Realidades, hechos y más hechos sobre el terreno

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Realidades, hechos y más hechos sobre el terreno

La mayoría del apoyo internacional que recibe Israel se basa en las mentiras que dice y repite como "hechos"

Mientras que los palestinos siempre han centrado esas reclamaciones sobre hechos y realidades verificables que son reconocidas y concuerdan con la comunidad internacional, Israel siempre ha basado sus reclamaciones en hechos sobre el terreno, que han sido creados por la fuerza, y que parte de la comunidad internacional debería reconocer retroactivamente como “legítimos”.

Joseph Massad.
Al Jazeera, 27 de octubre de 2011.
Traducción: Juan Pablo Crespo

protesta

Ante el torrente de informaciones y opiniones que aparece sobre de conflictos complejos en el planeta y que afectan a millones de personas, resulta difícil y complicado analizar en profundidad sus raíces y sus causas, que terminan siendo convenientemente codificadas por el poder e intereses dominantes para que las masas no tengan “problemas” en orientar su “opinión”. Uno de esos conflictos tan enquistados es el que asola Palestina, que se presenta convenientemente intoxicado por el gran entramado mediático al servicio de la potencia dominante, Israel, y sus valedores internacionales, a través de la aplicación adecuada de conceptos al uso como seguridad, terrorismo, islamismo, etc., que sirven para ocultar prácticas llevadas a cabo por Israel bajo el vergonzoso y salvaje régimen de ocupación que aplica sobre Palestina, como lo son los diferentes tipos de discriminación, racismo, y múltiples formas de castigos colectivos que violan el derecho internacional y resoluciones de Naciones Unidas. Por ello, un análisis de profundidad y largo recorrido como el que hace Joseph Massad en este artículo, publicado en Al Jazeera a últimos de octubre pasado, utilizando un perfil narrativo antropológico-socio político que trata de desmontar los mitos del recurrente ideal visionario del sionismo y las terribles consecuencias de sufrimiento que ha supuesto para los palestinos en el transcurso del último siglo. Una reflexión crítica que debería servir tanto como antídoto contra la manipulación como para despejar incógnitas y abrir conciencias respecto a este tema.

En 1991, comenzaron oficial e informalmente las negociaciones entre la Organización para la Liberación de Palestina (y los palestinos asociados a ella) y el gobierno israelí. Por esa época, Israel llevaba ocupando Cisjordania (incluido Jerusalén Este) y la Franja de Gaza durante los anteriores 24 años.

A día de hoy, 20 años después, Israel y el presidente Obama insisten en que el único modo de llegar a la paz, y presumiblemente al final de la ocupación, es continuar con las negociaciones. No está claro si lo que Obama e Israel demandan es que Israel necesite 24 años de negociaciones para poner fin a sus 24 años de ocupación de la tierra palestina, Así que por la época en la que finalice la ocupación, se habrán tardado 48 años.

Desde luego esta es la lectura optimista de las posiciones de los israelíes y de EEUU; sin embargo, la realidad de las negociaciones y lo que de ellas se pretende conseguir es mucho más pérfido. 

Las negociaciones han estado centradas sobre objetivos específicos con el propósito de asegurar aspectos de las relaciones de los israelíes con los palestinos, expresamente algunas de las partes introducidas desde la guerra de 1967, la ocupación y el comienzo de los emplazamientos exclusivos para colonos judíos de esos territorios. Pero lo que siempre queda fuera del alcance de las negociaciones, es el núcleo central de las relaciones palestino-israelíes y por lo que a los palestinos se les dice que no pueden ser parte de ninguna negociación.   

Estos temas centrales prohibidos abarcan lo que ocurrió desde 1947-1948, incluyendo la expulsión de 760.000 palestinos, la destrucción de sus ciudades y pueblos, la confiscación y destrucción de sus propiedades, la introducción de leyes discriminatorias que legalizaron el privilegio racial, colonial y religioso judío, negando a los ciudadanos palestinos de Israel la igualdad de derechos y rechazando el derecho al retorno de los refugiados expulsados.

Todavía  se presenta un tema esencial, que los israelíes resumen como el derecho a la existencia de Israel y a ser reconocidos como un estado “judío”, es lo que siempre se alega por los propios israelíes como aspecto central para empezar y terminar las negociaciones con éxito y que los palestinos, insisten los israelíes, rechazan discutir.   

