03 Mar '06 -La operación de lanzamiento de la forma-mercancia 'realismo sucio' en el campo literario español... de Antonio Orihuela.

LA OPERACIÓN DE LANZAMIENTO DE LA FORMA-MERCANCIA REALISMO SUCIO EN EL CAMPO LITERARIO ESPAÑOL Y ACTUALIDAD DE LAS POÉTICAS COMPROMETIDAS CON LA IDEOLOGÍA DE LA CLASE DOMINANTE.



Dos tesis, cuando menos maledicientes, animan un reciente trabajo publicado en la revista digital Especulo por Juan Miguel López Merino: Sobre la presencia de Roger Wolfe en la poesía española (1990-2000) y revisión del marbete realismo sucio, que creo necesario aclarar. Una: el fenómeno de la presencia, ausencia o poltergeist de Roger Wolfe -desde ahora R.W.- en la poesía española de los años noventa. Y dos: desde la metodología perezosa que establece el neopositivismo, ¿con quién lleno el cajón del realismo sucio para confirmar que mi ídolo tiene imitadores y seguidores?


Si bien debo confesarles que el primero de los supuestos de Juan Miguel López Merino me interesa poco o nada (el fenómeno de la presencia, ausencia o poltergeist de R.W. en la poesía española de los años noventa), han sido sus conjeturas en torno a la “revisión del marbete realismo sucio” lo que sí me ha preocupado y me ha decidido a escribir estas líneas para no seguir alimentando, como viene ocurriendo desde hace algunos años en casi todos los trabajos donde se ha tratado el tema, un error o confusión que tiene, cuando menos, tintes perversos. Éste, aquí, será mi empeño. Intentar demostrar cómo se quiere hacer naufragar un conjunto de escrituras antagónicas, resistentes y críticas en la ciénaga de la producción de discursos engendrados dentro de una de las más retrógradas excrecencias ideológicas del postmodernismo neoliberal.


Posmodernismo que, como veremos, no sólo afecta al discurso del/sobre el reseñado (R.W.), sino que en su factura crítica también da lustre de presunción al trabajo de López Merino. A los datos me remito, pues tras acabarnos de mostrar que sí es posible afirmar que no hay escuelas, sino sólo poetas (López Merino, 2006:1), a continuación uno puede escribir 36 folios para demostrar justamente lo contrario.


Los que salimos con vida de la Universidad hemos tenido siempre claro que la suerte, y cierta resistencia epistémica, nos acompañaron. Igual que todos saben que los daños cerebrales son, en la mayoría de los casos, irreparables, también nosotros somos conscientes que el mítico templo de la sabiduría y la investigación hace tiempo que se convirtió en un recogedero de adolescentes sin hueco en el mercado laboral cuyo destino final, siempre aplazado, está a mitad de camino entre la fábrica de producción de funcionarios ideológicos del Estado y una agencia de turismo. De ahí que hoy, lejos de ser una sorpresa, uno pueda encontrar revistas universitarias con artículos tan sesudos como los de Juan Miguel López Merino, capaz, él solito, de plantearnos tesis tan aplastantes como la siguiente: “La poesía –la obra toda- de Wolfe nace del siguiente conflicto: la conciencia de la imposibilidad, en nuestras sociedades, de la utopía del lenguaje específicamente poético. Pero esto no es nada especial. Toda la poesía del siglo XX tiene su punto de partida en él (López Merino, 2006:1)”. Estupendo, pero entonces, si esto no es nada especial, si es lo normal en toda la poesía del siglo XX, ¿qué sentido tiene dedicarle un texto de 36 páginas a quien se ve envuelto en su obra en el mismo conflicto que el resto de todos los poetas del siglo XX? Visto así, habrá que preguntarse entonces qué es lo que hace especial y diferente a un poeta que tiene los mismos problemas y conflictos que el resto de los poetas del siglo XX. Realmente es difícil imaginar un arranque de investigación con tanto retroceso, más allá de que tal investigación no se justifique sino como una cuestión meramente sentimental entre autor y reseñado.




