Iraq-CELSI
Palestina 2002


* Carlos Varea es miembro del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe y coordinador de la Campaña Estatal por el Levantamiento de las Sanciones a Iraq

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ORIENTE MEDIO A UN AÑO DEL 11-S

¿Por qué quiere EEUU ocupar Iraq?

Las mentiras de la Administración Bush sobre el rearme iraquí que repite el presidente Aznar

Carlos Varea*

13 de septiembre de 2002, Editorial Hiru, colección Sediciones
CSCAweb (www.nodo50.org/csca)

En su discurso ante la Asamblea General de NNUU, el presidente Bush mintió una vez más al afirmar que Iraq supone un amenaza para la seguridad mundial. Y el presidente español Aznar miente igualmente al reproducir el discurso belicista de EEUU contra Iraq. EEUU y Gran Bretaña no han podido aportar evidencia alguna de que Iraq esté fabricando o disponga de armas de destrucción masiva. La Editorial Hiru editará próximamente un volumen sobre Iraq, que incluye, entre otros materiales, un análisis de Carlos Varea del que CSCAweb avanza algunos fragmentos relativos a cómo las Administraciones Clinton y Bush llevan años manipulando la cuestión de las inspecciones armamentísticas en Iraq para atacar a este país.

En su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas del jueves 13 de septiembre, el presidente estadounidense Bush mintió una vez más al afirmar que Iraq supone un peligro para sus vecinos y la seguridad mundial al disponer de armas de destrucción masiva. Y el presidente español Aznar miente igualmente -por desconocimiento o por interés- al repetir el discurso belicista de EEUU contra Iraq. A sabiendas de que la guerra solo sirve a los intereses hegemónicos de EEUU, aprovechando mezquinamente en beneficio propio la doctrina antiterrorista surgida tras el 11 de septiembre, el gobierno español ya ha anunciado que apoyará en cualquier caso la intervención militar contra Iraq.

EEUU y Gran Bretaña no han podido aportar evidencia alguna de que Iraq esté fabricando o disponga de armas de destrucción masiva, el principal argumento de la Casa Blanca para justificar la nueva guerra en ciernes contra Iraq. La amenaza de esta nueva guerra y la desinformación ocultan que Iraq es hoy un país devastado por más de una década de sanciones económicas y agresiones militares continuadas. Como reiteran expertos, funcionarios de Naciones Unidas e incluso miembros de anteriores Administraciones estadounidense y gobiernos británicos, Iraq no es una amenaza y ha cumplido sustancialmente las obligaciones que le fueron impuestas tras la Guerra del Golfo.

La Editorial Hiru (Hondarribia, Guipúzcoa) publicará próximamente en su colección Sediciones un volumen sobre Iraq y la determinación de la Administración estadounidense de atacar y ocupar este país. Entre otros materiales, el volumen incluye el texto inédito de la investigadora del Institute for Policy Studies (Washington DC, EEUU) Phyllis Bennis, "El 'Eje del Mal' y más allá" (extraído para esta edición de su recién publicado libro Before & After: U.S. Foreign Policy and the September 11 Crisis, Interlink Publishing, Northampton, Massachussets, www.interlinkbooks.com) y un análisis de Carlos Varea titulado "Iraq, asedio y asalto final", del que CSCAweb reproduce algunos fragmentos sobre la cuestión del desarme iraquí y la fabricación por parte de EEUU de una justificación para invadir y ocupar Iraq. [CSCAweb]


"¿Por qué está determinada la Administración Bush a imponer militarmente ahora un cambio de régimen en Iraq?

Carlos Varea

Al término de la Guerra del Golfo, EEUU procuró imponer en Oriente Medio la llamada Pax Americana, un supuesto "nuevo" orden regional que básicamente pretendía reforzar los elementos centrales del viejo orden postcolonial de la región: la supremacía política, militar y económica de Israel, y el mantenimiento en el poder de los regímenes árabes encargados de gestionar el mercado petrolífero internacional, manteniendo los precios del petróleo estables y moderados.

La Administración Bush padre pretendió entonces, en la primera fase de hegemonía mundial que le brindaba el derrumbe de la URSS y los países de su órbita, favorecer la inserción económica de Israel en la región árabe y de toda ella en la economía mundializada. La destrucción del poder económico, político y militar de Iraq, por medio de la combinación del embargo y la guerra, determinó no solamente la anulación estratégica de una potencia árabe emergente competidora y hostil a Israel, sino el derrumbe del sistema económica interárabe de todo Oriente Medio, ya de por si precario. Ello favorecía por una parte el fortalecimiento estratégico de Israel y por otra el extremo debilitamiento árabe.

