El caso de la emergente pequeñoburguesía
intelectual española
<<El pequeñoburgués en una sociedad avanzada
y, como consecuencia necesaria de su posición social, por una parte se hace
socialista y, por otra, economista; es decir, está deslumbrada con la magnificencia
de la alta burguesía y simpatiza con
los dolores del pueblo. Es al propio tiempo burgués y pueblo. Se jacta en
el fuero interno de su conciencia, de ser imparcial, de haber encontrado el
justo equilibrio, que pretende distinguirse del justo medio. Semejante
pequeñoburgués diviniza la contradicción, puesto que la contradicción es el núcleo de su ser. Él
no es sino la contradicción social en acción. Él debe justificar en la teoría
lo que es en la práctica>>. (Carta de Marx a Annenkov. 28/12/1846 en “Cartas sobre ‘El capital’” Ed. Política.
La Habana/1983 Pp. 36-37).
01. Podemos como estrategia del
Estado y del capital
Texto escrito
y publicado en la Web el domingo 10 Enero de 2016 a las 13:04 hs., por Esteban Vidal:
Resulta
conveniente recordar que el Estado es una organización compleja que aglutina a
una considerable cantidad de personas en diferentes ámbitos institucionales,
como pueden ser los departamentos ministeriales, los organismos reguladores,
los poderes judicial y legislativo, etc. En el caso del Estado español, nos
encontramos con que su personal integrante lo componen en torno a 3 millones de
personas en los diferentes ámbitos territoriales y funcionales. Las dimensiones
que ha adoptado el Estado moderno, han hecho de éste un espacio en el que se
desenvuelven una innumerable cantidad de relaciones de diverso tipo, así como
contradicciones fruto de la existencia de intereses contrapuestos entre
diferentes facciones. Así pues, el Estado no es un ente monolítico, sino que
más bien abarca e integra en su seno una importante diversidad de intereses y
grupos que contienden entre sí, para aumentar sus cuotas de poder.
En los
regímenes parlamentarios los diferentes intereses que integra el Estado,
adoptan en ocasiones una expresión política en la forma de partidos que
concurren a las elecciones. En este sentido puede comprobarse que es relativamente
frecuente, encontrarse a miembros del funcionariado a la cabeza de dichas
formaciones políticas. Por decirlo de algún modo, los partidos políticos y más
en particular los que juegan un papel relevante en la política estatal,
constituyen diferentes expresiones del Estado en el desarrollo y concreción de
su estrategia, para garantizar sus intereses vitales. En líneas generales puede
comprobarse, que las divergencias de los diferentes partidos políticos gravitan
en torno al modo de gestionar el Estado y, por tanto, a desarrollar su propia
política en torno al sistema de poder que representa el propio Estado, como
institución central de la sociedad.
En el
caso de “Podemos”, descubrimos que se
trata de una formación política detrás de la que se encuentran importantes
funcionarios del Estado. Basta con comprobar que sus principales dirigentes
proceden del profesorado universitario, pero a esto se suma la presencia de
altos mandos militares como el caso del general José Julio Rodríguez, antiguo Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD),
quien dirigió las diferentes intervenciones imperialistas del ejército español
en Irak, el Índico, Libia, y que ha trabajado para la inteligencia militar.
Pero también es notable la presencia del guardia civil Juan Antonio Delgado,
portavoz de la Asociación Unificada de Guardias Civiles. A esto hay que sumar
la presencia de una considerable cantidad de altos funcionarios pertenecientes
al aparato del Estado, y que han mostrado un decidido apoyo a esta nueva
organización política.
Pero el
lanzamiento de “Podemos” como
formación política no sólo responde a los intereses del Estado, y por tanto de
una facción considerable de su elite dirigente, sino que también responde a la
intervención de la clase empresarial y de la banca. De este modo el gran
capital financiero ha dado un inusitado respaldo al despegue de este partido político,
al haber facilitado su aparición en los diferentes medios de comunicación de
masas, fundamentalmente televisivos, de los que es propietario. Así, nos
encontramos con que la banca ha hecho una multimillonaria inversión al haberle
cedido más espacio televisivo a Pablo Iglesias que a los restantes candidatos a
las elecciones europeas. No puede olvidarse que estos espacios en los medios
televisivos representan decenas de millones de euros a precios de mercado, lo
que en la práctica constituye una subvención indirecta ejecutada por el gran
capitalismo financiero y mediático que ha servido para publicitar a esta nueva
formación política. Pero algo similar cabe decir sobre las restantes
elecciones, especialmente generales, en las que “Podemos” logró una gran cobertura mediática que sirvió para
reanimar a dicho partido como opción política que ya en septiembre de 2015 daba
claras muestras de decrepitud. Juntamente con todo esto no puede pasarse por
alto la presencia de Jesús Montero, secretario general de “Podemos” Madrid, como representante en “Podemos” de los intereses de la familia Botín, quien no dudó en
afirmar que los dueños del Banco Santander no son casta, sino que forman parte
de una cultura empresarial que quiere contribuir al bienestar social[i].