Puedes leer el resto del artículo en la sección POÉTICAS, o haciendo clic aquí.

Editado por administrador, el día 03 Marzo '06 - 13:25, en Critica Comentario.

Han dicho algo al respecto:

Comentario de David Méndez García - 03 Marzo '06 - 15:37



Estimado Sr. Aguirre:


Le escribo a Vd. en relación con un artículo de reciente publicación de Antonio Orihuela.

He podido leer, a través de una revista llamada MLRS, además del mencionado artículo y el de Juan Miguel López Merino (que Espéculo editó en su día), la comunicación en que Vd. argumentaba su negativa a publicar la crítica de Orihuela. Le remito el presente mensaje porque, de los tres textos, ha sido su carta la que me ha producido mayor perplejidad y, siendo sincero, inquietud. Compruebo (sin ninguna sorpresa, obviamente) que se muestra Vd. persona tolerante, como corresponde a quien está convencido, como muestra su carta, de la relatividad de la verdad o cualquier otra forma manida que nos guste emplear. Por ello, sé que leerá con benevolencia esta carta y que tomará en consideración la tesis que la anima: que ha cometido Vd. una equivocación al rechazar el texto de Antonio Orihuela.

En su comunicación a Orihuela, recalca Vd. su profunda molestia por el tono que este emplea en su escrito, pues considera que llega al extremo de la descalificación personal, la ridiculización y la vejación. Vd, como editor, dice, aunque comparta algunas de las ideas que vierte Orihuela en su texto (imagino que las relativas al estado de la Universidad; creo recordar un artículo suyo que exponía la situación de forma harto poco halagüeña), encuentra intolerable ese tono, en el que encuentra motivo suficiente para negarle a Orihuela la oportunidad de debatir, en la misma revista, a López Merino. Sería difícil discrepar con Vd. en que Orihuela se expresa de manera directa y dura. Es indudable que en su texto hay argumentaciones (digamos, sobre la mentalidad adolescente de quienes apoyan ciertas tesis) que se pueden leer como claras alusiones personales. Sin embargo, no es menos evidente que lo que Vd. considera alusiones es una parte minoritaria del texto y están profundamente imbricadas, además, en la argumentación de Orihuela.

Considero que, más acá o más allá de lo que Vd. califica como insultos, Antonio Orihuela retrata el peligro del pensamiento débil postmoderno, su relación ideológica con el capitalismo y su penetración en distintos medios como la crítica literaria, la producción poética y la Universidad. Este retrato y el lenguaje en que está trenzado resulta, por fuerza, poco agradable y probablemente agresivo, pero no constituye, en manera alguna, una caricatura ni tiene por objeto la burla, sino ser una crítica con fundamentos.

Precisamente, Orihuela describe los peligros (poéticos, sociales, vitales…) de una forma de pensamiento que hace desaparecer, en una neblina nihilista de escepticismo autocomplaciente, toda posibilidad de conocimiento común, de verdad compartida, de cambio profundo, de acción conjunta y de, en definitiva, vida (social). Resulta obvio que Orihuela considera una falsedad peligrosa que la verdad sea siempre relativa y describe el artículo de López Merino (etc.) como una parte del totum revolutum del conocimiento que hace posible, entre otras aspectos, la realidad terrible que a la humanidad le está tocando sufrir. De forma diametralmente opuesta a la suya, leo el artículo de Orihuela como una invitación (¿machadiana?) a la indagación en el mundo para encontrar una verdad que sirva para cambiar las condiciones de opresión, injusticia y dolor. Esto no me parece que sea dar lecciones de coherencia ni imponer autoritariamente una verdad “personal”.

Desde esta perspectiva, que creo ajustada, del texto de Orihuela, las invitaciones que Vd. le hace a expresarse de manera que su tesis sea una más entre otras, que sus argumentos nisiquiera precisen exponerse ante nadie y que su crítica pueda repetirse hasta el aburrimiento parecen ser invitaciones al silenciamiento y a la inoperatividad. Y he aquí lo que me preocupa de manera considerable: apoyándose en esos términos Vd. le niega la publicación. Con todo el respeto del que soy capaz, creo que se ha equivocado Vd. peligrosamente, Sr. Aguirre.

