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En Sharm el Sheij se ha impuesto de nuevo un silencio cómplice

Fran Sevilla, periodista de RNE

En Sharm el Sheij se ha aprobado una supuesta ayuda de casi cuatro mil millones de euros para la reconstrucción de Gaza. En ningún momento hay una mención crítica al por qué es necesaria esa ayuda. Se obvia que esa enorme cantidad de dinero debería servir para paliar la destrucción masiva impuesta por la demencia belicista y criminal del gobierno y las fuerzas armadas israelíes

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Una vez más el idílico balneario de Sharm el Sheij, a orillas del Mar Rojo, ha permitido escenificar el cinismo de quienes dirigen el mundo, desde Estados Unidos y la Unión Europea a Arabia Saudí. Allí se ha orquestado una nueva farsa con la que acallar las malas conciencias y aparentar que se es solidario con el pueblo palestino. ¡Da asco tanta mentira, tanta hipocresía!

En Sharm el Sheij se ha aprobado una supuesta ayuda de casi cuatro mil millones de euros para la reconstrucción de Gaza. En ningún momento hay una mención crítica al por qué es necesaria esa ayuda. Se obvia que esa enorme cantidad de dinero debería servir para paliar la destrucción masiva impuesta por la demencia belicista y criminal del gobierno y las fuerzas armadas israelíes.

Se trata de una especie de mortal círculo vicioso: la llamada Comunidad Internacional otorga ayudas a los palestinos, con esas ayudas se construyen infraestructuras y servicios, los israelíes destruyen las infraestructuras y los servicios, la Comunidad Internacional convoca a una cumbre de donantes, y vuelta a empezar. Siempre con unos cuantos centenares de muertos más sobre la mesa.

Asistí sobre el terreno a la pomposa inauguración del aeropuerto de Gaza en 1999, construido sobre un antiguo aeródromo con fondos de la cooperación internacional. El 90% de esos fondos, 1.500 millones de pesetas entonces (9 millones de euros), fueron donados por España. El entonces presidente del gobierno español, José María Aznar, participó en la inauguración y se fotografió allí sonriente.

Tres años después las fuerzas israelíes destruyeron el aeropuerto en la brutal ofensiva ordenada por Ariel Sharon en 2002. Entonces en Gaza no gobernaba Hamas, sino Al Fatah, el partido de Yasir Arafat. Pero daba igual, porque en el fondo lo que los sucesivos gobiernos israelíes han buscado y siguen buscando es imposibilitar en la práctica que pueda llegar a existir una Palestina independiente y viable. Y sea cual sea el gobierno palestino seguirán utilizando excusas para lograrlo mientras continúan colonizando los territorios ocupados.

No escuché ninguna queja oficial por la destrucción del aeropuerto de Gaza como no se escuchan protestas firmes de los gobiernos donantes por el bombardeo del Colegio Americano o de otro tipo de instalaciones, financiadas internacionalmente, en la última invasión israelí. No sé a ustedes, a mí particularmente me parece indignante que unos fondos que salen, entre otros muchos sitios, de mis impuestos, y que me enorgullece puedan servir para el desarrollo de otros, acaben convertidos en chatarra y escombros bajo las orugas de los tanques y las bombas de la aviación israelíes. En Sharm el Sheij se ha impuesto de nuevo un silencio cómplice.