Por qué perderá
EEUU en Iraq
Abdul-Ilah al-Bayati*
Al-Ahram
Weekly,
4 de noviembre de 2005
CSCAweb, 10 de noviembre de 2005
Traducción de Natalia Litvina para CSCAweb
La Ocupación
está condenada en Iraq porque ningún pais puede
ser totalmente confiscado, comprado o ser objeto mercantil a
menos que se aniquile completamente a su sociedad.
A lo largo de la historia de
los movimientos patrióticos iraquíes, desde los
años veinte hasta hoy día, siempre ha estado claro
que el principal criterio para el auténtico patriotismo
era la confrontación con la "hegemonía"
de las potencias externas sobre Iraq.
La nacionalización de
la riqueza petrolífera de Iraq, y su éxito a la
hora de invertir sus beneficios en desarrollo económico
y proyectos de infraestructura ha demostrado la habilidad de
Iraq para desarrollar sus propios cuadros para una correcta administración
de la industria petrolera, y de hacer del fin último de
su explotación un servicio a los intereses iraquíes.
Incluso cuando se ha precisado la experiencia, el capital o algún
tipo de asistencia externa, Iraq las ha conseguido a través
de la contratación y la cooperación. Siempre ha
insistido en que no existe justificación para poner en
otras manos que las del Estado la propiedad de sus campos de
crudo.
El destino del petróleo
iraquí es vital para el futuro de Iraq, y ningún
gobierno puede sobrevivir a menos que recurra a la ayuda
de ejércitos extranjeros- si deja en manos extrañas
su petróleo. Iraq era consciente de este hecho, y nunca
cederá la soberanía sobre su territorio o recursos.
Toda la legislación internacional apoya a Iraq en este
sentido.
Los iraquíes como sociedad
se oponen a la estrategia estadounidense de dividir Iraq a través
del llamado proceso político y del proyecto de Constitución.
Además de controlar y saquear los recursos naturales iraquíes,
el plan de EEUU consistía en abolir el concepto de ciudadanía,
que es la base de todo Estado moderno. Anuló la soberanía,
destruyó herencia y memoria, y se abalanzó sobre
la riqueza de Iraq en un intento de dividir el país y
destruir su filiación geopolítica y civilizacional
árabe e islámica.
La ocupación ha intentado,
y en ello sigue, reemplazar Iraq por un Estado subordinado basado
en criterios étnicos e identidades sectarias: un Estado
de partidos, alienaciones y referencias religiosas en lugar de
un Estado de ciudadanos libres e iguales. Al dividir el Estado
en tres o más entidades en conflicto trazadas en base
a líneas de sangre y sectarismo, los EEUU en realidad
están dibujando un mapa de los propios intereses petroleros
de la Ocupación. Esta planeada división precisaba
de la abolición del Estado iraquí, del desmantelamiento
de su aparato de Estado y de sus instituciones, y de un subsecuente
plan de privatización de las empresas, edificios, tierras
y servicios del Estado.
Si bien es cierto que esta política crea figuras, feudalismos
y señores de la guerra de carácter local y corrupto
que se benefician de la ocupación, es la propia sociedad
y en especial la clase media educada y empobrecida, la
clase obrera que ha perdido las ventajas de los servicios del
Estado, y la juventud, que sufre de desempleo y la ausencia de
libertades civiles la que rechaza la política de
EEUU en Iraq. Esta será la fuente de una lucha social
sin fin contra la ocupación, y en su momento, la razón
de su derrota y la de sus políticas.
Los EEUU, al acabar con el
Estado iraquí y destruir sus logros y memoria, establecieron
un camino que conduce al enfrentamiento con la sociedad iraquí.
Olvidaron una verdad tan básica como que la sociedad no
es sólo un movimiento político que puede ser conquistado,
ni un número de individuos que pueden ser detenidos, sobornados
o incluso asesinados. Es toda la gente que vive en un país
determinados. Como otras sociedades vivas, la iraquí posee
enormes recursos: un legado sofisticado, una antigua civilización
y un movimiento patriótico experimentado. Los estrategas
estadounidenses, cuando construían su modelo iraquí,
olvidaron o menospreciaron el hecho de que los movimientos sociales
están basados en sólidas realidades y en el bagaje
de la experiencia, y no pueden ser generados por el antojo de
una decisión política o mediante insidiosas formas
de presión.
La experiencia que tienen los
iraquíes sobre las políticas norteamericanas explica
el fracaso de las fuerzas de ocupación a la hora de controlar
a la sociedad iraquí mediante las intrigas étnicas
y medidas represivas. Sin duda, todos los factores geopolíticos
en Iraq están sólidamente en contra de las objeciones
étnicas y raciales, y en contra de los planes imperialistas
estadounidenses. Si los iraquíes demuestran ahora alguna
reacción social hacia los EEUU, deriva en todo caso de
la dolorosa experiencia sufrida tras el asedio que NNUU les impuso
durante 13 años, y de la destrucción provocada
por la invasión de su país.
La sociedad iraquí disfruta de una gran herencia cultural,
política y civil, que le permite unirse contra cualquier
plan imperialista que busque llevar a Iraq de vuelta a la edad
oscura, con sus correspondientes sistemas feudales y burguesías
religiosas y sectarias.