Considero prescindible, Sr. Aguirre, remontarme a un debate sobre las imposibilidad de la división de la forma y el contenido. Entiendo por ello, y por las razones que preceden, que el tono del artículo de Orihuela es solidario de su contenido, del mismo modo que ocurre en su carta. Creo que puede (y incluso que debe) Vd. censurar las ideas de Orihuela, pero no su oportunidad de expresarlas y, de esa manera, poder ser discutidas y rebatidas. Por Vd. mismo, por ejemplo, si lo considerara oportuno.

Por otra parte, y tal como pronosticaba, el artículo de Orihuea ha encontrado sitio en otras páginas en las que la cuestión del prestigio (dicho sin ninguna ironía) no recibe siquiera una atención periférica. En una de ellas, el Manual de Lecturas Rápidas para la Supervivencia, se ha publicado el artículo de manera que cualquiera que lo lea pueda, incluso de manera anónima, dar la respuesta que considere conveniente. Allí, publicaré también esta carta abierta que a Vd. le dirijo y que espero que tenga a bien contestar.

Atentamente,

David Méndez García
(Profesor de enseñanza secundaria).



Comentario de Luis Ferris () - 03 Marzo '06 - 18:10



Mi apoyo a Antonio Orihuela. Se confirma, de nuevo, que la Universidad ya no es un lugar para el debate de ideas.

Luis Ferris



Comentario de J. Castaño - 03 Marzo '06 - 18:32



Nada más alejada la actitud del Sr. Aguirre al espíritu de la universidad. Pero ya se sabe: hay quien funda revistas y quien (como éste irresponsable de “Espéculo”) las desenfunda. Coincido con David Méndez en que se ha cometido una grave equivocación. El artículo de Orihuela me parece, salvo en algún par de matices, de una argumentación magnífica y creo que a la larga hasta la censura orgullosona que le practica Aguirre le ha salido como que ni pintado: mejor lugar es este del MLRS para su artículo que el de “Especulo”. Agradezco a la redacción del MLRS posibilitarnos también poder conocer y leer el artículo que dio origen a la contestación de Orihuela. Desde luego, no hay color: Orihuela 1 – Merino 0 (...y Aguirre, al banquillo, a descansar). Ay, qué tiempos estos para la suerte de la literatura.



Comentario de Joaquín Mª Aguirre (respuesta a D. M.) - 05 Marzo '06 - 21:42



Recibí la siguiente respuesta del Sr. Aguirre el viernes 3 de marzo. (David Méndez)