Pero los temas esenciales de la cuestión de las relaciones entre palestinos e israelíes han estado siempre enfocadas en la desesperada lucha por las reclamaciones históricas, geográficas y políticas de la población palestina y el movimiento sionista.
Mientras que los palestinos siempre han centrado esas reclamaciones sobre hechos y realidades verificables que son reconocidas y concuerdan con la comunidad internacional, Israel siempre ha basado sus reclamaciones en hechos sobre el terreno, que han sido creados por la fuerza, y que parte de la comunidad internacional debería reconocer retroactivamente como “legítimos”.   

¿Cómo se hace entonces para cribar esas posiciones enfrentadas entre realidades y hechos por una parte, y de hechos sobre el terreno, por la otra?

Los asuntos centrales de la agenda de EEUU e Israel estuvieron mejor articulados en los discursos dados por Obama y el primer ministro israelí Netanyahu en Naciones Unidas (NU) el mes pasado, en respuesta a la propuesta de la OLP de ser estado miembro de NU. Allí es donde Netanyahu y Obama citaron lo que ellos califican “realidades” y “hechos” para dar validez a los hechos sobre el terreno israelíes. Cómo demostraré, su estrategia está dirigida a transformar los hechos sobre el terreno israelíes, cambiando el sentido a las realidades y hechos, para que aquellos se perciban como sinónimos de estos.

El primer “hecho” 

Me permito comenzar con lo que los sionistas y EEUU califican como el primer “hecho”, que por definición no se pone en duda o cuestiona. Insiste Obama: “Estos hechos no pueden ser negados. El pueblo judío ha forjado un estado próspero en su hogar histórico”.

Netanyahu se hizo eco de esas palabras de Obama enumerando el primer “hecho” como la primera “realidad” o más bien dejando claro que “la luz de la verdad resplandecerá”,  estas fueron sus palabras en NU: “Fue aquí en 1975 que la aspiración secular de mi pueblo por restituir nuestra vida nacional en nuestro antiguo hogar bíblico… fue… tildado… vergonzosamente, como racismo.” Añadiendo posteriormente: “y reconoceremos que [los palestinos están] dispuestos a llegar a un compromiso por la paz… cuando ellos dejen de negar nuestra conexión histórica con nuestro antiguo hogar.” 

Esta obstinación en el primer hecho, no la primera realidad, de que Palestina es el hogar histórico de los judíos europeos de la época moderna que residían en Europa, y no de la población palestina que ha vivido en ella durante milenios, no resulta ser ni objetiva ni veraz, aunque desde luego esta permanezca como la principal y primera afirmación hecha por el sionismo y el antisemitismo.

Tal afirmación se cimenta sobre posturas antisemíticas inicialmente extendidas durante la reforma protestante del siglo dieciséis y más tarde por el antisemitismo secular; ambas insisten respectivamente en que los judíos europeos de la época moderna fueron descendientes de sangre y genes de los antiguos hebreos, lo cual es precisamente por lo que la referencia filológica que calificaba a los judíos como “semitas” en el siglo dieciocho, sería pronto transformada en el siguiente siglo diecinueve de la mano del anti-semitismo racial y político, pasando de  la reciente terminología “lingüística” a otra con categoría “racial” y biológica.

Esto se fundamenta en las reclamaciones históricas del antisemitismo, realizadas por protestantes milenarios, antisemitas seculares y sionistas, mediante llamamientos a los judíos europeos para la “restitución” del pretendido hogar de sus supuestos ancestros.      

Los hechos, académica e históricamente indiscutibles, de que los judíos europeos son descendientes de europeos conversos al judaísmo desde siglos antes de que el cristianismo fuera adoptado como la religión del imperio romano en el siglo cuarto, son postulados incontestables en círculos académicos, incluidos historiadores sionistas.

Ningún historiador respetable del judaísmo europeo ha mantenido nunca que los judíos europeos, o marroquíes, o iraquíes, o yemeníes, fueran descendientes de los antiguos hebreos. Todos los académicos respetables reconocen a estos como descendientes de conversos al judaísmo.

Pero aún si las infundadas fantasías de los antisemitas y sionistas acerca de los judíos como tal “raza” fuera “probada”, ¿podría esto hacer de la antigua Palestina, donde los antiguos hebreos convivían con otros pueblos de la antigüedad, la tierra histórica de los judíos de la época moderna?

