NUEVA FASE DE LA CRISIS MUNDIAL
Del salvataje bancario a la bancarrota fiscal

20/05/2010
RESUMEN
El presente artículo recorre el fenómeno de la crisis capitalista mundial, partiendo del momento actual que tiene como protagonista principal a Europa. Se desarrolla la idea de que lejos de haber tocado fondo, la crisis económica capitalista se profundiza y extiende según el curso que le marca el descenso de la tasa de ganancia en los principales países de la economía mundial. Cuanto mayor es la masa del capital acumulado y más alta su correspondiente composición técnica y orgánica, más se acelera el proceso de producción acortando las sucesivas rotaciones, más rápido se incrementa el capital aunque a una tasa de acumulación cada vez menor, y más desciende la tasa de ganancia.

La aceleración del proceso productivo también acelera el consumo. Esto explica que, por ejemplo, la contribución de los gastos de consumo domésticos al crecimiento del PIB en Estados Unidos ha pasado del 66,0% en el período 1985-90, al 70,3% en 1990-95, a 74,1% en 1995-2000, para alcanzar el 77,3% entre 2000-2007. Una demostración del hecho de que Estados Unidos jugaba, a crédito, el papel de “consumidor mundial en última instancia”. Facilitaban así, por un ardid de la extensión desigual y combinada del capitalismo, el ascenso de China como “nuevo taller del mundo” y futura potencia de primer orden. En ese Producto Interior Bruto está contenido el plusvalor obtenido por la burguesía norteametricana y el valor de lo que costó obtener esa masa de ganancia, es decir, a) el valor del capital fijo (maquinarias y edificios o tierra laborable en el caso de la agricultura); b) el valor del capital circulante (materias primas y auxiliares, como es el caso del combustible y lubricantes); c) los salarios. Dividiendo el plusvalor entre la suma de a+b+c se obtiene la tasa de ganancia.

Este incremento del producto ha sido posible, gracias a un doble ratio: deuda/ganancia del capital y deuda/renta de las familias, que aumento tanto en los últimos 7 años como en los 25 años anteriores. Durante este período, el “crecimiento a crédito” ha jugado un papel clave. Aunque el volumen de endeudamiento entre 2000 y 2007 ha sido muy grande en el 40% superior de las familias, el mayor aumento de la tasa de endeudamiento respecto a la renta corresponde al 20% de la parte inferior de la escala: +90%. “Hasta hace poco, las familias podían utilizar el crédito para resolver los problemas de consumo en los altibajos del mercado de trabajo. Este ya no es el caso”, concluye el Mc Kinsey Global Institute. [1]

Pero ante una masa de plusvalor que aumenta menos de lo que cuesta obtenerlo explotando trabajo ajeno —donde todos los burgueses ganan aunque unos más que otros— parte del capital acumulado que sobra en la esfera de la producción de plusvalor, al no verse compensado por la tasa de ganancia, comienza a ser expulsado hacia la especulación, donde lo que unos burgueses ganan equivale a lo que otros pierden, propiciando así el fenómeno de la centralización del capital global en cada vez menos propietarios. [2]

Todo esto discurrió tan espontáneamente soterrado por la realidad, como voluntariamente hurtado al conocimiento de los explotados por los aparatos ideológicos del sistema —públicos y privados—, bajo una euforia deslumbrante donde la oferta de dinero para inversión productiva y el consumo final a muy bajas tasas de interés, parecían no tener fin. Hasta que el descenso de la tasa de ganancia alcanzó el punto en que el plusvalor producido por la masa incrementada del gran capital en funciones, fue menor al de antes de su incremento, dejando sin sentido económico proseguir con la acumulación a ese mismo ritmo.

La consecuente retracción de la inversión por parte de las grandes empresas, repercutió sobre sus auxiliares medianas y pequeñas, que al no recibir pedidos tampoco pudieron proseguir con la acumulación y, por tanto, cumplir con sus proveedores, rompiéndose así la cadena de cobros y pagos en medio de una carencia general de dinero por falta de oferta bancaria, todo ello acompañado de derrumbes bursátiles, quiebras financieras fraudulentas y paro asalariado masivo.

En ese momento, después de conseguir que la verdadera causa fundamental de la crisis pasara desapercibida ponidendo ante el escarnio público a financistas “inescrupulosos” —ya encarcelados— conocidos políticos, economistas, sociólogos, periodistas venales y demás agentes a sueldo y prebendas de los “mass media” despachándose a gusto, pudieron poner la realidad una vez más patas arriba culpando del desastre económico a los mismos que antes habían glorificado como una bendición del sistema: las agencias financieras de capital a riesgo acusadas ahora de “codicia”, y los banqueros por negarse a conceder crédito a “pymes” morosas y a “familias de asalariados en paro” insolventes. Como si los bancos pudieran estar dirigidos por “hermanitas de la caridad”. Cualquier disparate con tal de no dejar al descubierto la verdadera naturaleza de la crisis que radica en el sistema.

Del conglomerado financiero norteamericano de capital especulativo y los bancos de ese país imperialista, el epicentro de la crisis se ha extendido a Europa, afectando al conjunto de los Estados nacionales que constituyen la UE. En España, el 26 de enero de este año, el presidente de la Asociación Hipotecaria Española, Santos González, declaró que en el tercer trimestre de 2009, la deuda de los promotores inmobiliarios había alcanzado los 325.000 millones de Euros “amenazando al sistema financiero, que no tiene capacidad para asumir el déficit estructural de esas empresas”. Según el periódico económico “Cinco días.com” del 02/09/09, entre el 20% y el 25% de las PYMES españolas estaban “al borde de la quiebra por morosidad”, cuando la “epidemia” ya estaba llegando al resto, estimando que el 20% de PYMES (cuyo personal va desde un trabajador autónomo hasta los 40 ó 50 empleados) desaparecerán en los próximos dos años a causa de los impagos”.

Después de haber declarado en rueda de prensa del 21 de agosto de 2007, que “España está a salvo de la crisis financiera”, el 14 de enero de 2008 el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, lanzó a los cuatro vientos la especie de que: “La crisis es una falacia, puro catastrofismo”. Pero en octubre de ese mismo año, anunció su plan de actuación frente a la que —como casi todo el Mundo—, siguió llamando “crisis financiera”. Dicho plan consistió, por un lado, en elevar de 20.000 a 100.000 Euros la masa de dinero asegurada a cada titular de cuentas corrientes y entidad bancaria en caso de quiebra; por otro lado, creó con cargo al Tesoro Público un fondo de 30.000 millones de Euros, —ampliable a 50.000—, para comprar activos «sanos, no tóxicos» a los bancos y cajas, con el objeto de inyectarles liquidez para que puedan financiar a “ciudadanos y empresas”. O sea, el Estado español les prestó dinero al 1% de interés, para que, a su vez, supuestamente, los banqueros concedan créditos a familias y pequeñas empresas en dificultades, con la finalidad de volver a soldar la cadena dineraria entre cobros y pagos rota por la crisis. ¿Qué hicieron los bancos españoles con ese dinero? Pagar parte de sus deudas con sus colegas acreedores en el mercado interbancario mundial, para que estos últimos se lo prestaran al Estado español cobrando el 2 y hasta el 3% de interés.