Estimado amigo:
No tengo el más mínimo interés en polemizar en algo que está suficientemente claro para mí y que puede ser avalado por una trayectoria de más de diez años como editor. Mis palabras van con toda la cordialidad del mundo, pues se dirige a mí con el talante y respeto que es desable entre dos personas que inician una conversación sin más ánimo que el de entenderse. Mi contestación al sr. Orihuela no se centra más que en dos puntos: 1) se puede sostener cualquier postura y debatirla sin necesidad de insultar a nadie; y 2) la polémica que sobre la cuestión exclusiva del denominado “realismo sucio” no es una cuestión que justifique el insulto o la descalificación a personas o instituciones que en nada han ofendido ni al Sr. Orihuela ni a nadie, entre ellas y, por este orden de más abstraco a más concreto, la Universidad (a la que se descalifica), a la revista que edito (que se ha limitado a acoger un artículo y no a conspirar contra nadie) y a mí mismo.
Creo que el Sr. Orihuela, que como le digo merece todos mis respetos y al que no tengo el gusto de conocer ni el disgusto haber ofendido, se equivocó en el tono “airado” e inncesario de su texto. Puede decir eso mismo en estas páginas siempre y cuando lo haga con el respeto necesario hacia aquellos con los que polemiza e incluso con aquellos con los que ni siquiera lo hace. Lo reitero: puede defender sus ideas, que para eso siempre tendrá espacio en la revista que edito. Sobra, pues, cualquier victimismo de “expresión” o de “sistema”, pasado, presente o futuro. Insisto: no conozco de nada al sr. Orihuela y no se me ocurriría descalificarle por sostener ideas contrarias a las mías. Yo, estimado amigo, no considero “marcianos” a los que no piensan como yo o descerebrados o simple basura o agencia de turismo por pertenecer a una institución como la universidad. Como usted bien dice, me muestro muy crítico con mi visión de la universidad, pero sé separar una cosa de la otra y no he necesitado nunca insultar a nadie. Vivimos cada día demasiados excesos e intransigencias como para considerar que eso es un valor.
Creo sinceramente que actúa usted de buena fe—algo que le agradezco—y en este sentido es mi contestación que puede usted reenviar a cuantas personas quiera, si así lo desea porque no he pretendido más que mantener la línea de una revista en la que siempre han tenido—y lo seguiran teniendo—, cabida todo tipo de ideas. No hay nada contra el Sr. Orihuela y menos contra sus ideas, pero como editor es mi responsabilidad mantener el respeto que todos nos debemos aunque discrepemos. Como bien le dije, hasta comparto muchas de ellas. Sin embargo, el simple hecho de pertenecer a la Universidad ya me conviertte en un ser perverso, un “funcionario orgánico”, como el Sr. Orihuela, me califica y a la revista en una especie de bazofia. ¡Y todo esto porque el Sr. Orihuela no está de acuerdo con lo que opina el Sr. López Merino! Entienda que piense que esto es un pco excesivo, desproporcionado y, sobre todo, triste. La triste profunda en la que uno se siente cuando ve que hay que recurrir a las descalificaciones para algo así.
Le agradezco sinceramente su carta y la valoro. Espero que entienda que la labor de un editor es, entre otras muchas otras cosas, mantener el respeto.
Un cordial saludo y gracias, de verdad, por sus palabras. Espero si no modificar su idea de que me he equivocado, al menos entender que es humano equivocarse y perdonarme.

Joaquín Mª Aguirre
Editor Espéculo (UCM)



Comentario de David Méndez García - 06 Marzo '06 - 10:57



Estimado Sr. Aguirre:

Le agradezco, muy sinceramente, que se haya tomado el tiempo de contestarme. Su correo ha conseguido sacarme de la perplejidad en que su primera carta me había sumido, aunque, mucho me temo, haya aumentado también mi inquietud.

Indica Vd. que carece de interés en polemizar. Reitera su negativa de publicación del trabajo del Sr. Orihuela casi con las mismas palabras. Ninguna referencia hace a los argumentos de mi misiva (según Vd., amable), ni a los del artículo del Sr. Orihuela (insultante, bajo su criterio). Por ello, podría parecer (y sería indeseable que así fuera) que carece también de interés en debatir, en condiciones de igualdad, su postura. Y estará de acuerdo conmigo en que polemizar y debatir son distinta cosa.

Pero perfectamente podría haber ocurrido que no hubiera yo encontrado modo de ser claro, haciendo imposible que Vd. diera respuesta a mis razones. Así que, me permitiré yo también reiterarlas, de la forma más explícita y clara de que sea capaz. Le agradecería en extremo que se tomara la molestia de leerlas y, si considera oportuno, esta vez sí, contestarlas. Me permito ordenarlas siguiendo la propia exposición de su respuesta, que consta más abajo.


1) Dice Vd.: “mi contestación al sr. Orihuela se centra en dos puntos…”. Sr. Aguirre, negar la publicación de un artículo es la posición diametralmente opuesta a dar contestación.