El
apoyo que “Podemos” ha recibido de la
clase empresarial se manifiesta en su discurso político con la defensa de sus
intereses. Salta a la vista la distinción hecha por los principales jerarcas de
esta organización, entre los empresarios buenos y los empresarios malos, y por
lo tanto la diferenciación entre un capitalismo malo y un capitalismo bueno que
supuestamente cumple con ciertas funciones sociales en el desarrollo del
bienestar de la población y en la aminoración de las desigualdades. En lo que a
esto respecta son importantes las declaraciones de Pablo Iglesias en defensa de
las PYME, lo que no deja de ser una forma de reproducir el discurso del sistema
establecido que afirma que este tipo de empresas son el motor económico del
país. Así, a juicio del propio Pablo Iglesias son los pequeños y medianos
empresarios quienes sacan el país adelante, no los millones de trabajadores que
están empleados en unas inmisericordes condiciones de explotación en dichas
empresas. Por este motivo conviene recordar de qué se está hablando realmente
cuando se hace alusión a las PYME.
En
primer lugar hay que señalar que las PYME no son un segmento homogéneo y que el
propio término de PYME resulta problemático. El criterio que se ha impuesto es
el del tamaño de la empresa según el número de trabajadores empleados, que va
de 0 a 249 asalariados. Pero este criterio olvida otros aspectos como la
organización del trabajo, la productividad, la composición orgánica del
capital, etc. Además de esto el término PYME suprime la diferencia específica
que a nivel de clases sociales se da entre la pequeña burguesía y la clase
capitalista. En el fondo constituye un término ideológico que pretende encubrir
una serie de relaciones de dominación y explotación, al poner dentro de una
misma categoría a empresas como el comercio de una familia en la que trabajan
entre todos para sostenerlo, o una cooperativa de trabajadores, y empresas con
250 trabajadores a su cargo que facturan millones de euros al mes.
No hay
que perder de vista que en enero de 2013 había en el Estado español 3.142.928
empresas, de las cuales 3.139.106 (99,88%) son PYME. Así es como del total de
los 13,5 millones de asalariados, las PYME (“micro”, de 0 a 9 asalariados;
“pequeñas”, de 10 a 49; y “medianas”, de 50 a 249) emplean a 8.504.902 (el
62,8%). Entre las “pequeñas” y las “medianas”, emplean un 32,6% del total[ii]. De este modo descubrimos que en la
práctica más de la mitad de las empresas catalogadas como PYME en el Estado
español son en realidad empresas capitalistas hechas y derechas, que explotan
nada menos que a 4.414.500 trabajadoras y trabajadores en unidades de
producción o servicios que van de 10 a 249 asalariados.
Además
de lo señalado hay que destacar que en las PYME se dan unos niveles de sobreexplotación,
bajos salarios y precariedad laboral inauditos. Esto se debe fundamentalmente
al hecho de que el grado de organización de los trabajadores en estas empresas
es escaso o inexistente, lo que contrasta con los grandes conglomerados del
gran capitalismo donde, a pesar de todas las pegas que puedan ponerse a las
imperantes burocracias sindicales, existe una mayor organización de los
asalariados que hace que los jefes empresariales no puedan actuar tan
libremente como ocurre en el seno de las PYME. A esto se suma el hecho de la
lógica de la competencia capitalista de tal manera que estas empresas descargan
en sus asalariados las presiones que reciben de las grandes corporaciones, todo
ello mediante reducciones de personal, flexibilización de tareas, aumento de
los ritmos de trabajo, extensión de la jornada laboral, el pago de peores
salarios, subcontrataciones, trabajo negro o el recurso al muy lucrativo
negocio de las pasantías. De este modo las PYME tratan de asegurar niveles
aceptables de productividad para sobrevivir en el mercado. Todo esto son
capaces de llevarlo a cabo en gran medida gracias a que no encuentran oposición
ni resistencia entre una mano de obra desorganizada y dividida, en donde la
casi totalidad de los trabajadores no están sindicados.
