Las falacias y contradicciones en el discurso del BIPR

El BIPR discrepa del GPM en esto. Dice -como más arriba hemos citado- que el proletariado argentino sí está "capacitado" "para identificar a su enemigo de clase" y para romper políticamente con él, esto es, que se cumple la "primera condición" para hacer la revolución. Pero, al mismo tiempo, en el mismo contexto literal de su línea argumental, contradictoriamente reconoce que falta la "segunda condición", esto es, que el partido revolucionario no existe, ni en Argentina ni en ningún otro sitio. Este reconocimiento es lo que precisamente parece dar sentido al propio nombre de esa organización, dado que se hacen llamar "Buró Internacional para el Partido Revolucionario".

<<O se ha trabajado por largo tiempo en favor de su formación y de su radicación al interior de las masas proletarias, o bien las ondas insurreccionales están destinadas a desaparecer para dejar el lugar a la derrota y al sentido de impotencia...>> (BIPR: "La lección de Argentina")

                Pero, entonces, ¿para qué sirve el partido revolucionario?. Lo dicen a continuación:

 <<... El imperativo para las magras vanguardias revolucionarias que hoy operan internacionalmente, aunque su actividad se refiera sólo a ámbitos restrictos, es el de crecer, enlazarse, el de acelerar el proceso de clarificación de los acontecimientos en términos de lucha de clase y de perspectivas políticas, incluso si éstas no son inmediatas.>> (Ibid.)

De modo que según esta interpretación, el partido no clarifica sino que "acelera el proceso de clarificación". O sea, que funge como un catalizador en los procesos químicos, donde una sustancia así llamada, altera la velocidad de una reacción entre otras dos sustancias, sin que se opere en ella misma cambio químico alguno. El cambio químico se opera por la reacción en sí y por sí misma. El símil de todo esto en la sociedad burguesa, vendría a ser la "reacción" o conflicto político que se produce al interior del movimiento obrero espontáneo, entre su condición capitalista o de "ser en sí" del capital, y su condición de autoconciencia en lucha contra el capital, futuro "ser para sí" en el nuevo Estado socialista. Según el símil químico, si en todo este proceso al partido se le atribuye la función que en la química desempeña el reactivo, entonces no tiene nada que ver con el proceso en sí mismo, sino con su "tempo". Simplemente lo acelera. Entonces, las crisis del capitalismo, ¿qué función cumplen? Son un reactivo entre el movimiento obrero espontáneo y el capital. ¿Y qué aceleran, qué precipitan? La crisis revolucionaria. Muy bien. Estamos de acuerdo. Pero el caso es que, el reactivo, el partido, aunque conserve su propia naturaleza, esto es, que no se opere en él ninguna transformación sustancial, ninguna mutación, sí en cambio transforme la sustancia sobre la que actúa, en este caso, el proletariado. En efecto, si, por ejemplo, al hidrocarburo llamado metano (CH4) -símil del proletariado como capital variable o conciencia obrera enajenada- lo ponemos en contacto con oxígeno (O2), explota. Como síntesis de esta reacción tenemos que el oxígeno se combina con el átomo de carbono del metano pasando a formar el partido: dióxido de carbono (CO2) y agua (H2O), liberando dos átomos de hidrógeno (como cuando en agricultura se "libera" la paja del trigo).  Pero el oxígeno, la teoría revolucionaria, en tanto sustancia o autoconciencia, sigue allí, no ha cambiado, sólo se ha mezclado con el carbono -símil del proletariado espontáneo- para formar el partido (CO2). Como en la naturaleza, ocurre también la sociedad que cuando el O2 de la teoría revoluciona se combina o fusiona con el C del movimiento obrero espontáneo, la reacción se produce casi de inmediato. La diferencia en este caso entre la sociedad y la naturaleza, radica en que para conseguir juntar esos dos átomos de oxígeno con el de carbono, la vanguardia revolucionaria de la sociedad capitalista tarda años:

 <<O se ha trabajado por largo tiempo en favor de su formación  (la del partido) y de su radicación al interior de las masas proletarias, o bien las ondas insurreccionales están destinadas a desaparecer para dejar el lugar a la derrota y al sentido de impotencia.>> (Ibíd. Lo entre paréntesis es nuestro)

En éste párrafo -dentro del contexto literal en que ha sido expuesto- la idea de lo que efectivamente dice aparece clara como el agua, una excepción a la regla en el lenguaje criptográfico[41] que caracteriza la fraseología del BIPR. Como sostuvo Lenin desde que tuvo uso de razón política, sin partido revolucionario no puede haber movimiento revolucionario. Pero veamos este otro pasaje del discurso:

Ya que la conciencia de la clase es a fin de cuentas siempre sólo la de la práctica existente, la convergencia entre la clase y su programa histórico en la organización revolucionaria consciente está lejos de reducirse a una labor de ilustración; por el contrario, requiere de la dislocación de los poderes e influencias burgueses y reformistas que circunscriben el horizonte del proletariado en la economía y la política del capitalismo. El rol mediador entre esta situación ideológica y política de ruptura de los movimientos de masas y el acceso a nuevas formas de consciencia y de orientación revolucionaria prefiguradoras del objetivo final, incumbe plenamente al partido comunista, pero los elementos de esta toma de conciencia deben estar ya presentes en la situación objetiva[42]. (Ibíd. El subrayado es nuestro)

Veamos la primera parte de este párrafo. Cierto, la autoconciencia de la clase, o, por mejor decir, la autoconciencia en la clase, en los asalariados, es el producto de un proceso que consiste en algo más que enseñar o ilustrar. Pero con esta forma criptográfica de decir las cosas, en este caso lo que se quiere decir, con Rosa Luxemburgo, es que -como el valor en el producto de todo trabajo antes de ingresar al mercado- la autoconciencia ya está puesta al interior del "ser en sí" del proletariado, esto es, en su condición de capital variable y lo que necesita es desarrollarse a instancias de la lucha. Así de simple. ¿En realidad es así, la conciencia de la clase obrera es como el "ser en sí" del trabajo contenido en su producto? Pues, no, porque se trata de un trabajo enajenado y, por tanto, de una conciencia enajenada que nada tiene que ver con la autoconciencia. El "ser en sí" del proletariado no contiene ni un átomo de autoconciencia. Sólo existe en él la condición social de existencia para ser autoconciente de su trabajo, la posibilidad abstracta, nada más, lo cual es completamente distinto. ¿En qué consiste esa condición social? En que el proletariado, no tiene nada que reclamar en la sociedad burguesa, porque esta sociedad es la absoluta pérdida de su trabajo y de su producto, en tanto está absolutamente despojado de las condiciones materiales de su producción. De ahí el famoso aforismo de Marx: "El proletariado no tiene más que perder que sus cadenas". Si se piensa que la autoconciencia ya está puesta en el "ser en sí" del proletariado, no puede haber ruptura epistemológica, porque semejante concepción hegeliana supone reemplazar la unidad por la identidad de los contrarios. (Cfr. http://www.nodo50.org/gpm/dialectica/20.htm). Si la autoconciencia del proletariado ya estuviera metida en su inmediatez, no podría dejar de ser la autoconciencia del dinero, esto es, el capital. La autoconciencia se adquiere no es congénita.

Pero, volvamos sobre la misma pregunta: ¿qué es la autoconciencia del proletariado o conciencia de clase? Porque el BIPR no ha hecho más que circunloquios en torno a esta cuestión, pero no ha entrado en ella. Y su llave está en lo que ya hemos tratado más arriba acerca de las "Tesis sobre Feüerbach", cuya implicancia política se presenta ahora. En general, la autoconciencia del trabajo social está puesta en el momento en que el proletariado alcanza plenamente el saber de su propia acción y lo ejerce. Ese saber incluye también el conocimiento de las condiciones de su acción porque no se trata de una libertad irrestricta sino históricamente condicionada ¿Por qué cosa? Por la "racionalidad objetiva". Y ¿qué cosa es ésto de la "racionalidad objetiva"? Lo que las leyes del capitalismo y su desarrollo hasta el momento de la "emancipación" exigen hacer al proletariado -y cómo, esto es los medios y la forma de hacer- desde que se encuentra ante la responsabilidad histórica de asumir su libertad, de demostrar lo que es capaz de hacer. Por lo tanto, la autoconciencia no consiste SOLO en la voluntad política de poder como clase social, sino en el ejercicio efectivamente revolucionario de esa voluntad. Y con esto queremos significar que no basta o no es suficiente con haber tomado el poder -situación que algunas veces ocurre sin saber cómo- sino también -y sobre todo- saber qué hacer a partir del día siguiente y exactamente de qué manera. De lo contrario, la ley del valor, vuelve a poner las cosas como estaban. Y sobre esto no hay más que estudiar esa experiencia arquetípica que fue la revolución rusa, para sacar la conclusión de que sin la vanguardia revolucionaria organizada, la autoconciencia requerida, esto es, el conocimiento de la acción propia y de la racionalidad objetiva necesaria para llevar adelante su lucha, el ejercicio del poder proletario, su emancipación, es imposible.