Sobre esta base de desequilibrio regional entre Israel y los Estados árabes (además de la OLP) se diseño el proceso de negociación, normalización o de paz árabe-israelí que se iniciaría en Madrid en el otoño de 1991, inmediatamente después de la Guerra del Golfo. Este proceso era y es, en esencia -aun cuando prendiera resolver la cuestión palestina como elemento inexcusable- un proyecto económico de inserción de Israel en Oriente Medio como potencia comercial y tecnológica y, con ello, del conjunto de la región en la economía capitalista mundial, reservando para las poblaciones árabes el papel de fuerza laboral y consumidores.

No ya por las características de su régimen político, sino por las del propio Estado iraquí, el sometimiento de este país -muy particularmente en el aspecto tecnológico [1]- era, como lo sigue siendo hoy, una necesidad objetiva para EEUU e Israel. A diferencia de otros Estados árabes, Iraq es un país poblado (23 millones de habitantes), extremadamente rico en recursos energéticos [2] y, pese a ser dependiente para su desarrollo de su renta petrolífera, antes de 1990 había alcanzado cuotas apreciables de diversificación económica y desarrollo sociolaboral, con grandes capas medias de funcionarios de una Administración que compaginaba un ostensible presupuesto militar con inversiones en salud, educación, vivienda, servicios, infraestructuras, investigación, etc.

Primero con la devastación de la guerra y, tras ella, con el mantenimiento de las sanciones económicas una vez liberado Kuwait (resolución 687 de 1991, del Consejo de Seguridad), las sucesivas Administraciones estadounidenses -la de Bush padre, las dos de Clinton, la actual de Bush hijo- han procurado desestructurar estratégicamente a Iraq y, por medio de la imposición del pago de indemnizaciones de guerra y el programa "petróleo por alimentos", el control neocolonial de su renta petrolífera. Es importante enfatizar que hay una lógica comprensible en este asedio y, ahora, asalto final contra Iraq por parte de EEUU, que hace coherente la política de intervención estadounidense contra este país durante más de una década, y que cabe explicar en claves regional e internacional, antes que en peripecias y anécdotas de sus sucesivos presidentes. De igual manera, el hecho de que la Administración Bush aproveche los sucesos del 11 de septiembre de 2001 no significa en modo alguno que la decisión de atacar de nuevo Iraq e imponer un régimen en Bagdad no estuviera tomada mucho antes.

Pero, ¿por qué está determinada la Administración Bush a imponer militarmente ahora un cambio de régimen en Iraq? La respuesta a esta pregunta no se encontrará ni en la preocupación estadounidense y británica de implantar la democracia en el país, ni en que Iraq suponga hoy en día una amenaza militar real ni para sus vecinos ni, mucho menos para EEUU. La respuesta se encuentra en el fracaso de la política de control estratégico que las sucesivas Administraciones estadounidenses han procurado imponer a Iraq desde 1990 por medio de las sanciones económicas, lo que se ha denominado la "política de contención". La lógica de esta estrategia de contención se basaba era mantener a Iraq política y económicamente sometido por medio de las sanciones, recurriendo al Consejo de Seguridad (CS) cuando fuera necesario imponer nuevas medidas de control sobre el país. Constatado este fracaso, el empeño de ésta y de la anterior Administración estadounidense es impedir la recuperación de relaciones políticas y económicas de Iraq con la comunidad internacional.

Y es que, como veremos, el "programa petróleo por alimentos" ciertamente ha fracasado en su objetivo declarado de mejorar las condiciones de vida de la población iraquí y, también sin lugar a dudas, ha impuesto a Iraq graves restricciones a su soberanía nacional. Pero su puesta en marcha a partir de diciembre de 1996 permitió igualmente al gobierno iraquí retornar discreta pero solidamente al ámbito internacional, recuperando para muchos Estados de Oriente Medio (y también de fuera de la zona, caso de Rusia) un papel insustituible como soporte de sus precarias economías. Como señala al-Kadiri [3]:

"Irónicamente, hoy no es Israel sino Iraq el país que en la actualidad emerge como nuevo eje del comercio regional, utilizando sus relaciones económicas para normalizar las relaciones con sus enemigos de antaño. Aprovechando de un modo muy inteligente las oportunidades que le brinda el programa de Naciones Unidas 'petróleo por alimentos', al tiempo que se opone al sistema por principio, Bagdad ha contribuido al fracaso de la política de 'doble contención' [4] y se ha convertido en un factor a tener en cuenta en los procesos económicos de toma de decisión de sus vecinos. El gobierno iraquí no será capaz de lograr su objetivo principal -levantar el régimen de sanciones que, con EEUU a la cabeza, se viene manteniendo durante 12 años- mediante el comercio. Sin embargo, los cada vez más fuertes lazos económicos con sus vecinos han enfriado la actitud de los Estados árabes antes los esfuerzos estadounidenses por derrocar al régimen de Sadam Husein."

