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¿Relaciones militares insignificantes con Israel?

Alberto Pozo

En total, en 2007 España exportó material militar (o potencialmente militar) por un valor de 2.366.820, el 237% de lo declarado por Zapatero en el programa de televisión. Las previsiones para el 2008 es que, al menos, estos datos se multiplicarán por dos (los resultados del primer semestre superan las de todo el año 2007) y, en el caso de las armas cortas, por tres

CSCA

incursión israelí

Los recientes y terribles acontecimientos en Gaza fueron el contexto que motivó la pregunta realizada por un joven al presidente del Gobierno español en un programa de televisión sobre la posibilidad de que armas españolas hubieran sido utilizadas en la masacre.

Rodríguez Zapatero contestó que las transferencias de armas españolas a Israel eran «absolutamente insignificantes» y las cifró alrededor del millón de euros. Esta respuesta contiene, al menos, dos errores, y esconden, por otra parte, otras dos cuestiones relacionadas que considero merecen ser abordadas en las líneas que siguen.

El primero de los errores está relacionado con la cuantía de las exportaciones. El millón escaso de euros declarado por el presidente fueron, en realidad, en 2007 (último dato disponible), y de acuerdo con datos del propio Gobierno, 1.515.930 euros. Por otra parte, a esta cifra haría falta añadirle los 274.080 euros que España exportó a Israel en armas cortas, datos que podemos conocer a través de las estadísticas oficiales de aduanas. Además, también cabe añadir el más de medio millón de euros exportado como material de doble uso civil-militar –cuyo detalle no se conoce– con un potencial uso militar. En total, en 2007 España exportó material militar (o potencialmente militar) por un valor de 2.366.820, el 237% de lo declarado por Zapatero en el programa de televisión. Las previsiones para el 2008 es que, al menos, estos datos se multiplicarán por dos (los resultados del primer semestre superan las de todo el año 2007) y, en el caso de las armas cortas, por tres. Es necesario tener presente, en este punto, que exportar material militar en Israel representa una violación flagrante de las legislaciones europea y española. También lo representarían las ventas a grupos armados palestinos, pero no se conoce ningún tipo de relación militar o de armamento del Gobierno español o empresas españolas con ninguno de estos grupos. Por otra parte, el segundo error de Zapatero fue declarar que «estoy convencido de que nuestros componentes o que el armamento que vendemos en Israel no se ha utilizado para eso», en referencia a los recientes ataques a Gaza. Es importante conocer que no hay ninguna garantía sobre el uso final del material importado por Israel, es decir, no hay manera de prevenir la no utilización de las armas españolas en acontecimientos como los registrados en la Franja.

En cuanto a las dos cuestiones relacionadas, la primera hace referencia a las importaciones. Se desconoce el volumen exacto de transferencias de Israel a España, pese a que son bien conocidas algunas ventas recientes en forma de misiles y aviones no tripulados (utilizados por España en Afganistán). Lo que interesa destacar aquí es que si España importa material militar israelí es porque Tel Aviv ostenta una de las industrias militares más «adelantadas» del mundo. Una explicación parcial de este alto nivel tecnológico se basa en el esfuerzo militar israelí (casi ocho veces superior al español, en términos porcentuales sobre el PIB), que recibe su legitimidad interna por la constante amenaza (real o figurada) que la población israelí percibe tanto del exterior (Irán, algunos países árabes...) como del interior (los territorios ocupados de Palestina, destacando la particularidad de la franja de Gaza). Así, es importante tener en cuenta que también existe, aunque indirecto, un vínculo entre las importaciones españolas de armamento israelí y la ocupación de Palestina.

La segunda cuestión relacionada es, incluso, más significativa. En una situación en la que cada país prioriza la propia industria militar local, destacan los consorcios que se materializan entre las empresas de Israel y España para acceder a cada uno de los respectivos mercados e, incluso, a terceros mercados, previa incorporación al consorcio de otras empresas de estos terceros países. De acuerdo con el consejero en jefe de la delegación del Ministerio de Defensa de Israel en España, Itamar Graff, «la media anual de volumen de negocio entre las empresas israelíes y las españolas se sitúa entre los 50 y los 70 millones de dólares», cifra muy superior a la registrada por transferencias físicas de material militar. En relación con este punto, cabe recordar que la industria militar israelí es, en su mayor parte, pública (y la parte privada registra una fuerte intervención estatal), mientras que las empresas españolas involucradas en estos consorcios militares (Indra, Amper, EADS-CASA, Tecnobit, Telefónica e Iberia, entre otras), pese a que son compañías privadas, reciben fondos públicos y otras facilidades por parte de las estructuras gubernamentales españolas.

Zapatero tenía razón cuando dijo que las ventas de armas en Israel eran «absolutamente insignificantes» para el volumen global de estas transferencias, si nos referimos a los términos económicos y no a la relevancia de los intercambios. Incluso podría haber dicho que también eran «absolutamente insignificantes» en comparación con las que se pueden registrar entre Israel y otros países (aparte de Estados Unidos, que acapara casi todo el protagonismo, Francia, Rumanía, el Reino Unido, la República Checa y Holanda, entre otros, han vendido más armas a Israel que España entre 2004 y 2007, a pesar de que Madrid ha superado a países con una industria militar más potente como Alemania). Análisis comparativos aparte, teniendo en cuenta, por un lado, la gravedad de los efectos sobre la población civil en la región y, por el otro, el total de vínculos militares entre España e Israel, es decir, incluyendo, como mínimo, las ventas de material militar, el de doble uso, las importaciones y las colaboraciones empresariales, sin olvidar otras relaciones gubernamentales entre los dos países (tanto militares como de connivencia política), minimizar la relevancia de las relaciones militares entre España e Israel y calificarlas de «absolutamente insignificantes» representa, en mi opinión, una manera indigna de eludir el necesario debate que debería evaluar hasta qué punto es España responsable de los excesos que el gobierno israelí comete sobre la maltratada población palestina.