Otra de las medidas del gobierno socialdemócrata de Zapatero, consistió en el llamado Plan Español para la reactivación de la economía y el empleo emprendido en enero de 2009. Pero fue un total despropósito, porque el gasto autónomo de fondos líquidos del Estado en distintas obras públicas como incentivos sociales presuntamente multiplicadores de la inversión privada, se demostró siempre inútil mientras la tasa de ganancia no se recupera. Y esto último no puede suceder, sin que antes el capital productivo excedentario que provocó la crisis se desvalorice —o destruya físicamente—, como sucedió con el “New Deal” de Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial, que permitió reanimar la economía norteamericana implementando el keynesianismo a través del gasto estatal de incentivo a la industria bélica, y posteriormente con los fondos del Plan Marshall para la reconstrucción europea durante la postguerra. Keynes, mucho más inteligente y sincero que sus discípulos socialdemócratas de tercera y cuarta generación, fue consciente de que los incentivos al capital privado mediante el gasto público autónomo, sólo pueden cumplir su cometido de relanzar la inversión privada, si la rentabilidad del capital productivo crece más rápido de lo que cuesta obtenerla. Y el caso es que, según avanza el proceso de acumulación, esta circunstancia se torna cada vez más problemática.

Esto se vio confirmado a fines de 2009, cuando a raíz de la “crisis de dinero” —como resultado, a su vez, de la desinversión de capital productivo por parte de las empresas más importantes que participan en la formación de la tasa de ganancia media—, casi todas las “pymes” españolas tenían problemas de cobro; y la cuarta parte de ellas estaban al borde de la quiebra por morosidad, al tiempo que los bancos cerraban todavía más el grifo del crédito, ante la segura imposibilidad de recuperar el dinero prestado.

Y aunque junto con Grecia, Portugal y los países más pobres del Este europeo, eran los eslabones más débiles de esta cadena, el resto de países centro-económicos del Mundo estaban y se encuentran en similares condiciones, cuyo aumento espectacular del paro, la imposibilidad de los bancos para cobrar sus préstamos y el consecuente derrumbe del consumo por parte de los explotados, se tradujo en un inevitable desplome de los ingresos fiscales y el abultamiento de los déficits presupuestarios públicos, amenazando con la bancarrota a no pocos Estados Nacionales del centro capitalista imperial.

Mientras esto tardaba en suceder, los partidos a cargo del gobierno en los principales países de la cadena imperialista, tomaron algunas medidas políticas supuestamente paliativas para no quemarse ante sus electores de condición pequeñoburguesa y asalariada que —tal como sucedió en España— a la postre no sirvieron más que para agravar lo que acabó en crisis fiscal y presupuestaria de los respectivos Estados Nacionales.

¿A qué se dedicaron en tales circunstancias los partidos de la oposición, tanto desde la derecha como desde la izquierda burguesa? A criticarles diciendo que lo estaban haciendo muy mal, pero sin proponer ninguna alternativa. Hasta que llegó la hora del sinceramiento económico y todos demostraron lo que son capaces de hacer cuando peligra la estabilidad del sistema, actuar según lo que la propia naturaleza del sistema exige: hacer frente a las crisis para que las paguen los asalariados.

Esto demuestra que la crisis económica no fue provocada por nadie en particular, sino que, como ha venido sucediendo a lo largo de la moderna sociedad capitalista, las crisis son sistémicas, están en sus genes, en la naturaleza de este sistema de vida, en la organización económica y social de la producción y reproducción de la vida social, basada en la explotación de trabajo ajeno por una minoría cada vez más minoritaria. En la anarquía de la producción sin supeditación a ningún plan de acuerdo con las necesidades sociales democráticamente reconocidas.

Una anarquía de la cual el crédito bancario y la especulación financiera forman parte constitutiva —como la función hace al órgano—, para que la acumulación de plusvalor se prolongue alejando el horizonte de cada crisis aunque sin poder evitar alcanzarlo, para que, una vez superadas vuelvan a sucederse otras cada vez con más frecuencia, tanto más agravadas y difíciles de superar cuanto mayor es la masa de capital acumulado sobrante, cuyas consecuencias son más dolorosas para las mayorías asalariadas y demás trabajadores.

Ahora ya estamos viendo que para superar las crisis no hay medidas de política social ni económica que valgan, porque en este sistema de vida lo que prevalece universalmente es la dictadura de la tasa de ganancia sobre los burgueses propietarios de la mayor magnitud de capital y todos los políticos a su incondicional servicio, quienes a su vez la ejercen sobre la mayoría absoluta de asalariados. La prueba está en que el gobierno burgués de izquierda en España, acaba de demostrar no distingurse absolutamente en nada de la oposición de derecha. Este gobierno —que desde 2007 había venido presumiendo "por razones ideológicas" de garantizar contra viento y marea el Estado del bienestar—, ante la profundización de la crisis acaba de ceder dócilmente a las presiones del FMI y de la UE, decidiendo por decreto congelar los ingresos a 6 millones de pensionistas, mientras sigue adelante con el proyecto de alargar la jubilación a los 67 años y reducir las futuras pensiones hasta un 20%, a través del aumento del período de cálculo. Elimina el régimen transitorio de la jubilación parcial, lo que significa poner trabas al acceso de este tipo de jubilación a los mayores de 60 años, eliminando nuevos contratos de relevo. Suprime la retroactividad de las prestaciones de dependencia y en cuanto a la deuda que acumula con los dependientes —la mitad de ellos mayores de 80 años— decide que se pague a plazos durante cinco años. Suprime los 2.500 Euros del cheque-bebé e introduce nuevos recortes presupuestarios a los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas. Abarata y facilita los despidos, así como la flexibilidad de horarios y traslados, legitimando un descenso general de salarios por la vía de los contratos a tiempo parcial, hasta que en el más proximo futuro no quede ni uno a tiempo completo, como ha de suceder y si no, al tiempo. Finalmente, acaba de amenazar con introducir el "copago" sanitario a escala nacional. Pero a los banqueros y demás grandes empresarios que se rigen por la tasa de ganancia, a esas 1400 personas que directa o indirectamente controlan el 80% de la riqueza nacional eludiendo escandalosamente pagar impuestos, a esos no se les toca un pelo. Tampoco hay crisis para los gastos militares, la Casa Real o la Iglesia Católica".

Todo esto y más, hasta que el proletariado como clase absolutamente mayoritaria víctima propicia de semejante barbarie de esta sociedad, tome conciencia de su propia situación para decir basta y tomar de una vez por todas las riendas de la historia, previsión científica que "solo es tardanza de lo que está por venir".

Los emergentes del momento están en el rebrote racista, la escalada proteccionista y, paradójicamente, los “booms” económicos momentáneos en los países de la periferia capitalista dependiente. Las causas de estos relanzamientos deben buscarse principalmente en el flujo de inversiones propiciado por el descenso de la tasa de ganancia en los países capitalistas centrales, así como en las diferentes tasas de interés entre los bancos de EE.UU, Europa o Japón y los de la periferia. En segundo lugar, influye en estos “booms” perentorios el mantenimiento de la demanda de materias primas por parte de China, inducida por su política de bombeo económico interno de productos hacia los países imperialistas. En este sentido, se hace visible la posibilidad de que este bombeo se ralentice por la crisis en los paíces centros económicos, de modo tal que su menor demanda de materias primas extienda la crisis a la periferia capitalista subdesarrollada.

