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Palestina

La vida cotidiana en Gaza no es, precisamente, la más apropiada para los niños

Omar, trabajador humanitario de Oxfam

"¿Por qué nosotros? ¿Por qué tenemos tanto frío? ¿Qué está sucediendo?", me preguntan mis niños todo el tiempo

El muro de Gaza

Traducción: Sinfo Fernández
Original en inglés: http://english.aljazeera.net/NR/exeres/C3B8EC78-16EE-484E-A852-337BD96C0ABE.htm
Al Yasira, Rebelión.org

“¿Por qué nosotros? ¿Por qué tenemos tanto frío? ¿Qué está sucediendo?”, me preguntan mis niños todo el tiempo.

Tienen seis y dos años. Cuando piden chocolate y no puedo dárselo, me preguntan por qué. Les explico que es a causa del cierre, pero esa explicación ya no les sirve de nada y siguen preguntando: “¿Por qué? ¿Por qué nosotros?”.

¿Cómo van a entender la causa de que sus vidas se vean afectadas por algo de lo que no son responsables?

Es duro para mí explicárselo. Tengo 37 años y me he pasado toda mi vida bajo la ocupación. Mi padre era un refugiado de Barbara, nuestro pueblo nativo, y el otro día me dijo: “Hijo, nunca hemos vivido una situación como ésta, jamás. Confío que en que sea la última, de una vez por todas y para siempre”.

La gente sigue conservando la esperanza. Creen, incluso en estos momentos, que algún día conseguiremos la paz.

Hace cinco días que no me puedo duchar. Es por la falta de fuel, sin fuel no puede funcionar el sistema de tratamiento del agua, y por los tiempos agitados que vivimos.

Es invierno y estamos empezando a tener mucho frío. Sin electricidad, toda mi familia y yo tenemos que acurrucarnos unos junto a otros alrededor de una lámpara de gas. Nos cubrimos con mantas.

A veces caliento un poco de agua para que los niños puedan meter las manos o los pies en ella. Pero no podemos hacer otra cosa que confiar en que esta sea la última vez que vivimos en estas condiciones.

El frío nos impide dormir pero incluso cuando por fin lo logramos, los estallidos de los cohetes israelíes nos despiertan en medio de la noche. Los temblores y explosiones llenan tanto de espanto a los niños, que ahora tienen que dormir con mi mujer y conmigo.

Son tan pequeños, tan vulnerables y están tan confundidos. Vienen a casa desde el colegio hablando de Hamas y Fatah, pero no entienden la situación.

Esta no es vida para niños. No es vida para nadie.

Stress y Ansiedad

Hago todo cuanto puedo para desviar su atención de la crisis que continúa desplegándose ante sus ojos. Les llevo al mar o a casa de algún pariente.

No puedo encender el televisor porque hace cinco días que no tenemos electricidad. Para averiguar lo que está pasando, o si habrá o no operaciones militares, pregunto a mis colegas de Jerusalén para mantenerme al día.

También llamo a mi familia cada pocas horas para saber si están bien.

Mis niños viven en una zona de violencia y cada día escuchan como la gente discute, se lamenta y grita debido a la situación. Tengo que decir con sinceridad que necesitan apoyo profesional por todo el stress y ansiedad que sufren pero, claro está, eso está fuera de nuestras posibilidades.

Como otros muchos niños que viven en Gaza, casi nunca pueden escapar de la crisis, ni siquiera cuando duermen.

La situación está afectando a muchos niños. El otro día, cuando fui al colegio de mis niños, el profesor me dijo que el 70% de los alumnos estaban fracasando en los exámenes.

El stress de la situación, tanto si los niños se dan cuenta como si no, afectará a su educación. No tienen ánimo para hacer los deberes en casa ni para hacer nada.

Carencia de alimentos en buenas condiciones, agua potable, leche, sueño, miedo y frío son algunos de los problemas a los que se enfrentan los niños de Gaza.

Y, asimismo, los adultos.

Los Nonatos

Realmente, hay ya muy pocas esperanzas de futuro para los niños de Gaza pero, sin educación, no tienen nada. La educación es el único capital que tenemos para nuestro futuro.

Esperamos a nuestro tercer hijo para el mes de marzo. Tan sólo falta un mes.

Como padre y marido, estoy preocupado, muy preocupado por mi mujer y mi niño a punto de nacer. ¿Cómo se puede dar a luz a un niño si no hay electricidad y casi no hay suministros en los hospitales?

¿Qué les pasará, a ella y al bebé, como consecuencia de eso? La preocupación no me deja dormir por las noches.

Hablar de esto hace que quiera empezar a gritar, no sólo por mi familia, por toda la gente de Gaza.

(*) Omar es un trabajador humanitario asociado con Oxfam.