La recuperación paulatina de relaciones de Iraq con otros países constituye para EEUU un doble problema: afianza al régimen iraquí al tiempo que reordena las relaciones entre los Estados de la zona, otorgándoles mínimos márgenes de autonomía que hacen peligrar la imposición del Nuevo Orden Regional. Si Iraq logra estabilizarse aun precariamente, el diseño previsto para Oriente Medio tras la Guerra del Golfo peligraría, esencialmente en cuanto al mantenimiento de la supremacía económica -consagrada la militar- del Estado de Israel y la pretensión de EEUU de lograr su inserción regional tras más de medio siglo de conflicto árabe-israelí.

La erosión paulatina del embargo (que no el fin de los sufrimientos del pueblo iraquí o la normalización económica plena del país) y lo gravoso del mantenimiento de la presión militar estadounidense sobre Iraq [5], la deriva del proceso de paz árabe-israelí y -asociado a ello- el distanciamiento de Washington de sus tradicionales aliados árabes (muy particularmente, Arabia Saudí), el fortalecimiento del unilateralismo y la determinación de anular definitivamente las instituciones internacionales, junto con lo que el asesor de seguridad nacional norteamericano Samuel Berger define como "amenaza creíble del recurso al uso de la fuerza" [6], conducen casi inexorablemente a que EEUU decida poner punto final al asedio que hace 12 años inicio contra Iraq.

Pero si finalmente se produce la caída del régimen de Sadam Husein, ello no determinará -todo lo contrario- el fin del control de EEUU sobre Iraq. Dadas las características antes mencionadas de Iraq, EEUU no levantará su tutela sobre el único Estado árabe de Oriente Medio que combina población y recursos. Quizás el nuevo régimen de Bagdad instaurado por EEUU y Gran Bretaña sea formalmente democrático (con ese sentido cínico y utilitario que tiene el concepto para Occidente en general y para EEUU en particular), pero sin duda será un régimen tutelado, al que se le hurtarán los resortes estratégicos para un futuro desarrollo independiente y social del país, muy en particular, en lo referente a la gestión de la renta petrolífera. Iraq será un país recolonizado, algo que la oposición iraquí parece aceptar de buen grado a cambio de poder llegar a Bagdad no se sabe aún muy bien si delante o detrás de los tanques estadounidenses.

Madeleine Albright, siendo secretaria de Estado en el segundo mandato Clinton, lo explicitó meridianamente en fecha tan temprana como marzo de 1997, cuando asumió su puesto, tras haber representado a su país en NNUU: producido el cambio de régimen en Bagdad, EEUU solo promovería la paulatina reinserción internacional de Iraq, la anulación de la deuda de guerra y la derogación de la batería de resoluciones aprobadas desde 1990 por el CS, si sus nuevos gobernantes se comprometían a satisfacer plenamente "una completa serie de cuestiones económicas y de seguridad [...] que preocupan a EEUU" [7]. Como indicaban por entonces tres antiguos funcionarios de distintas Administraciones, Brzezinski, Scowcroft y Murphy:

"Es imperativo que todas las partes comprendan claramente una realidad estratégica importante: EEUU está en el Golfo Pérsico y en él va a permanecer. La seguridad y la independencia de esa región constituyen intereses vitales estadounidenses. Cualquier acuerdo con un régimen post-Sadam en Iraq [...] tendrá que basarse en este hecho." (pág. 127) [8]

[...]

De la 'política de contención' al asalto final contra Iraq

Sin ambigüedad alguna, la estrategia respecto a Iraq de la Administración Bush es hoy la de promover militarmente un cambio de régimen político en el país cuando las circunstancias lo permitan. Hans von Sponeck lo sintetiza de la siguiente manera:

"La cuestión ya no es si Iraq debe ser o no el siguiente país de la lista [a ser atacado], sino cómo se puede justificar esto y cómo hacer que lo acepten los gobiernos de Oriente Medio y los denominados 'socios de coalición', especialmente los europeos." [9]

EEUU ha abandonado lo que se ha venido denominado "política de contención" de Iraq [10], cuya última formulación fue la pretensión estadounidense (defendida principalmente por el secretario de Estado Colin Powell) y británica de imponer en el CS un nuevo y reforzado sistema de sanciones, las llamadas "sanciones inteligentes". Sin embargo, la determinación de proceder al asalto final contra Iraq es anterior al 11 de septiembre y a la propia Administración Bush, habiendo sido ya avanzada por la segunda Administración Clinton. EEUU desarrolló durante los dos últimos años de mandato del presidente Clinton una doble estrategia de recurso recurrente al unilateralismo militar y de manipulación del CS que anticipaba la actual situación.La Operación Zorro del Desierto, de diciembre de 1998, y la imposición en el CS de la resolución 1284, un año después, son los ejemplos de uno y otro mecanismo de esta estrategia [11].