Se señala que la presente crisis pone en evidencia el fracaso histórico del capitalismo por salir sin consecuencias del derrotero en el que se vio metido durante la década de los años 70´, incluso luego de haber unificado el Mundo bajo su dominio tras la caída del estalinismo en los 90´. En este sentido, la presente crisis plantea el problema de la superproducción general de capital en una etapa avanzada del proceso de acumulación, que pone los obstáculos para salir de esta crisis muy por encima de las anteriores a principios y en el primer tercio del siglo pasado.

Se plantea como conclusión, que este fenómeno abre la posibilidad no solo de una profundización de la barbarie capitalista, sino también de nuevas rebeliones obreras y populares que tornan más permeable su conciencia a las ideas revolucionarias. Este hecho, por su parte, exige el trabajo tenaz, paciente y sistemático al interior del movimiento proletario, para que ponga su pensamiento y su acción política a la altura del drama social que experimenta con vistas a su superación política revolucionaria, lo cual exige que abandone a los partidos patronales y expulse a los agentes ideológicos y políticos burgueses de sus filas.

¡Que la crisis la paguen los capitalistas!
¡Fuera la burocracia de las organizaciones obreras y populares!
¡A trabajar por la construcción de un partido revolucionario internacional organizado en torno a la teoría del Materialismo Histórico!

1. EL FANTASMA RECORRE EUROPA
Días antes del 1º de mayo, a través del diario El Mundo la burguesía en España se preguntaba: ¿dónde están los sindicatos?, responsabilizándoles —en particular a la central obrera UGT— de que la tasa de paro hubiera superado el 20%, y porque “los parados” llegaran a 4,6 millones de personas. Es que según este periódico representativo de la derecha burguesa, “…la negativa a aceptar cualquier propuesta de flexibilización del mercado laboral está retrasando el inicio de la recuperación del empleo en este país. Bajo la consigna de no perder ningún derecho social, los sindicatos están consiguiendo que miles de personas, sobre todo jóvenes [la tasa aquí es del 44,5% ] [3] no puedan ejercer el derecho básico a trabajar”. [4]

Los sucesos europeos en pleno desarrollo, muestran que la preocupación de la burguesía española en ese momento no era el problema del desempleo, ni los derechos de la juventud a trabajar. Lo que realmente le atormentaba es que el fantasma de la crisis mundial “golpeaba a sus puertas”. En efecto, España había ingresado inexorablemente al pelotón de economías “calientes” junto con Grecia, Portugal, Irlanda y la híperendeudada Italia (116% del PBI).

En la primera línea de fuego hasta el momento se encontraba Grecia, país en bancarrota que, siguiendo la política trazada por el FMI y la Unión Europea, lanzó un plan de ajuste fenomenal y lo único que ha logrado es abrir la espita de un ciclo de luchas que no cesa. El caso de Grecia es significativo porque marca el abismo al que se dirige el tándem de países al que nos referimos. En relación a esto, un dato no menor ha sido el derrumbe de las bolsas —que llego a -9 % en Wall Street— con que la burguesía mundial respondió al anuncio del “salvataje” a Grecia por más de 144 mil millones de U$S que, lejos de aquietar, embraveció las luchas sociales. Y es que la notica puso de manifiesto la magnitud del quebranto que las calificadoras de riesgo estaban ocultando deliberadamente. De ahí que, según la Canciller alemana Ángela Merkel, el apoyo a Grecia significara “la prueba más grande de supervivencia para Europa desde la firma del Tratado de Roma en 1958” [5] . Este rescate es el mayor desde el Plan Marshall diseñado por EE.UU para reconstruir Europa Occidental en la segunda postguerra.

Estos datos ya mostraban —para aquellos que desean ver— no solo la profundidad de la crisis griega sino las raíces internacionales del fenómeno, hecho que se confirma con el ingreso de España y Portugal en la “zona roja”. En efecto, tanto estos dos últimos países como Grecia, representan solo la punta del iceberg. De lo contrario, no pueden entenderse los planes de austeridad que el resto de países europeos están diseñando como respuesta a las insignificantes tasas de crecimiento esperadas para el año en curso, así como a la ola de desconfianza que recorre el Mundo. Algunos datos básicos son los siguientes: el incremento del PBI estimado para Alemania será del orden del +1,5%, mientras que para España (que viene de perder un -3,7%) sería de un -0,9%. En Francia lo esperado es un +0,9%, en Irlanda un -1,5%, mientras que en Italia y Portugal se espera llegar apenas al +0,5%.

En la misma línea, tampoco podría entenderse el mega plan de 720 mil millones de Euros que en la noche del 9 de mayo decidió Bruselas, en una negociación contra reloj antes de que abrieran los mercados tras una semana convulsa. [6] Este mega plan cerca de 7 veces mayor respecto del que Merkel consideró histórico, busca evitar el hundimiento del Euro ayudando a cada socio de la UE en problemas, además de cumplir —por cierto con el pedido especial de Obama— de tomar “medidas enérgicas para restablecer la confianza de los mercados”. [7]

Después de lo esbozado hasta aquí, es lógico que la gran burguesía internacional no solo afirme lo que planteaba para el 1º de mayo en España, sino que lo cumpla. En efecto, incluso antes de que Grecia terminara de caer y que España y Portugal la sigan, en la eurozona se preparaba un arsenal de medidas, como la reducción del personal del Estado (Alemania, para poner como ejemplo un país rico, se propone bajar el empleo estatal al 1% anual desde el 2012 al 2029, mientras que Italia prevé no reponer 4 de cada 5 asalariados que se jubilen); la elevación de la edad jubilatoria mínima de 65 a 67 años (Italia planea llevarla de 59 a 61 años al 2013) y como no podía ser de otro modo, un fenomenal ajuste del gasto público y el “congelamiento” de los salarios. [8]

La ley económica del valor bajo el capitalismo en crisis, exige a estos países la necesidad política del ajuste, a la que los líderes burgueses se someten de buen grado con la más absoluta disciplina y conciencia de clase. Después de haber respondido a su oposición de derecha que por “razones ideológicas” no abandonaría a los asalariados ni a los pensionistas, el gobierno “socialista” de España acaba de anunciar un paquete de medidas que incluye una rebaja de los salarios públicos del 5% a partir de junio y su congelamiento en todo el 2011, lo mismo que las pensiones, al tiempo que el abaratamiento del despido. Los ministros “darán el ejemplo” bajando un 15% sus dietas.