Fueron
los máximos representantes de las PYME los que abrazaron de un modo entusiasta
la última reforma laboral, y especialmente en sus detalles más picantes como la
vía libre para hacer despidos colectivos (EREs), o poder despedir por faltas de
asistencia al trabajo con sólo 20 días por año, o la reducción de la cuantía en
los despidos improcedentes. Se trata de un sector que históricamente ha abogado
por facilitar el despido con el propósito de ahorrarse las consecuentes
indemnizaciones. Por tanto, todo esto pone de manifiesto que Podemos, a través de su discurso
político en el que defiende a los pequeños y medianos empresarios, defiende lo
sustancial del sistema capitalista en el Estado español, y los presenta como
aliados naturales del resto de la población. “Podemos” ha desarrollado un discurso político que no sólo niega la
lucha de clases, sino que responde a una estrategia política con el propósito
de establecer un nuevo consentimiento social sobre el que articular la
cooperación entre los asalariados y la clase empresarial. La llamada a la
unidad popular es, entonces, una llamada a una unión con la clase empresarial a
la que “Podemos” defiende
descaradamente con su discurso político.
Tal y
como se ha indicado antes “Podemos”
no sólo es un instrumento al servicio del Capital, tanto grande como pequeño,
sino que también lo es del Estado. En lo que a esto se refiere hay que poner de
manifiesto el desarrollo de un discurso político patriotero y españolista hasta
el punto de llamar a sus oponentes políticos “traidores a la patria”. En este
contexto se encuadran los vítores dados por Pablo Iglesias, en un mitin en
Málaga, a la policía, la Guardia Civil y el ejército. Inevitablemente todo esto
se conjuga con la presencia de altos mandos militares del ejército dentro de “Podemos”, o la existencia de círculos
compuestos exclusivamente por miembros de las fuerzas armadas, así como las
diferentes reuniones mantenidas entre los jefes de “Podemos” y los representantes de la Asociación Unificada de
Militares Españoles (AUME). Esto muestra claramente el discurso profundamente
reaccionario de “Podemos” en su
defensa de las fuerzas que mantienen el sistema político, social y económico
actual, y por tanto los garantes de que las relaciones de explotación puedan
seguir reproduciéndose en el futuro. Indudablemente esto se encuadra en una
política de Estado dirigida a una normalización de la imagen popular del
ejército que ha sido pergeñada por los altos mandos militares en conjunción con
el Ministerio del Interior y el CNI. Se trata de presentar al ejército como una
institución normal y necesaria, como un servicio más del Estado que brinda a la
ciudadanía, al mismo tiempo que trata de implantar en la conciencia colectiva
la importancia de que la defensa del Estado constituye un deber cívico al que
el conjunto de la sociedad debe estar dispuesta a contribuir. En esencia se
trata de cambiar esa vetusta imagen del ejército que una gran parte de la
sociedad todavía conserva al identificarlo con el fascismo y con los elementos más
reaccionarios que, en 1936, se revolvieron contra el pueblo para imponerle una
sanguinaria dictadura que duró 40 años, para sustituirla por una imagen muy
diferente en la que el ejército es un garante de los derechos y libertades del
actual sistema constitucional y parlamentario.
Lo
cierto es que “Podemos” ha hecho del
Estado el eje central de toda su formulación política en torno a la que giran
sus propuestas programáticas, lo que ha hecho que haya adoptado una clara
posición socialdemócrata cuyos líderes, con Pablo Iglesias a la cabeza, no han
dudado en reivindicar. En el marco del discurso político de “Podemos” el Estado se ha convertido en
el principal agente encargado de reordenar la sociedad y la economía mediante
un nuevo impulso al capitalismo de Estado, o lo que desde la izquierda se ha
denominado como lo “público”, en el que las empresas estatales han cobrado una
importancia estratégica, lo que se encuentra unido a un incremento de la carga
fiscal sobre la población. Esto se debe fundamentalmente a la adopción del
keynesianismo como doctrina económica fundamental para impulsar un nuevo
proceso de acumulación con el que implantar formas más agresivas de
capitalismo, y de esta manera competir con éxito frente a potencias emergentes
como ocurre con el caso de China. Además de esto hay que resaltar los encuentros
que el propio Pablo Iglesias mantuvo en EEUU con los máximos representantes
intelectuales actuales del capitalismo keynesiano, como es el caso de Joseph
Stiglitz, a lo que
se suman los numerosos elogios realizados por el jefe político de “Podemos” a la política económica
estadounidense, y más en particular al papel de la Reserva Federal en el
desarrollo de medidas expansivas.