En 1998 la Administración Clinton explicitará el objetivo de promover un cambio de régimen en Iraq, y para ello procurará legitimar una alternativa exterior al régimen de Sadam Husein, un objetivo en el que aún se afana la actual Administración. El Congreso aprobaba por unanimidad el 13 de marzo declarar a Sadam Husein "criminal de guerra", instando al presidente Clinton a que exigiera al CS que actuara en tal sentido, encausando, deteniendo y juzgando al presidente iraquí, al tiempo que debate nuevas ayudas financieras para la oposición iraquí. La Administración Bush heredará de la anterior el renovado apoyo de EEUU a la oposición iraquí, después de un período en el que los estrategas estadounidenses habían considero irrelevante el papel que podría jugar aquélla, habida cuenta de su fragmentación y debilidad, además de su notoria ineficacia en la gestión de los fondos previamente recibidos -cuando no su abierta corrupción. A comienzos de agosto se informa que el presidente Clinton ha presentado al Congreso un "detallado plan de 27 páginas para reconstruir la quebrantada oposición iraquí" [12]. Una primera partida de 5 millones de dólares [13] y luego otra mucho más cuantiosa, de casi 100 millones, ésta ya calificada de "militar" [14], son aprobadas por el Congreso con destino el Congreso Nacional Iraquí (CNI), la plataforma opositora creada en 1992 y refundada en 1998, con sede en Londres y apoyo financiero de EEUU, y dirigida por el polémico personaje Ahmad Chalabi.

[...]

A finales de año, el Congreso aprobará la denominada "Acta de Liberación de Iraq" (muy similar y de iguales promotores que la Ley Helms-Burton contra Cuba), designándose en enero del siguiente año al número dos de la embajada de EEUU en Ankara, Frank Ricciardone, como "representante especial para la transición en Iraq". 1998 marcará además un incremento sustancial en las intervenciones aéreas de EEUU y Gran Bretaña en las zonas de exclusión aérea -al norte del paralelo 36 y al sur del 33-, en lo que es la mayor campaña aérea moderna de EEUU, superior ya a la sufrida por Vietnam [15].

El desarme de Iraq, la UNSCOM y la 'Operación Zorro del Desierto'

En fecha tan temprana como octubre de 1994, la UNSCOM y la AIEA daban por cerrada la primera fase del proceso de desarme iraquí [16], es decir, la destrucción de los arsenales de armamento estratégico y el desmantelamiento de los medios materiales para su reconstrucción, y se ponía entonces en marcha el denominado sistema de "verificación", destinado en una segunda fase a impedir el rearme iraquí, y consistente en el control de más de 400 instalaciones civiles y militares iraquíes [17]. De hecho, a finales de ese año Francia, Rusia y China plantearon sin éxito abrir en el CS el debate sobre un calendario razonable para el levantamiento de las sanciones, habida cuenta del apreciable grado de cumplimiento por parte del gobierno iraquí de las obligaciones que le habían sido impuestas al término de la Guerra del Golfo (resolución 687) y al impacto humanitario de las sanciones. EEUU y Gran Bretaña, impondrían como alternativa, al año siguiente, la resolución 986 y el programa "petróleo por alimentos" a fin de bloquear el debate sobre el fin del embargo y poder establecer el mecanismo para el pago de las indemnizaciones de guerra por parte de Iraq, como hemos visto.

Cuatro años después, a finales de 1998, el desarme estratégico de Iraq era incuestionable. Scott Ritter, ex marine durante la Guerra del Golfo y durante siete años uno de los más agresivos jefe de equipo de inspectores de desarme de la UNSCOM, ha señalado reiteradas veces [18] que cuando dimitió de su cargo en el verano de 1998, el desarme estratégico de Iraq podría cifrarse en un 90-95%, y que pretender alcanzar el restante 10-5% es literalmente imposible e innecesario. También por aquel entonces, Anthony Cordesman, investigador del Center for Strategic and International Studies y previamente asesor gubernamental y de la OTAN, señalaba antes de producirse los ataques de diciembre de 1998, que Iraq debería haber gastado 48 mil millones de dólares en armamento para recuperar su capacidad militar previa a Guerra del Golfo de 1991, y otros 12 mil millones tan solo para mantener operativa la disminuida fuerza militar que se salvó de la destrucción ocasionada por la coalición multinacional durante la Guerra del Golfo, cantidades que evidente Iraq no ha podido gastar [19].

