Lo interno y lo externo, lo intrínseco y lo extrínseco
al proletariado espontáneo

La discrepancia que está en el centro de nuestro debate con el BIPR, consiste en que, para nuestros interlocutores, el proletariado espontáneo en general -en este caso los parados argentinos en lucha- no sólo llevan "para sí" los gérmenes de su autoconciencia y del comunismo contenidos en las contradicciones objetivas del capitalismo, sino que son capaces de desarrollarlos por sí mismos. Por eso se les atribuye "una fuerza difícil de manipular". Y para el BIPR la expresión de esa fuerza en la lucha de clases actual de Argentina, está en la consigna "que se vayan todos y no quede ni uno sólo".

Nosotros opinamos que los compañeros confunden la conciencia negativa de los piqueteros argentinos, su repudio a los políticos corruptos, con el umbral de su autoconciencia de clase, cuando, en realidad, la dificultad de su manipulación parece desaparecer bastante antes de su lucha por la consigna burguesa de "Asamblea Nacional Constituyente" como salida política a la actual situación, porque en las próximas elecciones previstas para el mes de Abril, de eso, nada; está todo previsto para que los piqueteros opten entre candidatos burgueses, como los peronistas Menem, Rodríguez Saa, Nestor Kirchner y Duhalde, o los radicales también enfrentados entre sí con los aspirantes Carrió y Murphy. Y para no ser menos, la izquierda burguesa también aparece con cinco candidaturas distintas. Pero, de  Asamblea constituyente, nada. Sin embargo, el clima político del país no presenta síntomas de que esa "fuerza difícil de manipular" se haga presente en las calles en defensa de una consigna que ­incluso para las organizaciones de la izquierda burguesa extraparlamentaria que han logrado colarla en las Asambleas Populares­ está claro que es un mero comodín, de momento puramente testimonial, electoralista consuetudinario, conscientes de que no la pueden imponer por carencia de efectivos políticos dispuestos a luchar siquiera por eso, demostrando que lo que buscan es chupar de la teta del Estado y las medias de la burguesía, como acabó pasando invariablemente con estos "marxistas" antes y después del FSLN en Nicaragua o el FMLN en Salvador. Los oportunistas rehuyen siempre mirar a la verdad en los ojos.

En cuanto a que el recorrido de la preparación revolucionaria del proletariado no tiene lugar fuera sino dentro del proceso histórico, es cierto sólo en tanto que todo lo que las masas explotadas saben de política revolucionaria, lo aprenden a través de su propia experiencia, pero a través de lo que aprenden de la vanguardia revolucionaria, que también, insistimos, forma parte del movimiento. 

Es igualmente cierto -y así lo hemos dejado expresamente reflejado en el curso de la actual polémica respecto de Argentina- que este aprendizaje del proletariado tiende a acelerarse en etapas de auge en el movimiento de masas. Pero, como también hemos dicho ya, esa experiencia incluye su relación con la vanguardia política hegemónica  del movimiento en cada momento, que explica por qué hay que proceder de tal o cual modo. Esto, que es una evidencia empírica, demuestra que la vanguardia política del proletariado -sea revolucionaria o no- pertenece al movimiento, es existencialmente interna o interior a él.

Pero en el caso de la vanguardia revolucionaria, el saber que trasmite no es interno sino externo al proletariado espontáneo, aunque le es al mismo tiempo intrínseco, esencial a él, a sus intereses históricos, cosa que no sucede con las demás vanguardias políticas que eventualmente ejercen su función de tal, cuyas posiciones políticas son internas al movimiento, aunque extrínsecas a él. Esto significa que todo lo que la vanguardia revolucionaria ­para demostrar su condición de tal­ debe poder enseñar al movimiento espontáneo, no puede estar y de hecho no está dentro sino fuera de él: en la memoria histórica y en la moderna ciencia social, ambas comprendidas en el materialismo histórico. De ahí el convencimiento de Lenin, en el sentido de que al asalariado espontáneo sólo se le puede dotar de conciencia política desde fuera de esa relación inmediata, desde fuera del campo de las relaciones económicas y políticas entre obreros y patronos, poniéndole en contacto y conocimiento con todas las clases e instituciones de la sociedad desde la perspectiva de análisis de la ciencia económica y de la memoria política de la lucha de clases. De este razonamiento Lenin concluyó en la idea de que la autoconciencia es producto de un "profundo conocimiento científico" de la realidad a transformar.