Incluso si uno fuera a confiarse a la ciencia ficción de la arqueología bíblica cristiana, que acompañaba al colonialismo europeo del siglo diecinueve, y sobre la que sigue basándose la arqueología israelí, ¿Qué significaría que los judíos de la época moderna, ahora catalogados como descendientes genéticos y biológicos directos de los antiguos hebreos, pudieran reclamar la tierra donde vivieron esos antiguos hebreos con los cananeos, entre otra miríada de grupos, como de su propio dominio nacional y echar a sus habitantes que vivieron en ella durante milenios?

¿Podría hoy alguien, con excepción de los racistas genocidas, vincular a las poblaciones germánicas de origen ario que se establecieron en el norte de India y esgrimiendo tal nexo, afirmar que el norte de India es la antigua patria de todas las personas germano hablantes a la que estos deben volver, y expulsar a los actuales habitantes de esa tierra, como si se tratara de recientes intrusos en la tierra de los arios blancos?

Estos fantásticos escenarios son precisamente los que Obama y Netanyahu nos dicen que son innegables hechos y realidades.

De hecho, ambos insisten en que los mismos son la cuestión principal, ¡el primerísimo e indudable principio del sionismo, que quieren imponer a la comunidad internacional y a los palestinos!

El Segundo "hecho"

El Segundo hecho, Obama lo presenta con una florida retorica: “Seamos honestos: Israel está rodeado por vecinos que han librado repetidas guerras contra él…Estos hechos no pueden negarse.” 

Pero estos no son de ninguna manera hechos. Incluso ni los historiadores israelíes de las guerras de Israel están de acuerdo con ellos. Los políticos e ideólogos israelíes desde luego que sí. En su discurso de NU, el mismo Netanyahu recogió las palabras de Obama para decirnos que Israel está amenazado por sus vecinos, que esta “rodeado por gentes que juran su destrucción y está armada hasta los dientes por Irán” y presumiblemente concita a la parte estadounidense de su audiencia para que al menos no “olvide que la gente que vive en Brooklyn y New Jersey son considerablemente más amables que algunos de sus vecinos israelíes.”

Alusiones racistas aparte, los registros académicos e históricos nos muestran sin embargo que había fuerzas sionistas que libraron una guerra contra los palestinos en los inicios del plan de partición de 1947, comenzando el 30 de noviembre de ese año.
El 14 de mayo de 1948, cuando Israel se autoproclamó estado, había expulsado a 400.000 palestinos de sus casas apropiándose de sus tierras y territorios, los cuales fueron asignados al estado árabe. Cuando tres (¡no cinco!) ejércitos árabes invaden la palestina en manos sionistas el 15 de mayo de 1948, intervinieron para detener la expulsión del pueblo palestino y proteger sus tierras, de las que se estaban apoderando las fuerzas sionistas. Al final de la guerra, desgraciadamente fracasaron en su misión. Israel fue capaz de expulsar a otros 360.000 palestinos y capturar la mitad de los territorios del estado árabe anexándolos al estado judío.

En 1956, Israel invadió Egipto junto con Reino Unido y Francia. A esto se sumaron, durante las siguientes décadas, los intermitentes pero continuos enfrentamientos en la línea de frontera dentro de Cisjordania, Jordania, Siria, Líbano y Gaza bajo control egipcio.

En 1967, Israel invade Egipto, Siria y Jordania, ocupando sus territorios y todas las restantes tierras de Palestina

En 1973, Egipto y Siria, invaden sus propios territorios (La península del Sinaí y los Altos del Golán), previamente ocupados por Israel, en un fracasado intento por  recuperarlos, no invadieron propiamente Israel.

En 1978, en 1982, y en 2006, Israel invadió Líbano matando a decenas de miles de personas.

En 2008-2009, Israel invadió Gaza.

Estos son los innegables hechos que la comunidad internacional, los historiadores y los verdaderos registros documentales prueban. Como tal, Israel no fue nunca invadido por sus vecinos excepto en 1948 – en lo que fue un intento por detener la invasión israelí del territorio palestino y la expulsión de la población palestina.