En el último informe que presentara en su calidad de presidente de la UNSCOM al CS pocos días antes de la Operación Zorro del Desierto [20], Richard Butler consideraba razonable "[...] poner punto final a las cuestiones pendientes en las esferas de los [programas iraquíes de fabricación de] misiles y armas químicas", restando tan solo aspectos menores en el campo de las armas biológicas, y ello a pesar de que "[...] responsables de la Administración Clinton jugaron un papel directo en perfilar el contenido del texto [del informe] de Butler durante numerosas conversaciones con él mantenidas en locales reservados de la delegación de EEUU en Naciones Unidas" [21]. Con la ambigüedad que le caracterizaba, a comienzos de octubre Butler había indicado en declaraciones a la prensa que Iraq estaba "casi desarmado" [22]. Rusia, China y Francia criticaban por entonces abiertamente a Butler, a quien acusaban de prolongar intencionadamente su tarea en Iraq en connivencia con EEUU, difiriendo la presentación de conclusiones claras y definitivas. El propio Annan hubo de exigir a Butler que la UNSCOM aportara ante el CS "[...] toda la información relevante, incluida toda evidencia importante, sobre el incumplimiento por Iraq de sus obligaciones [...]"[23].

A la actitud diletante y malintencionada de Butler se unirán las evidencias cada vez más sólidas de espionaje a favor de EEUU, Gran Bretaña e Israel por parte de la UNSCOM [24], una institución de NNUU creada ex profeso y que debía dar cuenta de su trabajo en Iraq exclusivamente al CS, elemento que fue determinante para la dimisión de Butler [25] y la disolución de la comisión de desarme. La primera denuncia pública contra la UNSCOM por espionaje provino del propio Ritter, quien dimite a finales de agosto de 1998 acusando a EEUU de pretender controlar a la UNSCOM con el objetivo prioritario de utilizarla para lograr derrocar a Sadam Husein antes que para proseguir con un efectivo desarme iraquí. De hecho, los objetivos que serían atacados en diciembre de 1998 no estuvieron asociados con la producción de armas de destrucción masiva, sino más bien con la voluntad estadounidense de provocar un golpe de Estado interno [26]. Ritter remontaba la colaboración entre la UNSCOM y la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad a fecha tan temprana como 1992, prácticamente tras su creación [27]. Ritter además confirmaría la amplia y clandestina colaboración de la UNSCOM con Israel, fundamental para descubrir los códigos de comunicación iraquíes [28].

Por todo ello, en agosto de ese año -1998- Iraq solicitaba que el CS aplicara el párrafo 22 de la resolución 687 de alto el fuego de la Guerra del Golfo como primer paso hacia el levantamiento total de las sanciones [29], además de una reestructuración de la UNSCOM por las sospechas de espionaje. El propio Kofi Annan se mostraría en su comunicado del 6 de agosto comprensivo ante la "frustración iraquí" y defendió el diálogo con Iraq, enviando para ello a Bagdad a su mediador personal. La posición del Annan era entonces la de que el CS avanzara hacia un examen "global, [...] en un tiempo relativamente corto" de la cuestión iraquí, a fin de poder establecer un "calendario razonable" para el fin del embargo [30]. Sin que ello se produjera, Iraq decidiría finalmente suspender su colaboración con la UNSCOM, aunque sí -hasta la actualidad- con la AIEA [31], dando entonces garantías de que respetaría el funcionamiento del sistema de verificación antes mencionado. Finalmente, EEUU y Gran Bretaña atacarían Iraq unilateralmente en diciembre.

[...]

Bombardeando Iraq en diciembre, en una de los más intensos ataques desde 1991, la Administración Clinton bloquearía durante todo 1999 cualquier solución negociada en el seno del CS, al tiempo que dificultaba intencionadamente la aplicación práctica de la resolución 986. Pero a finales de año, en diciembre, en uno de sus habituales retornos al CS, EEUU forzará la aprobación de una resolución que supone una nueva vuelta de tuerca en el proyecto estadounidense de control estratégico de Iraq: la resolución 1284 [32]. Esta resolución, al tiempo que establece nuevas exigencias en materia de desarme, y con ello un calendario extremadamente dilatado y ambiguo para el fin de las sanciones económicas, incluye también nuevas medidas gravemente restrictivas de la soberanía nacional iraquí, en concreto, la previsión del control financiero y tecnológico del país una vez levantadas las sanciones.

