Contra la barbarie
Manifiesto de la Alianza
de Intelectuales Antiimperialistas
CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
Última actualización: 4-10-02
Tomando como referente
moral e histórico la Alianza y el Congreso de Intelectuales
Antifascistas de 1936, un amplio grupo de personas relacionadas
con la literatura, el arte y la ciencia hemos decidido promover
una Alianza de Intelectuales Antiimperialistas con objeto de
analizar y afrontar de forma colectiva la gravísima situación
mundial generada tras el 11-S. (...) Quienes firmamos este manifiesto
fundacional conminamos a escritores/as, artistas, profesores/as,
científicos/as e investigadores/as a asumir la gravísima
responsabilidad de contribuir a la comprensión y la transformación
de un mundo azotado por la guerra, el hambre, la opresión
y la injusticia. (...) El Imperio ha declarado la guerra a quienes
nos oponemos a sus planes de expolio y exterminio. Y tenemos
que resistir con nuestra unión y contraatacar con nuestros
instrumentos de trabajo: las ideas, las palabras, las imágenes...
(c) VEGAP-GENOVÉS
2002 (Detalle)
Ilustración:
Cortesía de Juan Genovés para la Alianza de Intelectuales
Antiimperialistas
La humanidad está siendo arrastrada hacia una catástrofe
material y moral sin precedentes.
La sedicente "cruzada contra el terrorismo" emprendida
por el Gobierno de Estados Unidos y sus aliados, cuyo próximo
capítulo pretende ser la invasión de Iraq, no es
más que una nueva y desmedida agresión imperialista
cuyo objeto es consolidar a cualquier precio la hegemonía
estadounidense, fortaleciendo a Israel y debilitando a los países
árabes e islámicos que pudieran representar una
amenaza para el sionismo.
Consideramos, por tanto, imprescindible llevar a cabo un amplio
debate sobre la situación mundial generada tras los acontecimientos
del 11-S y plantear una alternativa al discurso oficial, que
oculta o falsea la información y tiende a criminalizar
toda forma de disensión o protesta.
En este sentido, la responsabilidad de quienes hemos hecho
de la cultura y la comunicación nuestro oficio, es especialmente
grande, puesto que el imperialismo pretende sustituir la libre
circulación de ideas por un "pensamiento único"
administrado desde el poder, con objeto de enmascarar la profunda
injusticia de sus fines y la implacable brutalidad de sus medios.
Los intelectuales (en el sentido más amplio y menos
elitista del término), en función del privilegio
que supone el acceso al conocimiento y a los instrumentos necesarios
para elaborarlo, tienen una responsabilidad tan específica
como grave: la crítica radical y continua de los argumentos
esgrimidos por el poder, la denuncia sistemática de sus
mentiras, sofismas y tergiversaciones. No podemos olvidar que
el término "intelectual" va unido desde su mismo
origen (caso Dreyfus) a la idea de lucha, de refutación
del discurso dominante, de defensa de la justicia frente a los
abusos del poder.
Por ello, tomando como referente moral e histórico
la Alianza y el Congreso de Intelectuales Antifascistas de 1936,
un amplio grupo de personas relacionadas con la literatura, el
arte y la ciencia hemos decidido promover una Alianza de Intelectuales
Antiimperialistas con objeto de analizar y afrontar de forma
colectiva la gravísima situación mundial generada
tras el 11 de septiembre de 2001.
Porque no es suficiente que cada cual oponga su trabajo individual
a la máquina de guerra y represión puesta en marcha
por el imperialismo: solo mediante la unión y la coordinación,
primero a nivel estatal y luego internacional, podremos detenerla.
Hacemos nuestro el llamamiento NION (Not In Our Name) de los
y las intelectuales y artistas estadounidenses que se niegan
a permitir que su Gobierno lleve a cabo en su nombre sus planes
de expolio y exterminio. Nosotros y nosotras también nos
negamos a que los Gobiernos de la Unión Europea apoyen
en nuestro nombre la sangrienta "cruzada" del imperialismo
estadounidense. La guerra no es inevitable, como pretenden hacernos
creer sus promotores y beneficiarios. La guerra es el fracaso
de la política y de la razón, la derrota de todos
los pueblos que se ven envueltos en ella; sólo beneficia
a las grandes multinacionales, a sus políticos a sueldo
y a los organismos a su servicio, como la Organización
Mundial de Comercio, el Fondo Monetario Internacional o el Banco
Mundial, que sacrifican el bienestar, la salud, la libertad y
la vida de millones de personas a los intereses de los ricos.
