Pensando la actualidad catastrófica de Palestina

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Pensando la actualidad catastrófica de Palestina

Nicolás Chadud Díaz, politólogo e investigador. Académia de la Escuela Latinoamericana de Estudios de Postgrado de la Universidad de Arte y Ciencias Sociales

La ideología sionista se encuentra en perfecta sintonía con otros movimientos fascistas que en su momento persiguieron y “arrancaron de raíz” lo que amenazara a una supuesta homogeneidad; lo distinto, lo diferente, lo distinguible, lo extraño, siendo lo judío aborrecible y por tanto prescindible.

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“Antes de poder emancipar a otros, tenemos que empezar por emanciparnos a nosotros mismos” [1].

El presente escrito se propone reflexionar acotadamente en torno a la reciente reconciliación palestina, acuerdo firmado por el conjunto de los movimientos y partidos políticos palestinos, sin excepción, con el objetivo de aprovechar dicho acto político, para pensar el estado y las perspectivas de la cuestión palestina en una inscripción política de emancipación.

Al parecer no parece coincidencia que se haya alcanzado un acuerdo entre el conjunto de las facciones políticas que se encuentran involucradas en la lucha por la liberación nacional, luego de la caída del Régimen de Mubarak en Egipto, que hoy en día se encuentra junto a su familia sentado en el banquillo de los acusados. Es bastante probable que anteriormente no se haya logrado un acuerdo que acabara con la división maniquea del pueblo palestino entre los partidarios de Fatah (laico) y Hamas[2] (islamista) que administran los territorios de Cisjordania y Gaza[3], como consecuencia de la postura del ex dictador Hosni Mubarak, mandatado como mediador por Estados Unidos. Seguramente, se exigía que Hamas se desvinculara totalmente del poder político[4], no tanto porque se lo exigiese la Administración de Obama o la Unión Europea, sino más bien porque el aislamiento de Hamas resultaba coherente como proyección hacia el exterior de una estrategia nacional de restricciones y persecución de la Hermandad Musulmana[5], que históricamente ha sido el principal partido que aglutina a los sectores religiosos y a la oposición política en el país de los faraones.

Por esta razón, al igual que el resto de los dictadores árabes, no pretendía velar por los intereses nacionales de los palestinos, sino pensando en su particular situación política interna, que se reflejaba en anular a Hamas a toda costa, temiendo que de una forma u otra pudiera “retornar” el fenómeno islamista a Egipto. Desde luego su estrategia falla, porque no entiende que el apoyo de Hamas se relaciona con la frustración de un proceso de paz inútil para acabar con la ocupación y la colonización de la Palestina de 1967(22% del territorio histórico) y por la corrupción generalizada en los círculos gubernamentales de la Autoridad Nacional Palestina. Una situación comparable en el sentido del enriquecimiento ilícito de su entorno personal[6] y la dependencia de su gobierno del apoyo de Estados Unidos e Israel. Lo anterior queda en evidencia luego de que la revuelta de Túnez se haya “movilizado” rápidamente hacia la famosa y emblemática Plaza de Tahrir, con la participación de masas mayoritariamente de jóvenes frustrados, desempleados o marginados de un proyecto político autoritario y excluyente para las grandes mayorías. Luego de la caída de Mubarak se dijo que cualquier acontecimiento político en un sentido emancipatorio podría suceder y es lo que se encuentra en marcha en países como Bahréin, Yemen o Siria. En el país de los Omeyas la represión ha sido particularmente cruenta[7], directamente proporcional al potente levantamiento y a la movilización social e insurreccional[8].

La actualidad de la cuestión palestina se grafica en lo contrario a un todo nítido, visible, compacto. Se trata de una realidad política fragmentada, desarticulada, trizada, heterogénea. Lo que evidencia la dimensión de una catástrofe (Nakba) literalmente moderna que ocurrió en 1948, pero que no se ha detenido ni un segundo en el tiempo y que ha llevado a los palestinos a una situación de vulnerabilidad máxima y extrema, en una condición de pueblo huérfano porque le han fallado todas y cada una de las instancias para materializar su autodeterminación, un derecho propio de nuestra época. 1. La Organización de las Naciones Unidas que casi iniciando su labor dividieron su territorio en 3 espacios geográficos[9], 2. Los movimientos o partidos de liberación nacional que claudicaron en su utopía de obtener un estado emancipado en el cual pudiesen convivir personas de diversas creencias y etnias con los mismos derechos, 3. El panarabismo, 4. el Proceso de Oslo, 5. El rol “mediador” de Estados Unidos, 6. Los partidos islamistas, etcétera.

Por esta razón principal, es que se hace menester que los palestinos vuelvan a pensar agudamente y sin complejos en sus aspiraciones nacionales y populares, para replantearse nuevas tácticas, estrategias o activar resistencias para mantenerse unidos y enfrentar con entereza la ocupación militar y la colonización más larga de la historia contemporánea, que no se propone otro objetivo que el exterminio de todo lo palestino. La ideología sionista se encuentra en perfecta sintonía con otros movimientos fascistas que en su momento persiguieron y “arrancaron de raíz” lo que amenazara a una supuesta homogeneidad; lo distinto, lo diferente, lo distinguible, lo extraño, siendo lo judío aborrecible y por tanto prescindible.