Que Israel ganara la mayoría de esas guerras, no puede cambiar los hechos que los iniciaron y que haya sido el agresor de sus vecinos, aún desde antes de su establecimiento en 1947. De hecho, Israel lanzaría ataques sobre Iraq en 1981 y Túnez en 1985, ninguno de los cuales era vecino suyo, sin que mediara la más leve provocación militar por parte de ninguno de ellos.


Que Israel y el movimiento sionista han sido los agresores en la región durante el siglo pasado son hechos innegables.

Que Obama quiera afirmar que los israelíes fueron víctimas de sus vecinos, no es nada menos que la imposición de un hecho sobre el terreno por pura retorica y poder político oportunista estadounidense ajeno a los acontecimientos reales. La mención de Obama a la honestidad aquí resulta ser poco menos que una llamada a la deshonestidad más absoluta.

Pero este “hecho” para Obama se deriva del “principal hecho”, concretamente, si los judíos europeos tienen el derecho a colonizar Palestina, expulsan a los palestinos, confiscan sus tierras, les ocupan y les discriminan en virtud al principal hecho de su falsa reclamación histórica, entonces cualquier resistencia palestina o árabe a las devastadoras campañas sionistas resulta ser nada menos que una agresión a los judíos.

Obama prosigue diciéndonos otros “hechos”, incluyendo este “ciudadanos israelíes han sido asesinados por el lanzamiento de proyectiles contra sus casas y bombas suicidas en sus autobuses. Niños israelíes llegan a la mayoría de edad sabiendo que en toda la región a otros niños se les enseña a odiarles.”

Mientras un pequeño número de israelíes han sido asesinados en el curso de los años por lanzamiento de proyectiles, decenas de miles de palestinos, libaneses, egipcios, jordanos y sirios, han sido asesinados por el fuego de las bombas israelíes durante periodos de guerra y paz. Quizás el ejemplo más reciente pueda arrojar alguna luz sobre esto.

Durante la invasión israelí de Gaza, las bombas israelíes mataron a más de 1.400 palestinos, mientras que los proyectiles de Hamas contra Israel no mataron un solo israelí, aunque varios israelíes resultaron traumatizados por los impactos y necesitaron de atención psicológica. Contando el asesinato de miles de niños árabes desde 1948 y hasta la invasión de Gaza, Israel ha matado en una proporción de mil niños árabes por cada niño judío víctima de ataques esporádicos sobre Israel.
Así las cosas, mientras Obama efectivamente no miente sobre el lanzamiento de proyectiles a Israel, y que en el curso del tiempo niños judíos israelíes han sido asesinados por ataques, deja fuera de contexto el grande y vasto escenario de destrucciones y asesinatos en los que ha participado Israel contra sus vecinos desde su creación, ¡lo cual después de todo se fundamenta en el primer hecho!

Los medio-hechos de Obama, al igual que sus presuntos hechos enteros, terminan siendo nuevamente diseñados para imponer los hechos sobre el terreno israelíes. Y son esos alegatos los que hacen que se sostenga el recurrir a la necesidad de “seguridad” de Israel, lo cual es de suprema importancia por ser la razón que tanto Obama como Netanyahu argumentan para decir que las negociaciones han fracasado. 

Me permito citar varias referencias de Obama a la seguridad de Israel en su discurso de NU: “el compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Israel es inamovible”; “los israelíes deben saber que ningún acuerdo traerá garantías para su seguridad”; “una paz duradera debe reconocer las grandes inquietudes de seguridad real con las que Israel se enfrenta cada día.”

Por lo tanto, básicamente Israel ha tenido la ocasión de invadir a los palestinos y a todos sus vecinos soberanos, a algunos repetidamente, durante las últimas seis décadas, y aún hoy continúa ocupando sus territorios, invadiendo su espacio aéreo, oprimiendo a la población ocupada y colonizando sus tierras. Sin embargo, para que las negociaciones prosperen, Israel quiere garantizarse de que su seguridad este bajo salvaguarda de una nula resistencia a sus propios ataques, su colonización y su ocupación, por aquellos a los que ataca, coloniza y ocupa. Y esto puede exigirlo en base al primer hecho. 

