Index | Palestina 2009
Actualidad
PALESTINA

Palestina

 

Causa Abierta contra Ameer Makhoul

Ameer Makhoul fue detenido a las tres de la mañana en su casa. La policía secreta israelí se ocupó de destrozarlo todo y de llevarse con ellos todos los ordenadores de su casa y su oficina. En ninguno de los diez ordenadores que confiscaron ni en los teléfonos utilizados por él o su familia, pudieron los israelíes encontrar la menor pista de su culpa.

Cristina Ruiz-Cortina, geógrafa, pertenece a la asociación de solidaridad Al Quds de Málaga.

Ameer Makhoul

Ameer Makhoul fue detenido a las tres de la mañana en su casa. La policía secreta israelí se ocupó de destrozarlo todo y de llevarse con ellos todos los ordenadores de su casa y su oficina. En ninguno de los diez ordenadores que confiscaron ni en los teléfonos utilizados por él o su familia, pudieron los israelíes encontrar la menor pista de su culpa y aún así, desde que fue detenido, nunca se le ha considerado inocente, pues es ésta una opción que no existe para los tribunales israelíes cuando se trata de juzgar a un palestino. En este sentido, Hussein Abu Hussein, uno de sus abogados, nos recuerda que en Israel entre el 96 y el 99% de los casos de palestinos que se enfrentan a los tribunales, son siempre culpables, mientras que, en lugares como el estado de Nueva York los casos en los que los encausados son encontrados culpables ronda en torno al 50%. En Jerusalén, las casas ocupadas por los colonos no son desalojadas por la policía israelí aunque los juzgados digan que no es legal la ocupación ni la forma en la que se realizó. Si los palestinos habitantes de esas casas utilizaran la violencia, serían condenados por ella, pues no es importante los hechos que la desencadenaron, sino el hecho de la violencia contra la población judía. La atmósfera política de Israel está tan enrarecida que un alto porcentaje de israelíes aceptan la expulsión de la población árabe de Israel, y otro alto porcentaje mira hacia otro lado mientras que los casos de violencia contra la población palestina suelen quedar impunes. Y esa realidad es la que, finalmente le ha obligado a Ameer, a sus abogados y a su familia a aceptar una vergonzosa inculpación y la aceptación de una prisión de 10 años a cambio de que el Estado desista de acusaciones más fuertes que le condenen a cadena perpetua. O para decirlo clara y crudamente, cómo aceptar a declararse culpable para liberarse de la cadena perpetua.

Ameer es amigo mío desde hace más diez años. Con él yo me autoinculpo ante el gobierno de Israel, pues hago mías sus acciones, su lucha y su dedicación a la identidad y cohesión palestina dentro de Israel y a la consecución de los derechos de los palestinos donde quiera que estén. Ameer desarrolló hasta el infinito cualquiera de las posibilidades por crear una estructura fuerte que defendiera, frente a los ataques racistas del estado de Israel, a la población que siempre ha sido considerada de segunda clase. Consiguió para Ittijah el estatuto consultivo en la ECOSOC, es miembro fundadora del Forum Civil Euromediterráneo y el propio Ameer se ha ocupado de reforzar y liderar, hasta el momento de su detención, el “Movimiento por las Libertades Políticas de los Palestinos en Israel”. Su denodado empeño y su honradez en sus planteamientos, hicieron que se comenzaran a conocer en el mundo, a aquéllos que, aún a pesar de su ciudadanía israelí, sufren todo tipo de discriminaciones. Cuando hemos visitado Israel y Palestina, de la mano de Ameer y de la gente que aún reconoce en el paisaje las últimas piedras de sus casas, hemos conocido los restos las aldeas desaparecidas, hemos hablado con los habitantes de los pueblos no reconocidos que tienen que proveerse de agua, electricidad, escuelas o un camino seguro para comunicarse con el resto del mundo; hemos conocido los efectos del muro sobre la población palestina, la situación de las mujeres, o los permanentes desalojos de los beduinos de sus tierras. De la mano de Ittijah y de otras organizaciones hemos conocido las diferentes varas de medir de un estado racista que quiere expulsar, por la vía de los hechos a los palestinos. Y es esa la principal causa contra Ameer: su militancia y su beligerencia contra un estado donde dominan una rudas estructuras que consagran, sin más, el apartheid.

En 15 años, desde que se hizo cargo de ese utópico proyecto, Ameer puso a los palestinos de Israel en el orden del día de muchas organizaciones internacionales y su trabajo, tanto interno como externo ha hecho daño a un estado que lucha por la exclusividad del judaísmo como definición y que ejerce el sionismo como sólo se puede hacer: como un modelo de expansión colonialista y racista, excluyente para las poblaciones que tienen derechos naturales e históricos sobre la tierra de Palestina: los Palestinos. Y ese fue su pecado. Solo ese, luchar por su gente.

A Ameer se lo llevaron a las tres de la mañana. Estuvo doce días en aislamiento y se lanzó una orden de censura a la prensa para que no informara de su detención. Internet rompió el bloqueo informático. Pero no se pudo conseguir la ruptura de su aislamiento físico ni el hecho de que fuera torturado durante muchos días. Sometido Ameer bajo amenazas y torturas consintió en culpabilizarse siendo esta la única prueba que tiene Israel.  En vano, Ameer pudo declarar públicamente su inocencia y el hecho de haber sido obligado a declarar bajo tortura. En los tribunales israelíes no importa cómo se logran las confesiones, importa lo que se confiesa. Y como contraste, nos recuerda su abogado, que el soldado israelí Anat Kam reveló a Haaretz – uno de los periódicos más importantes de Israel – más de 2.000 documentos con secretos militares, pero por el simple hecho de ser judío, está sometido a arresto domiciliario con su familia, mientras que Ameer, en el mejor de los casos, estará diez años en prisión a pesar de no existir pruebas contra él.
 
La situación de Ameer nos sirve para recordar que el exdiputado Azmi Bichara tuvo que salir de su propio país para eludir la prisión; no debemos olvidar tampoco el encierro de Abu Jama, el líder del movimiento contra el muro; ni la prisión incondicional de líderes de la talla de Marwan Bargutti o el asesinato de Abu Alí Mustafá líder de PFLP o el secuestro de la cárcel palestina de Jericó de Ahmad Saadat. Junto a estos líderes palestinos a ambos lados de la frontera, hay decenas de civiles amenazados, jóvenes activistas, palestinos que defienden sus derechos a la vivienda en Jerusalén y otras ciudades. Y con el recuerdo a éstos y los más de once mil palestinos en las cárceles de Israel, la detención y acusación de Ameer es una nueva vuelta de tuerca, un “aviso a navegantes” una forma de decirnos a todos, los palestinos y los internacionalistas, que no se admiten veleidades contra el estado de Israel.

Y aunque al frente no haya más que un gobierno fascista y racista que merece la reprobación internacional, el silencio y la complacencia con sus acciones es moneda de curso legal en este mundo de diplomacia de mercaderes. Por Ameer, por los palestinos de Jerusalén, por los palestinos de Gaza, por los de Cisjordania, por los olvidados de los campos de refugiados de Líbano y Jordania, la sociedad civil se compromete con el boicot, hoy, como ayer, contra gobiernos guiados por el racismo y la más sórdida forma de apartheid.