En este contexto, que en el rechazo de toda estructura partidaria por parte del movimiento piquetero el BIRP advierta la preeminencia del polo revolucionario frente a la tendencia reformista de los partidos políticos existentes, está la impronta del espontaneísmo revolucionario que subyace en todo su discurso. Si tal fuera esa supuesta predisposición, ¿cómo se explica que este movimiento acepte la consigna contrarevolucionaria de asamblea nacional constituyente que lo preside? Lo que pasa es que es al revés: el hecho de que los piqueteros rechacen toda estructura partidaria, supone que rechazan también autoorganizarse como partido político independiente. Lo que pasa es que ese movimiento sigue unido a su cordón umbilical visceralmente anticomunista que le une al reformismo, y no ve aun ni de lejos la necesidad de una organización política verdaderamente revolucionaria. Esto no quiere decir que la fortaleza de su ideología reformista sea la misma que cuando Perón expulsó a los Montoneros de Plaza de Mayo el 1 de mayo de 1974. Esa idea nacionalista burguesa furibundamente anticomunista reminiscente tras la "edad de oro" perdida desde la "revolución libertadora de 1955[43], tiende a debilitarse paulatinamente a golpe de sufrimientos determinados por las necesidades históricas de la ley del valor, de la cual ésta que el movimiento atraviesa desde el 20 de diciembre de 2001 forma parte y es una más. Pero en tanto y en cuanto que en esa experiencia sigue pesando fuertemente el gran condicionante histórico de las organizaciones políticas aún ancladas en el pasado populista reminiscente, a la vista del signo político que sigue presidiendo la lucha de los explotados en ese país, la tensión entre reforma y revolución no parece inclinarse demasiado a favor del cambio subversivo que requieren las circunstancias. 

Entonces, el proletariado no llega a su ser autoconciente sólo por la ilustración o el conocimiento de la vanguardia organizada, pero sin esa ilustración o conocimiento impartido por su vanguardia política organizada, y, sobre todo, sin la lucha ideológica y política eficaz contra las estructuras fetichizadas de la burguesía, contra sus aparatos ideológicos estatales y contra las reminiscentes fuerzas políticas reformistas predominantes en su movimiento, tal posibilidad de superar su "ser para sí" dentro del capital, sigue siendo abstracta, aunque en determinado momento pueda encontrarse con el poder en sus manos. En el caso del proletariado argentino, esta posibilidad sigue siendo tan abstracta hoy como antes del 20 de diciembre de 2001. En síntesis, la lucha de clases elemental es la condición necesaria de la revolución, pero la teoría revolucionaria y la memoria histórica encarnadas en la vanguardia comunista organizada, es la condición suficiente para cumplir el proceso, la sustancia o fuerza espiritual que tira de él en esa precisa dirección. Tal es la importancia del partido. Todo lo demás es verso, pura fraseología revolucionaria para esconder -consciente o inconscientemente- el oportunismo típico de las organizaciones reformistas y centristas, que no hacen más que enredar y confundir respecto de la cuestión en debate. Y la confusión teórica conduce directamente a la parálisis política. A ver si esto lo puede resolver el instinto de clase.

Por ejemplo, siguiendo con la segunda parte del párrafo que estamos comentando, se dice allí que la conciencia de clase "requiere de la dislocación de los poderes e influencias burgueses y reformistas que circunscriben el horizonte del proletariado en la economía y la política del capitalismo". Seguidamente se afirma que  "entre esta situación ideológica y política de ruptura de los movimientos de masas y el acceso a nuevas formas de consciencia y de orientación revolucionaria prefiguradoras del objetivo final" se inscribe "el rol mediador" insustituible "del partido comunista", pero termina siendo igualmente enfático en que "los elementos de esta toma de conciencia deben estar ya presentes en la situación objetiva". Qué quiere decir aquí el verbo "requerir", porque esta expresión significa tanto obligar, e imponer, como pedir, necesitar, y solicitar, esto es, significa al mismo tiempo pedir o demandar algo ­como condición de existencia (en este caso de la autoconciencia)­ tanto como exigir de, o imponerle a ella otro algo, no ya como condición de existencia, sino en tanto ya realmente existente. Entonces, ¿en qué quedamos, la autoconciencia de clase supone ya "la dislocación de los poderes e influencias burguesas y reformistas" o exige  que esta dislocación se produzca?[44].

Para nosotros no hay duda de que la autoconciencia de clase no tiene por qué presentarse en un momento preciso, puede ser antes o después del "dislocamiento"; no tiene una condición temporal previa que dependa de un acontecimiento determinado. Pero sin autoconciencia en función directriz, no hay triunfo revolucionario posible. Sin ir más lejos en la historia, en 1997 un conglomerado policlasista descoyuntó los poderes establecidos en Albania pero no formó gobierno propio ni destruyó el Estado burgués vigente. Cfr: http://www.nodo50.org/gpm/argentina/00.htm. En cuanto a la revolución rusa, Lenin tiene dicho por ahí que al momento de discutirse la ofensiva para la toma del poder, las bases del partido estaban a la izquierda del comité central y las masas a la izquierda del partido. Y esta realidad fue la que resolvió la discusión.