El
keynesianismo constituye una vieja fórmula consistente en impulsar la presencia
del Estado en la economía mediante el gasto estatal y un aumento de las
regulaciones. Por esta razón no resulta nada extraño que en la elaboración de
su propuesta económica los líderes de “Podemos”
recurrieran a dos insignes profesores universitarios socialdemócratas y
keynesianos como el politólogo Vicenç
Navarro y el
economista Juan Torres. Así,
comprobamos que en lo esencial el planteamiento de “Podemos” gira en torno a un aumento del gasto estatal con
inversiones dirigidas a relanzar a las empresas españolas mediante contratos
gubernamentales, créditos y subvenciones. Todo esto se combina con propuestas
dirigidas a emular los ejemplos escandinavos de Estado de bienestar en los que
el ente estatal, a través de una fuerte política asistencial, controla la
práctica totalidad de las esferas de la vida del individuo al mismo tiempo que
extiende una gran carga fiscal sobre el conjunto de la sociedad. Asimismo, hay
que recordar que el modelo de capitalismo keynesiano que plantea “Podemos” es en esencia idéntico al
puesto en marcha por Franklin D.
Roosevelt en los años
30 del pasado s. XX a través de su “New Deal”. Programa que sirvió a los EEUU
para prepararse de cara a la inminente guerra mundial que estaba gestándose en
Europa. Por este motivo cuando se habla de keynesianismo se habla también de
capitalismo de guerra, y por tanto de la misma estrategia económica de
expansión del Estado para preparar y hacer la guerra tal y como lo hizo la
Alemania nazi. Las políticas económicas expansivas del keynesianismo han
facilitado la movilización del conjunto de las fuerzas productivas que han
permitido la reactivación de la economía, lo que se enmarca en el contexto
internacional de competición entre los diferentes Estados y la permanente
amenaza de guerra económica y militar entre países.
En otro
lugar no menos importante hay que apuntar a las conexiones de “Podemos” con el imperialismo
estadounidense, el mismo que históricamente se ha caracterizado por desarrollar
un inusitado intervencionismo en la política española, tal y como se desprende
de los acontecimientos ocurridos durante la transición política[iii]. En lo que a esto respecta parece
que la embajada estadounidense en Madrid, al igual que en otros momentos
decisivos para la historia del Estado español, está desempeñando un papel
importante en la articulación de una alternativa socialdemócrata de tintes
populistas en torno a “Podemos”. Esto
es lo que parece indicar a tenor de una reunión mantenida entre Pablo Iglesias
y el embajador de EEUU James Costos a
iniciativa de este último. No trascendió el tiempo que duró dicha reunión ni
tampoco demasiados detalles acerca de lo hablado habiendo sido calificada por
el propio Pablo Iglesias como un encuentro “útil, cordial e interesante”.
Tampoco
puede pasarse por alto la innegable conexión de los líderes de “Podemos” con el régimen bolivariano de
Venezuela, una distopía militarista
que ha sumido al pueblo en un Estado policial en el que las masas son
sistemáticamente reprimidas, al mismo tiempo que son relegadas a la miseria con
una terrible carestía de productos básicos. El chavismo ha creado una opulenta
y obesa oligarquía compuesta por militares y burócratas que han crecido a la
sombra del Estado, de sus empresas y sobre todo de la venta de petróleo y minerales
preciosos, al mismo tiempo que ha relegado al pueblo a una cada vez mayor
miseria material y moral. El carácter eminentemente dictatorial de este
régimen, que no duda en aplacar por la fuerza toda oposición política y social,
ha creado una imagen negativa del mismo que ha hecho que los líderes de “Podemos” se hayan querido distanciar
voluntariamente de tan bochornoso ejemplo práctico de sus ideas políticas. Sin
embargo, no ocurre lo mismo en su “partido hermano” de Grecia: “Syriza”, cuyos líderes no han dudado en
mezclarse y hacerse ver con los principales dirigentes de “Podemos”, al mismo tiempo que estos últimos le han prestado apoyo
moral y político. De este modo, “Podemos”,
la “Syriza” española, no ha dudado en
identificarse con una organización, cuya práctica política ha demostrado ser un
instrumento de los poderes fácticos internacionales, y más concretamente de la
Troika compuesta por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo
Monetario Internacional, al haber seguido sus dictados a pies juntillas, tal y
como pudo comprobarse después del referéndum que tuvo lugar en aquel país.
No
menos reseñable es el apoyo mediático y económico otorgado por el régimen iraní
a los dirigentes de “Podemos” al
haberles dado cobertura a través de sus principales medios de comunicación
exteriores para la emisión del programa Fort Apache. Resulta bastante indicativo comprobar las afinidades
que se dan entre la dictadura que hoy impera en Irán, país recientemente
reconciliado con los EEUU, y la falta de escrúpulos mostrada por los dirigentes
de “Podemos” para aceptar su apoyo, y
con ello valerse del régimen clerical iraní como soporte para la socialización
de su propio discurso político.