2) En la mayor parte de su carta, reitera que el artículo del Sr. Orihuela es insultante para la Universidad, su revista y Vd. mismo. Trata de convencerme de que, porque Vd. lo considera insultante, y no por ningún otro motivo, el trabajo del Sr. Orihuela es objetivamente impublicable. En la medida que Espéculo es una revista suya (¿y sólo suya?; le cito: “actividad que realizo libre y gratuitamente para ofrecer a los demás un espacio para expresarse a costa de mi tiempo libre”), y siempre dentro de los límites de lo que considera Vd. su propiedad privada, posee el derecho de publicar o no cualquier artículo que desee. Por ello, la decisión de censurar cualquier escrito es exclusiva responsabilidad suya y es injustificable que trate de achacársela a la naturaleza del escrito del Sr. Orihuela.

Además, en realidad rebaja Vd. todos los argumentos del artículo del Sr. Orihuela a la condición de insulto, tal vez con la intención de justificar su negativa de publicación. Descalifica un trabajo atribuyéndole la simple condición de gañido. He releído atentamente, de nuevo, los artículos del Sr. López Merino y del Sr. Orihuela. Ni uno sólo de los que Vd. tiene a bien ejemplificar como insultos, en su nueva carta, pueden demostrarse tal:

a) En el texto del Sr. Orihuela, la Universidad aparece descrita como un “recogedero de adolescentes sin hueco en el mercado laboral cuyo destino final, siempre aplazado, está a mitad de camino entre la fábrica de producción de funcionarios ideológicos del Estado y una agencia de turismo.” Extremo (tal vez expresado de manera cruda) que a muchos nos preocupa, pero que sólo a Vd., Sr. Aguirre, le insulta. La refutación del sistema escolar todo (incluida la Universidad) como un aparato de reproducción ideológica posee literatura innumerable y prestigiosa. ¿Debemos imaginar que todos esos ensayos, artículos, poemas, dramas y filmes deberían haber sido considerados insultantes y habérseles negado la publicación? Al menos, y siguiendo sus criterios, Vd. se negaría a editar buena parte de esa obra en Espéculo, una revista que, sin embargo, describe como abierta a distintas posiciones e ideas (pero no, por lo que parece, a algunas).

b) De la calidad de los análisis del Sr. López Merino, y de forma secundaria de su revista se dice: “De ahí que hoy, lejos de ser una sorpresa, uno pueda encontrar revistas universitarias con artículos tan sesudos como los de Juan Miguel López Merino, capaz, él solito, de plantearnos tesis tan aplastantes como la siguiente: “La poesía –la obra toda- de Wolfe nace del siguiente conflicto: la conciencia de la imposibilidad, en nuestras sociedades, de la utopía del lenguaje específicamente poético. Pero esto no es nada especial. Toda la poesía del siglo XX tiene su punto de partida en él (López Merino, 2006:1)”. Que el artículo del Sr. López Merino sea (a) intelectualmente débil y (b) deliberadamente o no, colaborador de posturas y modos conservadores, liberales y capitalistas constituye una parte del trabajo argumentativo del Sr. Orihuela. Considero que si Vd. discrepa de que Espéculo sea una revista que acoja artículos hueros y conservadores, como reflejo de esa misma condición generalizada de la institución en la que Vd. trabaja (¿y con la que se identifica?), debería debatirlo en condiciones de igualdad con el Sr. Orihuela. En lugar de ello, se limita a negar la publicación de su trabajo. Lamentablemente, vuelve a considerar insultante aquello que no le gusta y sobre lo que no está dispuesto a (dejar) debatir.

c) Afirma Vd. que “no considero ‘marcianos’ a los que no piensan como yo”. Ni Vd. lo hace, amigo Aguirre, ni el Sr. Orihuela. Aunque el término “marciano” pudiera, tal vez, resultar vejatorio en la infancia, lo realmente cómico es que el Sr. Orihuela emplea este término sólo en su sentido estricto, es decir: para referirse a extraterrestres. Argumenta en su artículo que sólo un poeta marciano (por ‘extraterrestre’) y recién llegado a nuestro planeta podría escribir “al margen de cualquier modelo estético, ideológico, político o social dominante… que rigen el comportamiento en el mundo”. No afirma que el Sr. López Merino, ni el Sr. Wolfe, ni ningún otro, sean marcianos, sino que, únicamente si lo fueran, sus pretensiones de neutralidad política podrían ser ciertas. Insiste el Sr. Orihuela que, dado que la dimensión social nos constituye a todos en gran medida, nadie está fuera de ella, nadie es extra-político, ni extra-histórico, ni extra-social, excepto un hipotético extra-terrestre. El problema, por ello, no es si la poesía de Roger Wolfe o el artículo del Sr. López Merino son neutros políticamente (lo que es imposible, por mucho que se empeñen en afirmarlo), sino qué posición ocupan. Sobre este argumento, hecho propio, volveré más abajo, puesto que a su carta y decisión también les atañe.