De modo que la acción de dislocar los poderes de la burguesía no tiene por qué ser la prueba de la autoconciencia en ejercicio del proletariado en ninguna parte. Puede o no puede serlo, es contingente. Y por supuesto que entre el antes y el después de la toma de conciencia y de su acción consecuente, se inscribe el necesario accionar ideológico y político independiente de la vanguardia revolucionaria, antes y después de convertirse en partido, esto es, como organización política con influencia de masas sociales de magnitud.

Y al final del párrafo, afirmando que "los elementos de esta toma de conciencia y de orientación revolucionaria deben estar ya presentes en la "situación objetiva" -o sea, antes de la necesaria mediación del partido- es cuando el BIRP acaba por confundirlo y al mismo tiempo aclararlo todo. Confundirlo en cuanto a que no aclara previamente el significado de la expresión "situación objetiva"; aclararlo en tanto que el término situación objetiva comprende en unidad a las condiciones objetivas (situación económico-social), y a las condiciones subjetivas (situación política, especialmente el estado de conciencia y disposición política del proletariado). En efecto, si al término situación objetiva se le confunde  o identifica con las condiciones objetivas, esto quiere decir que los elementos constitutivos de la autoconciencia no están completos antes del disloque; en cambio, si a esa expresión se le atribuye el segundo significado, estamos en otra cosa, en que esos elementos constitutivos de la autoconciencia proletaria ya están presentes en el movimiento y el proletariado ha dejado de ser espontáneo. En este último supuesto, la "mediación del partido" sólo funge después del disloque.

Pero exceptuando estas circunstancias excepcionales, la única “autoconciencia” que determina el comportamiento del proletariado espontáneo, es la del dinero del capitalista bajo la forma de salario que alcanza el saber de sí mismo en los medios de vida con que el trabajador reproduce su fuerza de trabajo al interior del capitalismo. No es la autoconciencia del productor independiente sino su "independencia" como objeto de explotación en el trabajo y como mero consumidor fuera de él, lo que pone en juego normalmente el instinto de clase, porque se trata de la vida misma del asalariado, de sus condiciones de trabajo y de vida. Incluso si este acto de consumir lo realiza en un intervalo del proceso productivo mismo, como hemos dicho ya citando más arriba una profunda y certera meditación de Marx.

La lucha del proletario espontáneo está primordialmente determinada por esta realidad, la de su subsistencia como clase subalterna del capital, cuya libertad no pasa de sus opciones -que no elecciones- de consumo, dado que, para elegir entre las distintas alternativas de consumo, hay que tener libertad para producir, lo cual exige la elaboración de un plan de producción, algo de lo que el proletariado espontáneo está excluido, no sólo porque no es propietario colectivo de sus condiciones de trabajo, sino también, o además, porque con su saber limitado por la relación inmediata con su patrón, no puede concebir y ni siquiera imaginar esas alternativas de consumo. La lucha de los piqueteros argentinos está limitada por esta condición actualmente inexistente de su existencia. Luchan por un empleo. Nada más.

La enajenación del trabajo supone la enajenación del trabajador respecto de su vida genérica, esto es, respecto de los medios de producción con que opera, lo cual le enajena respecto de la naturaleza que le rodea y la sociedad en que vive. Al verse privado de que esos medios de producción sean considerados por él como medios de su individualidad, su ser genérico, en tanto productor y reproductor de su vida se convierte en una abstracción, en algo que no cabe en su cabeza. Este razonamiento llevó a Lenin a entender y expresar en el "¿Qué hacer?" que, de tal modo envuelto o encerrado en el proceso de valorización, el proletariado espontáneo «no puede ser consciente del antagonismo irreconciliable de sus intereses con el conjunto del moderno sistema político y social». De ahí la importancia decisiva del partido.