El
populismo de “Podemos” que se ha envuelto
en una firme devoción por el Estado, que es presentado como un justiciero capaz
de proteger al pueblo del Capital, unido a su entusiasmo por el capitalismo
estatal tildado de público, ha logrado socializarse entre las masas gracias a
una habilidosa estrategia mediática. Así, vemos que se ha producido una
importante coalición de intereses entre elementos estratégicamente ubicados en
las altas esferas del Estado y del capitalismo español, que son los que han
facilitado la cobertura mediática de esta nueva formación con la que ha logrado
difundir masivamente su mensaje político populista entre la sociedad. Este
contexto mediático ha sido muy funcional para efectuar una manipulación
psicológica e ideológica de las masas, lo que los propios dirigentes de “Podemos” reconocen al afirmar que han
recurrido a las emociones como elemento catalizador con el que crear entre una
parte considerable de la población un estado de ánimo que ha facilitado su
adhesión a este partido. Este efectismo ha conseguido fanatizar a una parte
importante de sus seguidores, lo que se ha visto reforzado por el creciente
culto al líder que ha sido puesto en marcha como mecanismo propagandístico.
Todo esto ha servido para que importantes franjas de la población hayan quedado
secuestradas por sus propias emociones artificialmente inducidas por la más
ensordecedora propaganda. Gracias a este gran proceso de manipulación han hecho
aparición una innumerable cantidad de incondicionales de este partido político
que a día de hoy constituyen su principal fuerza de choque.
Lo
esencial del programa político de “Podemos”
es reivindicar más recursos monetarios y más servicios del Estado. El dinero
constituye un elemento central de su discurso político al mismo tiempo que se
reivindica, tal y como afirman sus dirigentes, un capitalismo que funcione y
que sea responsable. “Podemos”
persigue construir un “capitalismo humano” que guarda semejanza con una
sociedad granja en la que el Estado lo gestiona y domina todo, mientras la
sociedad se limita a laborar y a consumir gustosamente. En este sentido lo que
el partido “Podemos” pretende, es
realizar lo puesto en práctica en países como Suecia, Noruega o Dinamarca donde
el disfrute generalizado de los bienes materiales ha traspasado ampliamente el
límite de lo superfluo, en el ámbito de un sistema social caracterizado por la
presencia de una corrupta, obesa y satisfecha (incluso aunque el alcoholismo y
los suicidios tengan una incidencia destacada) burguesía de masas, ofuscada y
embrutecida por un estupefaciente materialismo práctico mucho más absorbente
socialmente que el llamado “socialismo real”. “Podemos” persigue regresar a los niveles de consumo de los años
previos a la crisis económica al mismo tiempo que relanza el capitalismo
español y la gran empresa multinacional para, a su vez, aumentar la
productividad y los rendimientos para competir con éxito frente a otras
potencias.
Las
propuestas económicas y sociales de “Podemos”,
de claro carácter socialdemócrata, han sido elogiadas por los principales
voceros del capitalismo mundial como son los periódicos Financial Times y New York
Times[iv], a lo que hay que añadir las
coincidencias mostradas entre esta formación política en torno a la cuestión de
los eurobonos y la sostenida por el importante plutócrata y miembro del Council
on Foreign Relations George Soros. Tampoco han pasado desapercibidas las
declaraciones de Antonio Garrigues Walker, ex–presidente de la CEOE y miembro del comité
ejecutivo de la Comisión Trilateral fundada por David
Rockefeller, quien no
dudó en señalar lo positivo de la aparición de “Podemos” en el panorama político español[v]. Lo cierto es que las propuestas de
“Podemos” se enmarcan en el contexto
internacional de una profunda reorganización del capitalismo occidental, con el
propósito de crear unas condiciones mejores que permitan competir con éxito
frente a las potencias emergentes, y más en particular frente a China. Por esta
razón resulta comprensible que desde las altas esferas del capitalismo mundial
se valore positivamente a “Podemos”
en tanto en cuanto propone llevar aquellos cambios sociales y económicos
dirigidos a crear un capitalismo más eficaz, y por tanto más agresivo, capaz de
situar al Estado español junto a sus aliados occidentales, en una posición
internacional más favorable frente a la amenaza que, en la lucha por la
hegemonía mundial, representan otras potencias como el grupo de los BRICS.