La táctica de EEUU era entonces evidente: tras los bombardeos de un año atrás, una resolución así contaría con la oposición de Iraq -como no podía ser de otra manera- y determinaría un nuevo bloqueo de la situación en el seno del CS, situación ideal que favorecería durante meses o años la prolongación de las sanciones o, en su caso, justificaría nuevas agresiones militares unilaterales y la aprobación de más fondos para impulsar la guerra sucia. La Administración Clinton, tras desbaratar todo el sistema de control armamentístico impuesto a Iraq desde 1991 al involucrar a la comisión de desarme UNSCOM en tareas de espionaje y forzar la salida precipitada de los inspectores del país al lanzar unilateralmente la Operación Zorro del Desierto, retornaba al CS para imponer una resolución que enfatizaba la necesidad del regreso de los inspectores de desarme y la puesta en marcha de "[...] un sistema reforzado de vigilancia y verificación permanentes del desarme [iraquí]" [33], con la creación de una nueva comisión de desarme, la denominada UNMOVIC (sigla en inglés correspondiente a Comisión de Naciones Unidas de Vigilancia, Verificación e Inspección), que sustituyera a la disuelta UNSCOM. No por casualidad la aprobación de esta resolución contó con la abstención de Francia, Rusia y China -además de Malasia-, la primera vez que ello ocurría en relación a la cuestión iraquí desde 1990.

El gobierno iraquí, como era previsible, rechazó inmediatamente la nueva resolución, dado que situaba en punto cero el tema del desarme. EEUU por su parte inició inmediatamente una campaña de preparación de la opinión pública internacional para un futuro ataque contra Iraq que, recogida por la nueva Administración Bush, llegará hasta el presente. Así, a comienzos de febrero de 2000, pocos días después de ser nombrado el presidente de la nueva comisión (el sueco Hans Blix, ex director de la AIEA), la prensa estadounidense daba cuenta de informes de los servicios secretos del Pentágono que indicaban que Iraq estaba reconstruyendo instalaciones de producción de armas atacadas en diciembre de 1998 [34]. [...]

En febrero de 2001, el presidente Bush inauguraba su mandato ordenando el bombardeo de objetivos en la periferia de Bagdad, fuera de las áreas de exclusión aérea. El mensaje era claro: EEUU no iba a tolerar la normalización de relaciones políticas y económicas de Iraq con terceros países.

[...]

EEUU e Iraq tras el 11 de septiembre

[...]

Pese a la imposibilidad de asociar a Iraq con los atentados del 11 de septiembre o acción terrorista alguna, los halcones de la Administración Bush se declararían en los meses posteriores a favor de que la campaña bélica antiterrorista iniciada por EEUU en Afganistán incluyera en una segunda fase a Iraq. Antes de que concluyera la intervención contra ese país este sector de la Administración y los medios de comunicación estadounidenses consideraban que no era necesario hallar una conexión entre los ataques del 11 de septiembre o la red al-Qaeda e Iraq. Remitiéndose a las declaraciones de un alto funcionario estadounidense, Newsweek informaba en su edición del 28 de enero que se había alcanzado un "consenso general" en el seno de la Administración Bush entre los secretarios de Estado Powell y el de Defensa Rumsfeld para un "cambio de régimen" en Iraq. La estrategia de la Administración Bush aparece clara: "Sadam [Husein] -señalaba en su artículo Evan Thomas- no será atacado 'mañana o unilateralmente'. Más bien, pronostica este responsable [de la Administración Bush], Powell y Rumsfeld trabajarán para lograr un 'compromiso'. EEUU incrementará su presión sobre Sadam para que admita [el retorno de] los inspectores de desarme de Naciones Unidas para buscar las armas de destrucción masiva de Iraq. Nadie [en la Administración Bush] espera que Sadam cumpla plenamente, pero el proceso permitirá ganar tiempo: mostrar la intransigencia de Sadam, ganar el apoyo de los aliados de EEUU, encontrar y apoyar a los luchadores de la libertad [opositores] en Iraq, y preparar una invasión si fuera necesario. El tiempo requerido podrá ser, en cualquier caso, de seis a 18 meses, indica el responsable" [35].

[...]