                El BIPR está en radical oposición con este razonamiento, que califica de "leninismo talmúdico", atribuyéndole una concepción del partido al margen de la realidad del movimiento espontáneo. Esta organización razona del siguiente modo: si como es cierto que la conciencia no flota en el aire sino que está en las contradicciones objetivas de la sociedad, y, dado que los  asalariados subsumidos en el capitalismo encarnan a las fuerzas productivas, esto es, que son su componente fundamental, también es cierto que dentro de la misma relación capitalista, existe ya, en germen, como potencia, la autoconciencia proletaria; ese germen está en la relación capitalista originaria entre patronos y obreros, esto es, en el obrero espontáneo, en tanto componente humano de la contradicción fundamental entre las fuerzas sociales productivas y las relaciones de producción capitalistas. De lo contrario, habría que aceptar, con Hegel, que la autoconciencia es el puro pensamiento que, desde fuera de la realidad social del movimiento, desde fuera de su práctica social, en sí y por sí determina la existencia del proletariado como ser social y político. Pero esta concepción está en las antípodas del materialismo histórico respecto de la relación entre el ser social y la conciencia de su ser, concluye el BIPR, por tanto, el modelo de partido formulado por el GPM de acuerdo con el planteo de Lenin en el "¿Qué hacer?" deja a la vanguardia revolucionaria fuera del movimiento proletario y actúa como "partido providencia".

                Como ya hemos visto, al no integrar la práctica teórica -como arma de la lucha ideológica- dentro de la práctica social junto a la lucha económica y la lucha política, el BIPR está determinado por una concepción unilateral, practicista y espontánea de la lucha de clases. De ahí que, habiendo hecho una mala lectura del "¿Qué hacer?" conciba a la vanguardia revolucionaria fuera del movimiento de la clase, de ahí su idea del "partido providencia".

En realidad, cuando Lenin elabora su teoría del partido, en ningún momento lo ubica fuera del movimiento de la clase, sino que lo concibe dentro de él, en íntima relación dialéctica de complementariedad, como el correlato de la unidad entre práctica teórica y práctica política que llama "praxis", aplicada al movimiento obrero espontáneo en su "lucha económica" por mejores condiciones de vida y de trabajo dentro de la relación capitalista, en tanto capital variable. Y lo que viene a decir Lenin no es que la vanguardia revolucionaria organizada introduce la conciencia revolucionaria "desde fuera del movimiento de la clase", sino desde "fuera de la relación inmediata o económica” con sus patronos capitalistas, que no es lo mismo. Y esto tampoco significa que la vanguardia revolucionaria organizada en su condición de portadora del materialismo histórico -aplicado a la sociedad en su conjunto- se considere exterior a la lucha económica en el sentido de ser extraña e indiferente respecto de ella, que no quiere saber nada con ella y la ignora. Al contrario, entiende formar con ella una unidad dialéctica, en la que se considera su antítesis, que busca sintetizar históricamente en su autoconciencia. Como que la función del partido consiste en fundir la teoría revolucionaria con el movimiento espontáneo. En tal sentido, el concepto leninista de partido es externo al proletariado espontáneo, pero intrínseco a su movimiento, tanto como que tiende a dirigirlo según su naturaleza revolucionaria no desarrollada; es su alma o inteligibilidad entera, cuya forma de manifestación espontánea, enajenada sólo contiene en germen su autoconciencia. Y siendo lógicamente intrínseco es al mismo tiempo orgánicamente externo, independiente del proletariado espontáneo, precisamente porque, de lo contrario, no podría haber en su conciencia ruptura conceptual como condición de su autoconciencia a instancias de su propia lucha, de su propia experiencia.

                Por lo tanto, Lenin concibe al partido como la parte consciente del movimiento de la clase, donde su lucha espontánea, constituye su parte inconsciente o conciencia falsa. Puesta la relación de esta forma, aparece claro que el partido está fuera de la relación inmediata entre patronos y obreros, en el sentido de que no forma parte de la estructura capitalista en la que el asalariado está inmerso y sujeto en cuerpo y espíritu. Así, en tiempos de retroceso ideológico y político, la vanguardia revolucionaria, necesariamente dispersa, es la continuidad del espíritu revolucionario, de la autoconciencia de las fuerzas sociales productivas, dentro de la discontinuidad de la lucha de clases elemental. Y en tiempos de alza o ascenso, esa misma vanguardia es la única parte de la sociedad con capacidad de fusionar o vincular ese espíritu revolucionario: el materialismo histórico, con el movimiento espontáneo, tanto para unificar a la vanguardia revolucionaria, como para completar la tarea de construir el partido, ayudada por el factor cohesionante de las masas en movimiento, hasta conseguir que una mayoría de asalariados sin partido, rompan políticamente con el sistema.

                Este razonamiento ajustado a la realidad del movimiento y a su memoria histórica, desmitifica la concepción espontaneísta revolucionaria, en realidad y verdad sólo existente en la mente de sus partidarios. Porque éste sí que es un verdadero fetiche, no el presunto "fetiche organizacional" atribuido por los espontaneístas políticos al leninismo. De hecho, el movimiento asalariado jamás ha sido puramente espontáneo, porque siempre ha obrado integrando las pautas de una vanguardia históricamente determinada por las ideas políticas predominantes en cada momento. Y en esto, el movimiento piquetero argentino no ha sido en absoluto una excepción. Ya nos hemos referido a la influencia decisiva que tuvo el movimiento intelectual adscripto al socialismo utópico y a las ideas de Proudhon durante los hechos protagonizados por los comuneros de París en 1871. De ahí la importancia del concepto que Marx alumbró desde 1843, respecto de la relación entre "el arma de la crítica" teórica y la "critica de las armas" políticas. En esta misma línea de pensamiento, Lenin tuvo claro que la teoría...