El
discurso político de “Podemos” gira
de un modo exclusivo en torno al papel de lo económico, y más concretamente en
torno al dinero como elemento central. De esta manera el dinero es convertido
en la principal aspiración e inquietud humana que, como un bien absoluto, ocupa
una posición hegemónica en los planteamientos políticos de este partido. Esto
encaja perfectamente con las principales preocupaciones de los máximos
dirigentes de “Podemos”, a quienes
les mueve una codicia sin límites, un afán predatorio y unas desmedidas ansias
de poder que son el fiel reflejo de su mentalidad y naturaleza arribista en un
contexto de descontento y malestar entre la población. Su populismo,
consistente en repartir dádivas a través del asistencialismo estatal, se
encarga de encubrir parcialmente la voracidad de los jerarcas “podemitas”, que se vislumbra en su afán de
protagonismo y en su deseo de más poder a costa de lo que haga falta. Prueba de
este oportunismo populista son los discursos de sus líderes que no dudan en
afirmar una cosa y en desdecirse de la misma afirmando la contraria con tal de
satisfacer al público y medrar electoralmente, tal y como se percibe claramente
en la deriva de su mensaje y programa político que desde principios de 2015
sufrió una progresiva derechización.
A todo
lo anterior se suma el carácter hiper jerarquizado que ha adoptado “Podemos” en su organización interna, de
tal manera que el asamblearismo constituye más un mito que una realidad. Así,
de la práctica asamblearia inicial utilizada por “Podemos” para atraer a un sector de la población preocupado e
interesado por la política, con ganas de participar y de ser el protagonista en
un ámbito del que históricamente ha estado excluido, se ha pasado rápidamente,
y sobre todo tras su congreso fundacional, a un modelo organizativo burocrático
y jerarquizado en el que se da un férreo sometimiento del conjunto de la
organización a la ejecutiva dirigente, y más concretamente a la figura que
encarna Pablo Iglesias como caudillo de este nuevo movimiento político. La
consecuencia directa de esta jerarquización interna no ha sido otra que un
descenso drástico de la participación de los afiliados en la vida interna de la
organización, y que con ello las asambleas hayan quedado relegadas a una mera
condición auxiliar respecto a los órganos directivos del partido. A día de hoy
no queda nada del asamblearismo inicial de “Podemos”
que ha hecho de los denominados círculos una mera correa de transmisión de la
estrategia política de la dirección central. De esta manera ha sido sacrificada
la democracia interna a favor del principio de eficacia en la lucha por la
conquista del poder.
“Podemos”, como creación del propio
sistema de dominación, y por tanto como estrategia de poder del Estado y del
Capital, ha venido a desempeñar dos funciones fundamentales en relación a la
política española. La primera de ellas, mediante la imitación de los métodos
asamblearios utilizados en los movimientos sociales y contestatarios que
emergieron con el 15M, fue la de
canalizar el descontento social hacia las instituciones del orden constituido.
De esta manera “Podemos” está
desempeñando una labor muy funcional para el actual sistema de dominación al
desactivar la protesta y contestación social en la calle, y con ello ha ayudado
a crear unos elevados niveles de paz social. Así es como la disidencia política
no sólo ha sido aplacada sino sobre todo ha sido reconducida y canalizada a
través de este partido que, así, se ha nutrido de este amplio sector social
como base electoral para instalarse en las instituciones oficiales.
La
segunda función estratégica desempeñada por “Podemos” es la dirigida a crear
una nueva legitimidad en torno al Estado español al introducir, de un modo
completamente demagógico y electoralista, la noción del carácter plurinacional
de este y con ello el reconocimiento del derecho a decidir de las naciones que
lo componen. Indudablemente todo esto obedece a una operación de ingeniería
política de gran envergadura que va a tener como consecuencia inmediata la
desactivación de los movimientos nacionalistas e independentistas en la
periferia del Estado español, y con ello su definitiva integración en dicho
Estado como realidad plurinacional que reconozca la existencia en su seno de
diferentes nacionalidades. En lo que a esto se refiere “Podemos” plantea un modelo de Estado que formalmente reconozca a
dichas nacionalidades pero que en la práctica no supone la desaparición del
efecto homogeneizador, tanto en el terreno cultural como político y social, que
este desarrolla con la permanente españolización de estas mismas
nacionalidades.
El
eventual reconocimiento del derecho de autodeterminación por parte del Estado
español sólo puede ser calificado de demagógico e ilusorio. Si entendemos que
el ejercicio del derecho de autodeterminación consiste en que los pueblos que
no se sienten, y no son, españoles, puedan decidir el tipo y naturaleza de las
relaciones que desean mantener con el resto de España ello es imposible dentro
del marco político que representa el Estado español, en el que dichos pueblos
no son libres al no ser soberanos. Por este motivo un referéndum de autodeterminación
realizado dentro del actual Estado español, y sometido a la supervisión de su
intimidante cuerpo represivo y armado sería una verdadera parodia, pues su
amenazante presencia empujaría a que amplios sectores del cuerpo electoral
votasen sin libertad interior ante el temor de una agresión armada a gran
escala en caso de que el resultado fuese adverso al ente estatal español.