d) Del mismo modo afirma Vd. que tampoco considera ‘basura’ a quien no comparte sus ideas (insinuando que el Sr. Orihuela sí lo hace). En su artículo, sin embargo, el sustantivo “basura” aparece sólo en dos ocasiones, ambas junto al adjetivo “neokantina”. Emplea ese desagradable sintagma para referir a alguno de los postulados relativistas de la postmodernidad. Como Vd. sabe, desde ciertas ideologías, como la postmoderna, las ideas tal vez sólo puedan calificarse como apropiadas (y cada cual con la suya, pues en definitiva, de propiedad privada se trata). Sin embargo creo que el Sr. Orihuela considera que las ideas son comunes y que las hay beneficiosas, perversas, peligrosas e incluso basuriles (esto es: completamente desechables). Seguro que Vd. y yo nos poníamos de acuerdo sobre buen número de este último tipo de ideas: la superioridad del varón sobre la mujer o de la raza blanca sobre el resto, la inevitabilidad de la pobreza o las guerras, la justificación de la tortura o la violencia sexual… Por ello, creo que el trayecto entre descalificar una idea e insultar a una persona es largo, aunque Vd. lo haya recorrido rápidamente en esta ocasión. Me pregunto por qué. No deja de ser curioso que le resulte tan insultante esa palabra, cuando la hagiografía del Sr. López Merino versa sobre un autor que ha escrito que los demócratas se parecen a las moscas porque aumentan su consenso con el tamaño de la mierda y que se ha obstinado, durante más de una década, en hacer un retrato tal de las clases media y trabajadora (que él llama, en general, humanidad), que hasta el término “basura” resultaría, empleado por su pluma, moderado. Excuso notificarle el traje que Wolfe le ha cortado, en algún poema y cuento, a los periodistas (inter alii), para no robarle a Vd. el placer de descubrirlo por sí mismo. Me pregunto dónde coloca Vd. el límite de lo tolerablemente insultante y por qué. En cualquier caso, estimado Sr. Aguirre, si a Vd. le parece que el relativismo neokantiano, lejos de ser basura, posee aquilatados valores o es tan respetable como “cualquier otra idea”, argumente su postura, pero no impida que el Sr. Orihuela manifieste la suya.

d) Tampoco, afirma Vd., califica como ‘descerebrados’ a sus adversarios. Lamento revelarle (realmente lo lamento) que solo Vd. ha empleado el término “descerebrado” para referirse a alguien: a Vd. mismo. El Sr. Orihuela hace uso de una cruda metáfora (aquellos daños cerebrales que suelen ser irreparables debidos al paso por la Universidad) para expresar (a) la tremenda crisis en que se sume la Universidad junto con el resto del sistema educativo, añadiría yo y (b) la emergencia para ella, dentro de este profundo cataclismo, de una función predominante de comisaria política. No se le ocultará a Vd. que una de las más importantes aplicaciones de cualquier comisariado político es la de hacer visibles unas ideas mientras que silencia otras. Me parece prescindible advertir que esa función política se puede asumir desde formas arcaícas de autoridad (como la censura), pasando por la naturalización ideológica (esto es, proponer como ‘natural’ y ‘dado en sí’ un determinado posicionamiento político, que se vuelve en ese proceso tan universal e incuestionable como la ley de la gravedad) y terminando por la espectacularización del conocimiento (la neblina nihilista postmoderna, en que todo es igual de valioso y despreciable a un mismo tiempo).