... adquiere su forma definitiva sólo en estrecha vinculación con la actividad práctica de un movimiento verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario (V.I. Lenin: "La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo"

Esto demuestra, además, que la teoría revolucionaria, siendo la condición suficiente para la autoconciencia del proletariado, por sí sola no es garantía del ser políticamente autoconciente. Kautsky fue un teórico de primera magnitud, pero prácticamente concilió con la burguesía. Rosa Luxemburgo, que tuvo una claridad insuperable respecto de los fines del movimiento, se convirtió en instrumento inconsciente de la burguesía, precisamente porque su práctica estuvo determinada por la idea abstracta absoluta de que la lucha de clases es flujo y movimiento, sin comprender que esa lucha también cristaliza en organizaciones revolucionarias y contrarrevolucionarias como determinante, en última instancia, del accionar político de las masas. Así lo registra con carácter de ley la memoria histórica del movimiento político del proletariado, desde la revolución de 1848 hasta nuestros días. Las ilusiones políticas burguesas de las masas explotadas, no han sido un producto del puro instinto de clase proletario inducido por las estructuras cosificadas del sistema, sino que siempre han sido reforzadas por las propias ilusiones de su vanguardia natural a instancias de las distintas corrientes del pensamiento burgués predominantes en cada momento. De ahí la importancia de la lucha ideológica como arma fundamental para la construcción del partido.

Hablando de la importancia de los grandes intelectuales burgueses, Gramsci hacía una ajustada interpretación del marxismo-leninismo diciendo que estas minorías sociales son las que ligan funcionalmente la estructura económica del sistema con su superestructura política y cultural, de modo que cuanto más poderoso es ese ligamento, más firme resulta ser el bloque histórico de su poder de clase. Y que este ligamento muestra acabadamente todo su poder adhesivo, cuando los fundamentos ideológicos que justifican las relaciones sociales vigentes en la estructura del sistema de vida, logran convertirse en algo de "sentido común" para los explotados, quienes generalmente no saben -ni falta que le hace a la burguesía- el origen de ese sentido común. De aquí concluía que el proyecto proletario de poder alternativo es imposible sin una intelectualidad orgánica con capacidad de trasladar la teoría revolucionaria y la memoria histórica desde los gabinetes de estudio a las calles y fábricas de la sociedad. Por el contrario, el BIPR sostiene infundada y arbitrariamente que:

<<Precisamente en su crítica al naturalismo feuerbachiano, Marx consideró que el proletariado carece de educadores externos y debe formar su conciencia a través de una praxis revolucionaria que cambia tanto las cosas y el mundo exterior como a sus propios actores>> (BIPR: "Directrices metodológicas......")

Pero el caso es que Marx consagro su vida a desmitificar el pensamiento económico clásico para convertir la economía política en ciencia al servicio de los intereses de la clase obrera. ¿Perteneció la "Liga de los comunistas" y el intelectual burgués Marx al movimiento obrero? Dado que los miembros del GPM somos de hecho parte del movimiento proletario y aspiramos a ser miembros del futuro partido revolucionario, el propio BIPR responde a esta pregunta elevándonos inmerecidamente a la misma condición social e intelectual de Marx y Lenin:  

<<Según lo sugiere la exposición del GPM, el partido es una asociación de burgueses esclarecidos poseedores de una ciencia hermética inasequible para la gran masa y que fungen de celosos guardianes de la ortodoxia marxista. Bordeando lo mesiánico, le atribuye la misión de insuflarle la verdadera consciencia de clase a los toscos e ignaros obreros. De la exégesis sectaria del leninismo se desprende la transfiguración de la doctrina en un patrimonio de los intelectuales burgueses y la construcción del partido en una misión moral encargada a una categoría superior del espíritu (la élite, el “estado mayor” revolucionario).>>

Evocando nuevamente el pasaje de la "Ideología alemana" donde Marx y Engels dan a entender que el carácter científico de todo método de análisis consiste, como condición primera y fundamental, en desarrollar el pensamiento sobre "premisas de las que sólo sea posible abstraerse con la imaginación", el problema que tienen los escribas del BIPR, es que las "directrices metodológicas" en que basan todo el edificio argumental de sus posiciones políticas, descansan sobre una premisa producto de su imaginación: que el proletariado se determina exclusivamente por su instinto de clase, sin advertir que, en realidad y aunque duela, este instinto ha sido y es materia prima a disposición, tanto de la intelectualidad burguesa como de la intelectualidad revolucionaria. El movimiento proletario permanece expuesto a esas influencias. Y salvo momentos muy precisos y fugaces de la historia, hasta hoy día el instinto de clase estuvo y sigue aferrado al cepo del proceso de valorización capitalista y a la influencia de su superestructura por medio de los intelectuales orgánicos e inorgánicos del sistema[45], donde se vive según el pensamiento de la intelectualidad burguesa.