Además
de lo anterior hay que tener en cuenta que el ejercicio del derecho de
autodeterminación debería incluir la idéntica posibilidad real de escoger entre
el mantenimiento de la unidad política, en la que la forma de soberanía fuese
igual para todos los pueblos en cada uno de sus respectivos territorios, la
secesión hasta la independencia plena y fórmulas intermedias en un marco de
cálida comprensión mutua, fraternidad y afecto entre los diferentes pueblos.
Por tanto, la libre autodeterminación únicamente podría efectuarse en un
contexto de libertad política razonable en el que no existiese el Estado
español como tal, y en el que se contemplasen todas las opciones posibles a la
hora de ejercer el libre derecho a escoger el tipo de relaciones que se desean
mantener con los restantes pueblos peninsulares.
En otro
lugar no menos importante hay que apuntar que un referéndum dentro del marco
político del Estado español, tal y como lo plantea “Podemos”, implica la existencia de una serie de graves
condicionantes en el terreno de la libertad de conciencia que afectarían de un
modo decisivo al resultado final del proceso. Esto es, el sistema de propaganda
a gran escala de los más importantes medios de comunicación de masas, todos
ellos subvencionados por el Estado español, así como la existencia de un poder
cultural e ideológico integrado en las estructuras de dominación del Estado,
todo lo cual haría que el resultado final no fuese otro distinto del deseado
por las elites políticas radicadas en Madrid. El abrumador peso de la
propaganda utilizada por el propio Estado para manipular la opinión pública y
con ello la decisión final de la sociedad únicamente serviría para confirmar el
carácter paródico de un proceso de estas características. Así pues, la voluntad
de “Podemos” de someter a un
referéndum la permanencia de Cataluña en el Estado español obedece, en lo más
fundamental, al deseo de desactivar definitivamente cualquier veleidad
independentista al partir de unas condiciones culturales e ideológicas que, de
entrada, son favorables para el Estado español. En lo que a esto respecta es
preciso decir que Cataluña, al igual que otros pueblos peninsulares, está lo
suficientemente españolizada como para que su población no desee
independizarse. De este modo, en caso de llevarse a cabo un referéndum
únicamente serviría para enterrar políticamente al independentismo y crear una
nueva legitimidad que lograse satisfacer, al menos parcialmente, a una facción
considerable del nacionalismo mediante el reconocimiento formal del carácter
plurinacional del Estado español. Mientras tanto la acción homogeneizadora y
españolizadora del Estado continuaría de manera implacable hasta acabar
diluyendo las identidades nacionales de los diferentes pueblos que abarca.
Por
otra parte no hay que olvidar que el referéndum constituye un recurso político
empleado por las elites políticas de los Estados para confirmar su voluntad, y
con ello legitimar decisiones y estructuras políticas. En esencia el referéndum
es la forma de represión dictatorial máxima y más dura al restringir la
expresión de la voluntad popular a una pregunta que sólo admite como posibles
respuestas un Sí o un No, lo que, a su vez, impide la justificación de
cualquiera de ambas respuestas y con ello explicar qué quiere cada persona que
se manifiesta en un sentido o en otro. Además de esto se trata de una elección
entre unas opciones preestablecidas por la propia elite dirigente, y que
obedecen en última instancia a su intencionalidad política. Asimismo, hay que
añadir que históricamente el referéndum ha sido un recurso político utilizado
por las más grandes dictaduras, desde Napoleón hasta los regímenes
parlamentarios del mundo occidental, pasando por la Alemania nazi, la España
franquista, el Zimbabwe de Robert
Mugabe, etc.
Debido a todo esto cabe concluir que un referéndum en Cataluña, o en cualquier
otro territorio del Estado español, no sería una solución al problema nacional
sino simplemente una forma de enterrarlo políticamente.
