11-S: Homenaje a las víctimas y cárcel para los criminales

 

                Ayer día miércoles 10 de setiembre de 2014, publicamos nuestro último trabajo titulado “Nuevos vientos de guerra”, donde denunciamos que los actuales acontecimientos en Ucrania, por momentos parecen dar un paso más en la escalada bélica con tendencia hacia una posible tercera guerra mundial. Un proceso que, en el apartado 02 de ese mismo texto, explicamos por qué el auto-atentado contra la Torres Gemelas de New York el 11 de setiembre de 2001, tanto como la invasión de Afganistán por las tropas americanas, estuvieron en el “origen de estos lodos”.  

 

         Fue aquél espectacular derrumbe un crimen de lesa humanidad, tan burda como secretamente planeado y ordenado ejecutar, por las más altas autoridades políticas a cargo del gobierno yanqui en ese momento, en contubernio conspirativo con ciertas y determinadas empresas privadas de ese país. ¿Puede alguien probar fehacientemente, que esta confabulación política no esté en la esencia o el centro neurálgico de la llamada democracia representativa en todo el Mundo? ¿Un continuado negocio entre capitalistas y políticos institucionalizados, que con renovada frecuencia induce al crimen político propicio a determinadas camarillas, para consolidar por medio del terror contra el “enemigo común”, la explotación de trabajo ajeno a favor de una de las partes en conflicto? No ha sido ni dejado de ser nunca más que esto, y hechos reiterados como el 11-S no hacen más que confirmarlo.  

 

         Un año y dos meses después de tales acontecimientos, el por entonces presidente de USA: George W. Bush, confió la dirección de una “comisión de investigación” a su Secretario de Estado: Henry Kissinger:

<<Kissinger aportará su amplia experiencia, planteamientos claros y juicio ponderado a esta importante tarea. Esta comisión me ayudará a mí y a futuros presidentes a entender los métodos de los enemigos de EEUU y la naturaleza de las amenazas a que nos enfrentamos>> (G.W. Bush 28/11/2001)

 

         Que esa comisión ayudó a ese criminal de guerra y a los altos cargos de su gobierno, a fortalecer momentáneamente semejante confabulación en la impunidad de cada uno de ellos, es indudable. De este asunto ya nos hemos ocupado en varias publicaciones entre 2001 y 2005. Pero ahora se ha  cumplido el décimo tercer aniversario de aquella masacre, y nosotros  queremos volver sobre él para mantener viva su memoria, a propósito del meritorio documental de denuncia realizado en 2008 por un reducido grupo de ciudadanos de nacionalidad italiana, al que aportaron sus valiosos conocimientos, más de treinta colaboradores desinteresados, especialistas en distintas ramas del saber científico-técnico, tal como se puede ver en las imágenes. Todos ellos integrados en el movimiento popular nacido en EE.UU. que recibió el nombre de: “Investigar el 11-S” y no ha dejado de crecer, entre ellos más de un millar de ingenieros y arquitectos, que desde 2010 se sumaron a la tarea de desmontar ante la opinión pública mundial la versión oficial de los hechos.

 

         Una de las primeras fisuras en ese espíritu colectivo criminal que se formó al amparo de Bush y su aureola de impunidad jerárquica presidencial con vistas a los jugosos dividendos derivados de la guerra en Afganistán e Irak, fue la demanda judicial iniciada por Morgan Reynolds en marzo de 2007, quien tuvo el valor de plegarse al movimiento de los “científicos por la verdad del 11/S”.

 

         Nosotros hemos querido sumarnos a esa tarea, estimando que el documento de divulgación popular más claro, instructivo y esclarecedor, de entre todos los publicados, es el que ofrecemos aquí merced a la iniciativa de uno de nuestros interlocutores, el periódico “Canarias semanal”, a cuyo director y plantel de colaboradores, agradecemos que nos haya posibilitado disponer de él para su difusión. El máximo y más decidido exponente moral del movimiento en su conjunto, aparece allí en la persona de un joven portoriqueño llamado William Rodríguez, trabajando de sereno y limpiador en la Torre Norte, que ayudó a muchos a bajar escapando de las llamas, y a los bomberos subir para atacar los focos de incendio. Por ello fue invitado a la Casa Blanca, donde Bush lo elevó a la condición de héroe nacional. Pero las terribles explosiones que le sacudieron en las primeras plantas del edificio antes de colapsar el edificio, le hicieron tomar conciencia de lo que estaba pasando, y eso pudo en él más que su instinto de conservación: la realidad descrita en su informe por el soviético Dmitri A. Khalezov:

<<El esquema actual de demolición estaba basado en enormes cargas termonucleares (de casi 150 kilotones en su equivalente en TNT) que fueron colocadas cerca de 50 metros debajo del cimiento inferior de cada una de las torres. Para mí fue extraño y, para ser sincero, difícil de creer que las autoridades de los Estados Unidos pudieran ser tan dementes como para demoler edificios en medio de una ciudad habitada, empleando cargas nucleares bajo tierra Sin embargo, según entendí correctamente, nadie planeaba demoler el WTC de esa manera per se. Aquello fue un modo de evitar cierto problema burocrático: un esquema de demolición nuclear como ese tenía que ser construido dentro de las torres no exactamente para demolerlas, sino para conseguir el permiso para construirlas al fin y al cabo: el código de construcción de Nueva York de ese entonces (así como el de Chicago) no permitía al Departamento de Construcciones autorizar la construcción de un rascacielos a menos que el constructor proporcionara una manera satisfactoria para, en el futuro o en caso de emergencia, demoler tal construcción de esa magnitud. Desde finales de los años 60s (cuando las torres fueron propuestas) este tipo de construcciones con trama de acero representaba un concepto nuevo, de modo que nadie tenía idea de cómo lidiar con ello en términos de demolición. Porque los métodos de demolición convencional (o "tradicional") eran aplicables solo a construcciones de tipo antiguo; algo nuevo debía haberse inventado para las robustas torres de acero, de modo que lograran convencer al departamento de construcciones de que les concediera el permiso para su construcción, y este "algo" había sido, sin duda, inventado: la demolición nuclear>>. (Dimitri  Khalezov: “La tercera verdad sobre el 11 de Setiembre”))

 

         Pero Willy no necesitó leer a Dimitri Khalezov. Comprendió lo que era preceptivo hacer por vía puramente experimental, sintiendo aquellas poderosas vibraciones destructivas provenientes del subsuelo bajo sus pies. Fue entonces cuando decidió acusar a Bush y a su padre de homicidio ante los tribunales, a raíz de lo cual, naturalmente perdió el juicio y con él, su trabajo y hasta su propia casa. No sabemos si ha seguido litigando. Lo único que sabemos es que su propósito sigue siendo saber la verdad.     

 

         En algunos de nuestros últimos documentos, hemos publicado seis consignas programáticas que constituyen los fundamentos de la democracia directa, como la única alternativa frente a la tradicional democracia representativa, verdadera dictadura del capital que hunde sus raíces más profundas, en la explotación sobre las mayorías sociales más desenfrenada, la destrucción y el genocidio más salvaje a instancias de guerras bélicas, telúricas o climáticas, y la corrupción política más abyecta.

 

         En política, siempre se acaba haciendo lo que interesa a los más poderosos capitalistas. Todos los ensayos y reformas habidos y por haber para evitar esta lógica y los daños sociales consecuentes, conservando el capitalismo y sus instituciones políticas tal como esencialmente han sido concebidas por los filósofos de la ilustración, no harán más prolongar y agudizar los dolores del necesario y cada vez más doloroso parto socialista.

 

         Pues bien, movimientos ciudadanos como los que acabamos de mencionar aquí, aunque no lo sepan sin duda se inscriben en estas seis consignas programáticas estratégicas que nosotros venimos difundiendo. Las únicas que permitirán efectivamente arrojar la explotación y el genocidio de las guerras —ya sean bélicas, telúricas o climáticas— junto al fenómeno generalizado de la corrupción política, definitivamente al basurero de la historia.

 

         El acto definitivo se desencadenará, como consecuencia inevitable del agudizamiento de las contradicciones en la sociedad, que no menos inevitablemente mueven la conciencia de las mayorías sociales en dirección asintótica al cambio de actitud, que es cuando la táctica política del movimiento, se ajusta a la estrategia científicamente prevista. Así ha ocurrido durante la fase decadente de los distintos periodos históricos que precedieron al capitalismo, y así va fatalmente sucediendo, mal que les pese a políticos profesionales y empresarios en la sociedad actual. Hasta que a los explotados se les presenta…

<<…una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: demuestra lo que eres capaz de hacer…>> (K. Marx: “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” Cap. I Segunda edición Junio 1869)

 

1) Expropiación de todas las grandes y medianas empresas industriales, comerciales y de servicios, sin compensación alguna.

 

2) Cierre y desaparición de la Bolsa de Valores.

 

3) Control obrero colectivo permanente y democrático de la producción y de la contabilidad en todas las empresas, garantizando la transparencia informativa en los medios de difusión, para el pleno y universal conocimiento de la verdad en todo momento y en todos los ámbitos de la vida social.

    

4) El que no trabaja no come.

 

5) De cada cual según su trabajo y a cada cual según su capacidad.

 

6) Régimen político de gobierno basado en la democracia directa, donde los más decisivos asuntos de Estado se aprueben por mayoría en Asambleas por distrito, y los altos cargos de los tres poderes, elegidos según el método de representación proporcional, sean revocables en cualquier momento de la misma forma.