Además, ¿dónde Marx pudo haber negado de modo tan grosero la motivación de toda su existencia desde que tuvo uso de razón política, diciendo o sugiriendo que el proletariado no necesita educadores "externos"?:

<<Aplaudo su idea de publicar la traducción de "Das Kapital" en entregas periódicas. En esa forma la obra sería más accesible a la clase obrera, y para mi, esta consideración en más importante que toda otra>> (K.Marx: Carta a Lachâtre: 18/05/872)

Ante semejante testimonio, insistimos preguntando, ¿el pensamiento de Marx es externo o interno al movimiento de la clase? A estas alturas de la polémica, el enredo en que se ha metido el BIPR es de campeonato, porque según su premisa y a tenor de lo que pasa en la realidad, ¿qué o quién está en  condiciones de juzgar acerca de lo que es exterior o interior al movimiento proletario que no sea según los fundamentos de la moderna ciencia social expuestos por Marx y Lenin?

En efecto, todo cambia y adquiere sentido si salimos de la premisa del BIPR y nos atenemos a la premisa marxista de la praxis como unidad dialéctica de teoría y práctica, o de la práctica social como unidad dialéctica no antagónica de práctica teórica y práctica política. Desde este punto de vista, lo que juzga acerca de si una praxis dada es intrínseca o no al movimiento proletario, no es el comportamiento del proletariado, sino lo que exige proponerse y obrar en consecuencia, según los resultados de la moderna ciencia social -el materialismo histórico aplicado a la realidad económica, social y política del proletariado- asumida -la ciencia o teoría revolucionaria-  como criterio de verdad y guía de la práctica política.

Sólo en este contexto argumental resplandece la idea tan injustamente despreciada, de que la vanguardia revolucionaria, en tanto portadora de la moderna ciencia social y de la memoria histórica del movimiento, se autoorganice aparte, independientemente, tanto respecto de las organizaciones sindicales como de los demás partidos que no asumen la estrategia comunista ni el método materialista histórico de análisis, sin perjuicio de que esa determinada organización así concebida y construida, forme necesariamente parte del movimiento proletario, en tanto demuestre capacidad para conseguir que las ideas revolucionarias pasen a integrar el "sentido común" de los asalariados, que de esto se trata.

En otro pasaje de su discurso el BIPR dice:

<<Además de tener origen en las más elementales condiciones de la evolución capitalista y plantear un desafío político con el que ninguna burguesía ni ninguna autoridad administrativa quiere enfrentarse, el movimiento de las masas argentinas, justamente gracias a sus gérmenes y tendencias comunistas —pero sin ser directamente el comunismo plenamente consciente—, representa a una fuerza difícil de manipular como se manipula digamos una asamblea estudiantil o la elección de un cuadro directivo sindical...>>  (BIPR: "Directrices...."

Como sucede a menudo con la fraseología revolucionaria entretejida por organizaciones como el BIPR, la primera parte de este párrafo es chatarra literaria. En la lucha de clases, el preferir o no un conflicto, vale, en primer lugar, según la posición de los opuestos. Es natural y obvio que si la burguesía tiene el poder prefiera no hacerse cargo de ningún conflicto, que no los haya. Pero tan natural y obvio como eso es que deba tenerlos, porque el conflicto social está en la naturaleza de las cosas bajo el capitalismo. De ahí que el problema para esta clase no consista en querer o no querer cualquier desafío del proletariado, sino en poder o no poder hacerse cargo de él.

El problema de querer o no querer, es decir, del ser o no ser de su autoconciencia, lo tiene hoy día el proletariado. Marx decía que los asalariados van hacia la revolución, lo quieran o no. Pero hasta que no quieran, la revolución sigue siendo una posibilidad abstracta. Las contradicciones del capitalismo le impulsan a ello, pero su condición de clase subalterna al interior de esa unidad de contrarios entre capital constante y capital variable, le impiden hacerlo.