Obama, debería advertir que nunca menciona las inquietudes de seguridad de los vecinos de Israel, quienes han sido el objetivo de este durante más de seis décadas. Sin embargo si hizo mención a la seguridad de los niños palestinos en el curso de varias referencias a niños israelíes a pesar de que la proporción de víctimas entre estos y aquellos es de uno a varios miles:”La medida de nuestras acciones debe siempre contemplar si favorecen el derecho de los niños israelíes y palestinos a vivir en paz y seguridad, con dignidad y oportunidades.”

Netanyahu empieza allí donde lo deja Obama: “Nuestro principal aeropuerto internacional está unos pocos kilómetros más allá de Cisjordania. Sin paz, ¿llegarán nuestros aviones a ser objetivos para misiles aéreos situados en el contiguo estado palestino?”

Lo que resulta más interesante de esta declaración es el hecho de que el aeropuerto de Israel no ha sido nunca atacado por misiles, lo que no ha servido para que Israel no haya atacado los aeropuertos de sus vecinos. Esto, se hizo a sangre fría. En 1968, Israel bombardeó el aeropuerto internacional de Beirut destruyendo 13 aviones civiles en la terminal. Atacaría nuevamente el aeropuerto de Beirut en 2006 – bombardeando las pistas de aterrizaje.

En lo relativo a secuestro de aviones, Israel fue pionero en Oriente Próximo con su primer secuestro datado en 1954. Con frecuencia, la fuerza aérea israelí atraparía aviones civiles volando en espacios internacionales para desviarlos a Israel, sometiendo a los pasajeros a inspección, interrogatorio y encarcelamiento.

De hecho, Israel es el único país de Oriente Próximo que hizo estallar un avión civil libio en vuelo al disparar contra este en 1973, matando a los 108 pasajeros que iban a bordo.

Negociaciones y más negociaciones

Esto nos lleva a lo que Obama cree sobre lo que son las negociaciones y lo que debería hacerse, diciendo: “Son los israelíes y los palestinos – no nosotros – quienes deben alcanzar un acuerdo sobre los temas que les dividen: Sobre fronteras y seguridad; sobre refugiados y Jerusalén.”

Las negociaciones, que se iniciaron en 1991 en Madrid y que continuaron progresando después de los acuerdos de Oslo de 1993, se basaron sobre resoluciones de NU que estipulaban que Israel debía retirarse de los territorios ocupados (Resolución 242 y 338), lo que establecería las fronteras en cuestión si no hubiera sido por la negativa israelí a cumplir las resoluciones.

Por otro lado, el principal asunto que ha enquistado las negociaciones y en el que ambas partes no se ponen de acuerdo ha sido la colonización judía de Israel en Cisjordania y Jerusalén Este.

Como lo quiso la suerte, la comunidad  y el derecho internacional  condenan los emplazamientos de colonias israelíes en los territorios de 1967, los cuales se consideran categóricamente ilegales y así han sido declarados incontables veces por resoluciones de NU y declaraciones políticas.

Resulta curioso que Obama nunca mencione las colonias en su discurso, incluso aunque en los últimos dos años haya intentado unas cuantas veces sin éxito intervenir con el gobierno israelí para detenerlas, o al menos ralentizar su construcción.

Respecto a las fronteras, el plan de partición de 1947 tenía ya especificadas las fronteras de los dos estados, y la resolución 242 que sirve de referencia a las negociaciones, especificaba hasta donde debía retirarse Israel después de la guerra de 1967, a pesar de la casuística israelí en ese asunto.

La posición negociadora palestina apela al derecho internacional y a las resoluciones de NU, mientras que la posición israelí las viola. Esto también en lo que respecta al tema de los refugiados, el cual también ha sido recogido en resoluciones de NU y el derecho internacional, en tanto que Israel se mantiene inflexible en su rechazo a implementar estas resoluciones negándose a repatriar, compensar y retornar la propiedad a los 760.000 palestinos que expulsó. Tampoco está de acuerdo en compensar y retornar la propiedad al cuarto de millón de palestinos (refugiados internos y sus descendientes) que son ciudadanos israelíes a quienes expulsó de una parte del país hacia otro lugar del mismo.

Pero las llamadas verdades históricas y el primer “hecho” que Netanyahu acomoda para imponerlo como hechos sobre el terreno son interminables.