e) Finalmente, todo aquello que considera insultante en el artículo del Sr. Orihuela no alcanzaría (siendo generoso) para cubrir el envés de un folio. El resto Vd. lo hace desaparecer. Ni lo menciona.
3) Amigo Aguirre, se esfuerza Vd., en sus dos epístolas, en mostrarse como una persona tolerante e imparcial, esto es, neutral (y, de paso, por cierto, trata Vd. de hacer extensiva esa condición a mi persona). Y no por casualidad, en este asunto que nos traemos entre manos (no sólo Vd., el Sr. Orihuela y yo, sino otros muchos) es fundamental la idea de neutralidad. El Sr. Orihuela considera que esa neutralidad que Vd. quiere para sí es imposible: nadie flota en el vacío, sin ocupar un espacio determinado y sin posicionarse, así en asuntos tan dispares (y dicho sin ánimo de ofender) como redactar un poema, editar una revista digital, disparar sobre la población civil, invertir en bolsa, acudir en coche o en autobús al trabajo, etc. Sostiene el Sr. Orihuela (y no le oculto que estoy de acuerdo) que la neutralidad en que Vd. se ampara (o la ahistoricidad o apoliticidad que expone el Sr. López Merino como características del ‘sucismo’) no es más que una manifestación política, consciente o no, de la ideología liberal y capitalista. Que esta se pueda producir sin grandes aspavientos expresivos e incluso sin la toma de conciencia de quien la ejerce, se debe precisamente a que la ideología es ideología: lo cultural, lo social y lo político naturalizado como una ley universal. Y, por tanto, se vuelve indiscutible: ciertas ideas no se debaten, sólo se aceptan. Pero, claro está, la ideología dominante también se impugna. Comprenderá, sin duda, que impugnar ese proceso de mistificación resulte una tarea compleja y, probablemente, no exenta de agresividad. En definitiva, estimado Sr. Aguirre, Vd. pretende negar la publicación del artículo del Sr. Orihuela en Espéculo hasta que respete las reglas del juego, cuando el objeto del Sr. Orihuela es, precisamente, denunciar esas mismas reglas. Lo que Vd. llama respeto y amabilidad es, en este asunto, también posición ideológica (y lo es más aún desde que Vd. se negó a publicar al Sr. Orihuela). El trabajo del Sr. López Merino tampoco resulta amable ni inocuo: uno de sus fines es, de hecho, muy agresivo. Desde dentro de la postmodernidad y sus reglas del juego, el Sr. López Merino trata de incluir la obra de Orihuela (y de otros muchos autores que practican la resistencia frente a la ideología capitalista: David González, Fernando Beltrán, Eladio Orta o Jorge Riechmann) dentro de este marbete del realismo sucio. Esto es tanto como un intento agresivo de desactivación política y estética. Dado que el Sr. López Merino redacta su propuesta confortablemente asentado desde dentro de la ideología dominante (insisto: dada por natural, universal e indiscutible), puede morder sin enseñar los dientes. No así el Sr. Orihuela, que muy probablemente estuviera de acuerdo con Brecht cuando decía que le hubiera gustado ser más amable, pero que haber estado determinadamente del lado de lo justo se lo impidió.

En resumidas cuentas, amigo Aguirre, su decisión de negar la publicicación del texto del Sr. Orihuela responde, de forma premeditada o no, a un posicionamiento político del que Vd., todavía, no ha dado cuenta. He releído concienzudamente el texto del Sr. Orihuela tratando de encontrar dónde lo acusaba a Vd. de intelectual o funcionario orgánico. No he encontrado ninguna referencia, siquiera velada, de ese tipo. Déjeme, pues, que, con todo respeto, sea yo quien la emplee. Es posible que Vd. no lo sea, pero en este asunto, y por los motivos que preceden, se ha conducido Vd. como un intelectual orgánico: aquel que defiende e identifica los intereses dominantes como propios porque son los que le proporcionan su renta y su status. Quiero creer (lo quiero creer realmente) que no se ha parado Vd. a reflexionar sobre el fondo del asunto que nos ocupa, donde descansan, amigo Aguirre, tres hechos que, como todos los hechos, son huesos duros de roer: (1) como editor de Espéculo impidió Vd. que Antonio Orihuela se expresara en las mismas condiciones que el Sr. López Merino en su revista, (2) parece que Vd. coincide más con los planteamientos ideológicos del Sr. López Merino que con el del Sr. Orihuela y (3) esos planteamientos ideológicos se inscriben, o son excrecencias, o apoyan la ideología dominante, liberal, postmoderna y capitalista, que desde hace tiempo rige nuestras vidas . Sigo queriendo creer que se equivocó Vd., sin darse cuenta de hacia dónde apuntaba su decisión. También deseo creer que en su revista caben todo tipo de ideas, pero ciertamente, los hechos apuntan lo contrario.

