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EUGENIO  LANTI

EL  ANACIONALISTA

Toño del Barrio

Lanti en 1913

El nombre de Eugenio Lanti es conocido por algunas personas en ambientes hispanoparlantes apenas por una circunstancia casual, la aparición de su nombre en la novela “Rayuela”, de Julio Cortázar (si no te habías dado cuenta de ello, no te preocupes, luego te decimos dónde).

Y, sin embargo, su figura es muy interesante. Lanti fue el cofundador y líder de la Asociación Anacional Mundial, o, en su idioma original, el esperanto, Sennacieca Asocio Tutmonda (SAT), la asociación de trabajadores esperantistas, y el teórico de una doctrina nueva, el anacionalismo, que pretendía la eliminación del concepto de nación como idea rectora de la organización social.

El nombre real de Lanti era Eugène Adam, y nació en una pequeña localidad normanda en 1879. Hijo de campesinos pobres, se trasladó a París, donde trabajó como obrero manual.

En su juventud fue muy influido por ideas anarquistas, en cuyo entorno fue relativamente activo, y mantuvo contactos con algunos teóricos del anarquismo y el radicalismo francés, como Faure, Ner o Barbusse.

Durante la primera guerra mundial, fue movilizado y sirvió como conductor de ambulancias, y allí se afirmó su rechazo al nacionalismo y a la guerra. Fue en esos años cuando tuvo sus primeros contactos con el esperanto y aprendió la lengua. También comenzó su contacto con el comunismo, bajo el influjo, habitual en esos años, de la Revolución Rusa.

Lanti en 1933

A su regreso, tomó contacto con el movimiento obrero esperantista, que había dado sus primeros pasos en los años inmediatamente anteriores a la guerra, pero que se encontraba desorganizado. En 1919 fue nombrado redactor del boletín de la asociación francesa, Le Travailleur Esperantiste, donde mostró por primera vez su talento literario y su capacidad de trabajo.

SAT

Lanti participó en el Congreso esperantista de 1921, en Praga, donde se decidió la creación de una asociación que agrupase específicamente a los trabajadores esperantistas de todos los países. La superación de las nacionalidades fue tan radical que se decidió que no existieran filiales nacionales, y de ahí el nombre elegido, Asociación Anacional Mundial, como se ha indicado.

La asociación, de la que Lanti se convirtió desde un principio en principal dirigente, comenzó un crecimiento muy rápido. Desde sus orígenes se cuidó especialmente su pluralismo, de forma que, mediante la acción cultural y el contacto con trabajadores de otras nacionalidades, se evitara cualquier clase de dogmatismo. Ello no fue siempre posible, y en años sucesivos se verían fuertes tensiones, y en ocasiones rupturas, entre las distintas corrientes, anarquistas, comunistas ortodoxos, socialdemócratas, etc. Fue también importante la tensión entre los conceptos internacionalistas, que reconocían la existencia e importancia de las naciones, aunque aspiraban a una coexistencia entre ellas, y el más radical anacionalismo, patrocinado por Lanti, que pretendía hacer desaparecer cualquier división basada sobre la nación, la etnia o el estado. En 1928 se alcanzó una solución de compromiso en materia de organización interna, regulando las relaciones entre la siempre universal SAT y las asociaciones de trabajadores organizados a nivel nacional o estatal.

Lanti en 1942

El anacionalismo no ha sido nunca una doctrina cerrada. Podría entenderse como un cosmopolitismo radical, no sólo en el sentido de desaparición de las naciones, sino también por su compromiso social y contrario a la explotación de los trabajadores. El papel del esperanto como medio de relación igualitario era central en ese ideario.

Lanti adoptó su pseudónimo (basado en su apodo francés, L’Anti) en 1921. Su cambio de nombre fue tan radical (excepto a efectos legales) que se permitió la broma de anunciar el suicidio de E. Adam, lo que fue recogido en alguna publicación como dato real.

Lanti fue uno de los fundadores del Partido Comunista Francés, pero a finales de los años 20, y como consecuencia de algunos viajes a la Unión Soviética, y de sus diferencias de opinión con los dirigentes de la asociación esperantista soviética SEU, encabezada por Ernest Drezen, abandonó la organización y se volvió muy crítico con aquel régimen. En los años 30 sus enfrentamientos con el régimen soviético fueron muy fuertes; tampoco fue nunca trotsquista, aunque su evolución ideológica tiene algunos puntos en común con las posiciones del partido español POUM. En el año 1933 abandonó sus responsabilidades en SAT, precisamente para intentar salvaguardar la unidad de la asociación, aunque ello fue inútil, ya que durante las Grandes Purgas el régimen soviético terminó prohibiendo el movimiento esperantista y ejecutó a algunos de sus principales dirigentes.

Lanti y el esperanto

Lanti hizo del esperanto no sólo su medio de expresión fundamental, sino su eje de actuación vital. Lo empleaba como lengua de relación habitual, incluso en el ámbito familiar. Su compañera durante los años 30 fue Ellen Kate Limouzin, una escritora que era tía del escritor George Orwell, quien vivió durante algún tiempo en su casa. Orwell y Lanti, cuyas posiciones políticas tenían bastantes puntos en común, no tuvieron, sin embargo, una buena relación personal.

Participantes en el Congreso de SAT en Gotemburgo (1928).
Desde arriba y desde la izquierda:
en la primera fila E. Drezen (cuarto), y F. Azorín (quinto); en la segunda Lanti (sexto).

SAT, bajo el impulso de Lanti, dio mucha importancia a la actividad cultural. El estilo literario de Lanti es muy apreciado como ejemplo de claridad y sencillez. Escribió sobre todo textos ensayísticos, pero también es muy interesante su traducción al esperanto del “Cándido” de Voltaire.

En 1936, en un paso más para afianzar su vocación de apátrida, Lanti abandonó Francia para un viaje que le llevaría por todo el mundo, utilizando como lengua de relación casi exclusiva el esperanto. Pasó brevemente por España y Portugal y vivió una temporada larga en Japón, donde enfermó y de donde tuvo que salir por el acoso de la policía política. Tras una estancia corta en Australia y Nueva Zelanda, pasó por Uruguay, Argentina y Chile, donde no se sintió a gusto, por la debilidad del movimiento esperantista. Finalmente, en 1940 recaló en Méjico. Allí colaboró con el grupo que editaba la revista “Renovigo”, filial en esperanto de “Renobasion”, una publicación que abogaba por una racionalización y simplificación de la ortografía española. Justamente un texto de esta última revista, empleado como efecto literario, en el capítulo 69, es al que se debe la aparición del nombre de Eujenio Lanti (sic) en la obra de Cortázar a la que hacíamos referencia.

Francisco Azorín

Desgraciadamente, a su pesimismo sobre la evolución política y su situación personal se sumó al agravamiento de su enfermedad, y todo ello le llevó a su suicidio, esta vez real, el 17 de enero de 1947. Su albacea (aunque apenas dejó algo más que papeles) fue el exdiputado exiliado español Francisco Azorín, que era miembro de SAT, y que después dirigiría el movimiento esperantista mejicano.

SAT continúa desarrollando su labor política y cultural, todavía con la mayoría de los rasgos específicos que Lanti le imprimió. Incluso recientemente se reconstituyó la fracción anacionalista que Lanti había inspirado en los años 30. Sirva este texto para que los hispanohablantes conozcan una figura de gran personalidad y que fue mucho más que una casual figura literaria.

Versión en esperanto
Versión en catalán
Versión en japonés
Versión en inglés.
También accesible en formato pdf.