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notas

[41] Criptografía, es la ciencia que trata del enmascaramiento de la comunicación de modo que sólo resulte inteligible para la o las persona que poseen la clave de lo que se quiere decir, o método para averiguar el significado oculto, mediante el criptoanálisis de un texto aparentemente incoherente. En un sentido más amplio, la criptografía comprende el uso de mensajes encubiertos, códigos y cifras. Cifran todo su éxito en no levantar ninguna sospecha acerca de lo que en realidad se está diciendo, aunque, una vez descubiertos, a menudo no resultan difíciles de descifrar.

[42] “El primer paso que debe darse para hacer visible y consciente la fuerza de los elementos de clase y darle organicidad —subrayábamos en nuestra respuesta a L. Bilbao—, estriba en establecer los puntos de referencia y de orientación política de las masas como expresión nítida del programa por el comunismo. La pregunta central es, en consecuencia: ¿sobre qué bases se delimita la frontera entre "nosotros" y el "enemigo"? No basta declarar el objetivo hacia el que se apunta —"la abolición del capitalismo"—, sino elucidar en términos programáticos, organizativos y de acción qué significa esa fórmula. Cada corriente "marxista" tiene o bien una respuesta distinta a esta cuestión crucial o, aún coincidiendo en la definición, difiere en lo que respecta a la estrategia para alcanzarla. La pregunta no se puede, pues, responder sin antes haber fijado las directrices estratégicas de la acción de la clase. Tal cosa nos conduce de nuevo al centro de la discusión comunista actual: la exigencia imperativa de determinar las causas de la dispersión de las fuerzas proletarias y las principales dificultades para conquistar la organización política de clase, es decir, lo que un camarada ha llamado claramente "las causas que han obstaculizado la continuación del programa del comunismo al interior de la clase obrera y, por tanto, la ruptura con el dominio absoluto del Capital". En este sentido, nuestro mensaje no está destinado a los iniciados en una obscura doctrina que posee las claves para descifrar un lenguaje críptico: nos dirigimos a todo el proletariado porque no nos consideramos una secta iluminada y providente que pretenda encerrar en sí la suerte futura del proletariado y de la sociedad; vemos a todo proletario como un virtual militante revolucionario y como parte del sujeto colectivo capaz de acceder, gracias a una acción que continuamente subvierte los mecanismos y dispositivos del poder burgués, a los niveles más altos de la conciencia revolucionaria”.

[43] En la Introducción de 1857 a su "Crítica de la Economía política, ambos textos precursores de "El Capital", Marx se refiere a la "dificultad" que supone la notable incidencia que las superestructuras ideológicas y políticas ejercen precisamente respecto a este pasaje del presente documento, en cuanto a la notable y arraigada persistencia con que siguen vigentes en la conciencia colectiva de una sociedad dada, aun habiendo desaparecido las bases materiales que le dieron sentido en una determinada etapa de la acumulación del capital que no volverá: "Pero la dificultad no consiste en comprender que el arte griego y la epopeya estén ligados a ciertas formas de desarrollo social. La dificultad consiste en comprender que puedan aún proporcionarnos goces artísticos, y sean considerados en ciertos aspectos como una norma y un modelo inaccesible". (K. Marx: Op.cit. Punto 4)     

[44] Por si acaso algún militante práctico del movimiento haya obrado consigo mismo el milagro de seguir con la lectura del presente documento hasta este párrafo, y aquí sienta ver colmada su paciencia a la vista de la disputa por lo que quiere decir una palabra más o menos, decirle que el curso de cualquier acción colectiva en la vida social, depende de lo que se entienda que significa una palabra más o menos puesta en un acuerdo de voluntades: "Sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario. Nunca se insistirá lo bastante sobre esta idea en un tiempo en que a la prédica en boga del oportunismo, va unido un apasionamiento por las formas más estrechas de la actividad práctica. (...) En estas condiciones, un error 'sin importancia' a primera vista, puede causar los más desastrosos efectos, y sólo gente miope puede encontrar inoportunas o superfluas las discusiones fraccionales y la delimitación rigurosa de los matices. De la consolidación de tal o cual 'matiz' puede depender el porvenir de la socialdemocracia por años y años" (V.I. Lenin :"¿Qué hacer?" Cap. I d). A este modo de pensar el BIPR le llama "leninismo talmúdico". ¿Qué importancia pueden tener las palabras en la lucha del proletariado, si la lógica política supuestamente revolucionaria de su accionar está contenido en su instinto de clase?

[45] Según A. Gramsci, quien parece haber acuñado el término, intelectuales orgánicos de una determinada clase son aquellos cuyo pensamiento corresponde a los intereses económico-sociales propios de  esa clase. Así, un arquetipo de intelectual orgánico de la burguesía, es Bush, en razón de que esa es su condición económica y social de clase.