En este sentido dijo:”En mi oficina de Jerusalén, hay…un sello antiguo. Es un anillo con sello de una autoridad judía de la época de la biblia. El sello fue encontrado justo al lado del Muro de las Lamentaciones, y data más de 2.700 años, de los tiempos del rey Hezekiah. Ahora, hay un nombre de autoridad judía inscrito sobre el anillo en hebreo. Su nombre era Netanyahu. Ese es mi apellido…”

“…My primer nombre, Benjamin, se remonta miles de años antes a Benjamin – Binyamin – el hijo de Jacob, quién también fue conocido como Israel. Jacob y sus 12 hijos anduvieron por estas mismas colinas de Judea y Samaria hace 4.000 años, y allí ha estado continuamente la presencia judía en la tierra desde siempre.”

Netanyahu (un nombre que Benjamin Netanyahu cambio cuando vivió en Estados Unidos a Ben Nitay con la excusa de que era más fácil para pronunciarlo en inglés), es en sí mismo un nombre sionista inventado, el cual, al igual que otros nombres sionistas, sirvió a los judíos europeos para conferirles un antiguo linaje hebreo.

De hecho, el padre de Netanyahu Benzion Mileikowsky fue el hijo de un judío polaco convertido al sionismo, que puso a su hijo el nombre de Benzion para cumplir sus compromisos ideológicos, y se lo cambio posteriormente a “Netanyahu” después de que emigraran para colonizar Palestina en 1920.

Los nombres del padre y la madre de Benzion (y de los abuelos de Bejamin Netanyahu) fueron Nathan Mileikowsky y Sarah Lurie, nombres comunes de judíos europeos pre-sionistas.

Para Benjamin Mileikowsky (Netanyahu), un descendiente de judíos polacos colonizadores, reclamar el Jerusalén histórico como su origen ancestral, sería visto como una curiosa componenda ideológica y mítica en el curso de una charla de almuerzo, pero hacerlo valer como un hecho fundamental político y territorial reclamando la tierra de los palestinos en Naciones Unidas, es hacer burla al derecho internacional, que es la base de las resoluciones de NU que condenan la ocupación de Israel y la colonización de la ciudad.  

Todavía hoy Israel mantiene al menos 30 leyes que garantizan a los judíos privilegios raciales, religiosos y colonizadores sobre los ciudadanos palestinos de Israel – incluida la ley temporal de 2002 prohibiendo los matrimonios entre israelíes y palestinos de los territorios ocupados –, y más en esa línea contra los palestinos no ciudadanos que viven bajo la ocupación israelí. Netanyahu afirma contra estos hechos documentados que “El estado judío de Israel protegerá siempre los derechos de todas sus minorías, incluidos los más de un millón de ciudadanos árabes de Israel.”

Y cita una curiosa declaración con relación a la colonización ilegal judía en los Territorios Palestinos Ocupados diciendo que “Deseo y yo diría la misma cosa sobre un futuro estado palestino, como autoridades palestinas dejaron claro el otro día – de hecho, creo que lo hicieron aquí en Nueva York – dijeron que el estado palestino no permite a judíos en él. Ellos estarán libre de judíos - Judenrein. Eso es limpieza étnica. Hay leyes hoy en Ramallah que castigan con la muerte la venta de tierra a judíos. Eso es racismo. Y ustedes saben lo que recuerdan estas leyes.”

"Tel Aviv es la única ciudad occidental que no alberga habitantes árabes o musulmanes.”

Ninguna autoridad palestina, desde que empezaron las negociaciones, se ha atrevido nunca a declarar claramente que los colonos judíos deben retornar a Israel en línea con el derecho internacional; esta inverificable afirmación de Netanyahu, aún si se probará cierta, no sería racista o discriminatoria, sino más bien anticolonial, al negarse a permitir que los judíos israelíes colonicen las tierras palestinas en contra del derecho internacional, en virtud de algunos privilegios judíos que invocan el “primer hecho”.

Son las leyes israelíes las que restringen el acceso de sus ciudadanos palestinos no judíos a tierras de Israel, aún cuando el 90 por ciento de esa tierra fuera confiscada a población palestina. A Las ciudades israelíes también les sobran árabes; de hecho, como muchos observadores han apuntado, Tel Aviv es la única ciudad occidental que no alberga habitantes árabes o musulmanes.  

Si algunas leyes racistas están siendo creadas aquí, no son otras que las puestas en marcha por las propias leyes y prácticas racistas de Israel, no por la resistencia anticolonial palestina. 