Esto no significa que la enseñanza vaya siempre en un solo sentido, positivista y no dialéctico, porque las vanguardias dirigentes también tienen muchas cosas que aprender de la experiencia de sus dirigidos, especialmente a partir de los puntos de inflexión de la lucha que alumbran en ellos los primeros resultados de su autoconciencia, cuando pueden desplegar toda su iniciativa creadora yendo en algunos aspectos más allá de lo que alcanza la previsión de sus educadores, como es el caso de la nueva forma de Estado inaugurada por los comuneros de París, los consejos de fábrica y los soviets.[46]. En  el "epílogo" a su "Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática (junio-julio de 1905), Lenin describe cómo los obreros espontáneos, cuya conciencia política "no resistía la crítica desde el punto de vista del Manifiesto comunista", se adelantaron a Marx en preanunciar la necesidad de que los revolucionarios abandonen las asociaciones democráticas pequeñoburguesas y se pongan a construir la organización independiente del proletariado, brindando:

<<...una prueba notable de cómo el instinto elemental del movimiento obrero sabe corregir las concepciones de los pensadores más geniales, es el hecho de que, en abril de 1849, éstos se pronunciaran por una organización específicamente obrera y decidieran participar en el Congreso obrero, que preparaba principalmente el proletariado del Este del Elba (Prusia Oriental)>> (Op.cit

El error del BIPR está en que atribuye al proletariado espontáneo la facultad o capacidad de elaborar la política que hace realmente a la independencia del proletariado, proceso que supuestamente cumple a través de sus luchas, sin necesidad de "educadores externos". Aquí, en términos de organización, lo que se nos viene a decir es que el partido revolucionario no debe ser un partido de vanguardia, sino un partido de masas, un partido amplio que agrupe, en lo posible, a todo el proletariado, como el SPD en el que Rosa permaneció casi hasta el final de su vida. Y ya se sabe que en los partidos amplios es ley que se cuelen elementos pequeñoburgueses. De ahí que el BIPR reivindique expresamente el modelo de partido definido -por lo demás bastante ambiguamente- por Marx y Engels en el "Manifiesto comunista":

Para los comunistas, (...), el centro de gravedad de las cuestiones de organización está en el desarrollo de la capacidad política de la clase para constituirse independientemente en el sujeto de la revolución total a través de la defensa de sus propios objetivos y de sus intereses autónomos de clase[47]. (Directrices...". El subrayado es nuestro)

Está claro que, para el BIPR, las definiciones políticas del Partido revolucionario están en función del estado de conciencia del proletariado en cada uno de los momentos de su lucha contra el capital. De ahí que siendo una organización con cierta proyección social, incluso a escala internacional, el BIPR carezca de un programa político definido. Para el BIPR, como para todas las organizaciones reformistas, las definiciones programáticas no deben estar en función de la correlación fundamental de fuerzas sociales, sino de su correlación política, esto es, según su estado de conciencia en cada momento de su lucha.

En el contexto de esta cita del "Manifiesto", Marx y Engels hablan del partido dando a entender que es el partido de toda la clase. Y según hemos visto, en ese momento ni siquiera se habían planteado su actualidad, dado que la línea política de la "Liga de los comunistas" pasaba por las organizaciones de la pequeñoburguesía. Tampoco, por tanto, habían sacado aun las consecuencias organizativas del desarrollo político desigual en las luchas y en la conciencia del proletariado, lo cual excluye la posibilidad real de que todo el proletariado pueda asumir políticamente la teoría revolucionaria, como para caber cohesionadamente en una organización que esgrima unívocamente tales principios. Pero ya vimos también por qué y cómo en 1849 Marx y Engels cambiaron de posición respecto de lo que suscribieron en esta parte del “Manifiesto”.