Desde el mismo día en
que las fuerzas de Ocupación llegaron a Iraq, y el estado
iraquí colapsara, se ha producido un levantamiento de
todos los movimientos y organizaciones iraquíes, incluyendo
las de mujeres, la juventud en paro, las organizaciones de derechos
humanos, sindicatos, uniones de profesionales, grupos ambientalistas,
de derechos de los presos, y una larga serie de organizaciones
culturales y políticas, todas de la mano de las comunidades
provinciales y tribales y de los grupos de la Resistencia armada
y pacífica. Todos se han levantado siguiendo un programa
no escrito que representa a toda la sociedad, y cuya legitimidad
deriva del profundo sentido de conformarse por su arabicidad
e islamicidad.
Geográficamente, históricamente,
culturalmente y estratégicamente, Iraq pertenece al contexto
árabe e islámico. Esta afiliación no es
étnica ni religiosa, sino cultural y geopolítica.
La condición áraboislámica está profundamente
enraizada en la consciencia y el espíritu de todo ciudadano
iraquí, sin consideración de su ideología.
Tal actitud refleja un lenguaje mutuo y un proyecto conjunto
para todos los iraquíes, y en especial para los de los
grupos nacionalistas, islamistas e izquierdistas. Todos ellos
comparten los siguientes principios:
1- En primer lugar, nuestros
recursos naturales, nuestra herencia material, y la riqueza de
nuestra cultura y civilización, pasada y futura. La propiedad
de nuestros bienes, en parte o global, no puede ser alienada
por elemento privado o público alguno.
2- El interés general y los servicios públicos
son la justificación y la base para la operatividad del
Estado. Está prohibido usar el aparato del Estado o sus
instituciones para fines privados o sectarios
3- La responsabilidad de la seguridad, defensa, justicia, sanidad,
educación, comunicación, suministro de agua y energía
y de los principales servicios públicos, incluyendo la
gestión de las finanzas públicas, recursos naturales
y la herencia cultural y material del país pertenece al
Estado. Todos los ciudadanos tienen el legítimo derecho
de disfrutar de estos servicios, libres de toda forma de discriminación.
El Estado iraquí debería
por lo tanto adoptar los siguientes principios:
1- La totalidad de los ciudadanos
constituye el pueblo de Iraq
2- El pueblo es la única fuente de soberanía y
de legitimidad constitucional, política y judicial.
3- El gobierno es responsable de y frente a los ciudadanos.
4- La solidaridad entre los ciudadanos ( entre generaciones y
entre los territorios que conforman el Estado, y para con los
ancianos, enfermos, menores y huérfanos, los necesitados
y para con cualquier ser humano en estado de precariedad) debería
ser la base de la política social del gobierno de Iraq.
Como hecho a destacar, la adherencia
de Iraq a su identidad árabe e islámica no es sólo
un escudo que protege a la sociedad iraquí de las garras
del mercado extranjero, sino también un catalizador que
lleva a la sociedad iraquí al frente del movimiento social
progresista que está creciendo en todo el mundo oponiéndose
a la globalización neoliberal y a los planes imperiales
norteamericanos. Tal movimiento aboga por construir un nuevo
mundo que sería más humano que el actual, caracterizado
por el barbarismo y los flagrantes abusos de poder que aplastan
al débil y al necesitado, destruyen el medio ambiente,
crean guerras y desempleo y devoran nuestras libertades civiles
y políticas. Para todo el mundo es evidente que la estrategia
estadounidense en esta región es sólo un eslabón
en la larga cadena de los designios imperiales para varios lugares
del mundo, todos destinados a objetivos similares y usando justificaciones
parecidas para pisotear a otros.
Y así, la hegemonía
imperialista estadounidense que defiende el libre movimiento
de capitales sobre la libertad de la gente y se esfuerza, enarbolando
la bandera de la economía de mercado, en tomar control
de los recursos naturales de otros países, se ve desenmascarada
progresivamente, y cada vez es más enfrentada por todos
los pueblos del mundo. La oposición al imperialismo estadounidense
se ha extendido incluso en los países desarrollados; ya
no es una cuestión teórica, sino una realidad,
simplemente porque sus resultados son más pobreza para
los pobres y más riqueza para los ricos, dejando a las
clases medias completamente marginadas, incluso dentro de los
propios EEUU. Nadie se cree ya la propaganda neoliberal de que
"el capital no tiene patria" y que su paso sin cortapisas
por los portales de la economía global debería
traer progreso y desarrollo, y crear más libertades que
conduzcan a la estabilidad y la justicia.
EEUU ha logrado, no hay duda,
grandes progresos a través del modelo democrático
que adoptó en su propio territorio. Nadie lo discute.
Ni nadie se niega a formar parte de la aldea global de la que
tanto hablan. Estamos dispuestos a intercambiar cultura, ideas,
bienes, técnica, personas.. para alcanzar una comprensión
y desarrollo mutuos. Aún así, los iraquíes
y sus movimientos sociales permanecen bajo la sombra de los esfuerzos
imperiales estadounidenses, que sólo conducirán
a una mayor destrucción y ruina.
Toda la gente que en el mundo
se preocupa por las justicia y espera lograr un mundo mas humano
debería apoyar a los iraquíes en su lucha por recuperar
su soberanía, y pedir la completa e incondicional retirada
de todas las tropas extranjeras de suelo iraquí, y el
pago compensatorio por todas las pérdidas materiales y
humanas que Iraq ha sufrido desde que comenzó la invasión
ilegal.
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