Pero aquella declaración clarifica donde se sitúa Netanyahu sobre la cuestión de la colonización judía en Cisjordania y Jerusalén Este. Y no es en sí la colonización judía de la tierra de los palestinos, definida como racista por NU en 1975, sino más bien la aplicación del derecho internacional lo que impide a los judíos una colonización racista de la tierra de los palestinos.

Para el sionismo y Obama, cualquier intento de rechazar el “primer hecho” sionista se convierte en una prueba inmediata de antisemitismo. Todavía esto es otro ejemplo de cómo los hechos sobre el terreno se transforman en “realidades” y “hechos” por Israel y su valedor EEUU.

Por eso, Netanyahu (¿o es Mileikowsky, o Nitay?) dice: “Vine aquí para hablar la verdad. La verdad es que Israel quiere la paz. La verdad es que yo quiero la paz. La realidad es que en Oriente Próximo en todo momento, pero especialmente en estos turbulentos días, la paz debe estar anclada en seguridad. La realidad es que no podemos conseguir la paz mediante las resoluciones de NU, sino sólo a través de negociaciones directas entre las partes. La realidad es que hasta ahora los palestinos han rechazado negociar. La realidad es que Israel quiere la paz con un estado palestino, pero los palestinos quieren un estado sin paz. Y la realidad es que ustedes no deberían permitir que eso ocurra.”

Sin embargo, para Netanyahu y los israelíes la paz se puede sólo conseguir si los palestinos reconocen el derecho de los judíos a ocupar su tierra, a colonizar sus tierras y a ser discriminados.

Para hacerlo, los israelíes ofrecen una formula simple, que Obama también suscribe y reitera, concretamente que los palestinos deben reconocer el derecho de Israel a ser un estado judío.

Netanyahu no se anda con rodeos cuando afirma que: “este año en la Knesset y en el Congreso de EEUU, detalle mi visión de la paz en la que un estado desmilitarizado palestino reconozca el estado judío. Sí, el estado judío. Después de todo, este es el foro que reconoció al estado judío hace 64 años. Ahora, ¿no creen que ha llegado el momento de que los palestinos hagan lo mismo?...Israel no tiene intención alguna de cambiar el carácter democrático de nuestro estado. Queremos…que desistan de la fantasía de inundar Israel con millones de palestinos.”

Desafiando a NU y al derecho internacional, (que han hecho un llamamiento a Israel para que permita a los palestinos expulsados regresar a sus casas), esto es calificado por Netanyahu  como una “inundación”, que debilitará la razón de ser de Israel como un estado que concede privilegios raciales y coloniales a los judíos, lo cual efectivamente es así.

Donde se equivoca Netanyahu es al afirmar que cuando la Asamblea General de NU hace un requerimiento para el establecimiento de un estado judío en 1947, en él mismo, por defecto, se reconoce el derecho del estado judío a expulsar al pueblo palestino, colonizar sus tierras, confiscar sus propiedades para el uso exclusivo de judíos y a discriminarles por ley.

No solo el Plan de Partición de NU no garantizó tales derechos al estado judío, reflejando explícitamente que el establecimiento de tal estado judío implica que éste estado no puede expulsar a su población no judía, sino también que “ninguna discriminación de cualquier clase se producirá entre los habitantes sobre el terreno, sea de raza, religión, lengua o sexo” (Capítulo 2, Artículo 2) y que “ninguna expropiación de tierra propiedad de un árabe en el estado judío…será permitida excepto para utilidad pública. En todos los casos de expropiación se fijará una compensación completa por el Tribunal Supremo que será comunicada previamente a la desposesión.” (Capítulo 2, Artículo 8)

Las fabulaciones y mentiras sobre el reconocimiento de NU están siendo propuestas por Netanyahu en el más alto órgano internacional que emitió el Plan de Partición, y se las presenta en su cara como realidades, cuando todas ellas no son más que hechos sobre el terreno establecidos por Israel, condenados por NU, y defendidos por Estados Unidos.

Entretanto, las negociaciones a las que la Autoridad Palestina y los israelíes están dedicados, han impedido a los palestinos plantear los crímenes del estado israelí en 1947/1948 (y los que se cometieron en las siguientes décadas) ya que se interpretaría el “primer hecho” como ciertamente sospechoso. Netanyahu y Obama presentan esos crímenes como un principio sacrosanto de la judaicidad del estado, en concreto del gran “primer hecho” que ellos sostienen.

