebrantada oposición iraquí"
[12]. Una primera partida de 5 millones de dólares
[13] y luego otra mucho más cuantiosa, de casi
100 millones, ésta ya calificada de "militar"
[14], son aprobadas por el Congreso con destino el Congreso
Nacional Iraquí (CNI), la plataforma opositora creada
en 1992 y refundada en 1998, con sede en Londres y apoyo
financiero de EEUU, y dirigida por el polémico personaje
Ahmad Chalabi.
[...]
A finales de año, el Congreso aprobará la denominada
"Acta de Liberación de Iraq" (muy similar y
de iguales promotores que la Ley Helms-Burton contra Cuba), designándose
en enero del siguiente año al número dos de la
embajada de EEUU en Ankara, Frank Ricciardone, como "representante
especial para la transición en Iraq". 1998 marcará
además un incremento sustancial en las intervenciones
aéreas de EEUU y Gran Bretaña en las zonas de exclusión
aérea -al norte del paralelo 36 y al sur del 33-, en lo
que es la mayor campaña aérea moderna de EEUU,
superior ya a la sufrida por Vietnam [15].
El desarme de Iraq, la UNSCOM y la
'Operación Zorro del Desierto'
En fecha tan temprana como octubre de 1994, la UNSCOM y la
AIEA daban por cerrada la primera fase del proceso de desarme
iraquí [16], es decir, la destrucción de
los arsenales de armamento estratégico y el desmantelamiento
de los medios materiales para su reconstrucción, y se
ponía entonces en marcha el denominado sistema de "verificación",
destinado en una segunda fase a impedir el rearme iraquí,
y consistente en el control de más de 400 instalaciones
civiles y militares iraquíes [17]. De hecho, a
finales de ese año Francia, Rusia y China plantearon sin
éxito abrir en el CS el debate sobre un calendario razonable
para el levantamiento de las sanciones, habida cuenta del apreciable
grado de cumplimiento por parte del gobierno iraquí de
las obligaciones que le habían sido impuestas al término
de la Guerra del Golfo (resolución 687) y al impacto humanitario
de las sanciones. EEUU y Gran Bretaña, impondrían
como alternativa, al año siguiente, la resolución
986 y el programa "petróleo por alimentos" a
fin de bloquear el debate sobre el fin del embargo y poder establecer
el mecanismo para el pago de las indemnizaciones de guerra por
parte de Iraq, como hemos visto.
Cuatro años después, a finales de 1998, el desarme
estratégico de Iraq era incuestionable. Scott Ritter,
ex marine durante la Guerra del Golfo y durante siete
años uno de los más agresivos jefe de equipo de
inspectores de desarme de la UNSCOM, ha señalado reiteradas
veces [18] que cuando dimitió de su cargo en el
verano de 1998, el desarme estratégico de Iraq podría
cifrarse en un 90-95%, y que pretender alcanzar el restante 10-5%
es literalmente imposible e innecesario. También por aquel
entonces, Anthony Cordesman, investigador del Center for Strategic
and International Studies y previamente asesor gubernamental
y de la OTAN, señalaba antes de producirse los ataques
de diciembre de 1998, que Iraq debería haber gastado 48
mil millones de dólares en armamento para recuperar su
capacidad militar previa a Guerra del Golfo de 1991, y otros
12 mil millones tan solo para mantener operativa la disminuida
fuerza militar que se salvó de la destrucción ocasionada
por la coalición multinacional durante la Guerra del Golfo,
cantidades que evidente Iraq no ha podido gastar [19].
En el último informe que presentara en su calidad de
presidente de la UNSCOM al CS pocos días antes de la Operación
Zorro del Desierto [20], Richard Butler consideraba
razonable "[...] poner punto final a las cuestiones pendientes
en las esferas de los [programas iraquíes de fabricación
de] misiles y armas químicas", restando tan solo
aspectos menores en el campo de las armas biológicas,
y ello a pesar de que "[...] responsables de la Administración
Clinton jugaron un papel directo en perfilar el contenido del
texto [del informe] de Butler durante numerosas conversaciones
con él mantenidas en locales reservados de la delegación
de EEUU en Naciones Unidas" [21]. Con la ambigüedad
que le caracterizaba, a comienzos de octubre Butler había
indicado en declaraciones a la prensa que Iraq estaba "casi
desarmado" [22]. Rusia, China y Francia criticaban
por entonces abiertamente a Butler, a quien acusaban de prolongar
intencionadamente su tarea en Iraq en connivencia con EEUU, difiriendo
la presentación de conclusiones claras y definitivas.