También, se planeó bajar la inversión pública en 6.000 millones de Euros tanto este año como el siguiente, así como la subida en dos puntos del IVA a partir de julio. Por su parte, los ayuntamientos y gobiernos regionales deberán ahorrar 1.200 millones de euros, hecho que afectará tanto al gasto sanitario y a la cooperación internacional al desarrollo, al tiempo que se comienza a hablar del “copago” entre el Estado y los particulares para financiar consultas médicas y adquisición de medicamentos. Todo un bombazo en la línea de flotación del Estado del bienestar. Dentro de la poda, entró también la prestación de 2.500 euros que reciben las familias por cada hijo nacido o adoptado. Y como si todo esto fuera poco y para ir “tanteando”, no se descarta un aumento de impuestos “en general”. [9]

Para no ser menos que su par peninsular, el gobierno de Portugal anunció una reducción generalizada del gasto público, para disminuir el déficit de las cuentas fiscales hasta el 7,3%, dos puntos más de lo que había previsto en diciembre pasado. El plan de ajuste incluye el recorte del 5 por ciento en los salarios de funcionarios y ejecutivos de empresas públicas, el aumento del impuesto a las ganancias del 25 a 27,5 %, y el IVA del 20 al 21%. Este plan comprende, además, la privatización de empresas estatales para obtener ingresos adicionales por 6.000 millones de euros. [10]

Esta es la respuesta que por ahora se ensaya en toda la línea y que no puede desembocar en otra cosa que una profundización del declive, esto es la desvalorización del capital sobrante, incluido el capital variable o salarios. Es que más ajuste en un contexto depresivo significa, menos consumo e inversión, menos recaudación impositiva y, por lo tanto, mas déficit, por lo cual, el circulo lleva a plantear un nuevo ajuste.

2. UNA NUEVA FASE DE LA CRISIS MUNDIAL
Sin lugar a dudas, estas primeras semanas de mayo han sido tan o más caóticas que las del otoño de 2008, marcadas por la caída del banco estadounidense Lehman Brothers. Toda la información disponible desmiente a los “encantadores de serpientes” empecinados en anunciar el final de la crisis mundial. Lejos de esto, las contradicciones que anidan en el centro de la misma siguen actuando, manifestándose en la serie de booms y bancarrotas relativas al curso descendente que marca la espiral de la crisis. De EE.UU y los bancos, el epicentro de la crisis se ha trasladado a la eurozona, afectando ahora a los propios estados. El problema planteado es el siguiente: los Estados han salvado a los bancos con dinero de los contribuyentes y deuda pública ¿Quién salvará a los Estados ahora? Esta es la cuestión que tiñe todo el momento actual y lo caracteriza.

Es que los salvatajes millonarios comenzados en el 2008 por los bancos centrales y el dinero barato otorgado a la banca privada, no relanzó un ciclo de ascenso virtuoso del conjunto de la economía mundial asentado en la producción material, pues lo característico del momento presente, sigue siendo, justamente, la sobreproducción de capital. De modo que estos fondos han ido a engrosar los mercados de préstamos especulativos, dejado monumentales agujeros fiscales en toda la línea. Tanto es así que José Viñals, gerente del departamento de Capital Markets, del FMI, afirmó recientemente que “los países desarrollados tienen hoy niveles de deuda iguales a los que habían acumulado como consecuencia de la Segunda Guerra, pero esta vez sin guerra”. [11]

Hemos entrado en una nueva fase de la crisis mundial, cuya característica fundamental es la crisis fiscal de los Estados, además de la preexistente e incesante devaluación del capital en funciones, incluido el capital variable (salarios). Este hecho muestra que el movimiento económico de la crisis ha avanzado hasta el punto de poner contra las cuerdas al último reaseguro económico y político del capital. De esto se desprende, entonces, que la propia mecánica de la crisis induce a una agudización de la lucha de clases, pues la burguesía pierde recursos para mantener el consenso de los explotados y es llevada —por la propia objetividad inflexible de la Ley del valor, insistimos— hacia una política social de penuria económica absoluta tendencialmente explosiva en el plano social y político. Esta política inducida por la crisis del capital global, no solo se dirige hacia los asalariados, sino también hacia el seno mismo del bloque capitalista. En concreto, la situación actual plantea a escala internacional la posibilidad del ajuste fiscal, de la rebaja salarial, de una mayor flexibilización y degradación de las condiciones de vida de las masas trabajadoras, así como el desarrollo de conflictos interestatales, producto de la lucha interburguesa que, por el momento, aparece bajo la forma de proteccionismo comercial, etc. De hecho, esto está sucediendo ya en varios países.

Ahora bien, cuando decimos que un hecho resulta realmente posible, estamos aludiendo, al mismo tiempo, a que ese hecho es relativo a un conjunto de condiciones de las cuales depende. Esto lo retomaremos más adelante. Solo queremos dejar planteado aquí, que el paso de la posibilidad a la realidad de lo que acabamos de anunciar depende de lo que haga la clase obrera. Desde este punto de vista mal podríamos anunciar de ante mano —como hacen las corrientes derrotistas— que seguramente la crisis será pagada por los asalariados y trabajadores autónomos, quedando solo por negociar, en todo caso, los términos de la derrota. Hace algunos años un experimentado revolucionario afirmaba que la política dista mucho de ser como la astronomía, en donde examinamos el movimiento probable de los astros y luego contemplamos si su evolución se ajusta al modelo. En política, toda previsión sobre el resultado de los análisis depende de la confrontación social y, de ser posible, política, entre las clases fundamentales antagónicas. Solo es posible prever en medio de la lucha, decía Gramsci. Si de ante mano se hace un análisis totalmente anti dialéctico igualando crisis y retroceso, mal podremos prever para intervenir en sentido histórico, social y políticamente progresivo.

3. LO QUE APARECE
Además de todo lo dicho hasta aquí en cuanto al déficit fiscal y los recortes presupuestarios, la consecuente crisis de los estados y la propia posibilidad política del ajuste, nos interesa mostrar algunos emergentes que caracterizan el momento por el que transitamos. Estos emergentes constituyen indicadores o epifenómenos de la dinámica contradictoria que impulsa la crisis.

3.1. La xenofobia
Mientras en Europa —salvo en Italia— la burguesía le echa la culpa exclusivamente a los sindicatos, en EE.UU se inclinan por los inmigrantes generando nuevas leyes racistas como la de Arizona. Ley que, por cierto, fue repudiada por cientos de miles de personas en más de 70 ciudades de aquel país el mismo 1º mayo, que tantos dolores de cabeza le producían a la burguesía en España. [12] Aquí la burguesía busca tanto que la oferta de fuerza de trabajo no sobrepase los limites “normales”, como también poner delante de los ojos de los obreros desocupados de EE.UU un “chivo expiatorio”. El desempleo en Arizona ha aumentando los últimos meses hasta 9,6%, similar al promedio nacional que involucra a 15 millones de desocupados. Hace solo dos años antes de la crisis, el desempleo norteamericano era inferior al 5%. [13]

Leyes como la de Arizona se están preparando en Texas, Ohio y California. Recordemos que esta ley posibilita detener a quien parezca sospechoso de ser inmigrante y plantea penas de seis meses de prisión con multas 2500$ y deportación. En el 2006 y también en otro 1º de mayo, los inmigrantes lograron impedir una ley similar que convertía a 12 millones de trabajadores extranjeros indocumentados en delincuentes.