Lenin fue el primero en sacar debidamente estas consecuencias organizativas en su "¿Qué hacer?". El hecho de que en esta cuestión el BIPR anteponga Marx a Lenin, demuestra que tampoco ha comprendido los fundamentos de la teoría de la organización revolucionaria según la memoria histórica del movimiento político del proletariado. Por lo visto, el BIPR no ha reparado en las distintas condiciones económicas, sociales y políticas del contexto histórico en que fue escrito el Manifiesto, respecto de las actuales, como si la correlación fundamental de fuerzas sociales fuera hoy la misma de entonces[48]. Como si el carácter de la revolución en la mayoría de países europeos -y ni que decir de los de la periferia capitalista- no fuera radicalmente distinto del actual. Que esta organización no respete la estricta correlación lógica entre los cambios en la base económico social del sistema y las formas políticas y organizativas del proletariado.[49]. Esta es una prueba más de la importancia que esta organización confiere a la teoría revolucionaria y a la memoria histórica del proletariado.   

De acuerdo con Lenin, para nosotros hoy no se trata sólo de organizarse a parte de los partidos burgueses, según un sentido de clase homogéneo -como Marx y Engels comprendieron recién en abril de 1849 que había que hacerlo- sino de organizarse de acuerdo con una homogeneidad ideológica según el programa y la táctica política que se corresponda con la estrategia de poder del proletariado, esto es, con la revolución socialista, tarea que el proletariado espontáneo es incapaz de hacer. La teoría revolucionaria tira de todo este proceso de construcción del partido, no las simples luchas de la clase en su conjunto como propone erróneamente el BIPR.

 

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notas

[46] "La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Roberto Owen)" (K. Marx: "Tesis sobre Feüerbach")

[47] (En el texto del BIPR, esta cita tiene el número 53) A la clarificación de este problema viene muy a propósito la declaración del Manifiesto Comunista: "Los comunistas no son un partido particular frente a los otros partidos obreros...no tienen intereses distintos de los intereses de todo el proletariado...no plantean principios especiales sobre los cuales desearían modelar el movimiento proletario. Se distinguen de los otros partidos proletarios sólo por el hecho de que, de una parte, ellos ponen de relieve y hacen valer los intereses comunes, independientemente de la nacionalidad, del entero proletariado, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios; y, de la otra, por el hecho de que sostienen constantemente el interés del movimiento en y la burguesía. Por tanto, en la práctica, los comunistas son la parte más progresiva, más resuelta, de los partidos obreros de todos los países, y en cuanto a la teoría ellos tienen la ventaja sobre la  restante masa del proletariado de comprender las condiciones, la marcha y los resultados generales del movimiento proletario. La mira inmediata de los comunistas es la misma de los otros partidos proletarios: la constitución del proletariado en clase, el abatimiento de la burguesía, la conquista del poder político por parte del proletariado".

[48] En el Manifiesto, según la correlación de fuerzas sociales fundamentales de la sociedad en aquél momento, salvo en Inglaterra para el que propusieron el programa que figura en el capítulo II, la revolución prevista para los demás países era de carácter burgués, donde el proletariado debía cumplir un papel auxiliar hasta tanto el proceso de acumulación cambiara la correlación fundamental de fuerzas sociales a favor del proletariado, y el carácter de la revolución pasara a ser directamente socialista, que estas son hoy día las condiciones económicas y sociales de la lucha de clases en todo el mundo.     

[49] Pero sí se ha sumado al revisionismo neomarxista queriendo haber visto "profundas mutaciones" en la base material o económica del capitalismo.