El propio Annan hubo de exigir a Butler que la UNSCOM aportara
ante el CS "[...] toda la información relevante,
incluida toda evidencia importante, sobre el incumplimiento por
Iraq de sus obligaciones [...]"[23].
A la actitud diletante y malintencionada de Butler se unirán
las evidencias cada vez más sólidas de espionaje
a favor de EEUU, Gran Bretaña e Israel por parte de la
UNSCOM [24], una institución de NNUU creada ex
profeso y que debía dar cuenta de su trabajo en Iraq
exclusivamente al CS, elemento que fue determinante para la dimisión
de Butler [25] y la disolución de la comisión
de desarme. La primera denuncia pública contra la UNSCOM
por espionaje provino del propio Ritter, quien dimite a finales
de agosto de 1998 acusando a EEUU de pretender controlar a la
UNSCOM con el objetivo prioritario de utilizarla para lograr
derrocar a Sadam Husein antes que para proseguir con un efectivo
desarme iraquí. De hecho, los objetivos que serían
atacados en diciembre de 1998 no estuvieron asociados con la
producción de armas de destrucción masiva, sino
más bien con la voluntad estadounidense de provocar un
golpe de Estado interno [26]. Ritter remontaba la colaboración
entre la UNSCOM y la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad a
fecha tan temprana como 1992, prácticamente tras su creación
[27]. Ritter además confirmaría la amplia
y clandestina colaboración de la UNSCOM con Israel, fundamental
para descubrir los códigos de comunicación iraquíes
[28].
Por todo ello, en agosto de ese año -1998- Iraq solicitaba
que el CS aplicara el párrafo 22 de la resolución
687 de alto el fuego de la Guerra del Golfo como primer paso
hacia el levantamiento total de las sanciones [29], además
de una reestructuración de la UNSCOM por las sospechas
de espionaje. El propio Kofi Annan se mostraría en su
comunicado del 6 de agosto comprensivo ante la "frustración
iraquí" y defendió el diálogo con Iraq,
enviando para ello a Bagdad a su mediador personal. La posición
del Annan era entonces la de que el CS avanzara hacia un examen
"global, [...] en un tiempo relativamente corto" de
la cuestión iraquí, a fin de poder establecer un
"calendario razonable" para el fin del embargo [30].
Sin que ello se produjera, Iraq decidiría finalmente suspender
su colaboración con la UNSCOM, aunque sí -hasta
la actualidad- con la AIEA [31], dando entonces garantías
de que respetaría el funcionamiento del sistema de verificación
antes mencionado. Finalmente, EEUU y Gran Bretaña atacarían
Iraq unilateralmente en diciembre.
[...]
Bombardeando Iraq en diciembre, en una de los más intensos
ataques desde 1991, la Administración Clinton bloquearía
durante todo 1999 cualquier solución negociada en el seno
del CS, al tiempo que dificultaba intencionadamente la aplicación
práctica de la resolución 986. Pero a finales de
año, en diciembre, en uno de sus habituales retornos
al CS, EEUU forzará la aprobación de una resolución
que supone una nueva vuelta de tuerca en el proyecto estadounidense
de control estratégico de Iraq: la resolución 1284
[32]. Esta resolución, al tiempo que establece
nuevas exigencias en materia de desarme, y con ello un calendario
extremadamente dilatado y ambiguo para el fin de las sanciones
económicas, incluye también nuevas medidas gravemente
restrictivas de la soberanía nacional iraquí, en
concreto, la previsión del control financiero y tecnológico
del país una vez levantadas las sanciones.
La táctica de EEUU era entonces evidente: tras los
bombardeos de un año atrás, una resolución
así contaría con la oposición de Iraq -como
no podía ser de otra manera- y determinaría un
nuevo bloqueo de la situación en el seno del CS, situación
ideal que favorecería durante meses o años la prolongación
de las sanciones o, en su caso, justificaría nuevas agresiones
militares unilaterales y la aprobación de más fondos
para impulsar la guerra sucia. La Administración Clinton,
tras desbaratar todo el sistema de control armamentístico
impuesto a Iraq desde 1991 al involucrar a la comisión
de desarme UNSCOM en tareas de espionaje y forzar la salida precipitada
de los inspectores del país al lanzar unilateralmente
la Operación Zorro del Desierto, retornaba al CS
para imponer una resolución que enfatizaba la necesidad
del regreso de los inspectores de desarme y la puesta en marcha
de "[...] un sistema reforzado de vigilancia y verificación
permanentes del desarme [iraquí]" [33], con
la creación de una nueva comisión de desarme, la
denominada UNMOVIC (sigla en inglés correspondiente a
Comisión de Naciones Unidas de Vigilancia, Verificación
e Inspección), que sustituyera a la disuelta UNSCOM. No
por casualidad la aprobación de esta resolución
contó con la abstención de Francia, Rusia y China
-además de Malasia-, la primera vez que ello ocurría
en relación a la cuestión iraquí desde 1990.