Si bien se ironizaba aquí sobre la situación en Europa, no podemos ocultar que en la eurozona se han ocupado bastante del tema durante 2008 y 2009 endureciendo tanto las medidas para ingresar como facilitando aquellas para “salir”. [14] Es también España el país con más retorno de inmigrantes. El desglose por nacionalidades evidencia que fueron ciudadanos ecuatorianos, colombianos, peruanos y bolivianos los que registraron la mayor caída, lo que marca que el movimiento poblacional entre el centro desarrollado y la periferia capitalista subdesarrollada, obedece principalmente a la evolución de la situación económica mundial. La crisis ha golpeado con especial fuerza a los sectores económicos que, en momentos de auge, generaron más empleo, como la construcción y los servicios.[15]

3.2. El proteccionismo
Al igual que en la crisis del 30, la reducción de las oportunidades de “negocios y mercados” agudiza la competencia capitalista y genera una tendencia a la defensa de los intereses comerciales de las burguesías al interior de cada país. El fenómeno que aparece es el proteccionismo en toda la línea. Este impulso está en la base de las devaluaciones ocurridas en muchos países que se habían tornado caros en cuanto exportadores, así como del desarrollo de distintas medidas destinadas a restringir y/o cancelar el ingreso de productos baratos que pueden poner en jaque a la burguesía local.

El mejor ejemplo del viraje al proteccionismo contemporáneo lo da de EE.UU con el programa “compre estadounidense” impulsado por el Congreso. De cualquier modo, este fenómeno explica los conflictos diplomáticos de distinto calibre entre países, como los que se dan entre el propio EE.UU y China alrededor de la apreciación del Yuan. Este hecho ha llevado al primer ministro chino a decir en tono de enojo: “puedo entender el deseo de algunos países de aumentar sus exportaciones, pero lo que no entiendo es que presione a los demás para que aprecien su moneda. Desde mi punto de vista, se trata de proteccionismo”. [16] Por su parte, China presiona por la liberación de zonas de inversión en EE.UU y otros países donde colocar los dólares que emergen del saldo positivo en su balanza comercial.

Aquí también entran los conflictos de China con Argentina, ante la barrera que este último país puso a la producción del primero. China amenazó con dejar de comprar aceite de soja si Argentina no cambiaba de actitud. El mismo problema se comienza a observar incluso al interior de los socios del MERCOSUR, como las idas y vueltas de Argentina con Uruguay. Las exportaciones de Uruguay a Argentina cayeron en el 2009 y llevaron a la secretaria ejecutiva de la Unión de Exportadores de Uruguay a afirmar que el Mercosur “fue creado para crecer y no para tener problemas” por lo que reclamó “mayor apoyo y menos lugar a conflictos entre socios”. [17]

Ni hablar de los problemas con el “Gran Hermano” Brasil, que arrastran varios años. Incluso Brasil ha analizado la posibilidad de denunciar a la Argentina ante la Organización Mundial de Comercio por “proteccionismo”. En el 2009, solo en el primer bimestre se derrumbaron las importaciones de Brasil a la Argentina en un 46,5%. Este conflicto se reabre ahora en pleno 2010 merced a una larga lista de medidas trazadas por Guillermo Moreno. Esto llevó a la candidata presidencial del PT, Dilma Rousseff, a decir que podrían tomar represalias comerciales contra Argentina si se confirma el bloqueo a la importación de alimentos. [18] Lo mismo acaba de afirmar la Unión Europea tildando de inexplicable el accionar de ese país. Esta pidió a la Argentina que no implemente medidas que restrinjan la importación de alimentos porque serían incompatibles con la normativa de la OMC y el G-20. [19]

Pero no solo los Estados pugnan por eliminar el proteccionismo de un lado y otro sino que también lo hacen los grandes pulpos privados que tienen “peso propio”, como recientemente lo hizo el presidente de General Electric cuando urgió a los países latinoamericanos para que abandonen sus intenciones de proteccionismo y a que “aprendan la lección de diversificar su economía, para que una crisis en cualquier sector no se lleve por delante su crecimiento”. [20] La espiral descendente de la crisis está multiplicando este fenómeno y seria abundar en detalles seguir ejemplificando casos.

3.3. Los “booms” económicos de la periferia tomando el caso argentino
Los países de la periferia dependiente están experimentando distintos “booms” que alientan las más diversas demagogias por parte de los gobiernos. Las crisis que se desarrollaron durante los 80´y 90´ y la del 2001 en Argentina, colocaron a las masas en las calles, hecho que provoco un cambio de frente por parte de las burguesías nativas. La combinación de economía en crisis y masas en la calle es un coctel verdaderamente explosivo para cualquier gobierno capitalista. De ahí que las burguesías dependientes fueron llevadas a generar —sobre la base de precios excepcionales de las materias primas y salarios devaluados post crisis— programas de gobierno que sin romper con la subordinación al escenario capitalista internacional dominante, buscaron una inserción de “mayor resguardo” para el capitalismo nativo. Para esto, tuvieron que convencer a los trabajadores —dicho sea de paso tomando el caso argentino— para que abandonen la lucha y colaboren con el gobierno que “daría fin” al periodo neoliberal abierto en 1976.

Con buenos precios internacionales, una capacidad instalada subutilizada, salarios bajos y el movimiento de masas confundido y cooptado en gran parte, la acumulación capitalista resurge desde el piso con importantes tasas de crecimiento, superiores incluso a la de los países centrales. En síntesis, el boom económico sucede a la crisis.

Ahora bien, este fenómeno cambió su curso desde el 2008, año en que la economía mundial empezó a tambalear dañando los precios de las materias primas, encareciendo el crédito, tirando abajo la inversión, etc. 2008 y 2009 son años de resquebrajamiento económico que se insertan en la espiral provocada por la crisis internacional. Por ejemplo, los datos argentinos para el 2009 muestran una caída del producto bruto de casi el 4%, similar al registrado en 1995 bajo la crisis del tequila, mientras que la caída en la inversión bruta llegó al 13%. La producción automotriz fue la mitad respecto a la de años anteriores, y el consumo interno de acero se redujo en casi un 40%. Si bien Argentina no sufrió una crisis bancaria en 2009, la bancarrota capitalista le golpeó a nivel comercial e industrial. Este es el contexto en el que las cuentas comienzan a mostrar fisuras y en donde se perfilan distintas medidas destinadas a conseguir fondos.

Para el caso argentino, hay que ubicar aquí la ofensiva hacia la renta agraria, la nacionalización de las Administraciones de Fondos de jubilados y pensionistas (AFJP), y donde hay que poner los esfuerzos actuales —que hace la burguesía como un todo— por conseguir dinero lo menos caro posible en el mercado mundial. La única salida para la burguesía nativa es abrir un nuevo ciclo de endeudamiento. De ahí que intente salir del default pagando a los fondos buitres y se realizan distintas negociaciones con el club de parís y el FMI.

Lo cierto es que este 2010 parecería ser bastante diferente a los oscuros 2008 y 2009 por el que transitaron muchos países de la periferia. La economía Argentina “parece volar” decía un cronista de un diario importante. Los datos del primer trimestre del año anuncian una recuperación de más del 7% en la producción industrial y del 10% en la producción agraria, mientras que el crédito al consumo repuntó un 30% respecto del mismo período del año anterior.

