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* Miembro del Comité Ejecutivo del Tribunal de Bruselas.

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Abdul-Ilah y Hana Al-Bayati: La resistencia a la ocupación representa la continuidad del Estado iraquí


Estrategia de salida de Iraq, primer paso

Hana al-Bayaty*

Al-Ahram Weekly, septiembre de 2005 / CSCAweb, 11 de noviembre de 2005
Traducción de Pablo Carbajosa para CSCAweb

Todas las vías de salida de Iraq dependen para la administración norteamericana de la ratificación del proyecto de Constitución. Sería un nuevo error que descarrilara por la fuerza

Después de ocho meses de tortuosas negociaciones y demoras, los legisladores iraquíes presentaron finalmente el proyecto de nueva Constitución a las Naciones Unidas el 14 de septiembre. La presentación se realizó un día después de que el presidente iraquí se reuniera con George W. Bush en Washington. D.C. El proyecto de Constitución constituye "un mojón histórico", en palabras del Sr. Bush. "El pueblo iraquí puede estar orgulloso del proyecto de Constitución, y cuando se celebre el referéndum para ratificarla, el mes próximo, tendrá la oportunidad de votar en las urnas según su conciencia". Ese optimismo asume que vayan a sobrevivir hasta entonces. Con el 15 de octubre como fecha prevista para el referéndum nacional sobre el proyecto, y dada la actual situación de inseguridad en el país, nadie puede estar seguro de ir a votar. Sólo en la última semana, los atentados terroristas se han cobrado 250 vidas, aunque no se han proporcionado, en cambio, cifras de las muertes causadas por diversas operaciones militares a gran escala llevadas a cabo por las fuerzas de ocupación en varias ciudades.

La administración Bush podría intentar salvar la cara, a la vista de que su popularidad mengua cada vez, pero el llamado proceso político está hecho trizas, y el proyecto de Constitución nace paralizado. A pesar de los retrasos producidos con el fin de conseguir un acuerdo, hasta los autodesignados "representantes suníes", que se avinieron a participar en el proceso político, tal como lo estableció la ocupación, se negaron a respaldar el documento y prometieron hacer campaña por el voto negativo. Mientras se esperaba que buena parte de la comunidad suní boicoteara o rechazase el proyecto, el reciente anuncio de un joven clérigo, Muqtada Al-Sader, muy popular entre los chiitas de clase trabajadora, de su intención de hacer también campaña por el "No", podría convertir el referéndum en un caos.

Todas las fuerzas contrarias a la ocupación se oponen a este proyecto. Lo consideran un documento sectario volcado en crear mayor división y disputas entre los iraquíes. Se oponen a la partición de Iraq, al creer que ello abriría paso a una futura desintegración del país. Ya se trate de la Asociación de Eruditos Musulmanes (AEM), presuntamente cercana a la resistencia, los saderistas, el Congreso de la Fundación Nacional Iraquí (CFNI, organización que agrupa a varios grupos religiosos y seculares opuestos a la ocupación), o los nacionalistas, todos exigen la retirada incondicional e inmediata de las fuerzas de ocupación antes de iniciar cualquier proceso político.
Tal como establece la Ley Administrativa de Transición, redactada por el administrador civil norteamericano Paul Bremer, si la mayoría de tres de las provincias rechaza el proyecto, la Asamblea Constituyente sería disuelta y se organizarían nuevas elecciones. Es poco probable que la Administración Bush esté dispuesta a comenzar de nuevo todo el proceso, por dos razones. En primer lugar, necesita mostrar que las cosas se están moviendo de verdad, y que existe un plan político definido, además de operaciones militares de gran envergadura. En segundo lugar, el documento como tal responde a los intereses de la ocupación. En realidad, consagraría un Iraq débil, dividido y minado por conflictos, que precisaría de la ayuda constante, militar, económica y política, de la ocupación y haría que los abundantes recursos naturales de la región quedaran sujetos a una privatización neoliberal a gran escala.