Actualmente se ha producido un desplazamiento en dos frentes, en dos dimensiones. Por un lado, los que reivindican dichas prácticas no son gobiernos que se (auto) definan como totalitarios sino como democracias modernas que supuestamente poseen-como si se tratase de un mandato divino- de una legitimidad para perseguir a un otro,”intensamente distinto” y, por otra parte, se busca oprimir a un otro “árabe-musulmán”[10], que posee cualidades muy diversas y contradictorias; su religiosidad, promiscuidad sexual, perversidad, cultura guerrerista, irracionalidad indomesticable. En suma, incivilizado. Es lo que hoy en día se proyecta de manera interesada de lo árabe. El prejuicio y la estigmatización se han logrado instalar como sentido común, como verdad intrínseca en el imaginario colectivo. Como si se tratase de una naturaleza humana desvirtuada, desenfocada, anómala, atrasada, distorsionada y simultáneamente exótica, erótica, sensual y extravagante.

La catástrofe palestina es permanente no sólo porque se enfrenta ante una de las mayores potencias militares, tecnológicas y nucleares a nivel planetario, sino también porque los palestinos se encuentran entrampados en la categoría de lo árabe y lo islámico[11]. Imbricación que no es para nada casual, sino más bien es parte constitutiva de una estrategia y política discursiva que enfatiza en la lucha de civilizaciones, en la cual se requieren organizaciones transfronterizas y personajes visibles de carne y hueso como Osama bin Laden, que encarnen plenamente el perfil de combatiente violento hacia la otra supuesta civilización. Si se le ha dado muerte, seguramente ya se le tiene un remplazante para que persista esta perpetua lucha incesante entre “buenos y malos”, “racionales y fundamentalistas”, cumpliendo cabalmente con la misión de disimular o encubrir al menos mediatizadamente las injusticias y opresiones de nuestra modernidad[12], como las hambrunas en África o Haití, las desigualdades del sistema-mundo entre centro y periferia o el sometimiento del pueblo iraquí o palestino en su propio territorio.

Se espera en efecto que la actual reconciliación palestina se proponga más que conformar un “Gobierno de Unidad Nacional”, bajo ocupación, ir reconfigurando un movimiento de liberación nacional que en la praxis política integre sinérgicamente a cada una de sus partes; los palestinos del 48[13], los refugiados, los desplazados, los habitantes de Jerusalén, Gaza, Cisjordania, la ANP/OLP, las facciones revolucionarias, los islamistas, los laicos, los estudiantes, las comunidades palestinas fuera del mundo árabe, como un todo que se propone reconstituirse como una fuerza política que logre superar o contrarrestar los dispositivos ideológicos; discursivos y físicos que pretenden vigilar, controlar, supervisar y castigar las rebeliones en contra del poder sionista en todos sus niveles a nivel local, nacional, regional y transnacional.

La causa palestina para que siga vigente como tal, debe situarse en un plano activo, deliberativo y socializante de la resistencia, en el nivel más revolucionario y emancipatorio de la palabra, con un afán permanentemente concentrado en deconstruir el presente y el pasado inmediato, para pensar en un futuro pleno, dichoso, justo y hegemónicamente libertario. ¿Acaso no cabe preguntarse si los palestinos son el reflejo más nítido de una humanidad desgarrada por su ambición obsesiva de capturar la vida misma de un “otro”?

Notas

[1] Karl Marx en “La Cuestión Judía”. Véase en http://www.hojaderuta.org/imagenes/lacuestionjudiamarx.pdf

[2] Partido político que se decidió a participar en la incipiente democracia electoral en Palestina y obtuvo un rotundo triunfo en el año 2006, consiguiendo 76 escaños de 132, superando los 43 de Fatah. Luego de una actitud oficialista de no reconocer el resultado, Hamas en la Franja de Gaza se toma el poder por la fuerza, lo que ocasionó una especie de guerra civil.

[3] Que se mantienen ocupados y aislados respectivamente.

[4] Aunque sea como gobierno de una autoridad con limitados poderes.

[5] Para más información, véase lo siguiente:
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Quienes/Hermanos/

[6] Véase más antecedentes en http://www.elmundo.es/elmundo/2011/05/17/internacional/1305651344.html

[7] Se cuenta por miles los muertos, heridos y desaparecidos.

[8] Regímenes que durante décadas han aplicado medidas represivas e implementado una sociedad de vigilancia. Pero no contaron con el “espíritu” renacentista de las nuevas generaciones, que por lo demás son mayorías. En todo caso, resulta difícil que caiga el Régimen de Assad, si es que al menos un sector considerable de las fuerzas armadas no se revela en contra la casta gobernante.

[9] Territorio internacional, territorio para el estado judío y territorio para el estado árabe palestino. (Partición de Palestina de 1947).

[10] Desplazamientos: 1.Gobierno Totalitario-2.Gobierno Democrático/1.Persecución de lo judío-2.persecución de lo árabe.

[11] Categoría política considerada a priori como “enemiga de Occidente”.

[12] Para lograr dicho objetivo se ocupa también “La estrategia de la distracción”, que analiza Noam Chomsky en su libro “Armas silenciosas para guerras tranquilas”. “Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales”. Véase en http://www.syti.net/ES/Manipulations.html

[13] Palestinos de nacionalidad israelí.