¿Cómo puede ser que las locomotoras del capitalismo mundial se ralenticen, detengan e incluso algunas descarrilen, mientras en la periferia no sucede nada? ¿A qué se debe esto? ¿Es un hecho duradero o un simple efecto de la crisis mundial? Las causas de este fenómeno deben ser buscadas en relación a la crisis mundial. Es que la política de reducción de tasas de la reserva federal y el banco central europeo para facilitar el crédito frente a la contracción provocada por la crisis, no logró detener la recesión, sino que generó un incremento artificial de liquidez especulativa. Y contrariamente a lo esperado, este exceso se ha vertido sólo parcialmente en los mercados de origen. El grueso de estos recursos tomados a bajas tasas de interés en EE.UU, Europa y Japón, se colocaron en inversiones a tasas más elevadas en países de la periferia capitalista dependiente. Países que si bien poseen más riesgo potencial, no habían ingresado en las zonas “tormentosas” en que se encontraba el centro de la economía mundial.

Es decir, las razones del boom de muchos países de la periferia actual, deben buscarse por un lado en el diferencial de tasas de interés que fomenta la bicicleta financiera conocida como carry trade y arbitraje financiero y, por otro, en la huída de capital excedentario procedente del centro imperialista en crisis hacia “aguas más tranquilas”:

<<De este modo, el capital desocupado se provee de una serie de canales de salida, ya sea por medio de especulaciones en la bolsa dentro del país (imperialista), ya sea por exportación de capital hacia el exterior; canales apropiados para asegurar su valorización. Es sabido e indiscutido que estos esfuerzos por invertir el capital sobreacumulado son especialmente considerables en la fase de depresión>> [Henryk Grossmann: “La Ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista” Ed. Siglo XXI Cap. III B) III]

Una parte muy grande de ese exceso fluyó a mercados como Latinoamérica. Estas son razones por las cuales, durante la crisis y a pesar de sus muchas debilidades, esta región del Planeta no fue tan golpeada por la misma e incluso, algunos países vieron incrementadas las inversiones extranjeras producto del escenario por demás lucrativo que se abrió. En síntesis, la expansión artificial de crédito en los países centrales con el propósito de contener la crisis, en lugar de contenerla, generó un relativo “boom” económico artificial en la periferia. El arbitraje financiero y la huída a aguas más tranquilas operaron entonces como válvula de escape del exceso artificial en los países de origen

Como puede verse, que la periferia no haya ingresado aún en el centro de tormenta de la crisis no se debe ni en un ápice a una verdadera política de defensa de los intereses nacionales y latinoamericanos —como corean los seguidores de la política oficial con mas ideología que ciencia— sino a la propia dinámica del capital y la crisis. Por ahora, “se le debe la cabeza al verdugo, no al juez”.

Ahora bien ¿Qué pasa si esto se da vuelta? ¿Qué pasa si la tasa de interés aumenta en el centro? ¿Qué pasa si el exceso de capital global en la periferia comienza a marcharse nuevamente hacia zonas de menor riesgo? ¿Qué puede pasar con Brasil, por ejemplo, país que tiene un 40% de este tipo de inversiones? Ni pensar en lo que puede pasar en Argentina si cae su socio. En efecto, los capitales excedentarios pueden y van a retornar hacia las economías centrales ni bien estas se “estabilicen” aunque mas no sea relativamente, es decir, una estabilización dentro del movimiento desestabilizador mismo de una crisis en desarrollo. Es que estos países, si bien presentan una menor retribución, poseen una mayor seguridad. Las inversiones en países de alto riesgo tienden a ser en general de corto plazo.

Una señal para observar esta situación de reflujo de capitales es el comportamiento de los bonos soberanos. Un incremento de la diferencia entre el rendimiento de los bonos de bajo riesgo (países centrales, fuertes productores de capital) y el de los de alto riesgo (periferia, importadores de capital), muestra el desplazamiento de capital desde los segundos a los primeros. Y esto es precisamente lo que se estaba dando hasta hace muy poco cuando la crisis europea interfirió con este movimiento. Aquí es donde, como ya fue dicho, hay que colocar el pago de la deuda externa Argentina. No solo ésta busca atraer fondos, sino evitar su fuga. Ni hablar del efecto que puede tener el alza de la tasa de interés en la Reserva Federal y el Banco Central Europeo sobre los capitales que alimentan actualmente el “vuelo” hacia ciertas economías periféricas.

Otra causa del boom en los países de la periferia tiene que ver con la demanda China, fuertemente mantenida por una inyección fiscal y un bombeo monetario colosal. Este acicate a la demanda elevó los precios de las materias primas industriales y alimenticias como: soja, hierro, caucho y petróleo subsidiando con esto el crecimiento de los países exportadores entre los que esta Argentina, por supuesto.

Pasando en limpio, la crisis mundial que eclosiona con la quiebra del banco Lehman Brothers, afectó en el 2008 y 2009 a todo el globo sin excepción. En las economías periféricas, si bien no se generaron grandes crisis bancarias, si se sufrieron importantes coletazos en la actividad industrial y comercial. Con la quiebra de los Estados, la crisis mundial ha ingresado en una nueva etapa mundial cuyo epicentro está hoy en la eurozona.

La contracara de este fenómeno la constituyen los distintos tipos de booms económicos que se experimentan en la periferia dependiente causados por la huida de capitales hacia aguas más tranquilas, el arbitraje financiero y la demanda de China. Sin embargo, la dialéctica de la crisis plantea la posibilidad de una reversión del flujo de capitales. Si esto sucede, la crisis tocara tierra en estos países, con consecuencias mucho más graves que las vividas hasta el momento en el centro, debido a la debilidad de la periferia para enfrentar con recursos capitalistas propios la bancarrota. Si en EE.UU y Europa la crisis planteó el problema del ajuste, lo que puede esperarse en la periferia será una verdadera guerra de clases. Esto porque la burguesía nativa deberá atacar mas crudamente que la central a la clase obrera. Pero también, porque la las masas en la periferia y en particular de Latinoamérica, han adquirido en las crisis pasadas una mayor experiencia y madurez, aunque todavía se está muy lejos de una verdadera conciencia política de clase independiente.

4. EL LUGAR HISTÓRICO DE LA PRESENTE CRISIS
Las crisis de sobreproducción de capital constituyen la demostración más cabal de las contradicciones cada vez más difíciles de superar que anidan al interior del sistema burgués. La contradicción entre el carácter social de la producción y su forma privada de apropiación, se expresa en forma de crisis recurrentes en las cuales la acumulación tiende a detenerse. Estas crisis aparecen como exceso de capital y de trabajo que no logran combinarse de manera productiva para valorizar el capital existente.

