El éxito de público debería llevarnos a reflexionar sobre lo que significa aplaudir una exhibición en la que predominan aviones militares de combate. Se disfrazan convenientemente para realizar bonitas piruetas que nos hagan olvidar su verdadera función, lanzar bombas y ametrallar, sembrando la muerte y destrucción muchas veces de victimas inocentes no combatientes. Esto ocurre en todas las guerras y por la causa que sea que por supuesto siempre es buena para el que aprieta el botón. (...)