Reproducimos aquí unos extractos del editorial del próximo número (el 10) de ESPAñA ROJA, que saldrá en breve (<http://www.eroj.org>).
NUEVO CRIMEN MONSTRUOSO DEL IMPERIALISMO YANQUI
La antinacional monarquía borbónica, al festejar (que eso es lo que ha hecho) el centenario de la criminal agresión del imperialismo yanqui contra España (en la cual los voraces expansionistas norteamericanos se adueñaron por la fuerza de la mitad del territorio del estado español) no se sonroja en respaldar, abiertamente, la nueva agresión asesina del imperialismo yanqui, el ataque contra el hermano pueblo iraquí.
No es casual que la camarilla borbónica respalde este nuevo crimen, igual que respaldó la agresión de 1991 contra el pueblo iraquí que defendía la integridad de su territorio histórico. Todos están al tanto de la sumisión lacayuna, servil, ignominiosa de la antipatriótica oligarquía borbónica (que ni siquiera toma en consideración un factor que ha de parecerle baladí, pero que no lo es: la gente sabe que el imperialismo yanqui es el enemigo histórico de España).
A la
vez las autoridades y fuerzas represivas borbónicas perpetran en
Andalucía una operación brutal de acoso contra los inmigrantes
árabes (p.ej. los apaleamientos del Ejido y de Balanegra en la provincia
de Almería --este último contra el marroquí Mjahid
Dehimin). Es curiosa la coincidencia. Tanto el ataque antiiraquí
de los amos yanqui como las acciones de hostigamiento de sus lacayos borbónicos
van enfilados contra gente pobre de la nación árabe.
Muchísimos
inocentes siguen siendo en el planeta matados, tullidos, lisiados, gravemente
heridos; muchísimas familias destrozadas, muchísimos niños
dejados huérfanos; todo por la alevosa agresión de quien
se parapeta en la aplastante superioridad de su fuerza bruta, de su poderío
industrial y militar; de quien se erige en juez y parte y amenaza a los
gobiernos que no le gustan con apretar, cuando le dé la gana, el
gatillo de los misiles y bombarderos que sembrarán la muerte, la
desolación, el llanto y el
sufrimiento masivo sobre las
poblaciones civiles.
Richard
Butler, el procónsul yanqui en Bagdad, ha venido desplegando todo
tipo de bravuconerías, provocaciones, humillaciones contra el pueblo
iraquí para propiciar un ataque bien preparado. Se presentan
a cualquier hora, del día o de la noche, en cualquier local público
o privado; hostigan a
los empleados civiles; mostrando
su brutal racismo antisemita, los someten a un trato bochornoso, como a
parias de un pueblo inferior y subyugado; registran cualquier papel o efecto,
y se apoderan de él, aunque nada tenga que ver con lo que dicen
buscar y que jamás han hallado.
Pero
eso que no han hallado 8 años de brutal inspección lo tenían,
al parecer, bien ubicado los asesinos en masa de la Casa Blanca y del Pentágono,
puesto que dicen hoy (17-12-1998) que los primeros misiles lanzados apuntan
a esas instalaciones. Más allá de esos detalles (y de que
los medios de incomunicación burgueses no pueden ser tan estúpidos
y obtusos como para no darse cuenta de
eso), está el hecho de
que se impone sólo al Iraq, por haber defendido su territorio nacional
histórico, un desarme total y humillante; al paso que el imperialismo
yanqui y sus aliados pueden tener miles y miles de bombas de hidrógeno,
y una cantidad incalculable de armamento químico y biológico
(y recordemos lo que aquí se atribuyó al aceite de colza,
y que muchos han asociado a experimentos de guerra biológica yanquis).
O sea sólo pueden incrementar infinitamente su poderío destructor los agresores que, en los últimos cien años, se han apoderado por la violencia de países que nada tenían que ver con ellos y que estaban a miles de Kms de distancia de su territorio; y sólo se impone el desarme y la inspección a quienes se han limitado a reclamar lo que cualquier sentido de equidad y de justicia hace reconocer que es suyo.
Este nuevo ataque no está desligado del apoyo abierto de Washington -- con dinero y posiblemente armas-- a la oposición iraquí, recientemente reunida en Londres. Cuando el imperialismo yanqui quiere liquidar a alguien que le ha hecho frente en algo, no repara en medios. Guerra total de exterminio.
Todavía
estamos esperando que se despierten los llamados defensores de los derechos
humanos para decir algo sobre las víctimas del reciente bombardeo
yanqui en Jartún: un funcionario en la Casa Blanca tiene una hoja
en la que --según informaciones de buena tinta que sólo él
conoce y que no se
revelarán en público--
hay en tal lugar de Jartún una fábrica de armamentos `potencial';
se destruye la fábrica, mueren los obreros, quedan huérfanos
sus hijos, se siembra el sufrimiento; y resulta que era una fábrica
de medicamentos.
¿Qué
pasaría si el equivalente de eso sucediera en el orden interno,
entre particulares de un estado? ¿Es eso, típico de la pesadilla
brutal de los Westerns, lo que se ha dado en llamar `orden internacional'
y
`derecho internacional'?
Ah, y
el que calla es cómplice.
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