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Notas anticapitalistas. Una nueva Intifada internacionalista

Cristina Ruiz Cortina, geografa y miembro de la Asociación Al-Quds de Solidaridad con los Pueblos del Mundo Árabe

Tras el ataque a la flotilla Free Gaza, Moratinos llegó a decir que ésta era “Una buena oportunidad para las negociaciones de paz”. Sorprende su pensamiento oportunista, así como la declaración de hartazgo de quien no ha sido capaz de avanzar nada en este llamado ‘conflicto’.

Miércoles 1 de Setiembre 2010 www.alqudsmalaga.org

concentración BCN

Tras el ataque a la flotilla Free Gaza, Moratinos llegó a decir que ésta era “Una buena oportunidad para las negociaciones de paz”. Sorprende su pensamiento oportunista, así como la declaración de hartazgo de quien no ha sido capaz de avanzar nada en este llamado ‘conflicto’.
Durante años hemos sido testigos de la guerra y el asedio a Gaza, la construcción del muro en Cisjordania, la expulsión de decenas de familias en Jerusalén y el castigo a la comunidad palestina en el Estado de Israel a través del secuestro y condena a Ameer Makhoul, dirigente social ante cuyo espejo el resto de los palestinos de Israel ven reflejada su identidad secuestrada y prohibida.
Desde el año 2000 han muerto unos siete mil palestinos y más de 170 activistas de diversos movimientos sociales han sido condenados. Gaza sigue asediada desde hace tres años, y no es mejor la situación de los que viven en Cisjordania, ni tampoco la de los beduinos del Negev que ven destruir sus aldeas cada poco. No es, finalmente, mejor la situación de los refugiados de los campos del Líbano o de Jordania, ni la de los palestinos que huyeron de la guerra de Iraq y no encuentran acogida ni sosiego en ningún lugar del mundo.
El paso del tiempo no afloja la dureza de sus vidas. Más aún, el gobierno israelí enmascara su fascismo en palabrería demócrata mientras que, sobre el terreno, aplica su proyecto del ‘Gran Israel’ donde no tienen cabida otros que no sean los que demuestren la pureza de su ascendencia.
Debemos, por ello, reforzar nuestras posiciones, recapacitar sobre los ámbitos de organización, los objetivos que nos debemos marcar y lo que nos piden hoy desde Palestina.
Es evidente que los sucesivos gobiernos israelíes han respondido cada vez con mayor dureza ante cualquier reclamación emancipadora, y que quiere acabar con cualquier movimiento civil independiente que tenga fuerza en Palestina. Decenas de activistas civiles, en Palestina e Israel, han sido detenidos y acusados por el simple hecho de luchar por sus derechos civiles.
Es obvio, por tanto, que la necesidad de organizar la solidaridad en el exterior es cada vez mayor y que esta organización ha de centrarse en las demandas políticas. Nosotros, desde el exterior, también recibiremos el ‘desprecio’ del Estado de Israel, ya que éste está legislando para declarar enemigos del Estado a todo aquel que apoye el boicot. Es probable que los que lo hagamos en el exterior no seamos admitidos por ninguna de sus fronteras “por motivos de seguridad” y que las ONG extranjeras que tengan allí oficinas vean entorpecida su labor.
Es inevitable recurrir al ejemplo de Sudáfrica. Allí, como en el Estado de Israel, en los años 50 se impusieron leyes que controlaban la posesión de la tierra, la libertad de movimiento de los ciudadanos y, más aún, los derechos de ciudadanía. La prolongación de ese tipo de leyes hasta nuestros días es una vergüenza para la humanidad y una afrenta moral. Además, desde hace años el Estado israelí declara que son ellos los que están en el “frente de batalla” y los que “legislan” por el bien de la humanidad. Que lo que hoy no es admisible para el derecho internacional, lo será en el futuro. En este camino, más nos vale imponer el boicot y desarrollarlo con fuerza en todos los ámbitos antes de que sea demasiado tarde.
El boicot debe ser una especie de ‘Cuarta Intifada Internacionalista’, una obligación moral, un camino ineludible, una respuesta contundente al recorte de la libertad en Palestina y a la coacción permanente a sus movimientos sociales.
Es por ello que debemos reforzar las estructuras del movimiento de solidaridad con Palestina, pedir la adhesión a organizaciones sociales, a gente de bien, a sindicatos, a municipios, etc., para que se unan sin titubeos a esta campaña.
Ésta debe dirigirse contra cualquier persona, entidad u organización que tienda hacia la ‘normalización’ de las relaciones con el Estado de Israel. No existe normalidad en el apartheid y la guerra permanente, en el exterminio y la ocupación. Israel debe comprender que nunca será un Estado libre si se asienta sobre las cenizas de otro pueblo. Y comprenderá también que hay muchos ciudadanos en el mundo dispuestos a no olvidar estos crímenes, así como que estamos y estaremos organizados por el deber moral y ético de ayudar a la emancipación del pueblo palestino.