El gobierno iraquí, como era previsible, rechazó
inmediatamente la nueva resolución, dado que situaba en
punto cero el tema del desarme. EEUU por su parte inició
inmediatamente una campaña de preparación de la
opinión pública internacional para un futuro ataque
contra Iraq que, recogida por la nueva Administración
Bush, llegará hasta el presente. Así, a comienzos
de febrero de 2000, pocos días después de ser nombrado
el presidente de la nueva comisión (el sueco Hans Blix,
ex director de la AIEA), la prensa estadounidense daba cuenta
de informes de los servicios secretos del Pentágono que
indicaban que Iraq estaba reconstruyendo instalaciones de producción
de armas atacadas en diciembre de 1998 [34]. [...]
En febrero de 2001, el presidente Bush inauguraba su mandato
ordenando el bombardeo de objetivos en la periferia de Bagdad,
fuera de las áreas de exclusión aérea. El
mensaje era claro: EEUU no iba a tolerar la normalización
de relaciones políticas y económicas de Iraq con
terceros países.
[...]
EEUU e Iraq tras el 11 de septiembre
[...]
Pese a la imposibilidad de asociar a Iraq con los atentados
del 11 de septiembre o acción terrorista alguna, los halcones
de la Administración Bush se declararían en
los meses posteriores a favor de que la campaña bélica
antiterrorista iniciada por EEUU en Afganistán
incluyera en una segunda fase a Iraq. Antes de que concluyera
la intervención contra ese país este sector de
la Administración y los medios de comunicación
estadounidenses consideraban que no era necesario hallar una
conexión entre los ataques del 11 de septiembre o la red
al-Qaeda e Iraq. Remitiéndose a las declaraciones de un
alto funcionario estadounidense, Newsweek informaba en
su edición del 28 de enero que se había alcanzado
un "consenso general" en el seno de la Administración
Bush entre los secretarios de Estado Powell y el de Defensa Rumsfeld
para un "cambio de régimen" en Iraq. La estrategia
de la Administración Bush aparece clara: "Sadam [Husein]
-señalaba en su artículo Evan Thomas- no será
atacado 'mañana o unilateralmente'. Más bien, pronostica
este responsable [de la Administración Bush], Powell y
Rumsfeld trabajarán para lograr un 'compromiso'. EEUU
incrementará su presión sobre Sadam para que admita
[el retorno de] los inspectores de desarme de Naciones Unidas
para buscar las armas de destrucción masiva de Iraq. Nadie
[en la Administración Bush] espera que Sadam cumpla plenamente,
pero el proceso permitirá ganar tiempo: mostrar la intransigencia
de Sadam, ganar el apoyo de los aliados de EEUU, encontrar y
apoyar a los luchadores de la libertad [opositores] en Iraq,
y preparar una invasión si fuera necesario. El tiempo
requerido podrá ser, en cualquier caso, de seis a 18 meses,
indica el responsable" [35].
[...]
Buscando la excusa: la cuestión
del retorno de los inspectores
La reaparición de la exigencia del retorno a Iraq de
los inspectores de NNUU surge, como muy bien señala Sarah
Graham-Brown a finales del mes de noviembre, durante la campaña
de Afganistán ante la imposibilidad de asociar a Iraq
con los sucesos del 11 de septiembre:
"Dada la debilidad de estas pruebas [sobre la implicación
de Iraq en el 11 de septiembre], los halcones [de la Administración
Bush] han ido buscando justificaciones en la supuesta posesión
por parte iraquí de armas de destrucción masiva,
incluyendo la posibilidad de que Iraq haya utilizado o pueda
utilizar arma biológicas. En sus comentarios sobre Iraq
del pasado 26 de noviembre [de 2001], Bush volvió a recalcar
la exigencia de que Iraq debe permitir la vuelta a su territorio
de inspectores de NNUU. Hace una semana, el vicesecretario de
Estado John Bolton señaló a Iraq [en Ginebra] -junto
con Corea del Norte, Libia, Siria, Irán y Sudán-
como países que están actualmente desarrollando
armas bacteriológicas. 'EEUU tiene firmes sospechas de
que Iraq se ha aprovechado de estos tres años en los que
no había inspecciones de NNUU para mejorar en todas las
fases de su programa ofensivo de armas biológicas'. Hasta
hace muy poco, las discusiones públicas sobre la política
de sanciones apenas habían hecho referencia a la renovación
de las inspecciones por parte de UNMOVIC." [36]
Por su parte, von Sponeck indicaba también por esas
fechas lo siguiente:
"Los servicios de inteligencia norteamericanos y británicos
saben muy bien que Iraq es un país cualitativamente desarmado;
tampoco se han olvidado de que el anterior Secretario de Defensa,
William Powell, le comentó al presidente Bush en enero
que 'Iraq ya no constituye una amenaza militar para sus vecinos'.