Dado que no profeso la fe cristiana, ni considero que existan múltiples verdades y errores todos ellos equiparables, me resulta poco pertinente extenderle un perdón que Vd. no necesita, pero que a mí me rebajaría a dar su decisión por aceptable, con la pobre justificación de que equivocarse es humano. Como sabemos, rectificar lo es aún en mayor medida. Por ello, me siento impelido a instarle, humildemente y sin más argumentos que los de una persona que busca entender, a que rectifique su equivocación, si equivocación fue: Sr. Aguirre, publique en su revista, y en las mismas condiciones que el del Sr. López Merino, el artículo de Antonio Orihuela y, después, si lo desea, rebátalo con cuantos argumentos considere oportunos. Hacerlo sería un gesto admirable. Mientras no lo haga, en el fondo de este asunto permaneceran los mismos hechos que en el párrafo anterior le exponía.

Por si se diera la eventualidad de que alguna de mis reflexiones le pareciera insultante, deseo aclararle que esta carta no está animada por la ofensa. Creo que equivocó su decisión y me anida la sospecha (expuesta hasta aquí) de que le animó a tomarla una posición política que me parece malvada. Sin embargo, descreo manifiestamente (porque me parece en extremo peligroso) de un mundo en que las ideas son tratadas como propiedad privada, hasta el punto en que se confunden con sus dueños. Lo que aquí digo, al menos lo que sea bueno, no es mío, sino que forma parte de un proyecto comunal de búsqueda y de mejora de quienes creemos que ahí afuera existe una verdad útil a la que sólo podemos llegar juntos. Por ello, me siento agradecido por que me haya seguido hasta aquí y por que haya contestado con tanta amabilidad mi primera carta; respuesta que yo también valoro oportunamente. Por ello también, si me encuentra equivocado le invito no a perdonarme, sino a rebatirme, a participar, con la esperanza de que en ese proceso algo fructifique.


Suyo, atentamente,


David Méndez García.



Comentario de daniel () (link) - 16 Marzo '06 - 22:01



Después de leer el texto de López Merino, me parece que Antonio Orihuela está hasta moderado, y las explicaciones del sr. director de la revista muestran lo difícil que resulta mantener un debate de conceptos en el espacio literario español sin que alguien no se sienta “agredido” en cuanto la música que suena no es de su gusto, sobre todo cuando uno se asienta en un discurso ideológico que no se asume como tal porque se considera por encima del conflicto. Por otra parte, el eterno tema de las alineaciones. Me gustaría que alguien me explicase en qué se parecen a los poemas de Wolfe, los de “SIncronía del solejero” de Eladio Orta, o lo de “Ahí te quiero ver” de Riechmann, por mencionar sólo a dos…



Comentario de Juan Fernando Martín () (link) - 19 Abril '08 - 16:10



Estoy tratando de contactar con David Méndez García. Si alguien que lo conozca o él mismo lee esto, que por favor, me mande un mail a consultoriodralban@hotmail.com

Muchas gracias



Introduce un comentario


Nombre:  
¿Recordar información personal?

E-mail:
URL:
Comentario: / Textile

Importante: responde a la pregunta anti-spam



  ( Registrar su nombre de usuario / Validarse )

Notificar: Sí, envíeme un email cuando alguien responda.