Xarxa Feminista PV

Las desigualdades de género entre los jóvenes. Josune Aguinaga

Domingo 1ro de mayo de 2005

Venimos de una sociedad patriarcal, muy injusta con ciertos grupos de población, especialmente mujeres y jóvenes, que nos está costando mucho cambiar. Se podía esperar que entre los jóvenes, debido a una larga historia reivindicativa, se hubiesen alcanzado mayores cotas de igualdad, pero como vamos a ver subsisten diferencias que ponen de manifiesto desigualdades e injusticias.

Conclusiones.

A lo largo de estas páginas, se ha tratado de presentar una imagen de los jóvenes españoles desde una perspectiva de género. Para conseguirlo se han puesto de manifiesto aquellos puntos en los que se producen coincidencias frente a aquellos puntos en los que se produce el desencuentro. En este sentido visualizamos las divergencias entre chicas y chicos como un "problema" desde la perspectiva de aspirar al logro de igualdad entre géneros tal y como ha venido siendo formulada desde la Ilustración.

Estas divergencias eran mucho más profundas hace unos pocos años y en las generaciones anteriores. Algunas perviven, otras son nuevas. Hemos tratado de explicar los orígenes de estas últimas, aunque no cabe duda de que los cambios más perceptibles producidos en los últimos años reflejan la aproximación entre las vidas de los chicos y las chicas jóvenes. Pero este proceso se ha vivido sin que los sucesivos IJE tomaran nota del mismo. En realidad ha sido el resultado de las reivindicaciones de las mujeres, y en particular los sectores más feministas y a través de la política, que se ha traducido en planes institucionales de igualdad y en una pro g resiva concienciación social. No es un proceso concluido, pero si trascurrido parcialmente, sin que en los IJE se constatara con precisión dicho cambio.

Se ha tratado de realizar un primer enfoque del mismo, que por carecer de precedentes no admite demasiadas comparaciones previas, y que obtiene unos resultados que reflejan la situación de las chicas y chicos jóvenes tras el desarrollo histórico de los planes de igualdad. Obtenemos así algunas conclusiones que se pueden enunciar de forma sintética.

- En primer lugar, en lo que a relaciones personales se re fiere, hemos podido observar la mayor disposición familista de las mujeres frente a la de los varones, cuya vida se enfoca mas en la dirección de las relaciones de amistad, lo que produce un primer desencuentro entre ambos sexos. Tal diferencia expresa la pervivencia de una socialización diferencial y una atribución simbólica de roles para cada género.

- En segundo lugar se constata que en los niveles formales de estudios se ha producido no solo una gran igualdad sino que, en cierta medida, las mujeres han sobrepasado los niveles de estudios que antes eran patrimonio de los hombres. Pero en los niveles de estudios mas elevados, el doctorado, se observa una barrera invisible que parece relacionarse con las desigualdades que subsisten en el mundo del trabajo.

- En tercer lugar hay que destacar la pervivencia de las desigualdades en la cuestión del trabajo remunerado, en el que realmente aún se producen diferencias muy serias, tanto de niveles de ocupación, de espacios temporales dedicados a la búsqueda de empleo y de tasas de paro diferenciales y de nivel de ingresos. El tema es especialmente grave si tenemos en cuenta que esta discriminación laboral a la baja ocurre en un contexto en el que los niveles de estudios globales de las mujeres son superiores a los de los varones. Por este motivo hemos considerado que en esta cuestión es donde se articula el verdadero rostro de la desigualdad. Una desigualdad que sólo es posible si consideramos la pervivencia de un trato laboral explícitamente injusto hacia las mujeres. Un trato laboral que asocia, de una manera injustificada la condición de mujer con la inferioridad. Se han proporcionado algunas explicaciones de este hecho, entre las que destacan la mayor dedicación de las mujeres al trabajo dentro de las casas que ocupa una gran cantidad de tiempo y este en una gran medida proviene de las mujeres. Además existen unos estereotipos sobre las profesiones que están dirigiendo el mercado laboral en el sentido de que existen unas profesiones feminizadas (CES 2003), que a su vez son las que menor nivel de remuneración perciben.