Es necesario aclarar, que las crisis de superproducción de capital lo son de mercancías, pero no para el consumo final, sino para el consumo productivo. Por tanto no es una crisis de superproducción respecto de la demanda solvente de los consumidores. Pero tampoco lo es respecto de la demanda solvente de los productores capitalistas. Es una crisis de superproducción de mercancías como medios de producción (maquinarias, edificios, tierra cultivable, materias primas, auxiliares y fuerza de trabajo explotable), respecto de la tasa de ganancia de los capitales de mayor magnitud relativa que participan en su formación. Y este hecho se produce, cuando el plusvalor producido por el capital incrementado de estas grandes empresas, llega a ser menor que el producido antes de su incremento. Su consecuente desinversión retrae la demanda de pedidos a sus empresas auxiliares de capitales medios y pequeños que no pueden pagar a sus proveedores y, de este modo se rompe la cadena de cobros y pagos generando una crisis de dinero. Por eso este proceso se resuelve en quiebra de empresas, incremento de la desocupación y depreciación del capital en funciones, incluidos los salarios.

La superproducción de mercancías para el consumo final sobreviene a consecuencia de la superproducción del capital productivo y no al revés, como sostienen los teóricos burgueses del subconsumo de las masas para explicar las crisis.

Por debajo de los hechos directamente visibles y como causa fundamental de las crisis, opera la tendencia a la baja de la tasa de ganancia que constituye la Ley más importante de la economía política, definida como relación entre la plusvalía obtenida y el capital global empleado para tal fin.

El capitalismo consiste en convertir el mayor tiempo de trabajo posible de cada jornada de labor colectiva, en tiempo de trabajo excedente bajo la forma de plusvalor acumulado, de modo que un número cada vez menor de asalariados, pongan en movimiento un cada vez mayor número y variedad de medios de trabajo, procesando un cada vez mayor volumen físico y de valor en materias primas por unidad de tiempo.

Pero según progresa la fuerza productiva del trabajo al ritmo en que aumenta la inversión en capital constante (máquinas, tierra de labor, edificios, materias primas, combustibles y lubricantes), disminuyendo el número de obreros explotados en relación al capital total invertido, el plusvalor aumenta pero cada vez menos, de todo lo cual resulta que la tasa de ganancia tiende a caer. Y cuando la tasa de ganancia en descenso deja de compensar al capital adicional previsto para ampliar la producción, éste plusvalor adicional no se invierte y la expansión se desacelera o paraliza. Al profundizarse este hecho que afecta al mercado de medios de producción, se extiende luego al mercado de bienes de consumo en general.

Parte del capital excedentario pasa a engrosar las filas de la especulación financiera. Es que la colocación de dinero en títulos, inversiones a futuro, financiación de obras de mega-infraestructura, son apuestas que aunque deben confirmarse históricamente, cumplen una función extraordinaria en el apalancamiento del capital excedentario. En otras palabras, envían hacia el futuro las contradicciones que aparecen en el tiempo presente. Lo mismo ocurre con el crédito al consumo, a partir del cual se mantiene artificialmente la demanda.

La crisis actual del capital es, en realidad, el momento culmine de la obra que comienza en 1970, con el cierre del burguesamente llamado “período de oro” de la posguerra. En efecto, luego de haber sorteado a través de dos guerras mundiales la fenomenal crisis de sobreproducción de principios y mediados del siglo pasado, el capitalismo inició una etapa de recuperación de la tasa de ganancia y, consecuentemente, de la inversión, de la producción y del consumo masivos. Este periodo va desde 1945 a 1973, fecha en que el capital ha ingresado en una nueva etapa crítica y que, como afirmamos aquí, aún no se ha resuelto.

Si bien hablamos de que la crisis actual tiene su comienzo en 1973, hay indicadores señalando que ya venía desde antes. La necesidad del capital de buscar una salida para recuperar la tasa de ganancia lo impulsa a enfrentar al movimiento obrero, con el argumento de la existencia de demasiadas rigideces que operan contra la reactivación. Nada más y nada menos así lo afirma la burguesía en España el 1º de mayo.

La caída del stalinismo —que la burguesía internacional hizo pasar por comunismo en Europa central y del Este—, así como las derrotas del movimiento obrero en un sin número de países económicamente dependientes en la periferia del capitalismo —muchas de ellas causadas por feroces dictaduras militares— despejó el terreno para que la burguesía mundial inicie la ofensiva neoliberal impulsada para romper esas “rigideces” y “flexibilizar” el “mercado de trabajo”. De ahí que en última instancia, la recuperación de la tasa de ganancia a partir de los 80´ haya sido posible sobre la base de la privatización de empresas estatales a escala planetaria y de una mayor explotación de los trabajadores, hecho que se expresó en la caída de los salarios reales y el salario indirecto del llamado Estado del Bienestar, que en el pasado permitió complementar el relativamente menor salario privado con prestaciones públicas a cargo del Estado. Esta doble caída del salario real está en la base de que la expansión económica y el consumo, fueran motorizados por el mayor endeudamiento, pues la capacidad de ahorro de las masas fue pulverizada por la ofensiva capitalista privada.

Es importante insistir en que lo que hoy se conoce como “acumulación flexible”, se desarrolló sobre la base de una derrota política y sindical del movimiento obrero de envergadura. Sobre ésta se montó la superexplotación del trabajo social a escala planetaria. Es decir: menos salario y más precarización, hecho que da por resultado la elevación de la desocupación abierta, la subocupación y el cuenta-propismo. De ahí que muchos intelectuales se pregunten por los “nuevos mercados de trabajo” y si verdaderamente hoy existe “la clase obrera”.

Ahora bien, es importante poner en perspectiva la crisis que se despliega. El hecho más peculiar de la presente crisis, es no solo que comenzó en los años 70´, sino que ocurre después de la unificación del Mundo bajo la acumulación capitalista. Es decir, esta crisis expresa el fracaso de la política que intentó sacar al Mundo del derrotero en el que entró en los 70´. Fracaso que se da, incluso, con el derrumbe del socialismo estalinista de por medio. En concreto, lejos de relanzar un ascenso virtuoso de la economía mundial una vez centralizado el Mundo bajo su dominio, el capital está demostrando que es incapaz de garantizar la sociabilidad más elemental entre los seres humanos, poniendo a la humanidad al borde de una nueva catástrofe civilizatoria. A dos décadas de haberse derrumbado el régimen estalinista y luego de haber subsumido a miles de millones de personas en el régimen de explotación capitalista, la acumulación vuelve a detenerse, la sobreproducción vuelve a aparecer. El capital se ve obligado a enfrentarse a sí mismo. Este es el momento particular por el que atravesamos en una escala de dimensión nunca antes vista.

Ahora bien, esta crisis monumental y el conjunto de episodios que la conforman y se suceden desde los 70´, hay que verla desde una perspectiva histórica aún mucho más amplia. Esta crisis ocurre en la etapa del capitalismo en descomposición. Es una crisis que vuelve a anunciar la senilidad del sistema, su agotamiento histórico. Tal como sucediera en la crisis de principios de siglo que desembocó en la barbarie de la Primera Guerra Mundial, y las de los años treinta que se resolvió en el genocidio fascista y la Segunda Guerra Mundial. No es la crisis del fordismo ni del toyotismo. Es la crisis de un sistema de vida que a esta altura de la historia se sobrevive así mismo. Es sobre esta base que puede entenderse, incluso, el resurgimiento de emprendimientos domésticos, pymes, trabajadores domiciliarios que aparecen no como recreación de modos de producción precapitalistas sino como formas de producción sumergidas en el más crudo de los capitalismos. La tercerización es un recurso fenomenal para bajar aún más el precio de la mano de obra y librar al capital de “responsabilidades” salariales que no pueden asumir.

