Madrid. 17-12-1998

Reproducimos aquí unos extractos del editorial del próximo número (el 10) de ESPAñA ROJA, que saldrá en breve (<http://www.eroj.org>).

        NUEVO CRIMEN MONSTRUOSO DEL IMPERIALISMO YANQUI

     La antinacional monarquía borbónica, al festejar (que eso es lo que ha hecho) el centenario de la criminal agresión del imperialismo yanqui contra España (en la cual los voraces expansionistas  norteamericanos se adueñaron por la fuerza de la mitad del territorio del estado español) no se sonroja en respaldar, abiertamente, la nueva agresión asesina del imperialismo yanqui, el ataque contra el hermano pueblo iraquí.

    No es casual que la camarilla borbónica respalde este nuevo crimen, igual que respaldó la agresión de 1991 contra el pueblo iraquí que defendía la integridad de su territorio histórico. Todos están al tanto de la sumisión lacayuna, servil, ignominiosa de la antipatriótica oligarquía borbónica (que ni siquiera toma en consideración un factor que ha de parecerle baladí, pero que no lo es: la gente sabe que el imperialismo yanqui es el enemigo histórico de España).

     A la vez las autoridades y fuerzas represivas borbónicas perpetran en Andalucía una operación brutal de acoso contra los inmigrantes árabes (p.ej. los apaleamientos del Ejido y de Balanegra en la provincia de Almería --este último contra el marroquí Mjahid Dehimin). Es curiosa la coincidencia. Tanto el ataque antiiraquí de los amos yanqui como las acciones de hostigamiento de sus lacayos borbónicos van enfilados contra gente pobre de la nación árabe.
 
    Muchísimos inocentes siguen siendo en el planeta matados, tullidos, lisiados, gravemente heridos; muchísimas familias destrozadas, muchísimos niños dejados huérfanos; todo por la alevosa agresión de quien se parapeta en la aplastante superioridad de su fuerza bruta, de su poderío industrial y militar; de quien se erige en juez y parte y amenaza a los gobiernos que no le gustan con apretar, cuando le dé la gana, el gatillo de los misiles y bombarderos que sembrarán la muerte, la desolación, el llanto y el
sufrimiento masivo sobre las poblaciones civiles.

     Richard Butler, el procónsul yanqui en Bagdad, ha venido desplegando todo tipo de bravuconerías, provocaciones, humillaciones contra el pueblo iraquí para propiciar un ataque bien preparado. Se  presentan a cualquier hora, del día o de la noche, en cualquier local público o privado; hostigan a
los empleados civiles; mostrando su brutal racismo antisemita, los someten a un trato bochornoso, como a parias de un pueblo inferior y subyugado; registran cualquier papel o efecto, y se apoderan de él, aunque nada tenga que ver con lo que dicen buscar y que jamás han hallado.

     Pero eso que no han hallado 8 años de brutal inspección lo tenían, al parecer, bien ubicado los asesinos en masa de la Casa Blanca y del Pentágono, puesto que dicen hoy (17-12-1998) que los primeros misiles lanzados apuntan a esas instalaciones. Más allá de esos detalles (y de que los medios de incomunicación burgueses no pueden ser tan estúpidos y obtusos como para no darse cuenta de
eso), está el hecho de que se impone sólo al Iraq, por haber defendido su territorio nacional histórico, un desarme total y humillante; al paso que el imperialismo yanqui y sus aliados pueden tener miles y miles de bombas de hidrógeno, y una cantidad incalculable de armamento químico y biológico (y recordemos lo que aquí se atribuyó al aceite de colza, y que muchos han asociado a experimentos de guerra biológica yanquis).

     O sea sólo pueden incrementar infinitamente su poderío destructor los agresores que, en los últimos cien años, se han apoderado por la violencia de países que nada tenían que ver con ellos y que estaban a miles de Kms de distancia de su territorio; y sólo se impone el desarme y la inspección a quienes se han limitado a reclamar lo que cualquier sentido de equidad y de justicia hace reconocer que es suyo.

     Este nuevo ataque no está desligado del apoyo abierto de Washington -- con dinero y posiblemente armas-- a la oposición iraquí, recientemente reunida en Londres. Cuando el imperialismo yanqui quiere liquidar a alguien que le ha hecho frente en algo, no repara en medios. Guerra total de exterminio.

     Todavía estamos esperando que se despierten los llamados defensores de los derechos humanos para decir algo sobre las víctimas del reciente bombardeo yanqui en Jartún: un funcionario en la Casa Blanca tiene una hoja en la que --según informaciones de buena tinta que sólo él conoce y que no se
revelarán en público-- hay en tal lugar de Jartún una fábrica de armamentos `potencial'; se destruye la fábrica, mueren los obreros, quedan huérfanos sus hijos, se siembra el sufrimiento; y resulta que era una fábrica de medicamentos.

     ¿Qué pasaría si el equivalente de eso sucediera en el orden interno, entre particulares de un estado? ¿Es eso, típico de la pesadilla brutal de los Westerns, lo que se ha dado en llamar `orden internacional' y
`derecho internacional'?

     Ah, y el que calla es cómplice.
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