Hacemos nuestra la lucha de los multitudinarios movimientos
sociales que a la denominada "globalización"
oponen su proyecto de universalización de la solidaridad
y de la cultura. Es una insoslayable responsabilidad de la izquierda
implicarse en los pujantes movimientos de denuncia y de desobediencia
civil que buscan nuevas formas de superar la barbarie capitalista
y nuevos caminos hacia una democracia realmente participativa.
Los y las firmantes de este manifiesto fundacional conminamos
a escritores/as, artistas, profesores/as, científicos/as
e investigadores/as a asumir la gravísima responsabilidad
de contribuir a la comprensión y la transformación
de un mundo azotado por la guerra, el hambre, la opresión
y la injusticia. Cada libro, cada artículo de opinión,
cada comentario, por pequeño que sea, refuerza o debilita
el discurso dominante, en un momento en que la dominación
se ejerce mediante el discurso tanto como mediante las armas.
Porque, con la complicidad de los medios de comunicación,
el poder inunda las mentes de consignas explícitas e implícitas,
de promesas que no cumple y presuntas amenazas de enemigos construidos
a la medida de sus intereses. Modela el imaginario colectivo
a su antojo y conveniencia. Consuma la corrupción política,
económica y jurídica con la corrupción semántica.
Exigimos, por tanto, a quienes trabajan en los medios de comunicación
de masas, el cumplimiento de su compromiso deontológico
con la objetividad informativa. Los informadores pueden y deben
negarse a difundir noticias falsas o tergiversadas, del mismo
modo que los militares tienen el irrenunciable deber de negarse
a cumplir una orden injusta.
Los y las abajo firmantes nos comprometemos a apoyar con nuestras
palabras y nuestros actos a las innumerables víctimas
del imperialismo y de la "globalización" neoliberal:
los pueblos desposeídos y pisoteados de todo el mundo,
así como las bolsas de marginación y pobreza de
los países presuntamente desarrollados, que un dramático
flujo de inmigrantes perseguidos por el hambre y la injusticia
acrecienta sin cesar.
Combatiremos, sí, el terrorismo, pero empezando por
sus formas más abyectas e intolerables: el terrorismo
de Estado y el terrorismo del capital. Las torturas y malos tratos
en las comisarías y en las cárceles, la brutalidad
policial en la represión de las manifestaciones, la pena
de muerte, la explotación despiadada de los recursos naturales
y humanos, los embargos genocidas, las incursiones militares
contra poblaciones indefensas: ésos son los más
graves atentados terroristas contra la libertad, la dignidad
y la vida. Hasta que no acabemos con ellos, no podremos hablar
de democracia, ni siquiera de civilización.
El Imperio ha declarado la guerra a quienes nos oponemos a
sus planes de expolio y exterminio. Y tenemos que resistir con
nuestra unión y contraatacar con nuestros instrumentos
de trabajo: las ideas, las palabras, las imágenes... La
guerra total desencadenada por el Gobierno de Estados Unidos
y sus aliados se libra en muchos frentes, en todos los frentes,
y uno de los más importantes es el lingüístico.
Si quienes hemos hecho del pensamiento nuestra herramienta y
nuestra arma, no salimos al paso de los que pretenden detener
el flujo de las ideas y convertir las palabras en instrumento
de opresión, ¿quién lo hará?
Bush lo ha dicho de forma inequívoca: "Quien no
está con nosotros, está contra nosotros".
Y su declaración de guerra puede y debe convertirse en
nuestra propia consigna sin más que invertir el orden
de los términos: quien no está contra ellos, está
con ellos. Quien no se opone abiertamente a sus actos criminales
y a sus falsas palabras, los apoya con su silencio. Y el silencio
es la cobardía de los intelectuales. Cobardía que
en circunstancias como las actuales se convierte en imperdonable
vileza, en alta traición a la cultura y a la humanidad.
Nuestro enemigo, el enemigo de los pueblos del mundo, tiene
la segunda arma más poderosa: el dinero. Pero nosotros
tenemos la primera: la razón.
|