En torno a medio centenar de personas escucharon en la tarde del sábado
10 de marzo a César Jeres, representante de la Coordinadora Nacional
de Cultivadores de Coca y Amapola (COCCA-Colombia), de la región
del Magdalena medio, en un acto organizado por la plataforma de organizaciones
de Madrid Campaña contra el Plan Colombia (ccplancol@netscape.net)
y presentado por Alberto Cruz.
Jeres denunció que, bajo la coartada de la lucha contra el narcotráfico,
la fumigación de cultivos de coca que prevé el Plan Colombia
encubre una estrategia de desplazamiento masivo de la población campesina
de las áreas de implantación de las fuerzas guerrilleras,
a fin de aislar a éstas de su entorno natural. Según Jeres,
desde que se iniciará hace cinco años la fumigación
de los cultivos base para la fabricación de drogas, el área
de cultivo de estas plantas ha aumentado de 80.000 a 120.000 hectáreas,
según cifras oficiales, sin duda menores que los reales. En Colombia
350.000 familias viven directamente del cultivo de la coca.
Para COCCA-Colombia la alternativa al Plan Colombia de fumigación
de cultivos y escalada militar e intervensionista en el país, consistiría
según Jeres por una parte en desarrollar un "marco de transformaciones
estructurales " que incluyera como central la defensa de la "soberanía
y la seguridad alimentarias" de Colombia. Para ello sería preciso
desarrollar medidas de apoyo a la economía campesina y la redistribución
de la renta, a fin de que mantener el poder adquisitivo y la capacidad de
consumo interno de los 42 millones de colombianos a través de una
política proteccionista, la opuesta a la que ahora desarrolla la
oligarquía del país, promotora de los interese de las multinacionales:
según Jeres Colombia importa anualmente alimentos por valor de ocho
millones de dólares, en un proceso de aumento paulatino de la dependencia
alimentaria de Colombia.
La segunda medida sería considerar el problema de las drogas como
un problema de salud pública, y proceder a la legalización
de su consumo ante una demanda creciente desde el exterior favorecida por
los intereses del narcotráfico, entre los que hay que incluir los
del complejo industrial y militar estadounidense. Al tiempo que el Plan
Colombia favorece los intereses financieros de sus empresas armamentísticas
en un proceso de paulatina militarización de la región, EEUU
sigue tolerando que sea su industria la que suministre los productos químicos
necesarios para la elaboración de la droga: Colombia importa de EEUU
cuatro veces más productos químicos que el resto de países
de su nivel de desarrollo.
Jeses denunció asimismo que organizaciones como la que el representa
están siendo criminalizadas por su supuesta vinculación a
las FARC-EP u otras fuerzas guerrilleras, al tiempo que, a la sombra de
la vertiente social del Plan Colombia se promocionan nuevas ONG en
las que se "oxigena" el discurso de que lo que sucede en el país
es un enfrentamiento entre guerrilleros y paramilitares, en el cual el pueblo
se encuentre "en medio". Tal "convergencia" con la lógica
del Plan Colombia se manifiesta en el apoyo por parte de estas ONG y sus
contrapartes internacionales a proyectos que -sin duda menos agresivos que
la fumigación de los cultivos- coinciden con la lógica de
escindir, desplazándola a las grandes ciudades o a áreas bajo
control del Ejército colombiano (nueva versión de las "aldeas
estratégicas" de la Guerra de Vietnam -como recordó Alberto
Cruz), a la población campesina de las organizaciones guerrilleras.
Jeres anunció la celebración, los días 25 a 27 de
junio, de un Foro de organizaciones campesinas colombianas sobre el tema
del cultivo de coca y el narcotráfico en la ciudad de San Cristóbal,
en Venezuela. |