- En cuarto lugar hemos visto como en relación al ocio y al tiempo libre, aunque se aprecian ciertas diferencias, referidas a la práctica del deporte o a las actividades culturales, siendo las primeras favorables a los chicos y las segundas de chicas, también es cierto que el ocio y el tiempo libre, en contraste con el mundo laboral, es donde se han puesto a prueba los mayores niveles de equiparación entre chicos y chicas.

- En quinto lugar se ha podido observar como en la cuestión de los estereotipos físicos, es decir en los cánones de belleza y la dedicación de tiempo a los cuidados personales en persecución de la misma, no sólo no se aprecian usos diferenciales del tiempo, ni en relación con los cuidados e higiene personal ni con tiempo dedicado a gimnasios, sino que incluso parece producirse una interesante trasformación, que ya se detectó en un reciente estudio publicado por la FAD y el INJUVE, y al que nos hemos referido extensamente. Hemos visto como las presiones publicitarias e incluso las imágenes de "lo estético" siguen persiguiendo a las mujeres, a las que se les atribuye la obligación de adaptarse a estos cánones idealizados. Pero las mujeres, en especial las mujeres jóvenes están protagonizando una interesante reacción contra esta imposición sexista y estereotipada. A la vez, los chicos, cada vez más y especialmente entre los adolescentes, se preocupan más de su imagen y dedican más tiempo que las chicas de sus mismas edades a los cuidados y el higiene personal. Aunque esta es una visión global dentro de la que aparecen subgrupos con comportamientos muy diferentes.

De manera general y por último, nos cabe afirmar que la hipótesis de partida, que expresada en términos sociológicos vendría a decir que la trayectoria de los jóvenes parte de la máxima adaptabilidad social hasta la consecuencia de una identidad cultural propia, un proceso en el que las chicas partirían de la máxima adaptación para alcanzar el óptimo de identidad, mientras que los chicos se adaptan menos en la adolescencia pero luego no establecen identidades tan marcadas como las chicas, se cumple sólo a medias al trabajar con los datos de la IJE 2004.

Ciertamente hemos visto cómo los mas jóvenes, tanto chicos como chicas, aunque más estas últimas, manifiestan valores más conservadores y en mayor medida que los jóvenes de edades superiores. Conforme va aumentando la edad, a partir de los 18 años, se transita por una fase de "compañerismo" en la que aparece con fuerza la aspiración de las chicas a ser iguales a los chicos. Así se explica que en determinados momentos las chicas lleguen a rebasar, tanto en la perspectiva del progresismo ideológico como en los comportamientos desinhibidos, a los chicos. Pero la conclusión de la trayectoria planteada como hipótesis, cuya expresión era "el conflicto de intereses refuerza la identidad propia de las chicas", no parece darse antes de los 30 años, quizá porque se produce en edades y situaciones personales algo mas avanzadas.

En definitiva, se puede comprobar a lo largo de este estudio, los grandes avances que se han venido haciendo en relación con la igualdad entre géneros, en materia de estudios y en superación de ciertos estereotipos, lo que no impide que se sigan produciendo desigualdades susceptibles de ser medidas en términos de injusticia social, como es la problemática que enfrentan las mujeres en torno al trabajo, tanto remunerado como no remunerado y no digamos las diferencias en relación con la propia remuneración económica de unos y de otros.

En cualquier caso la falta de elementos de referencia de esta evolución histórica en los anteriores IJEs, nos abre la posibilidad de los estudios de género en los informes generales de juventud en un momento peculiar de dicha evolución. Este hecho nos conduce a revisar nuestro punto de partida conceptual, las desigualdades, que si bien aún subsisten de manera sangrante en determinado aspectos, deben ser completadas con otros componentes del análisis de género como son socialización, roles, identidad cultural, universo simbólico y expectativas mutuas.

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