Muy Señor mío (aunque los dos somos afiliados a CC.OO., entenderá que me es imposible, por motivos obvios, adjudicarle el título de compañero que para mi tiene unas connotaciones éticas que no pueden ser aplicadas en este caso):

Previamente a mi despido disciplinario de mi puesto de trabajo en el CITE-CC.OO. de fecha 21 de Agosto, mantuve con usted dos entrevistas (ambas a iniciativa suya) en las que me ofreció la posibilidad de pactar un cese, como alternativa al despido, señalándome en ambos casos que éste podría resultar muy traumático para mi e insistiéndome en la conveniencia, desde el punto de vista económico, de aceptar el cese pactado.

En la primera entrevista, celebrada en la Oficina del CITE-CC.OO. el viernes día 17, usted me manifestó que en su larga carrera de negociador, siempre había recomendado a los trabajadores que aceptasen los pactos de este estilo con las empresas, para evitar la traumática alternativa del despido.

En la segunda reunión, celebrada el lunes día 20 en su despacho y a la que asistieron el Señor Pino Cancelo, Secretario de Organización de CC.OO. de Asturias y una autodenominada abogada del Sindicato, se me volvió a insistir en las ventajas que reportaría para mí un cese pactado e, incluso, se propuso por parte de la citada señorita la posibilidad de inventar una inexistente falta al trabajo de tres días por mi parte, que permitiría arreglar un despido. Como le consta, mis ideas políticas y mi particular manera de entender la vida, me impiden contemplar siquiera esta posibilidad, más aún cuando la calidad y la cantidad de mi trabajo en el CITE-CC.OO. me permite afirmar que me he ganado mi sueldo mucho más que sobradamente.

Como todo el proceso de mi despido es de sobras conocido por Usted, al ser uno de sus promotores, no le aburro con los detalles ni pretendo robarle ese tiempo que, a buen seguro, estará usted empleando en la defensa de los derechos y la dignidad de los trabajadores.

Buscando referentes sindicales que me permitan afrontar mi situación, he repasado unas declaraciones suyas efectuadas al periódico El Sindicato de Mayo de 2001 que me son particularmente aplicables: "Aún reconociendo la importancia que tienen los Servicios Jurídicos en cualquier organización sindical, y en CC.OO. contamos con una de las mejores plantillas de abogados y abogadas laboralistas (permítame que mi experiencia, escasa pero esclarecedora, en relación con esos Servicios Jurídicos, me haga ser muy escéptica acerca de su calidad tanto profesional como ética) el papel que tienen que jugar debe ser el propio y en sus justos términos: es decir, éste es el último recurso que se debe utilizar. Previamente, debe actuar el sindicalista para dar un tratamiento sindical al problema en la empresa o donde corresponda (reunión con el afectado, asamblea con los trabajadores, diálogo y negociación con la otra parte, y presión y movilización si es necesaria), y sólo cuando no fuese posible esa vía o no tuviese los resultados esperados, debe entrar en acción el plano jurídico. Esta debería ser la actuación deseable, aunque las cosas no son siempre así"

Si no fuese demasiado molestia para Usted, le rogaría, Sr. González que, aprovechando la experiencia acumulada en su larga carrera como negociador, me indicase cómo aplicar esa escala de actuaciones que tan magistralmente expone en el párrafo anterior, a mi particular situación de despedida del CITE-CC.OO.

A la espera de sus noticias,

En Pola de Siero a 27 de Agosto de 2001

Berta Savil Montoya Ulloa