En síntesis, la actual crisis hay que ponerla en perspectiva histórica para no llegar a conclusiones unilaterales y vacías. Esto no quiere decir, como normalmente se entiende, que el capitalismo se sustituye solo, automáticamente, por otro sistema, que se cae por el propio peso de sus contradicciones. Cuando Lenin decía: “no hay una situación económica sin salida para el capitalismo”, parafraseaba a Marx en aquello de que “el capital es un límite que propio capital se pone a sí mismo para saltar por encima de él." Las crisis siempre se superan mientras el proletariado luche como capital variable, esto es, como parte del sistema económico capitalista, esto es, mientras siga vistiendo esa vieja y sucia camisa burguesa.

El capitalismo sólo puede caer para no volver a levantarse jamás, mediante la acción política independiente de los explotados. De lo contrario, resurgirá inevitablemente siempre. Y esta resurrección será a costa de penurias y calamidades sociales crecientes cada vez más insoportables. El resurgir del capitalismo después de cada crisis, solo será la base de un nuevo ciclo de bancarrotas, con crisis cada vez más pesadas, lentas en su salida y profundas en sus implicancias sociales.

5. A MODO DE CONCLUSIÓN
La crisis es, a la vez, un proceso histórico de transición que no está cerrado “objetivamente” como decíamos más arriba y que supone en su evolución la participación de las clases y su lucha. De aquí se desprende que la crisis capitalista en marcha coloca la posibilidad no solo de una profundización de la barbarie capitalista sino también, de nuevas rebeliones obreras y populares. Hechos que, por su parte, plantea un conjunto de tareas estratégicas al interior de la clase obrera, a los fines de que ésta se eleve a la altura del drama histórico que le toca vivir.

En primer lugar, para enfrentar la crisis se plantea la necesidad de que los trabajadores abandonen a los partidos patronales, sean éstos “mas” o “menos” populares. Estos partidos mantienen en vida el sistema de explotación a través de la solución que brinda la alternancia bipartidista en la mayor parte del Mundo. Socialdemócratas y liberales, republicanos y demócratas, laboristas y conservadores, peronistas y radicales, etc., más allá de sus diferencias tácticas, se mantienen estratégicamente unidos en la preservación del régimen de explotación.

Sin romper ideológica, política y organizativamente con los partidos patronales, los trabajadores no lograran dotarse de una verdadera perspectiva de lucha propia y quedarán como furgón de cola de los partidos del régimen institucional burgués al interior de los Estados capitalistas. Quienes defienden hoy, como los estalinistas ayer, que la defensa de los intereses de los trabajadores puede realizarse al interior de un partido o frente patronal, deben ser desenmascarados ya no como oportunistas, sino como verdaderos sirvientes de la burguesía en todo momento. Estos agentes de la burguesía siempre pugnaron por convencer a los trabajadores, de que no necesitan organizar su propio partido político. Hay que extirpar esta idea reaccionaria de la conciencia de los asalariados y demás trabajadores expoliados.

De lo anterior se desprende que es necesario trabajar sistemática y pacientemente para expulsar a los pequeñoburgueses que ofician de embajadores de la burguesía en las filas del movimiento obrero. Es necesario plantear el trabajo de base desde esta perspectiva. Hecho que supone repudiar el frente popular o unidad política con la pequeñoburguesía, para abrazar el concepto de unidad de clase proletaria sintetizado en un programa que plantee la más profunda independencia política y organizativa de clase asalariada. Para esto, es necesario que el nuevo activismo que va emergiendo —conforme la crisis se desarrolla— pueda delimitarse de los charlatanes pequeñoburgueses encubiertos para desenmascararlos y desacreditarlos ante la masa. Si la nueva vanguardia amplia disuelve su accionar político en lo ideológicamente ya conocido, la base no reconocerá lo nuevo. Es decir, ésta no podrá ir sacando sus conclusiones y por lo tanto, vera cercenadas sus posibilidades de evolución política revolucionaria. Sin delimitación ideológica de los asalariados es imposible su unidad política revolucionaria.

Ahora bien, la delimitación ideológica no es sectarismo, sino otro concepto del reagrupamiento político. Ambos términos conforman una unidad dialéctica complementaria sin la cual el método de trabajo político de los explotados se vuelve impotente. Como sucede en la física, la unidad de dos fuerzas que tiran en sentido contrario se neutraliza. Esto es lo que ha venido propugnando la burguesía con la unidad entre proletariado y pequeñoburguesía al interior del llamado frente popular, antecedente lógico inmediato del fascismo en tiempos de aguda crisis política del sistema.

¡Que la crisis la paguen los capitalistas!

¡Fuera la burocracia de las organizaciones obreras y populares!

¡A trabajar por la construcción de un partido revolucionario internacional organizado en torno a la teoría del Materialismo Histórico!

 

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[1]McKinseyGlobalInstitute McKinsey Global Institute, “Will US consumer debt reduction cripple the recovery?”, marzo 2009. Citado por Ch. A. Udry en:http://www.archivochile.com/Debate/crisis_08_09/crisis00131.pdf

[2] Según datos de la firma de análisis “Dealogic”, en 2007 se registraron fusiones empresariales en el Mundo por 997.000 millones de dólares y en 2008 por 838.000 millones, aunque estos datos se consideraban mínimos históricos.

[3]"Le Monde Diplomatique". Abril/2010.

[4]http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/consejoeditorial/2010/04/27/primero-de-mayo-con-46-millones-de.html

[5] Clarín, 9/05/2010.

[6] Según el cual la Unión Europea aportará 500 mil y el FMI otros 220 mil millones de euros para a ayudar a los países socios en problemas. Clarín 9/05/2010.

[7] Clarín, 10/05/2010.

[8] Le Monde Diplomatique, Marzo/2010.

[9] Clarín, 13/05/2010.

[10] Clarín, 14/05/10.

[11] Clarín, 24/04/2010.

[12]Clarín,02/05/2010.

[13]Clarín, 24/04/2010.

[14]http://www.depapaya.org/news/es_ES/2010/02/13/0001/la-situacion-de-los-inmigrantes-en-europa

[15]http://www.elpais.com/articulo/Comunidad/Valenciana/crisis/causo/ mayor/salida/inmigrantes/Espana/2009/elpepiespval/20100430elpval_14/Tes

[16]Le Monde Diplomatique. Abril/2010

[17]http://www.abeceb.com/noticia.php?idNoticia=121001

[18]http://www.ieco.clarin.com/economia/Trabas-alimentos-candidata-Lula-represalias_0_130200024.html

[19]http://www.ieco.clarin.com/economia/Europa-Brasil-quejan-traba-alimentos_0_130500010.html

[20]http://www.eltiempo.com/foro-economico-mundial-2010/ARTICULO-WEB-PLANTILLA_NOTA_INTERIOR-7556268.html