El gobierno iraquí, cada vez más aislado, continua rigiéndose por los dictados de la ocupación; declarando que "limpiará las ciudades de terroristas" e iniciando campañas militares masivas contra varias ciudades, entre las que se cuentan Tel Afar, Samarra, Al-Jadita, Al-Qaim, Ramadi and Baquba. Entretanto, Abu Musab Al-Zarqaui ha llamado, según se dice, a la guerra contra los chiitas, adelantándose al referéndum de este mes. Todas las fuerzas contrarias a la ocupación han condenado los recientes ataques contra civiles. La AEM declaró que eran "muy peligrosos" y "que hacían el juego a un ocupante que desea dividir el país y desencadenar una guerra sectaria". El jeque Yauad Al-Jalesi, imán de la mezquita Al-Jadomia, dirigente del INFC, llegó incluso a declarar que creía que Al-Zarqaui es una invención norteamericana. Hace unas semanas, mil peregrinos perdieron la vida mientras se encaminaban a su mezquita, debido al pánico que provocó entre la multitud el rumor de un atentado suicida inminente.

Al-Jalesi declaró en una entrevista publicada en el diario Le Monde : "No creo que Abu Musab Al-Zarqaui exista como tal. Se trata tan solo de una invención de los ocupantes para dividir a la población". Al-Jalesi sostiene Al-Zarqaui fue muerto en la region kurda del norte de Iraq al comienzo de la guerra librada por los EE.UU., durante un encuentro con miembros del grupo de Ansar Al-Islam adherido a Al-Qaeda. "Su familia jordana hasta celebró una ceremonia tras su muerte. Abu Musab Al-Zarqaui constituye, por tanto, una estratagema de los norteamericanos; una excusa para continuar la ocupación. Es un pretexto para no irse de Iraq", afirmó.

En el momento de las elecciones de enero, la ocupación recurrió a medios militares para alcanzar sus objetivos. Operaciones militares a gran escala arrasaron el 70% de Faluya, intimidando a la población, impidiendo la participación de distritos enteros, etc. Establecido este precedente, no resultaría sorprendente que este proyecto pasara el referéndum, entre la oposición -y a despecho de ella- de la mayoría de los iraquíes. Sin embargo, la mala gestión del huracanán Katrina, la falta de mejores perspectivas para el Iraq de la posguerra, el coste sin precedentes de la "guerra contra el terrorismo", junto a las crecientes bajas, todo ello ha desencadenado una nueva oleada de disentimiento en los Estados Unidos, empujando a la administración a buscar estrategias alternativas. Circulan rumores sobre un potencial "plan B". En primer lugar, para deshacerse del gobierno proiraní, la administración Bush parece estar promoviendo una nueva alianza de chiitas seculares pronorteamericanos con sus equivalentes kurdos. Una información sobre un reciente encuentro entre Iyad Allawi, el antiguo primer ministro provisional, Leith Kuba, portavoz del actual gobierno, y Ahmed Chalabi aventura dicho paso.

En segundo lugar, tal como se sugería el 4 de septiembre en The Sunday Times, parece que los neoconservadores están buscando una alternativa y un plan de salida "honroso". Un informe de Andrew Krepinevich, antiguo official del ejército, y titulado "Cómo vencer en Iraq", publicado en el número del mes pasado de Foreign Affairs, se ha convertido en lectura obligada en Washington, informaba The Sunday Times, y su autor se ha dejado ver con el Pentágono, la CIA y asesores del vicepresidente Dick Cheney en sesiones informativas. Krepinevich llama a sus propuestas "estrategia de mancha de aceite": "Es como una mancha de tinta. Lo fundamental es que las fuerzas norteamericanas deben dejar de intentar acabar con la mayor cantidad posible de insurgentes y concentrarse en proporcionar seguridad y oportunidades a los iraquíes de las zonas "verdes" clave, como Bagdad y Mosul. Y después, con el tiempo, ampliar el esfuerzo, de ahí la imagen de ensanchar la mancha de aceite", afirma. Esta estrategia permitiría una reducción gradual de tropas a la vez que se aseguran los recursos petrolíferos.

Pero antes de que pueda ponerse en práctica este plan, la Constitución debe entrar en vigor. Tal como era el caso en enero, parece que la administración está dispuesta a proseguir su rumbo por medios militares. Pero los medios militares significan costes, y es poco probable que tras las repercusiones del Katrina, y teniendo por delante las elecciones del año que viene al Congreso, éste vaya a adjudicar generosamente fondos adicionales para tan controvertida empresa.
Las últimas semanas han demostrado que la alianza entre la clase media interconfesional y los iraquíes pobres, a la que se sumaría la juventud, para recuperar la plena soberanía sobre su futuro, su tierra y sus recursos, se hace cada vez mayor y está cada vez más coordinada. Al llegar a ponderar el recurso a medios militares para lograr sus fines, la administración Bush está jugando con fuego y como resultado podría desencadenar una revuelta nacional de dimensiones inéditas.