Buscando la excusa: la cuestión del retorno de los inspectores

La reaparición de la exigencia del retorno a Iraq de los inspectores de NNUU surge, como muy bien señala Sarah Graham-Brown a finales del mes de noviembre, durante la campaña de Afganistán ante la imposibilidad de asociar a Iraq con los sucesos del 11 de septiembre:

"Dada la debilidad de estas pruebas [sobre la implicación de Iraq en el 11 de septiembre], los halcones [de la Administración Bush] han ido buscando justificaciones en la supuesta posesión por parte iraquí de armas de destrucción masiva, incluyendo la posibilidad de que Iraq haya utilizado o pueda utilizar arma biológicas. En sus comentarios sobre Iraq del pasado 26 de noviembre [de 2001], Bush volvió a recalcar la exigencia de que Iraq debe permitir la vuelta a su territorio de inspectores de NNUU. Hace una semana, el vicesecretario de Estado John Bolton señaló a Iraq [en Ginebra] -junto con Corea del Norte, Libia, Siria, Irán y Sudán- como países que están actualmente desarrollando armas bacteriológicas. 'EEUU tiene firmes sospechas de que Iraq se ha aprovechado de estos tres años en los que no había inspecciones de NNUU para mejorar en todas las fases de su programa ofensivo de armas biológicas'. Hasta hace muy poco, las discusiones públicas sobre la política de sanciones apenas habían hecho referencia a la renovación de las inspecciones por parte de UNMOVIC." [36]

Por su parte, von Sponeck indicaba también por esas fechas lo siguiente:

"Los servicios de inteligencia norteamericanos y británicos saben muy bien que Iraq es un país cualitativamente desarmado; tampoco se han olvidado de que el anterior Secretario de Defensa, William Powell, le comentó al presidente Bush en enero que 'Iraq ya no constituye una amenaza militar para sus vecinos'. El mismo mensaje ha sido transmitido por antiguos inspectores de NNUU. Claro que admitir esto supondría acabar por completo con la política de NNUU tal y como ha sido desarrollada y mantenida por los gobiernos de EEUU y el Reino Unido." [37]

Ya hemos visto como la ruptura de Iraq con la comisión de desarme UNSCOM en el verano de 1998 se debió a la estrategia de dilaciones de su presidente Butler y a las -después confirmadas- actividades de espionaje de sus inspectores. Mientras los miembros de las Agencias humanitarias de NNUU en Iraq no recibieron aviso alguno, Butler, advertido por EEUU, ordenó sin consultar con instancia alguna del organismo internacional la salida de los inspectores de la UNSCOM antes de que se iniciara el ataque de EEUU y Gran Bretaña contra Iraq de diciembre de 1998: el gobierno de Iraq no expulsó -como se afirma a menudo- a los inspectores de desarme, de igual manera que no se ha opuesto tajantemente en ningún momento a que la nueva comisión UNMOVIC reanude las labores de control armamentístico en el país.

Ciertamente, Iraq se muestra contrario a aceptar un punto cero en la cuestión del desarme iraquí, como parecer pretender EEUU, habida cuenta de que ya a finales de 1994 se daba por cerrada la fase de localización y desmantelamiento de los arsenales de armas de destrucción masiva y de sus medios de producción y, desde ese momento y hasta diciembre de 1998, era operativo el sistema de control destinado a evitar que Iraq pudiera rearmarse.

[...]"


Notas:

1. Samir, A., 1991. L'Empire du chaos. L'Harmattan, Paris.
2. Véase al-Kadiri, R., Middle East Report, núm. 220, otoño de 2001, traducido en
http://www.nodo50.org/csca/iraq/merip_27-05-02.html.
3. Ibíd.
4. Sobre Iraq e Irán [nota de CSCAweb].
5. El Pentágono gasta anualmente entre 50 y 60 mil millones de dólares en su asedio militar a Iraq (Becker, R., "US strategy vs. Iraq & UNSC Resolution 1284", IAC, febrero, 2000.
6. The Washington Post, 22 de diciembre de 1998.
7. Middle East International, 18 de abril a 30 de mayo de 1997.
8. "Contención diferenciada", Política Exterior, núm. 58, 1997, pp.: 117-127.
9. Middle East International, 29 de enero de 2002, traducido en
http://www.nodo50.org/csca/iraq/sponeck_29-01-02.html.
10. Mesa Delmonte, L., "EEUU e Iraq. La Administración Bush y Oriente Medio, Nación Árabe, núm. 44, primavera 2002, pp.: 119-135
11. Véase al respecto Varea, C. '"Aggresive Containment Plus': EEUU al asalto de Iraq", Nación Árabe, núm. 37, invierno 1999.
12. Washington Post, 3 de agosto de 1998.
13. Middle Esat International, núm 581, 21 de agosto de 1998.
14. Ello permite al Departamento de Defensa destinar dicha cantidad para armar y entrenar a la oposición iraquí a fin de, como señala el texto del Congreso, "acabar con el régimen dirigido por Sadam Husein en Iraq y promover la aparición de un gobierno democrático (International Herald Tribune, 2 y 7 de octubre de 1998).
15. Según fuentes británicas, la aviación del Reino Unido ha lanzado sobre el sur de Iraq desde diciembre de 1998 un tonelaje de bombas 2,5 veces superior al de los seis años previos (The Guardian, 8 de junio, 2000). Desde que fueron impuestas las áreas de exclusión aérea y hasta junio de 2002, la aviación de EEUU y Gran Bretaña ha realizado 211.154 violaciones del espacio aéreo iraquí, y ocasionado la muerte a 1.142 civiles y heridas a otros 1.261.
16. La UNSCOM y la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) fueron los dos organismos encargados por el CS, en su resolución 687 de alto el fuego de la Guerra del Golfo, de supervisar el desarme estratégico iraquí en los ámbitos químico, biológico y sistemas balísticos (misiles), y nuclear, respectivamente.
17. La primera fase del desarme iraquí puede revisarse en Varea, C. y Maestro C, 1997. "Iraq, laboratorio del Nuevo Orden Mundial" presentación del volumen Guerra y Sanciones a Iraq. Naciones Unidas y el Nuevo Orden Mundial, Carlos Varea y Ángeles Maestro coords., Ed. Libros de la Catarata, Madrid. Sobre los acontecimientos de diciembre de 1998, véase Varea, C., "'Aggresive Containment Plus': EEUU al asalto de Iraq", Nación Árabe, núm. 37, invierno 1999, pp.: 11-24.
18. Una de las últimas, en un acto público en EEUU recogido en Rivers Pitt, W., "Bomb Sadam, Save the G.O.P.", TruthOut.com, 30 de julio de 2002 (
http.//www.alternet.org/story.html/StoryID=13710).
19. The Washington Post, 16 de noviembre de 1998.
20. Documento S/1998/920 del 6 de octubre de 1998. Los bombardeos se iniciaron durante una sesión de evaluación por el CS del informe de Butler, por tanto antes de que el organismo hubiera podido posicionarse sobre el mismo. La UNSCOM presentó posteriormente, en enero, un prolijo informe de más de 200 páginas cuyo carácter de documento de NNUU ha sido cuestionado, al no haberse entregado a través del secretario general, y que no ha sido hecho público en su totalidad. La representación rusa en el CS lo calificó de ­literalmente- "intragable" (The Washington Post, 27 de enero de 1998).
21. Sam Husseini , "Twisted Policy on Iraq", The Washington Post, 26 de enero de 1999.
22. Le Monde, 7 de octubre de 1998.
23. Documento SG/SM/6737 IK/254 del 8 de octubre de 1998.
24. Puede consultarse el repaso cronológico que hace Le Monde en su número del 10 de enero, y MEI , núm. 592, 29 de enero de 1999, pág. 21.
25. Butler es en la actualidad Alto Comisionado de la OSCE para las Minorías Étnicas
26. [...] La información que la Administración Clinton deseaba obtener de la UNSCOM no era sobre el armamento iraquí sino sobre datos del régimen (localización de sus máximos dirigentes, situación interna en sus unidades militares de elite y de seguridad, etc.) a fin de favorecer un golpe de Estado (Newsweek, 18 de enero de 1999). The Independent daba cuenta el 25 de enero de 1999 que asimismo agentes del M16 británico se infiltraron en la UNSCOM y que su información fue igualmente determinante para la elección de los blancos a atacar. [...].
27. Newsweek, 18 de enero de 1999.
28. Ha'aretz, 29 de septiembre de 1999. La relación entre Israel y la UNSCOM se remontaba a enero de 1995 (The Times del 13 de diciembre de 1999). [...].
29. Este párrafo determina que una vez que el CS considere cumplidas por Iraq sus obligaciones de alto el fuego en la Guerra del Golfo (desmilitarización, reconocimiento de Kuwait y pago de indemnizaciones) "[...] quedarán sin fuerza ni efecto la prohibición de importar artículos y productos originarios de Iraq y la prohibición de realizar transacciones financieras conexas, que figuraban en la resolución 661 (1990)".
30. Le Monde, 7 de octubre de 1998.
31. A diferencia de la UNSCOM, el gobierno iraquí considera que la AIEA ha realizado un trabajo objetivo y diligente.
32. El análisis detallado de esta resolución puede encontrarse en Varea, C. "Resolución 1284 del Consejo de Seguridad: perpetuar el embargo", Nación Árabe, núm. 40, invierno 2000, pp.: 11-21.
33. Párrafo 2 de la resolución.
34. International Herald Tribune, 2 de febrero de 2000.
35. Neesweek, 28 de enero de 2002, pág. 36.
36. "Iraq: Rolling Over Santions, Raisig the Stakes", Graham-Brown, S., MERIP, nota informativa núm. 77 de noviembre de 2001. Traducido en
http://www.nodo50.org/csca/iraq/graham-brown.html.
37. The Guardian, 29 de noviembre de 2001.



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