El mismo mensaje ha sido transmitido por antiguos inspectores
de NNUU. Claro que admitir esto supondría acabar por completo
con la política de NNUU tal y como ha sido desarrollada
y mantenida por los gobiernos de EEUU y el Reino Unido."
[37]
Ya hemos visto como la ruptura de Iraq con la comisión
de desarme UNSCOM en el verano de 1998 se debió a la estrategia
de dilaciones de su presidente Butler y a las -después
confirmadas- actividades de espionaje de sus inspectores. Mientras
los miembros de las Agencias humanitarias de NNUU en Iraq no
recibieron aviso alguno, Butler, advertido por EEUU, ordenó
sin consultar con instancia alguna del organismo internacional
la salida de los inspectores de la UNSCOM antes de que se iniciara
el ataque de EEUU y Gran Bretaña contra Iraq de diciembre
de 1998: el gobierno de Iraq no expulsó -como se afirma
a menudo- a los inspectores de desarme, de igual manera que no
se ha opuesto tajantemente en ningún momento a que la
nueva comisión UNMOVIC reanude las labores de control
armamentístico en el país.
Ciertamente, Iraq se muestra contrario a aceptar un punto
cero en la cuestión del desarme iraquí, como
parecer pretender EEUU, habida cuenta de que ya a finales de
1994 se daba por cerrada la fase de localización y desmantelamiento
de los arsenales de armas de destrucción masiva y de sus
medios de producción y, desde ese momento y hasta diciembre
de 1998, era operativo el sistema de control destinado a evitar
que Iraq pudiera rearmarse.
[...]"
Notas:
1. Samir, A., 1991. L'Empire
du chaos. L'Harmattan, Paris.
2. Véase al-Kadiri, R., Middle East Report, núm.
220, otoño de 2001, traducido en http://www.nodo50.org/csca/iraq/merip_27-05-02.html.
3. Ibíd.
4. Sobre Iraq e Irán [nota de CSCAweb].
5. El Pentágono gasta anualmente entre 50 y 60 mil millones
de dólares en su asedio militar a Iraq (Becker, R., "US
strategy vs. Iraq & UNSC Resolution 1284", IAC, febrero,
2000.
6. The Washington Post, 22 de diciembre de 1998.
7. Middle East International, 18 de abril a 30 de mayo
de 1997.
8. "Contención diferenciada", Política
Exterior, núm. 58, 1997, pp.: 117-127.
9. Middle East International, 29 de enero de 2002, traducido
en http://www.nodo50.org/csca/iraq/sponeck_29-01-02.html.
10. Mesa Delmonte, L., "EEUU e Iraq. La Administración
Bush y Oriente Medio, Nación Árabe, núm.
44, primavera 2002, pp.: 119-135
11. Véase al respecto Varea, C. '"Aggresive Containment
Plus': EEUU al asalto de Iraq", Nación Árabe,
núm. 37, invierno 1999.
12. Washington Post, 3 de agosto de 1998.
13. Middle Esat International, núm 581, 21 de agosto
de 1998.
14. Ello permite al Departamento de Defensa destinar dicha cantidad
para armar y entrenar a la oposición iraquí a fin
de, como señala el texto del Congreso, "acabar con
el régimen dirigido por Sadam Husein en Iraq y promover
la aparición de un gobierno democrático (International
Herald Tribune, 2 y 7 de octubre de 1998).
15. Según fuentes británicas, la aviación
del Reino Unido ha lanzado sobre el sur de Iraq desde diciembre
de 1998 un tonelaje de bombas 2,5 veces superior al de los seis
años previos (The Guardian, 8 de junio, 2000).
Desde que fueron impuestas las áreas de exclusión
aérea y hasta junio de 2002, la aviación de EEUU
y Gran Bretaña ha realizado 211.154 violaciones del espacio
aéreo iraquí, y ocasionado la muerte a 1.142 civiles
y heridas a otros 1.261.
