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Declaración del presidente de la Asamblea General en el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino

Miguel d'Escoto Brockmann, presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas

Como declaré en el primer discurso que pronuncié ante la Asamblea General en septiembre de este año, creo que el hecho de que no se haya cumplido la promesa de crear un Estado palestino es el principal fracaso de la historia de las Naciones Unidas. Han pasado 60 años desde que unos 800.000 palestinos fueron obligados a abandonar sus hogares y propiedades y se convirtieron en refugiados y en un pueblo desarraigado y marginado

Naciones Unidas, Nueva York
www.un.org, 24 de noviembre de 2008

Gaza

24 de noviembre de 2008

Señor Presidente,
Señor Secretario General,
Excelencias,
Hermanos y hermanas,

Me presento hoy aquí ante ustedes con sentimientos encontrados en este acto organizado por el Comité para el ejercicio de los derechos inalienables del pueblo palestino con motivo del Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. Como saben, el concepto de “solidaridad” ocupa un lugar primordial en mi labor como Presidente de la Asamblea General. Quiero agradecer al Comité por los esfuerzos que realiza para despertar nuestra solidaridad con el pueblo palestino, en cumplimiento del mandato que le confió la Asamblea.

Hoy recordamos que este mes se cumplen 61 años desde que la Asamblea General aprobó la histórica resolución 181, en la que instó a crear un Estado judío y un Estado árabe. El Estado de Israel, fundado un año después, en 1948, celebra ahora 60 años de existencia. Es vergonzoso que todavía no podamos celebrar la existencia de un Estado palestino.

Como declaré en el primer discurso que pronuncié ante la Asamblea General en septiembre de este año, creo que el hecho de que no se haya cumplido la promesa de crear un Estado palestino es el principal fracaso de la historia de las Naciones Unidas. Han pasado 60 años desde que unos 800.000 palestinos fueron obligados a abandonar sus hogares y propiedades y se convirtieron en refugiados y en un pueblo desarraigado y marginado.

No podemos evitar reconocer, con tristeza, que resulta paradójico que el próximo mes se cumplan 60 años desde la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que consagra el derecho a la libre determinación de ese mismo pueblo. Somos testigos desde hace décadas de las terribles condiciones de vida que padece la población en todo el territorio palestino ocupado, y sin embargo, la promesa de una patria propia hecha al pueblo palestino, y su derecho a esa patria, siguen tan difíciles de alcanzar como siempre.

En este preciso instante, casi 1,5 millones de palestinos padecen un bloqueo sin precedentes de la Franja de Gaza. Todos los cruces de frontera hacia Gaza están cerrados, lo que impide incluso el suministro de socorro humanitario de emergencia por las Naciones Unidas. La falta de combustible está obligando a la población a vivir en la oscuridad y el frío, se están acabando los medicamentos básicos, la malnutrición es crónica y se están agotando los mecanismos disponibles para sobrellevar esta situación.

En solidaridad con los afectados, insto a la comunidad internacional a que levante la voz contra este castigo colectivo que se está infligiendo al pueblo de Gaza. Debemos exigir que terminen estos abusos generalizados de los derechos humanos. Pido a Israel, la Potencia ocupante, que permita la entrada inmediata de suministros de socorro humanitario y de otro tipo a la Franja de Gaza.

La situación en la Ribera Occidental suele quedar eclipsada por la gravedad de la crisis humantiaria en Gaza. Sin embargo, hay que recordar que en esa zona existen más de 600 puestos de control y otros obstáculos a la libertad de circulación. Debemos denunciar la reanudación de las demoliciones de viviendas durante los meses de invierno y la agresiva expansión de los asentamientos, que sigue contando con autorización oficial. Los ataques violentos de los colonos contra la población palestina, que han aumentado sin precedentes, también deben terminar. Si bien hay diferencias, lo que se está haciendo actualmente contra el pueblo palestino parece una versión de la odiosa política de apartheid.

Esta situación insostenible demuestra claramente la urgente necesidad de reanudar un verdadero proceso de paz que pueda dar resultados tangibles en el futuro próximo. Hasta ahora, las interminables negociaciones entre dos partes muy desiguales no han dado fruto. Lo que necesitamos es un nuevo sentido de la solidaridad que inspire voluntad política, valentía y una perspectiva más amplia del conflicto. Esto debería suponer, entre otras cosas, la revitalización de la Iniciativa de Paz Árabe de 2002.

La comunidad internacional no debe escatimar esfuerzos por ayudar tanto a israelíes como a palestinos a alcanzar una solución que conduzca al objetivo de la coexistencia de dos Estados, Israel y Palestina, uno junto al otro en condiciones de paz y seguridad. Las Naciones Unidas siguen teniendo actualmente la responsabilidad de resolver la cuestión de Palestina en todos sus aspectos y de conformidad con el derecho internacional. Asegurémonos de que ésta no se convierta en una responsabilidad permanente.

La enemistad entre nuestros hermanos y hermanas palestinos e israelíes es una amarga tragedia que se autoperpetúa sin cesar. Debemos hallar nuevas formas de limar esa enemistad, para ayudar a ambos pueblos a restablecer sus históricos vínculos fraternales. Exhorto a la comunidad internacional a que los ayude a salir del estancamiento político que ha hecho que se haya ido perpetuando cínicamente esta situación de odio, aislamiento y abusos. Nuestra solidaridad debe impulsarnos a adoptar medidas concretas para hacer realidad esos derechos, tan inalcanzables para algunos pero que la mayoría de nosotros damos por sentados.

Gracias.