“Podemos” representa hoy por hoy, una
gran operación política puesta en marcha por una parte considerable de la elite
dominante con la finalidad de españolizar a los pueblos de la periferia e
integrarlos definitivamente en el Estado español. En este sentido lo que se
persigue es debilitar hasta finiquitar políticamente a los nacionalismos
periféricos que hasta la fecha han sido un instrumento del Estado español, por
medio de sus secciones territoriales encarnadas por las comunidades autónomas,
para gobernar sobre su periferia. Los nacionalismos periféricos han estado
integrados en las instituciones del Estado español en nombre del cual han
gobernado en sus respectivos territorios, pero como el propio Bertrand de Jouvenel explica, el poder tiende de manera natural a un permanente
crecimiento y expansión que hace que periódicamente sea necesario poner término
a las viejas formas de dominación para sustituirlas por otras nuevas y más
eficaces[vi]. En lo que a esto respecta los viejos nacionalismos
son obsoletos e ineficaces, un estorbo político para una mayor centralización
de la autoridad del Estado. Inevitablemente esto exige su desmantelamiento
político arrebatándoles su respectiva base social mediante su integración en un
Estado que formalmente se declare plurinacional, y que en el terreno de lo
simbólico reconozca la existencia en su seno de diferentes naciones. Se trata
de una manera de crear unas condiciones políticas, que permitan la integración
de las naciones periféricas mediante su reconocimiento formal, de manera que se
cree una nueva legitimidad que facilite a dichos pueblos sentirse representados
por el Estado español para, así, ser españolizados completamente. Todo esto
vendría a confirmar las palabras de Maurice Joly: “En todos los tiempos, los pueblos
al igual que los hombres, se han contentado con palabras. Casi invariablemente
les basta con las apariencias, no piden nada más. Es posible entonces crear
instituciones ficticias que responden a un lenguaje y a ideas igualmente
ficticias”[vii].
Puede
concluirse, por tanto, que “Podemos”
es en esencia una creación del Estado, y más concretamente de los altos
funcionarios de los ministerios así como de los mandos militares y de los jefes
de los servicios secretos, pero también de la clase empresarial y de la banca.
Históricamente la izquierda ha demostrado ser muy funcional a la hora de servir
a los intereses del capitalismo, y con ello para impulsar y desarrollar formas
más agresivas de explotación en todos los ámbitos. Hoy “Podemos” es una nueva fuerza política que aspira a establecerse como
una nueva socialdemocracia que desempeñe una función hegemónica en la izquierda
como en el pasado lo hizo un PSOE que hoy está políticamente amortizado. De
este modo descubrimos que las dos funciones estratégicas para las que “Podemos” fue concebido está
cumpliéndolas de modo exitoso, por un lado aplacar la protesta social y por
otro españolizar a los pueblos que integran el Estado español. Asimismo, el
carácter oportunista y arribista de los jefes de “Podemos”, para quienes la política únicamente es acumular poder,
es garantía suficiente para saber que si llegan al gobierno harán lo mismo que “Syriza” en Grecia, o que el chavismo en
Venezuela. Pero también son la garantía de que el actual sistema de dominación
sea reformado y relanzado en una forma mucho más agresiva y brutal, con vistas
a satisfacer las ansias de poder y riqueza de altos funcionarios, empresarios,
banqueros, políticos y militares.
Esteban Vidal
Tags: Podemos • política • estado • capitalismo
[i] “No todos los empresarios son iguales”, afirma. “Hay dos culturas
empresariales. Una es casta, la otra quiere contribuir al bienestar social,
como la familia Botín en el Banco Santander”. ¿Habla en serio? “¡Sí! Yo estoy
convencido de que hay empresarios de buena voluntad. Hay sectores del
capitalismo emprendedor que saben que necesitan un país con menos desigualdad
social, que entienden que así expanden su mercado. Seguro que Ana Botín
[presidenta del Banco Santander] se vería con Pablo Iglesias y hablarían de
estas cosas”. http://politica.elpais.com/politica/2015/01/27/actualidad/1422384264_753104.html Consultado el 6 de enero de 2016.
Merece la pena recordar que Jesús Montero cobra un sueldo casi idéntico al del
presidente del gobierno, lo que deja bien claro su pertenencia a esa casta a la
que Pablo Iglesias tanto critica.
[ii]Subdirección General de Apoyo a la
PYME, Retrato de las PYME 2014, Ministerio de Industria, Energía y
Turismo, Madrid, 2014.
[iii] Grimaldos, Alfredo, La CIA en
España: espionaje, intrigas y política al servicio de Washington, Debate,
Madrid, 2006.
[iv] http://www.elmundo.es/espana/2014/11/24/54732110ca47410f1b8b4579.html Consultado el 7 de enero de 2016.
[v]
http://www.jotdown.es/2014/12/antonio-garrigues-walker-el-auge-de-podemos-es-absoluta-y-radicalmente-logico-y-positivo .
[vi] Jouvenel, Bertrand de, Sobre el poder. Historia natural de su
crecimiento, Unión Editorial, Madrid, 2011.
[vii]
Joly, Maurice, Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu,
Barcelona, El Aleph, 2002, p. 141
http://www.nodo50.org/gpm
e-mail: gpm@nodo50.org