Netanyahu, en efecto, hace lo mismo con los crímenes israelíes posteriores a 1967, incluidos la colonización de Cisjordania y Jerusalén Este.

Finalmente, Netanyahu concluye con una llamada a la expulsión de 1,6 millones de palestinos que son ciudadanos israelíes. Anima al presidente de la AP Abbas a: “Reconocer al estado judío y hacer realidad la paz con nosotros. En tal escenario real de paz, Israel está preparado para hacer concesiones dolorosas. Creemos que los palestinos no deberían ser ciudadanos de Israel ni sus súbditos. Ellos vivirían en su propio estado libre. Pero deberían estar dispuestos a comprometerse, como nosotros.”

"Creemos que los palestinos no deberían ser ni ciudadanos de Israel ni sus súbditos." Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí

Netanyahu plantea su propuesta para una nueva expulsión de ciudadanos de Israel como una concesión que los palestinos deberían aceptar. Haciéndolo así, su lógica es impecable. Si los palestinos reconocen el “primer hecho”, es decir, el derecho de Israel a ser un estado judío basado en afirmaciones históricas fabricadas, y que eso les garantizaría un privilegio racial y colonial, a continuación lo que ellos deben aceptar es otra expulsión de palestinos de ese estado, para asegurar que ese privilegio judío continúe ejerciéndose.
Esta es la fórmula de paz que los israelíes ofrecen a los palestinos y que estos, aún con la connivencia de la AP,  no pueden aceptar.
Cuando Obama alega que la “paz depende de los compromisos entre pueblos que deben vivir juntos mucho tiempo después de que nuestros discursos hayan terminado, y nuestros votos se hayan escrutado,” está siendo, en el mejor de los casos, reservado para el tipo de paz que Israel persigue; como Netanyahu propone con la expulsión de los ciudadanos palestinos que dejará Israel finalmente libre de árabes, lo que claramente    supondrá que los palestinos e israelíes no vivirán de ninguna manera juntos.

El Cercado de colonias palestinas

La paz que Israel está proponiendo a los palestinos recuerda de hecho otra memoria, la de cómo otro país abordó la cuestión de colonias judías, concretamente en el imperio ruso, bajo Catalina la grande, se creó al final del siglo dieciocho el Cercado de colonias para el confinamiento de los judíos, que estuvieron allí hasta comienzos del siglo veinte.
El Cercado, al igual que los Bantustanes palestinos, era el único territorio donde los zares permitían vivir a los judíos,  aunque los cristianos también vivieran en ellos para asegurar que no había contigüidad territorial para los judíos. Los Bantustanes palestinos servirían para cumplir una función similar.
En tanto que Israel llegue a estar libre de árabes, los Bantustanes palestinos demarcarán  los territorios de Cisjordania y Jerusalén Este, estarán atravesados por redes de carreteras exclusivas para judíos, emplazamientos de colonias y ciudades judías, y por el ejército israelí, el cual, como el propio Netanyahu ha propuesto, estará estacionado indefinidamente en el Valle del Jordán.
El Cercado de emplazamientos palestinos será entonces denominado un “Estado Palestino”, que los israelíes y EEUU reconocerán como “soberano”, aunque no hubiera tenido nunca las condiciones formales de soberanía. De esta forma, el estado palestino, cuya existencia no sería un hecho ni una realidad, será reconocido como un hecho sobre el terreno, ciertamente el gran último hecho que Israel y EEUU estarán pergeñando. 
Para  que los palestinos sobrevivan a más de un largo siglo de asalto sionista a su sociedad y país, su única opción es resistir esa impuesta “paz” israelí y de Estados Unidos, y los llamados hechos que estos imponen sobre aquellos, desde el primer gran “hecho” hasta el último.
Joseph Massad es profesor asociado de Políticas Árabes Modernas e Historia Intelectual en la Universidad de Columbia. Sus libros más recientes son “La Persistencia de la Cuestión Palestina” y “Deseos Árabes”.
Los puntos de vista expresados en este artículo son propios del autor y no necesariamente reflejan la política editorial de Al Jazeera.

Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2011/10/2011102583358314280.html