16. La UNSCOM y la Agencia Internacional de la Energía
Atómica (AIEA) fueron los dos organismos encargados por
el CS, en su resolución 687 de alto el fuego de la Guerra
del Golfo, de supervisar el desarme estratégico iraquí
en los ámbitos químico, biológico y sistemas
balísticos (misiles), y nuclear, respectivamente.
17. La primera fase del desarme iraquí puede revisarse
en Varea, C. y Maestro C, 1997. "Iraq, laboratorio del Nuevo
Orden Mundial" presentación del volumen Guerra
y Sanciones a Iraq. Naciones Unidas y el Nuevo Orden Mundial,
Carlos Varea y Ángeles Maestro coords., Ed. Libros de
la Catarata, Madrid. Sobre los acontecimientos de diciembre de
1998, véase Varea, C., "'Aggresive Containment Plus':
EEUU al asalto de Iraq", Nación Árabe,
núm. 37, invierno 1999, pp.: 11-24.
18. Una de las últimas, en un acto público
en EEUU recogido en Rivers Pitt, W., "Bomb Sadam, Save the
G.O.P.", TruthOut.com, 30 de julio de 2002 (http.//www.alternet.org/story.html/StoryID=13710).
19. The Washington Post, 16 de noviembre de 1998.
20. Documento S/1998/920 del 6 de octubre de 1998. Los bombardeos
se iniciaron durante una sesión de evaluación por
el CS del informe de Butler, por tanto antes de que el organismo
hubiera podido posicionarse sobre el mismo. La UNSCOM presentó
posteriormente, en enero, un prolijo informe de más de
200 páginas cuyo carácter de documento de NNUU
ha sido cuestionado, al no haberse entregado a través
del secretario general, y que no ha sido hecho público
en su totalidad. La representación rusa en el CS lo calificó
de literalmente- "intragable" (The Washington
Post, 27 de enero de 1998).
21. Sam Husseini , "Twisted Policy on Iraq", The
Washington Post, 26 de enero de 1999.
22. Le Monde, 7 de octubre de 1998.
23. Documento SG/SM/6737 IK/254 del 8 de octubre de 1998.
24. Puede consultarse el repaso cronológico que hace Le
Monde en su número del 10 de enero, y MEI ,
núm. 592, 29 de enero de 1999, pág. 21.
25. Butler es en la actualidad Alto Comisionado de la OSCE para
las Minorías Étnicas
26. [...] La información que la Administración
Clinton deseaba obtener de la UNSCOM no era sobre el armamento
iraquí sino sobre datos del régimen (localización
de sus máximos dirigentes, situación interna en
sus unidades militares de elite y de seguridad, etc.) a fin de
favorecer un golpe de Estado (Newsweek, 18 de enero
de 1999). The Independent daba cuenta el 25 de enero de
1999 que asimismo agentes del M16 británico se infiltraron
en la UNSCOM y que su información fue igualmente determinante
para la elección de los blancos a atacar. [...].
27. Newsweek, 18 de enero de 1999.
28. Ha'aretz, 29 de septiembre de 1999. La relación
entre Israel y la UNSCOM se remontaba a enero de 1995 (The
Times del 13 de diciembre de 1999). [...].
29. Este párrafo determina que una vez que el CS considere
cumplidas por Iraq sus obligaciones de alto el fuego en la Guerra
del Golfo (desmilitarización, reconocimiento de Kuwait
y pago de indemnizaciones) "[...] quedarán sin fuerza
ni efecto la prohibición de importar artículos
y productos originarios de Iraq y la prohibición de realizar
transacciones financieras conexas, que figuraban en la resolución
661 (1990)".
30. Le Monde, 7 de octubre de 1998.
31. A diferencia de la UNSCOM, el gobierno iraquí considera
que la AIEA ha realizado un trabajo objetivo y diligente.
32. El análisis detallado de esta resolución puede
encontrarse en Varea, C. "Resolución 1284 del Consejo
de Seguridad: perpetuar el embargo", Nación Árabe,
núm. 40, invierno 2000, pp.: 11-21.
33. Párrafo 2 de la resolución.
34. International Herald Tribune, 2 de febrero de 2000.
35. Neesweek, 28 de enero de 2002, pág. 36.
36. "Iraq: Rolling Over Santions, Raisig the Stakes",
Graham-Brown, S., MERIP, nota informativa núm.
77 de noviembre de 2001. Traducido en http://www.nodo50.org/csca/iraq/graham-brown.html.
37. The Guardian, 29 de noviembre de 2001.
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