Reseña
El Olivo roto:
Escenas de la ocupación,
de Teresa Aranguren
Santiago González
CSCAweb:
27-12-06
"Esta
es una virtud de este libro. Meterte en un castellano escanciado,
un instante, en ese panóptico tantas veces visto en la
tele y, sin embargo, con un logro escaso para golpear nuestras
conciencias y reclamar nuestra acción. Porque, ¿cómo
estas escenas de ocupación siguen impunes y se vuelven
a repetir con nuestra indiferencia y la pasividad de nuestros
gobiernos?"
La forma es el fondo. Teresa
Aranguren, llena de vitalidad, necesita contar lo que ha visto
en sus viajes a lugares de conflicto, con la rebeldía
que la quema y su perenne búsqueda de azuzar nuestra mente
y sentimientos.
Su querida Palestina, la antigua
Mesopotamia ocupadas merecen su esfuerzo para narrar historias,
cuentos, vivencias reales en prosa, con cadencia, sin la aparatosa
exigencia de la crónica periodística que sí,
dirá el dato, pero se olvida de la mujer o el hombre,
del niño o de la anciana, sus manos, su ser, su vida,
sus sufrimientos. La ocupación como corte vital de unas
existencias que se podrían desarrollar en el mismo espacio,
con el mismo cielo, fuera del aprisionamiento y canalización
que la fuerza, la injustia, el racismo y la complicidad que la
ocupación realiza, somete, silencia y aplasta.
Aranguren, un día nos
contó uno de los motivos de su necesidad de escribir este
libro:
- Cómo no transmitir
la queja de una anciana palestina, dueña de unas ventanas,
mirador de la enésima redada, destrucción de hogares
y muerte o presidio de los ocupados palestinos que, llorando,
nos dijo a los periodistas que, con su permiso, habíamos
invadido su casa para hacer nuestro trabajo 'filma todo, es necesario
que el mundo sepa lo que nos ocurre, lo que nos hacen. Porque
no es posible, que nadie proteste ante esta injusticia. Si lo
supieran, los israelíes no actuarían con esta impunidad'.
El problema, remachó Aranguren, es que lo sabemos, todos
los gobiernos lo saben y no hacen nada.
Estas doce historias que encierra
el libro, 'olivos', la risa de Malek', 'la pierna', desgranan
historias con un trasfondo de prosa poética. El libro
pone nombres, caras, historias de la ocupación. Hace cercanos
sus sufrimientos y deseos. Se leen masticando el polvo, la tierra
o el sabor amargo de la aceituna, Consiguen trasladarte a ese
espacio, sin tiempo, sin control, a la arbitrariedad de la ocupación
y la violencia.
Esta es una virtud de este
libro. Meterte en un castellano escanciado, un instante, en ese
panóptico tantas veces visto en la tele y, sin embargo,
con un logro escaso para golpear nuestras conciencias y reclamar
nuestra acción. Porque, ¿cómo estas escenas
de ocupación siguen impunes y se vuelven a repetir con
nuestra indiferencia y la pasividad de nuestros gobiernos?
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